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domingo, 2 de febrero de 2025

"El canario de Himmler" de José Jiménez Lozano (El Norte de Castilla, 8-julio de 1962)

 


EL CANARIO DE HIMMLER

¿Salvará al mundo la cultura? ¿Es cierto que de lo que más necesitada está España es de la cultura? Cientos de hombres de letras y de ciencias vienen expresándose por la afirmativa con una coincidencia ciertamente sospechosa. Creo, sinceramente que se trata de un gran tópico, de una gran pereza mental.

La generación del 98 en nuestra Patria diagnóstico que el mal de nuestro país estaba en la falta de cultura, y ahora cualquier universitario cualquier periodista que pone los pies en un pueblecito recarga las tintas sobre la falta de cultura de los campesinos, lo que en parte es verdad, pero solamente en parte, porque el campesino tiene su cultura que no es humanística y libresca ni tiene por qué serlo. Sin embargo, ante las  «espléndidas» realidades de nuestra cultura no deberíamos tener nosotros tampoco esta adoración y esta beatería hacia ella.

Me parece que es un deber sacar de la ignorancia a quienes no saben; pero no debemos imponerles una cultura a la fuerza y una cultura que jamás asimilarán y hasta por la que sienten desprecio. En realidad, ¿en qué es superior nuestra cultura humanística a la cultura campesina y obrera? Es, simplemente, distinta. 

Pero son muchos estos problemas y ahora sólo quisiera preguntarme, de momento, si de verdad podemos esperar un mundo nuevo y justo —el que todos esperamos— de la tan ponderada cultura.  Esta afirma que «cuanto más se desarrolla la ciencia, la cultura común, la vida económica y social, más se ennoblece el hombre mismo. Asciende a una concepción de la existencia cada vez más más alta, a una relación cada vez más plena de sentido entre hombre y hombre, y también, cada vez tiene sentimiento más refinado respecto al apuro del otro, surgiendo poco a poco ese sentimiento básico que hemos expresado en la frase: «hay una persona en apuro: por tanto debo ayudarla». ¿Es cierto eso? «No lo creo», dice el teólogo Guardini. Y hace bien en no hacerlo. La historia reciente de la humanidad demuestra que esto es, en efecto, como piensa también Guardini, una pura ideología que nada tiene que ver con la realidad. El hombre no se ennoblece a fuerza de leer a Platón, ni con la música de Beethoven. Se refina, eso es todo. No nos hagamos ilusiones. Y este hombre culto, refinadísimo, empapado de humanismo, dispuesto a echar una mano en los accidentes y esperando que la cultura construya un paraíso en el mundo, un día, en nombre de esa misma cultura, llena de belleza, encenderá una cámara de gas para niños judíos, exterminará a los locos, se sentirá incómodo con la pobreza de las gentes.

Es la historia del canario de Himmler. Este hombre cultísimo, Jefe de las S.S., que había hecho de la tortura un arte y una ciencia, ha quedado grabado en mi imaginación con aquellas pinceladas que Albert Camus le retrata en alguna parte: volviendo a su casa de noche y entrando en ella por la puerta de detrás, para no despertar a su canario favorito. Él mismo escribía en 1943: «La suerte de un ruso o un checo me tiene absolutamente sin cuidado… Me es totalmente indiferente saber si estas naciones viven prosperas o revientan de hambre.  Esto no me interesa más que en la medida en que esas naciones nos son necesarias como esclavas de nuestra cultura. Que diez mil mujeres rusas mueran agotadas al cavar una fosa anticarros me es totalmente indiferente, si la fosa llega a cavarse efectivamente. Evidentemente no se trata de ser duro y despiadado. Nosotros los alemanes, que somos los únicos en tratar correctamente a los animales, trataremos también correctamente a los animales humanos. Pero sería un crimen contra nuestra propia sangre preocuparnos de ellos y atribuirles un ideal... »

Y la historia del canario es la historia de los dirigentes comunistas fotografiándose con palomas y niños, y no dudando en aplastar a un pueblo bajo las ruedas de sus tanques de la manera más horrible. Que no se me diga que estas son anécdotas. Un tanto por ciento muy elevado de alemanes, hombres cultos y «de gran corazón» votó por Hitler en 1933, y el pueblo chino, el pueblo más cortés y ceremonioso de la tierra ha optado —de otro modo no habría triunfado la revolución— por el régimen atroz de Mao, aunque en este caso hayan contribuido también otros factores al éxito de dicho régimen. Y Hegel trajo consigo a Marx y la justificación de los crímenes en nombre del proletariado y de la historia, como otros los justifican en nombre de otras ideas.

