HAROLD BLOOM: «Hoy la sensibilidad está acorralada»
Entrevista con el autor de «The western canon»
Autor de más de
veinte libros, las teorías de Harold Bloom han levantado ampollas en los
estamentos universitarios. Mientras para unos la sola mención de su nombre
provoca recelo, otros lo consideran «el
gran buda de la crítica» o «el gurú
de la literatura». El propio Bloom se
define como «un viejo dinosaurio en período de extinción». Reivindica el valor estético de la
literatura muy por encima de cualquier otro condicionante, sea social, político
o económico. Consagrado como el crítico más influyente, polémico, odiado y
amado de la segunda mitad de este siglo, ha conseguido con su última obra, «The
western canon», un revuelo que traspasa
fronteras. Baste sólo un dato: está siendo ya traducida a dieciocho idiomas,
entre ellos al español (Anagrama tiene prevista su publicación en 1996). En su
libro, Bloom reivindica a los canónicos en contra de quienes se dejan llevar
por modas. Así lo manifiesta en esta entrevista para ABC Cultural. Uno puede
estar o no de acuerdo con él, pero de lo que no cabe duda es de que nos
encontramos ante un crítico tan honrado como valiente, tan sugerente como
cautivador. No quiere fundar escuela, pero la ha creado: la de todos aquellos
que aman la literatura por la literatura.
-
¿TAN caótico es el momento literario que resulta necesario un libro sobre el
canon?
-El
tema del canon es algo que preocupa a la gente en las escuelas y universidades
norteamericanas. Se trata de un debate que se viene desarrollando desde hace
unos veinte arios. Los que abogamos por una enseñanza eminentemente humanista,
donde Shakespeare o Tolstoi o Cervantes o Proust o Beckett eran autores
fundamentales, hemos sido derrotados. El canon occidental tradicional ya no se
estudia, al menos en las universidades norteamericanas. Mis razones personales
son distintas y no tienen nada que ver con la polémica. Soy un crítico
literario a medio camino entre los 60 y los 70; he escrito sobre literatura
desde 1957, y pensé en escribir una obra sobre literatura en general para ver
si podía resaltar esas cualidades, unificar a Shakespeare, Cervantes, Tolstoi,
Chaucer y extender la idea estética de Walter Pater u Oscar Wilde, en un
intento de defender la idea general de la aproximación estética al hecho
literario. Desde una perspectiva española, tal vez no tengan mucho sentido
bastantes aspectos que estudio en mi libro. Mi frase favorita de la obra tal
vez resulte incomprensible para los lectores españoles, pero es irónica: «Si por el multiculturalismo entendiéramos
Cervantes, quién podría protestar». En las naciones anglófobas, y sobre
todo en Estados Unidos, hay todo un movimiento terrible en las universidades
llamado multiculturalismo basado en premisas raciales, sexuales y de clase. En
una obra literaria es mucho más importante que cualquier otra apreciación
literaria, e insiste en que los valores estéticos son una máscara o disfraz
para las fuerzas sexuales, raciales o económicas. Estos críticos son una plaga
en las universidades americanas, y les llamo seudo-marxistas o
seudo-feminístas, porque ellos no son ni marxistas ni feministas, y
seudo-historicistas a los discípulos de Foucault, quienes, en conjunción con
los así llamados teóricos del multiculturalismo, están destruyendo el estudio
tradicional de los estudios literarios occidentales. Creo que este movimiento
ha ido demasiado lejos en sus apreciaciones, al menos en Estados Unidos y mucho
más que en España, que es más homogénea étnicamente, de forma que el multiculturalismo
se entiende sólo entre literatura catalana y española y tal vez vasca.
-Al
menos, el libro se parece a los anteriores en dos aspectos: su contenido
crítico y la ya tradicional polémica con que se recibe cada una de sus obras.
En este último, incluso parece buscar abiertamente la polémica cuando utiliza
expresiones como «la escuela del
resentimiento».
