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Fotografía de Anna Beata Bohdziewicz. |
"...y en primavera, dejame ver la primavera, no Polonia"
Jan Lechoń, Eróstrato, 1920
Hace unos días tuve la enorme alegría de conocer in person a Lia Villares, la blogera, músico, artista, escritora etc. etc. etc. que, desde tiempo ha -2008-, me ha ayudado a saber de la Cuba real (no confundir con la “Cuba in our minds” de buena parte de buena parte de la gafapastez –y no sólo- hispánica) desde Habanemia, su liberrimo, hiper-artístico y mega-lo-que-sea blog. Junto con ella conocí a Hamlet Lavastida, otro artista, pintor y performance, que vive en la actualidad en Polonia. La cuestión es que entre bromas y veras, algo de tiempo tuvieron para hacerse una instantánea ante esa representación, en el siempre muy pedagógico Palacio de la Cultura y de las Ciencias, del "homo sovieticus" sostenedor de la santísima trinidad -que era, cuando se construyó, cuaternidad- del marxismo-leninismo.
En 1986, en el mismo lugar, veintisiete años antes, la fotógrafa, Anna Beata Bohdziewicz y el traductor, poeta y crítico Stanisław Barańczak realizaron una foto parecida. Cambian algunas cosas. Ya no es sólo la actitud mesurada de los polacos frente a la jodedera cubana. En el hueco que, después de 1956, se dejó del camarada Stalin, lo que era un homenaje de los primeros a ese gran intelectual antitotalitario que fue Orwell, mi amiga decidió grabar -via photoshop- las iniciales del gran grupo de la oposición a los Castro: Porno para Ricardo.
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Obra de Lia Villares. |
Entre una y otra fecha ha pasado casi de todo. Han caído muros, desaparecidos países enteros, casi nada sigue igual. Incluso parece que un estado de más de quinientos años está destinado a desaparecer de la historia. De las pocas cosas que sigue en pie es la dictadura en la que nacieron mis amigos. Dictadura que para mucha gente es todo un símbolo. Y no es raro que muchas personas quieran que ese símbolo, todo lo maltrecho que se quiera, siga en pie. Los símbolos dan sentido. Son algo "sagrado", y ya se sabe lo que dijo el intelectual Sartre sobre los anticomunistas y los perros: "Un anticommuniste est un chien, je n´en démordrai pas". El problema es que dentro de ese símbolo vive gente que está harta de ser parte de él y que, cuando menos querría que se les preguntase su opinión. Imagino que muchos occidentales verían de manera parecida a Anna Beata Bohdziewicz y Stanisław Barańczak en 1986. “Son buena gente, e incluso tienen razón, pero sería una catástrofe ideológica que desapareciera el comunismo en Europa”. Tres años más tarde Polonia entró, con todo el grueso de la Europa centro-oriental, en la mucho menos excitante, terriblemente gris y aburrida, democracia occidental. Al poco se vio que no era un camino de rosas, que no se entraba en ningún paraíso sino que “simplemente” se salía -al fin- de uno que se había querido construir. Hoy por hoy muchas de las ilusiones del cambio han quedado barridas. La unión contra el enemigo común desapareció y diferencias, hasta entonces poco percibidas, afloraron. La economía fue dando tumbos (siendo muy generoso) durante bastantes años y mucha gente, con horror, pudo comprobar la corrupción de algunos de sus representantes políticos. Con todo, en Polonia, al día de hoy, existe –como no puede ser de otra manera- una imperfectísima democracia. Que la inmensa mayoría de los polacos no quieren cambiar por nuevas ensoñaciones políticas de los intelectuales de moda en Occidente.
Durante el franquismo se decía que en España no podía haber una democracia como en el resto de los países de Europa porque éramos “diferentes”, incluso algún ministro de la época tuvo el cuajo de mostrar, como anzuelo turístico, eso de “Spain is different”. Por supuesto muchos europeos compraban esta mercancía, y no cabe duda que era un buen negocio. Se venía a España a ver excentricidades. Cosas nunca vistas desde hacía siglos en el país de origen. Y el país es bonito. Tiene playas. Y sol. La gente es peculiar. Se baila flamenco. Y hay toreros. A Hemingway le gustaban los encierros en Pamplona. Y tal.
Ahora el país vive una crisis que no se veía en décadas. Y no faltan voces que dicen que eso ocurre porque “somos así”. Imagino que si es por tales ideadores de esencias nos habríamos quedado dándole a “la morisma” y a “los herejes” per secula seculorum ya que, parece ser, “es lo nuestro”.
Espero que, algún día, en Cuba, cuando el "socialismo irrevocable" desaparezca, se les dé esa misma lección a gentuza así. Por muchas vueltas que se le quiera dar, Cuba no es ni Bután ni Arabia Saudita, ni cuando te encuentras con un cubano tienes que buscarte un interpreté del urdú. Por tener, ha tenido muchos más años de democracia que, por ejemplo España, no tuvo hasta 1975.
La historia no está escrita, pero espero que un día vuelva a mirar esa foto de mis dos amigos diciéndome simplemente: “Fíjate, ahí están Lia y Hamlet. Qué bien nos lo pasamos. La foto es genial”.
Y nada más. (pínchese en el enlace)