Todo esto quiere decir, me parece, que si es cierto que el mundo le salvará la cultura y a España la engrandecerá la cultura, será una cultura basada en otros principios que la nuestra. Los historiadores de la cultura occidental se esfuerzan a veces por demostrar que ésta está basada sobre el cristianismo. También ha habido quienes han demostrado otra cosa. Porque en la cultura de que venimos hablando es verdaderamente escasa y desde luego superficial la influencia cristiana de estos dos mil años. El espíritu romano de propiedad ha triunfado sobre el de pobreza evangélica, el espíritu pagano de conquista, triunfó y revancha, sobre el espíritu evangélico de mansedumbre y humildad, y el lugar central que el cristianismo señala al hombre pobre y desvalido es repudiado por toda nuestra cultura.

Porque hasta los movimientos políticos e ideologías llamadas de izquierda que hacen bandera de los pobres quieren, en efecto, que la pobreza desaparezca del mundo de mañana, mientras que el cristianismo sabe que los pobres sostienen la historia entera y son el testimonio de Dios hasta el fin de esa historia. He aquí el verdadero humanismo: el que ve a Dios en cada hombre y particularmente en el más pobre, y pequeño. Es hasta una comprobación histórica. De otro modo sólo cabe esperar lo peor de las más exquisita cultura y de los mejores y más selectos sentimientos.

La cultura que se quiere aplicar como universal remedio de todos los males puede ciertamente levantar Universidades en el Congo y hacer de los soldados del señor Adula seres cortesísimos y repletos de ciencia; pero mañana estos hombres cultos, reunidos en una asamblea y siguiendo las indicaciones de esa misma cultura, esterilizarán a todos aquellos de quienes la ciencia asegura que no nacerán hombres fuertes y tampoco tendrán inconveniente en aniquilar una ciudad con armas atómicas o bacteriológicas, si, ello está indicado «por las necesidades». Pues esto mismo ya ha sido decidido por hombres cultísimos y razas «egregias» de nuestros mismos días.

Antes de repetir, pues, que lo que necesita este mundo es cultura, convendría repensar de qué clase de cultura se trata y no despreciar auténticos valores que se hallan ciertamente en mundos como el obrero y el campesino, y que son como para enamorar a un cristiano: la solidaridad, el odio a la guerra, la sinceridad, el sentido de la realidad contra los mitos o las ficciones jurídicas, etc. Desde luego, maldita cultura la que antepone al hombre una idea o un bellísimo sentimiento de delicadeza para con un canario dormido.

JOSE JIMENEZ LOZANO, "El Caballo de Troya" de El Norte de Castilla, 8-VII de 1962, p. 7.


miércoles, 15 de marzo de 2017

Carta de Juan-Eduardo Cirlot a André Breton (31/12/1955)