-Explico
lo que es la escuela del resentimiento. Es un monstruo de seis cabezas: los que
se autodefinen como feministas, marxistas, lacanianos, semióticos, nuevos
historicistas y deconstruccionistas. Esta bestia apocalíptica ha arruinado la
idea de que la calidad de cualquier autor en cualquier lengua debe ser evaluada
de acuerdo a su valor estético. Esto es denunciado como la máscara de la explotación
económica y política. El gran efecto de esto es doble: por una parte, este
movimiento que habla sin parar de la responsabilidad política del crítico literario
ha enfrentado a la opinión norteamericana en contra de las universidades y
ayudado a la elección de un Congreso neofascista; pero lo que a mí más me
interesa es que han destruido la habilidad de una lectura cuidadosa y buena que
ya tenía problemas por el empuje de la tecnología visual, los ordenadores y la
televisión... Leer es algo que no se dirige a la vista, sino al oído. Sí tienes
una cultura que va en contra del oído, va a ser muy difícil hacer una lectura
profunda y, de hecho, la poesía de calidad es cada vez menos leída en los
Estados Unidos. La cultura actual es la de las hamburguesas, los vaqueros y esa
odiosa «no música» llamada rock que
te destroza el tímpano. El inglés se ha convertido en la «lingua franca», su único rival es el español, y si se destruye la
valoración estética en los Estados Unidos, tarde o temprano será destruida en
Madrid. Roma o Berlín.
Escuela
de la nostalgia
-¿Cómo
se sentiría si alguien le encasillara en la «escuela de la nostalgia»?
-Mi
libro ataca también a la nostalgia o a los críticos moralistas o conservadores.
El libro ha sido atacado en publicaciones conservadoras. Al comienzo del libro
digo que mis enemigos no son sólo los pertenecientes a la «escuela del resentimiento», sino también todos los nostálgicos, que
defienden que la función del canon occidental debe apoyar los ideales
democráticos y establecer la moralidad. No. no lo creo. En primer lugar, yo no
soy ni he creado ninguna escuela; soy un individuo aislado y excéntrico; incluso
en mi propia universidad no pertenezco a ningún departamento ni me considero «profesor de nada». El último escritor
occidental que me parece indudablemente canónico es Samuel Beckett, y eso no
creo que sea nostalgia. Si me pregunta por algún escritor vivo que pudiera ser
canónico, diría García Márquez o Pynchon. Definitivamente, no soy nostálgico.
No se me ha entendido. Ahora estoy terminando otro libro titulado «Omens of Milenium» («Presagios del Milenio») sobre religión.
Espero dedicar tres o cuatro artos a escribir un libro, mi obra magna, sobre
Shakespeare y la originalidad, que será una revisión de los personajes
shakespearianos. porque él inventó el personaje literario. En cierta forma,
este libro sobre el canon occidental es el prolegómeno al estudio de
Shakespeare y la originalidad, porque, como he dicho más de cien veces.
Shakespeare es el canon occidental. Si Shakespeare no hubiera manifestado lo
que es la valoración estética, ésta no existiría. Por supuesto, yo creo en
ella.
Shakespeare
y otros 25
-Pound
dijo que la historia de la literatura era la de diez autores. Usted la ha
convertido en la de Shakespeare y otros veinticinco.
-No,
en realidad yo no digo que los veintiséis que trato sean los mejores, algo que
ha sido malentendido. De todas formas, creo que Pound estaría de acuerdo
conmigo. Joyce fue una vez preguntado sobre qué libro llevaría a una isla
desierta y contestó: «Me gustaría llevar
a Dante, pero llevaría a Shakespeare porque el inglés es más rico.» Si
olvidamos los clásicos, el canon occidental es Shakespeare y unos pocos más. En
ese sentido. Pound tenía razón. Si tomamos el periodo entre Dante y la
actualidad, que es lo que hago en el libro, creo que los escritores escogidos
son los más significativos, los más universales. Pero Shakespeare es algo
distinto, es especial.
-En
los periodos que establece en su libro se ve una gran supremacía de autores
anglosajones. El periodo aristocrático es dominado por Shakespeare; el
democrático, por Whitman; el caótico, por Joyce. ¿No considera desproporcionada
la supremacía inglesa?