Juan Eduardo Cirlot,, "Ojos recortados", 1948
Querido amigo y maestro:
Con gran alegría he recibido su carta del 27 que me arranca de una insoportable monotonía, particularmente por esa solicitud de colaboración que agradezco tanto, pero que no sé si aceptar pues mi vida ha cambiado mucho en los últimos años y he escrito libros que, desde el punto de vista de la ortodoxia surrealista, casi han de avergonzarme, ya que son obras puramente profesionales sobre arte de cualquier época y lugar. Claro está que, a la vez, estoy preparando una summa simbólica, lugar de confrontación de los conocimientos sobre simbolismo de los ocultistas, psicólogos, antropólogos, orientalistas, historiadores de las religiones y tratadistas. Creo que es necesario llegar a un conocimiento seguro de una serie de cosas (calidades de materias, paisajes, sueños, seres que nos perturban, asedian o maldicen) sobre las cuales "no hay ciencia todavía" y creo que sólo el simbolismo puede suministrar (acaso ayudado por el psicoanálisis, pero más por una psicología de la forma evolucionada) los datos base para tal empresa.
Mi vida es cada día más extraña, aunque no lo parezca y en la medida que mis libros habituales se han ido impersonalizando. Mis preocupaciones constantes tratan de asuntos que a nadie importan nada, aunque los conceptúo esenciales. Por ejemplo, aumenta mi tendencia a la instantaneidad, a no conceder crédito al tiempo, la evolución, el cambio. Y también mi tendencia a la dispersión del yo, a situar en lugares objetivos partes de mi subjetividad. Hay paisajes interiores que tienen una topografía perfectamente mineral o exterior (con frecuencia veo un bosque con caminos entrecruzados, en el cual hay un ser femenino que no puedo llamar "mujer"), y también hay situaciones realmente externas que se transforman automáticamente en paisajes del pensamiento. (Cada noche suelo descansar por espacio de una hora, en mi cuarto de trabajo, sentado frente a un muro en el que están clavadas mis espadas, mi maza de guerra, mi montante, sólo una vela ilumina la estancia y me sería imposible jurar que todo ello pertenece al fuera de mi cuerpo y de mi pensamiento. Son almas de objetos lo que miro, no objetos.
El "más allá" sea sobrenatural o natural, trascendente o inmanente, me apasiona, me llama, me preocupa más que el amor y más que el dinero, más que la gloria y el trabajo intelectual. He cortado mis cabellos, rehuyo en la posible la práctica de lo sexual y en el fondo me inspira un gran deprecio cuanto no sea grieta abierta al misterio, al paisaje que está en el bosque del que antes hablaba, el bosque de todas las leyendas y de los cuentos de hadas. Para merecer el acceso a esa landa lejana y cercanísima, abomino toda injusticia, sufro los errores ajenos, me sacrifico y espero. No sé si esto es religión y si mi religión es fidelidad o infidelidad, pero no puedo hacer más que lo que hago.
Por otro lado, ciertas visiones se asocian aunque yo no quiera a mi sentimiento místico que, en esto, es surrealista. Un día tuve en mis manos un cuerpo femenino, casi no lo recuerdo, pero en cambio me obsesiona la palidez lunar de la pierna, la semitransparencia de la media de seda, que permitía ver la calidad de la carne y una levísima sombra de hilo de vello, como el agua deja ver el fondo submarino, con algas y erizos de mar. Comprendí que esa transparencia grisácea, de gasa o cristal empañado, era el principio del verdadero misterio, que no está en ver ni en ignorar, sino en casi ver. Un torbellino terrible me llevó ante las calidades materiales, las erosiones, la tierra agitada, la piedra podrida, el árbol ahuecado y henchido; vi las aguas estancadas y las capas inferiores del cielo, donde las ortigas terrestres y las frías acumulaciones atmosféricas intercambian signos de identidad.
Comprendí que ese misterio había sido aflorado, más que estudiado, en los viejos libros de magia, alquimia; en el gran movimiento de la Emblemática, de los siglos XVI a XVIII y soñé por un instante con volver a coleccionar libros como HYEROGLIPHICA de Piero Valeriani, IMPRESE ILLUSTRI de Camili, HYPNEROTOMACHA POLIPHILI de Colonna, SYMBOLICARUM QUAESTIONUM DE UNIVERSO GENERE de Bocchius , LE TRANSFORMATIONI de Dolce , LA MOROSOPHIE de La Perrière, y tantos otros como tuve en mis manos y vendí para comprar espadas del siglo XVI, por preferir la contemplación al estudio, lo instantáneo a lo sucesivo.
Querido amigo André, cuánto mundo para solos nosotros. Ellos también trabajan, no hay duda, pero no sufren ni tiemblan junto al lago de vidrio, en la caja olvidada, sobre el campo abrasado, allá donde las piedras lloran recordando los cabellos azules de la Divina Medusa Gorgona, mi amada verdadera. ¿Por qué, maldito Perseo, yo he necesitado cortar su cabeza con mis siete espadas de fuego interior? Porque nunca he creído en la realidad de nada y siempre he vivido como un fantasma de mí mismo, extrañado de que los otros me vieran, me hablaran, me saludaran. Pero basta ya de confesiones y hablemos de lo que está de más en la superficie de las blandas aguas.
En España, he de decirlo, el surrealismo es pura nada, secreto detestado, movimiento que se empareda con silencio y con llaves de indiferencia total. Mis libros publicados, nada me traen del exterior, no tienen poder de anzuelo, todos en este país creen en la evidencia indestructible, en la solidez del universo. No ven que estamos con un brazo en el agua y otro brazo en el fuego, con la cabeza en el ser y con el cuerpo en el no ser, con el alma en el día y con el espíritu en la noche. Ellos tienen bastante con el sentido común y lo que no es común es como arabesco en el humo, poesía, palabra escrita con las letras menores del impresor, con tinta verde sobre papel verde. ¿Qué hacer, sino dejar que los días pasen como para todos, trabajando lo más que sea posible, y soñar con el "otro sitio" que Kubin buscaba a través de las ruinas de Centroeuropa?
Juan–Eduardo Cirlot 30.12.55
Publicada en el nº 1 de Le Surréalisme, même (octubre 1956)

Carta

domingo, 12 de marzo de 2017

Ortega y Gasset. Conversación con Miguel Pérez Ferrero para Radio San Sebastián en 1949 (publicado en ABC el 5 de mayo de 1973).


Ortega como Miguél Perez Ferrero antes de dar una conferencia
en Radio San Sebastián, en 1949.
UNA ENTREVISTA INÉDITA CON ORTEGA Y GASSET
Publicamos a continuación una entrevista inédita con don José Ortega y Gasset, realizada por el escritor Miguel Pérez Ferrero. Después de celebrado el primer curso del Instituto de Humanidades, el filósofo dio varias conferencias en Estados Unidos y Alemania. Poco antes del comienzo del segundo curso, hallándose Ortega en San Sebastián, fue realizada la entrevista para la radio local, filial entonces de la cadena S.E.R. La entrevista fue grabada en cinta magnetofónica para ser transmitida desde Madrid, pero el Ministerio de Información, regido en aquella época por el señor Arias Salgado, no autorizó su difusión. En las imágenes, Ortega y Gasset y Pérez Ferrero ante los micrófonos de Radio San Sebastián, y un fragmento del texto de la entrevista que Ortega y Gasset escribió de su puño y letra para leerlo a continuación.

ESTE año ha sido de gran actividad para usted: cursos en Madrid, viajes a Norteamérica y Alemania ¿Qué puede usted decirme sobre esa labor ya hecha y sobre la que proyecta usted para este año?
—En efecto, amigo Pérez Ferrero, desde el 1 de octubre pasado hasta esta hora en que le hablo yo le aseguro a usted que no he tenido un día de reposo. En aquella fecha comencé a escribir mi prospecto del Instituto de Humanidades, siguieron mi curso en el Círculo de la Unión Mercantil, mi participación intensa en los demás trabajos de aquél. Apenas concluyó su labor inicial el Instituto tuve que irme al fondo de América. Recorrí dos tercios de los Estados Unidos. De Nueva York volví a Lisboa, donde soy residente. Porque el hecho incontrovertible es que mi situación jurídico-administrativa se determina con rigurosa terminología oficial «residente en Lisboa» y por eso mi documento civil es una «célula de nacionalidad» expedida en el Consulado General de España en Lisboa, donde se me califica como vecino de aquella ciudad, en la que vegeto desde hace la broma de siete años. En otoño del pasado volví a reanudar por vía y en tono de ensayo mi actuación en España, a la que se oponen algunos grupos de compatriotas, muy interesados en conseguir mi definitiva extinción, porque saben que si yo logro, en efecto, y con carácter normal, volver a actuar en España, no podrán ellos seguir exudando impunemente sus congénitas estolideces. En este intento —conste que digo intento— de nueva actuación yo he puesto mi mejor voluntad como la puse en guardar silencio durante trece años, suspendiendo radicalmente no sólo mi vida pública, sino hasta el límite posible mi existencia privada, con todas las consecuencias, incluso materiales, que esto implica y que me abstengo de describir. En esta altura de la vida trece años de vida suspensa son un fuerte y grave bocado dado al tiempo, a mí tiempo que, como el de todos, tiene sus horas contadas. Pero sabía que empezaba —y no sólo para España— una época en que el más auténtico deber del hombre cuyo oficio y misión es decir, consiste precisamente en callar. Y por eso hoy, en todo el mundo, sólo se han salvado, sólo conservan intacta y saludable la raíz de su ser, aquellos intelectuales que han sabido exasperadamente cumplir con este deber de transitoria taciturnidad, que han acertado a silenciar y han demostrado que saben no existir. Y esto no sólo dentro de su patria, sino también —y muy especialmente— en los países, cuando centrifugados del propio, han tenido que vivir peregrinos y errabundos años y años. Pero ahora vuelve a ser debido hablar, decir, mover y conmover. Por tanto, si los grupos de compatriotas tan interesados en que no se oiga mi voz en España son lo bastante fuertes para conseguirlo, anuncio desde ahora que haré lo que he sabido —y bien duramente— no hacer en tan largo espacio de mi vida, a saber, irme fuera de España para, continuar mi labor. Porque hoy tengo obligaciones no sólo con nuestro pueblo particular, sino también con e1 gran pueblo a que todos últimamente pertenecemos, que nos lleva en sus brazos antes de que existiesen nuestras naciones singulares y al que damos el claro nombre de Europa —vocablo que acaso significa en su más vieja etimología— paisaje ancho y claro a la vista. Por cierto —y para decir algo que casi nadie conoce— haré notar cómo el primer hombre que ha empleado el término «los europeos» en el sentido que hoy sigue teniendo, por tanto, con conciencia de la amplia unidad y afinidad de pueblos que representa, es un cronista español del siglo VIII, como puede verse en la Monumenta Germaniae histórica, E. XI, p. 362, en la sección Auctores Antiguisimi.
— ¿Y cómo le ha ido a usted en esos dos viajes, tan recientes y anudado el uno en el otro? Porque ha debido ser para usted de gran emoción recibir sin intervalo el choque con el pueblo más pletórico y eufórico y demás esdrújulos que hoy existe —Estados Unidos— y luego el enfronte con el pueblo a estas horas más triturado y deprimido.
—Exactísimo lo que acaba usted de decir. La conmoción ha sido en mí enorme. Sólo dos cosas añado a sus palabras. Una, que esos dos pueblos colocados hoy en las dos situaciones humanas más opuestas —la máxima dicha y la máxima desdicha— tienen, sin embargo, una dimensión común, tan importante, tan decisiva que anula aquella diferencia de ventura al parecer tan ilimitada. Esa común dimensión es que ambos son los dos pueblos jóvenes entre los grandes pueblos actuales. Su juventud es distinta y con diversa cronología, porque Norteamérica es maravillosamente adolescente, mientras que los alemanes se hallan en los confines entre la juventud y la madurez. Tal vez la gran insensatez que han hecho estos años acelere su maduración. Su pasado error garantiza su acierto futuro. El caso es que ambos, de muy diverso modo, son dos pueblos magníficos cuya existencia nos asegura de que el inmediato porvenir histórico no va a ser estúpido, sino que va a merecer la pena vivirlo. Por cierto que cuando yo dije al tropel de periodistas americanos que fueron a verme a Aspen, en el Colorado, en un valle a 2.400 metros sobre el nivel del mar —exactamente la altitud de Peñalara en nuestra áspera sierra madrileña—, cuando les dije que me tranquilizaba ver cómo los norteamericanos no necesitan razones para vivir, sino que viven ex abundantia de vitalidad, porque poseen el divino tesoro de la adolescencia, no hubo modo de que aceptasen la palabra «adolescencia», que, por lo visto, tiene un sentido un poco despectivo en su lengua. Los periodistas americanos, como los españoles, le obligan a uno a decir lo que ellos quieren y no lo que uno piensa. Por fin, uno de ellos, que era alemán, propuso un armisticio y acordamos que, en vez de adolescencia, se diría early youth, primera juventud.