-No
considero a Shakespeare un autor inglés, como Cervantes no es español o Dante
italiano; son escritores universales. Respecto al período democrático, creo que
Tolstoi es más importante que Whitman, incluso que Flaubert, y el caótico
Proust es tan importante conto Joyce; no hay un tercero que los iguale. No creo
que el libro tenga un enfoque anglosajón. Joyce no es anglosajón, escribe en
inglés pero como si fuera una lengua extranjera, celta; era católico pero no
creía en el catolicismo; sería un escritor celta más que anglosajón. Fíjese que
Joyce se refería a Shakespeare como «el
inglés». Beckett, con teda su importancia, escribió en francés excepto un
par de obras. Sí, este tipo de distinciones acaban por no significar nada.
Borges escribía en español pero pensaba en inglés. No creo que mi libro tenga
una impronta anglosajona; además, yo no soy anglosajón, soy judío. Tal vez
pueda ver una impronta judía.
-Reconoce
la figura de Cervantes, pero, desde un punto de vista, siempre como el tercero,
después de Shakespeare y Dante.
-Lo
que digo es que los tres autores más importantes son Shakespeare. Dante y
Cervantes.
Ilustración de Alberto Caudillo |
Cervantes
y el multiculturalismo
-¿Y
por qué no Cervantes, Dante y Shakespeare? A fin de cuentas, la novela es el
género literario por excelencia del XX.
-Sí,
eso puede ser defendible; es la transición del romance a la novela y el
inventor de la ironía literaria, incluso en el sentido kafkiano. Shakespeare
tiene una ventaja sobre Cervantes, y es el medio dramático, ya que a
Shakespeare se le representa en todos los teatros del mundo. Cierto es que a
Cervantes se le lee también en todo el mundo y que tiene una influencia
importantísima. Pero no protestaría si alguien alterara el orden. Repito lo que
he dicho: la frase que más me gusta de mi libro es que «multiculturalismo significa Cervantes». Puedo cambiar sin problemas
a Cervantes por Shakespeare; me pasa lo mismo con Chaucer, un escritor tan
fuerte como Shakespeare, Cervantes o Dante
-Antes
mencionó que Shakespeare inventó al personaje literario. Particularmente pienso
que fue Cervantes con Don Quijote.
-Me
refería al personaje desde el punto de vista de la representación dramática
Cervantes, después de todo, fue un triste fracaso como autor teatral. En el
libro digo que es muy difícil escoger entre Falstaff, Hamlet. Sancho Panza. Don
Quijote, la mujer de Bath, el peregrino de Dante... Es difícil escoger entre
ellos desde el punto de vista de la representación literaria. Si apartamos a
Dante, no hay un escritor desde el Renacimiento hasta nuestros días comparable
a Cervantes y Shakespeare, no hay un tercero como ellos. Si alguien me dice que
Cervantes es un escritor más importante que Shakespeare no lo cuestionaría «El libro», un solo libro, en el sentido
en que lo decía Melville, es «Don Quijote»,
sin duda alguna Shakespeare no es un escritor de un libro, sino de 38 obras
Mire, aquí mismo tengo el Quijote,
siempre lo tengo al alcance de la mano, para poder tocado en cualquier momento
-En
su libro expresa una gran admiración por Unamuno.
-Si,
si, por supuesto, amo a Unamuno. Es un gran escritor y un gran crítico. Mi
capítulo de Cervantes está escrito, en su totalidad, en el espíritu de Unamuno.
No sé cuántas veces puedo nombrarlo, lo sigo en cada punto, en cada
razonamiento. Es mi guía. Su libro sobre Don Quijote es impresionante. Incluso
sus «Historias ejemplares» son casi
tan interesantes como el Quijote.
Recuerdo una frase suya impresionante, que odian las feministas; «Todas las mujeres son una mujer», lo que
es muy unamunesco. Espero que se siga leyendo en España Unamuno tiene el toque
de lo sublime, de lo fantástico, es magnético.
-Entiendo
que debiera escoger, y escoger significa implícitamente rechazar.
-No
se trataba tanto de rehusar, sino de escoger lo más representativo de las
literaturas nacionales.