La otra cosa que, con respecto a mis dos viajes necesito decir, es que los periódicos españoles, por las razones que sean y acaso contra su voluntad, no han informado a sus lectores sobre lo que en uno y otro país me ha pasado y como eso que me ha pasado puede tener consecuencias de grandes dimensiones, necesito hoy hacerlo constar a aquellos compatriotas que siguen con algún interés mis andanzas, a fin de que se procuren información fuera de los periódicos.
— ¿Y para este año cuáles son sus proyectos? Esperamos el segundo curso del Instituto de Humanidades. ¿Cuál será el tema de las lecciones que piensa usted dar?
—El año pasado inicié, en efecto, el Instituto de Humanidades con gran ilusión. Debo decir que esta ilusión se refería exclusivamente a sus efectos en España. Por ello ha sido para mí la más pura sorpresa ver la repercusión que ha tenido este intento en todas partes, sobre todo en Norteamérica y en Alemania. Nuestro Instituto de Humanidades ha caído en gracia a los extranjeros. El hecho tiene sus causas, que no voy a enumerar ahora, pero que manifiestan, como pocos síntomas, cuál es el verdadero estado de espíritu que comienza a reinar en el mundo. Como se trataba de un nuevo ensayo y era de cariz muy diferente a lo que en los últimos años se ha hecho en la vida intelectual de nuestro país, quise hacer el ensayo a fondo, es decir, poniéndome libremente, por propio albedrío, todas las dificultades, desde exigir una matrícula de precio elevado y no contar con el apoyo de la Prensa, hasta elegir deliberadamente para mi curso personal el día más incómodo de toda la semana, porque sólo circulaban —no sé cuál es hoy el reglamento— más que los coches pequeños, los coches parvulares. Pero, sobre todo, quise eludir ocuparme en mi curso de todo tema que fuese verdaderamente atractivo y con sex-apeal. Por eso decidí hablar sobre el libro de Mr. Toynbee. Quería ver, con rigor de laboratorio, cuál era la espontanea, auténtica reacción de mis compatriotas a empresa y llamada semejantes. Quiero expresar aquí mi gratitud a éstos por la manera entusiasta y el ímpetu como torrencial con que respondieron. Me encontraba ante lo que yo llamo un «gesto saturado», y sólo creo en «gestos saturados» tanto en el trato con los varones como, y aún más, en el trato con la mujer. A los amigos de la mujer tal vez les exponga un día esta «teoría de los gestos saturados» que es, a mi juicio, el secreto de la acertada relación entro varón y hembra.
Pero este año, hecho ya el ensayo, no tengo por qué elegir sólo temas que yo llamaba en el prospecto «muestras sin valor», calificación que motivó aviesos comentarios —antes aún de empezar mi curso— y algunas majaderías por parte de una revista que escriben ciertos coleópteros uteranos de torsaurada inspiración, revista que se llama «Criterio», pero como se llama pelón al que no tiene pelo.
El 15 de octubre espero comenzar mi nuevo curso. El asunto es esta vez el más sugestivo que cabe porque me propongo levantar las faldas a todos los grandes problemas planteados hoy en el mundo, no hablando de ellos directamente y, por lo tanto, ingenuamente, sino hablando de sus genuinas raíces; por tanto, tomándolos por debajo de ellos y a esto llamo «levantarles las faldas». Se trata de un trabajo que me ocupa hace veinte años en que intento lo que nunca se ha intentado, a saber: atacar perentoriamente y sin escape, los fenómenos más elementales de la vida social humana, que siempre han llevado más o menos a su espalda los sociólogos y que mientras no se los vea con plena diafanidad y se los defina con rigor, no habrá modo de que la existencia colectiva entre en caminos claros y seguros. ¿Cómo puede marchar con claridad y seguridad ninguno de nuestros países cuando en ellos todo el mundo emplea a toda hora, sin tener la menor idea responsable de lo que significan los vocablos fundamentales que se refieren a la vida colectiva? Merced al análisis previo de aquellos fenómenos primarios que constituyen lo social, vamos, pues, a ver, en mi curso, paso a paso, con holgada evidencia, qué significan y son de modo preciso cosas como colectividad o individuo, sociedad, usos, desusos y abusos, horda, tribu, ciudad, pueblo, alma colectiva o lenguaje, opinión pública, poder público, Estado, derecho, ley, nación, ultranación, internación, etcétera. En fin, política, pues se da el escandaloso hecho de que mientras se ha estudiado —vanamente, claro está— cuál es la buena política frente a la mala, nadie se ha resuelto a preguntarse ¿qué es la política?, sea buena o sea mala, es decir, porque en el Universo existe esa realidad tan extraña, tan insatisfactoria más a lo que parece, tan inevitable que llamamos política.
Miguel PEREZ FERRERO, ABC, 5/5/1973, pp 144-145.