-¿No
estará encerrando al autor en una torre de marfil al conceder todo el valor al
componente estético?
-Eso
es una tontería. Yo no estoy hablando del arte por el arte, una frase de Walter
Peter que utilizo en mi libro y ha sido malinterpretada. Todo lo que estoy
diciendo es que unos autores son mejores que otros. Y la razón por la que unos
son mejores que otros no tiene nada que ver con su posición política o
sociológica o económica. No hablo para nada de torres de marfil, uno no puede
aprisionar a Joyce o Proust en ninguna torre de marfil.
-En
el periodo caótico, el siglo XX, la novela está correctamente representada,
pero parece haber olvidado a los poetas y dramaturgos
-Lo
hice deliberadamente. Ya he hablado de los poetas Respecto a los dramaturgos,
el más importante no es Beckett ni Brecht, sino Pirandello Luigi Pirandello es
el autor teatral más importante y representativo de la historia del teatro del
siglo XX, Hemos de reconocer que la audiencia para la poesía, en el XX, es
mucho menor que en toda la historia de la literatura. Sería difícil defender
que los grandes poetas. Lorca, Cernuda. Stevens... son más importantes en la
historia de la literatura que Joyce o Proust. De nuevo el problema del espacio:
si hubiera tenido que escoger un poeta del XX, tal vez hubiera escogido a
Yeats, a Lorca o a Wallace Stevens.
Rubén,
Neruda, Vallejo
-De
todas formas, quería preguntarle por el modernismo hispano. Ni tan siquiera
cita a Rubén Darío, por ejemplo.
-Es
un interesante poeta. Hace tiempo, en un artículo de Nora Catelli, publicado en
España, me criticó por considerarlo un poeta de primera línea. En general, es
un precursor de los poetas suramericanos. Puse a Neruda porque lo creo más
representativo, aunque Vallejo es más poderoso. En cierto sentido, se trata de
un libro imposible. Pero quise escribirlo porque al menos merecía la pena
retomar el debate, y además, como en otra obra mía, tengo «anxiety of influence».
-No
pretendo hacer un caso de la literatura española, pese a que ni tan siquiera
cita a Fray Antonio de Guevara. Santa Teresa. San Juan de la Cruz, al
Arcipreste de Hita o a Garcilaso... Puedo entenderlo por las razones de espacio
a que se ha referido; pero me resulta dificilísimo justificar la ausencia de
Valle-Inclán, Góngora y Lorca.
-Recuerdo
que cuando estuve en España ya me habló de Valle-Inclán; otros amigos españoles
también me han hablado de él, pero si quiero ser honesto como crítico, sólo he
de citar a los autores que he leído. No he leído a Valle-Inclán. En español no
puedo leerlo porque su español es dificilísimo y no conozco ninguna buena
traducción inglesa; en cuanto aparezca una buena lo leeré, de eso no hay duda.
«La Celestina» de Femando de Rojas es
impresionante. Incluso me atrevería a decir que es la mejor obra española
después de «El Quijote». Incluso
pensé escribir sobre Fernando de Rojas.
-Y
el «Libro de buen amor», del
Arcipreste de Hita.
-Sí,
si, tal vez debiera haberlo nombrado. A veces uno comete errores y omisiones.
Me sorprende que tal como me dices Santa Teresa no esté ahí. Me gustan mucho
sus obras. Pero retomando el tema anterior, el idioma resulta un impedimento.
Resulta paradójico, puedo leer poesía catalana mucho mejor que poesía
castellana, debe ser porque se trata de una lengua provenzal y yo estudié
provenzal. La poesía española es muy difícil para mí.
-Por
ejemplo, Luis de Góngora.
-Góngora
es un poeta que será, sin duda, muy apreciado en el futuro. Creo que Quevedo es
mucho más difícil que Góngora, muy difícil. Las concordancias no son tan buenas
y me resulta muy difícil penetrarlas. Puedo apreciar a Calderón mucho mejor que
a Lope de Vega. Roberto González de Echeverría me dice que el español de
Calderón es más difícil que el de Lope, pero a mí me resulta más asequible
Calderón. Tal vez sea porque me parece mucho mejor Calderón que Lope de Vega.