Ortega con Pérez Ferrero, Julio Caro Baroja, el doctor Bergareche y varios miembros de la
Sociedad Vascongada de Amigos del País después de la conferencia en Radio San Sebastián, en 1949

domingo, 19 de octubre de 2008

Una interpretación (terrible) de Auschwitz

Momentos de descanso y esparcimiento de los trabajadores de Auschwitz

Siguiendo la reflexión que Gregorio Luri está realizando en su blog partiendo de esta fotografía, os presento, una de las interpretaciones más terribles, y quiza, también, de más demoledoras que conozco, sobre "esos hechos". El autor, aún no lo suficientemente conocido en España, es, para aquellos lectores de El pensamiento cautivo de Czeslaw Milosz, aquel que se esconde detrás de "B": Tadeusz Borowski.

De él Milosz dice:

"Lo que sufrió en el campo hizo de B un escritor. Descubrió que su terreno propio era la prosa. En todos sus relatos, B es un nihilista. Por nihilismo, no entiendo amoralidad. Al contrario, este nihilismo proviene de una pasión ética: es un amor desgraciado al mundo y a los hombres. Al describir lo que ha visto, B quiere ir hasta el final, presentar exactamente un mundo en que no hay lugar para la indignación. El género humano, en los cuentos de B, está desnudo, despojado de los buenos sentimientos que duran tanto como dura el hábito de la civilización. El hábito de la civilización no es duradero. Basta un repentino cambio en las condiciones de vida, y la humanidad vuelve al estado de salvajismo primitivo. ¡Cuántas ilusiones en las mentes de los honrados ciudadanos que circulan por las calles de las ciudades inglesas o norteamericanas y que se consideran criaturas llenas de virtud y de bondad! Es fácil despreciar a una mujer que quiere entregar su hijo a la muerte para salvar su propia vida. Y sin embargo, la mujer que, leyendo el relato de este acto, instalada en un cómodo sillón, desprecia a su hermana infortunada, debería preguntarse si en ella misma, frente a la muerte, el espanto no sería más fuerte que el amor. Puede que sí y puede que no. Pero, ¿quién podría saberlo por anticipado?"

Bueno, y ahora el texto:

"Trabajamos bajo tierra y sobre la tierra, bajo techado y a la intemperie, usando palas, picos y palancas. Trabajamos en la plataforma del tren, cargando sacos de cemento, colocando ladrillos o raíles del ferrocarril, vallando fincas, allanando el terreno con nuestros pies... Ponemos los cimientos de una civilización nueva y terrible. Ahora sé qué elevado precio pagaron otros en la Antigüedad. ¡Qué crimen espantoso fueron las pirámides de Egipto, los templos y estatuas griegas! ¡Cuánta sangre tuvo que derramarse sobre las calzadas romanas, las fortificaciones fronterizas y los edificios de las ciudades! La Antigüedad fue un enorme campo de concentración, donde a un esclavo se le marca con un hierro candente en la frente y se le crucificaba si intentaba huir. La Antigüedades la era de la explotación de los esclavos.