Pero me gusta Calderón, es el autor español con más influencia en la literatura
inglesa y alemana. Es muy difícil pensar en Shelley sin tener en cuenta a
Calderón, tiene una influencia tremenda en Shelley. O en Goethe. Algunas partes
del Fausto tienen una gran influencia de Calderón.
-Citar
a Lorca tan sólo una vez, sobre todo teniendo en cuenta lo que usted lo
aprecia, parece concederte muy poca importancia.
-Creo
que a Cernuda no lo cito en ningún momento y amo la poesía de Cernuda. De
nuevo, qué puedo hacer. La poesía de Lorca es impresionante como lo es la De
Hart Crane, creo que es el poeta más importante del siglo XX. Éste no intenta
ser un libro personal, aunque en cierta forma lo sea. Después de escribirlo
creo haber descubierto que tal vez lo que intentaba hacer estaba más allá de
mis fuerzas. Cernuda puede ser incluso mejor poeta que Wallace Stevens, sobre
todo desde un punto de vista estético.
-Parece
estimarlo incluso más que a Lorca
-No.
no. Lorca es mucho más poderoso, es un gran genio Pero Cernuda tuvo más tiempo
para meditar. Y sin embargo, según tengo entendido. Cernuda no es tan
reconocido en España como lo es para mí. Parece increíble Creo que no resulta
difícil defender la idea de que después de Lorca el mejor poeta que escribió en
español del siglo XX fue Cernuda, mucho mejor que el resto de los poetas suramericanos.
No puedo creer que en Esparta esté infravalorado. Pessoa es también un poeta
poderoso, increíble, pero ni tan siquiera él logra superar a Cernuda. Incluso
ahora que estamos hablando me arrepiento en cierta forma de haber tratado a
Neruda y no a otros, como Lorca. Sabe, creo recordar que una vez me encontré
con Lorca, pero no estoy seguro. En fin, ahora no estoy seguro de que fue mejor
tratar a Neruda que a Borges, que me fascina, aunque es muy repetitivo.
-A
mucha gente le ha sorprendido la elección de Neruda y no la de Borges o García
Márquez, que parecen más poderosos.
-Lo
cierto es que quería un poeta suramericano en relación con Whitman, y escogí a
Neruda. Tal vez pudiera haber elegido a Octavio Paz, aunque en el fondo no es
un poeta, es un ensayista. Borges es mejor cuentista y ensayista que poeta.
Aunque en el siglo XX la novela suramericana es mejor que la española, no creo
que los poetas hispanoamericanos del siglo XX. Neruda. César Vallejo. Nicolás
Guillén, sean tan poderosos como los españoles del XX. Lorca. Cernuda y
Alberti. La originalidad y el humor de Alberti son sublimes, impresionantes.
Póquer
de ases
-¿Y
Vicente Aleixandre?
-Sí,
sí; por supuesto, cómo podía olvidarlo. Esos serían los cuatro poetas españoles
del siglo XX. Lorca, Cernuda. Alexandre y Alberti.
-Las
listas de finales de lecturas han creado un fuerte debate, en cierta forma
justificado. Por ejemplo, en el siglo XX recomienda a trece autores españoles
que escriben en español y a doce que escriben en yiddish…
-En
la confección de las listas finales no consulté ninguna enciclopedia ni
antología. Cité tan sólo los autores que recordaba, todos ellos de memoria.
Yiddish es mi primera lengua, sueño en yiddish; obviamente, he leído más
autores judíos que españoles. El español puedo leerlo, pero no hablarlo. De
todas formas, dejo claro que, especialmente la lista del siglo XX, es provisional,
personal, provocativa, sugerente y susceptible de ser revisada. Además, estaba
pensando, al elaborar las listas, en los lectores norteamericanos.
-Antes
me comentaba que si tuviera oportunidad de revisar el libro eliminaría las
listas.
-Las
famosas listas han creado tal polémica… Fue la editorial la que me las pidió.