Me acuerdo de cómo me gustaba Platón. Hoy sé que mentía. Porque los objetos sensibles no son el reflejo de ninguna idea, sino el resultado del sudor y la sangre de los hombres. Fuimos nosotros los que construimos las pirámides, los que arrancamos el mármol y las piedras de las calzadas imperiales, fuimos nosotros los que remábamos en las galeras y arrastrábamos arados mientras ellos escribían diálogos y dramas, justificaban sus intrigas con el poder, luchaban por las fronteras y las democracias. Nosotros éramos escoria y nuestro sufrimiento era real. Ellos eran estetas y mantenían discusiones sobre apariencias.

No hay belleza si está basada ea el sufrimiento humano. No puede haber una verdad que silencie el dolor ajeno. No puede llamarse bondad a lo que permite que otros sientan dolor.

¿Qué dice la historia antigua de nosotros? Sólo nos ha legado la memoria del astuto esclavo de Terencio y Plauto, los tribunos del pueblo –los hermanos Graco– y el nombre de un esclavo: Espartaco.

Nosotros hemos hecho la historia, pero la Historia narra la vida de un criminal cualquiera como Escipión o de simples hombres de leyes como Cicerón o Demóstenes. Nos entusiasma la matanza de los etruscos, la conquista de Cartago, las traiciones, astucias y saqueos. ¡La ley romana! ¡Hoy rige la misma ley!

¿Qué sabrá el mundo de nosotros cuando ganen los alemanes? Se levantarán enormes construcciones, autopistas, fábricas y estatuas gigantescas; cada uno de sus ladrillos lle­vará la huella de nuestras manos, nuestros hombros habrán llevado las traviesas y bloques de hormigón. Mientras tanto, matarán a nuestras familias, a los enfermos y a los viejos. Matarán a los niños.

Y nadie sabrá nada de nosotros. Los poetas, los juristas, los filósofos y los sacerdotes silenciarán nuestro recuerdo. Ellos se encargarán de crear la belleza, la bondad y la verdad. Crearán una nueva religión."
Tadeusz Borowski. Nuestro hogar es Auschwitz

martes, 26 de febrero de 2008

La dictadura en Albania vista desde la biblioteca de Enver Hoxha. (I)

...en el curso de tales indagaciones, el director de la Biblioteca Nacional, mi amigo Aurel Plasari, me dijo que su institución disponía en la actualidad de la antigua biblioteca privada de Enver Hoxha, y que existían listas aparte de ella, que me podía proporcionar para que las viera. Hojeando estas listas... contiene nombres de autores y títulos, la mayor parte de los últimos en francés. Este hecho trae a la memoria las leyendas acerca de su juventud o, mejor acerca del periodo de la juventud que pasó en países francófonos. Enver Hoxha era un muchacho pequeño-burgués cuando fue a estudiar bioquímica a Montpellier, hacia mediados de las años treinta. Ya el primer año fue suspendido de los exámenes y el gobierno francés le denegó la beca. Según la propaganda.... tal interrupción de la beca se produjo a causa de su actividad revolucionaria. Según sus compañeros de estudios....no llevó a cabo durante ese tiempo la menor actividad revolucionaria. Las malas lenguas afirman incluso que llevaba una vida de aventurero mundano, entre casinos, salones de billar y burdeles...después de Montpellier, el joven Heven Hoxha fue a Bruselas, donde trabajó como enlace de la representación diplomática francesa. Al cabo de dos años regresó a la patria. Fue en medio de la confusión de la Segunda Guerra Mundial, merced a las intrigas y al apartamiento de los rivales, cuando se inició su ascenso hacia las cimas de la dirección comunista y luego del poder.... hojeo las listas de los libros de la biblioteca del dictador. Con toda probabilidad, en ellas no se encuentra toda su biblioteca, tal como me explica Auriel, siendo que su transferencia a los fondos de al Biblioteca Nacional se realizó con retraso, de modo que una parte de los libros se los ha apropiado quien ha podido. Verdaderamente, salta a la vista la falta de literatura. Muy pocos libros de ficción, Le meilleur des mondes [Un mundo feliz] de Aldous Huxley, Poèmes de Edouard Glissant i algún otro. ¿Qué ficción leía el dictador? Eso permanece en el misterio... Ah, si, otra obra de ficción Sartre, J.P, Les mains sales [Las manos sucias]....


La dictadura de Enver Hoxha vista desde la Biblioteca Nacional de Albania. El fondo R.

Hace seis años se realizó en el Centre de Cultura Contemporanía de Barcelona una exposición -Tiran(i)a- que intentaba aproximar al público de esta esquina de Europa a lo que fue una de las formas más perfectas de totalitarismo que produjo el siglo XX: la dictadura comunista de Enver Hoxha en Albania. La exposición formada por un conjunto de textos, cuadros, esculturas y fotografías del más estricto "realismo socialista" se completó con la publicación del catálogo de la exposición, una auténtica joya para quién esté interesado en el estudio del totalitarismo. Os presento ahora, dividido en cuatro partes, uno estracto de uno de los textos que formaban parte del catálogo, ni más ni menos que un estudio que el escritor Bashkim Shehu (titulada Anatomía de la biblioteca del dictador) realizó de la biblioteca del en otro momento Caudillo del país balcánico.


...¿Qué era el fondo R?...Había una R sobre los ficheros y el las portadas de los libros reservados, es decir prohibidos, de la Biblioteca Nacional....merced a una extraña equivalencia [la R] aparecía también en los expedientes de los presos políticos reincidentes... En la actualidad el fondo R ha dejado de existir. No obstante, la R aparece sobre los archivadores... al hojear los ficheros, quedé con la boca abierta. Heminigway fue un escritor prohibido debido a su humanismo sin límites....acerca de Aragon y Alberti conocía... la acusación de traición al comunismo. Al igual que Sartre, con idéntica motivación, además de ser imputado como coriferos del imperialismo francés. De Sartre hay numerosos libros, incluso uno de ellos, L´Existentialisme c´est un humanisme, está en esperanto, y otro más en microfilm. ¿Por que y con qué fin encargarían estos libros en esperanto y en microfilm para prohibirlos a continuación?. Prohibida está también una bibliografía sobre Cervantes, ¡y esto sí que no tengo manera de explicarlo! Más adelante.... la totalidad de la filosofía, desde las obras completas de Platón y Della memoria e delle reminiscenze de Aristóteles, hasta la actualidad. Entre ellos, Hegel, GHF., La fenomenología del espíritu en edición cubana. Prohibido incluso el más grande filósofo marxista del siglo XX, György Lukács. La entera filosofía... a excepción de Marx, Engels, Lenin y Stalin, si es que este último, o incluso el penúltimo, puede ser considerados en alguna manera filósofos...

domingo, 24 de febrero de 2008

Esperando a San Benito

"Siempre es peligoso establecer paralelismos históricos demasiado estrechos entre periodos; entre los más engañosos los establecidos entre nuestra propia era en Europa y Norteamerica y el Imperio romano en decadencia durante la Edad Oscura. No obstante existen ciertos paralelismos. Un giro crucial se produjo en la antiguedad cuando hombres y mujeres de buena voluntad abandonaron la tarea de defender el imperium y dejaron de identificar la continuidad de la comunidad civil y moral con el mantenimiento del imperium. En su lugar se pusieron a buscar, a menudo sin darse completamente cuenta de ello, la construcción de nuevas formas de comunidad dentro de las cuales pudieran proseguir la vida moral de tal modo que moralidad y civilidad sobrevivieran a las épocas de barbarie y oscuridad venideras. Si mi visión del estado actual de la moral es correcta, debemos concluir también que hemos alcanzado el punto crítico. Lo que importa ahora es la construcción de formas locales de comunidad en cuyo interior la civilidad, la vida moral y la vida intelectual puedan sostenerse en la nuevas edades oscuras que caen sobre nosotros. Y si la tradición de las virtudes fue capaz de sobrevivir a los horrores de las edades oscuras pasadas, no carecemos totalmente de esperanza. Empero, en nuestra época los bárbaros no esperan al otro lado de la fronteras, sino que llevan gobernárdonos hace algún tiempo. Y nuestra falta de conciencia de ello constituye parte de nuestra difícil situacón. No estamos esperando a Godot, sino a otro sin duda muy diferente: estamos esperando a San Benito"

sábado, 9 de febrero de 2008

Recordatorio

"¿Habrá que recordar... que, aparte de la distribución que otorgaba el periodismo, la distribución de los libros de los escritores insignes fue asombrosamente precaria? Las cifras de ediciones de Azorín, de Valle-Inclán, de d´Ors, de Unamuno, no pasaban de los dos mil ejemplares, y las ventas no solían agotar las ediciones. Cuando, a partir de la segunda década del siglo, algunos editores animosos -Caro Raggio, Renacimiento, la Residencia de Estudiantes, en Madrid, o Sempere en Valencia- sistematizaron la producción de estos maestros insignes, el fracaso fue clamoroso... Fracasadas las ventas, estos editores procedieron a liquidar los fondos de sus almacenes a saldistas especializados en "restos de ediciones"... esta operación fue enormemente eficaz para la difusión de sus autores. Los famosos carritos de estos pequeños buhoneros de la cultura, apostados a las puertas de los centros de enseñanza, saldaban al precio de una peseta -nuevos, intostos- los libros de estas grandes figuras; y yo apelo a la memoria de las gentes universitarias de mi generación para que recuerden, conmigo, aquellas emocionadas adquisiciones de las obras que, de este modo, aseguraban su poder de magisterio entre nosostros "

Guillermo Diaz-Plaja. Estructura y sentido del Novecentismo español.