Si pudiera rehacer el libro, que no puedo, probablemente reescribirla
completamente el primer y último capítulo, que son meramente descriptivos, y
también eliminaría las listas. Mucha gente se ha fijado sólo en ellas ignorando
el auténtico contenido de la obra. Las eliminaría y dedicaría el espacio a
tratar a otros autores como Calderón o Lorca. En la elaboración de las listas
no consulté ninguna enciclopedia ni antología. Las hice de la única forma que
creía honrada, fiándome de mi memoria. En las listas no se sigue ningún orden
cronológico o alfabético, los autores aparecen tal y como los recordaba mi
memoria. Por eso algunos han quedado fuera, como Santa Teresa o San Juan: no
los recordé, pero creo que era preferible ser honrado. Tampoco he consultado ni
comprobado una sola cita. Tanto en éste como en cualquier otro libro cito de
memoria, lo he hecho siempre. No considero honrado consultar las citas. William
Hazlitt dijo; «Si no puedes citar de
memoria no tienes derecho a citar de ninguna manera». En algunos casos la
memoria me traiciona, hay al menos una docena de autores que debieran estar
incluidos y lo estarían si tos hubiera recordado en su momento, pero
inexplicablemente me olvidé de ellos.
-El
final del libro es pesimista. Permítame citar una de sus frases: «Nos aproximamos al final del milenio
esperando incluso una época más sombría».
-Antes
mencionaba a los que dicen de mí que pongo a los poetas en una torre de marfil,
pero ni yo me he puesto en ninguna torre. Cuando escribí el libro los
republicanos todavía no habían ganado las elecciones y su victoria confirma el
pesimista futuro que anticipaba. Esta nación lleva camino de ser cada vez más
teocrática; impondrán una censura religiosa y no sé adónde nos va a llevar todo
eso Por otro lado, la iglesia católica en este país es tremendamente reaccionaria.
El Papa se ha preocupado de rodearse de cardenales tremendamente conservadores.
No habrá otro Juan XXIII. Tal vez en España la Iglesia no tenga mucho poder por
razones históricas; me refiero a que se aliaron con Franco y todo eso, pero en
los Estados Unidos se corre el grave peligro de caer en una teocracia. Los
países musulmanes están siendo controlados por los fanáticos más radicales. En
cierta forma, los que yo llamo «escuela
del resentimiento» son tan teocráticos como todos estos, de igual forma que
la derecha norteamericana es teocrática. La sensibilidad estética va a estar
cada vez más acorralada. En el libro profetizo que la crítica literaria que, al
menos en las universidades, ya está muriendo, morirá sin remedio, al menos en
los países anglosajones. Los profesores ya no enseñan poesía. Nadie lee a
Donne, Góngora, Spencer o a poeta alguno que represente la mínima dificultad.
Cualquier cosa que implique dificultad es sistemáticamente rechazada. La crítica
literaria sobrevivirá, pero fuera de las universidades. La tecnología, la
realidad virtual, es un peligro que puede terminar por destruir a la
literatura. En el mundo occidental, para los jóvenes, es tremendamente difícil
leer en condiciones. No se les ha enseñado a ser pacientes, y uno debe ser
extremadamente paciente para leer a Stevens o a Cernuda. Me siento muy
pesimista sobre el futuro.
Si
Shakespeare no existiese
-Terminemos
con humor y ciencia ficción. ¿Qué ocurriría si mañana se demostrara que es
cierta la leyenda de que Shakespeare no escribió una sola de sus obras?
-No
implicaría la más mínima diferencia. A veces les digo a mis estudiantes que
Shakespeare no es: «europeo, blanco,
muerto» sino que todo Shakespeare fue escrito por una reconocida prostituta
de su tiempo. Lucy Nigroe. Era una mulata de las indias occidentales y me
gustaría demostrar que esa es la dama oscura de sus sonetos, lo que no es, y
que ella escribo todo Shakespeare, lo que no implicaría diferencia alguna. Es
una tontería decir que en realidad era Sir Francis Bacon o cualquier otro, pero
de todas formas daría igual, porque las obras están ahí.
José
Antonio GURPEGUI
ABC
Literario. 16-6-1995, pp 16-19.
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