JOAN
PERUCHO
Visibilidad: un
aire crispado
Joan
Perucho (Barcelona, 1920) se dio a conocer como poeta con el libro “Sota
la sang”, 1947, al que sigue una extensa
y fecunda producción en la que conviene recordar las novelas “Llibre de
cavalleries”, 1957; “Les históries
naturals”, 1960 y “Les aventures del
cavaller Kosmas”, que recibió el premio
Ramón Llull en 1981.
-Le
hago la misma pregunta que se hace Calvino: ¿cómo se forma lo imaginario de una
época en que la literatura no se remite a una autoridad o a una tradición, sino
que apunta a la novedad, la originalidad, la invención?
-Sólo
los videntes ven lo invisible que surge al dictado de su propia autoridad. Para
los demás, lo invisible es lo inexistente. Por lo tanto, yo no me referiría a
lo imaginario de una época, sino a su realidad (a su verdad) esencial. Con
ella, por ejemplo, Anna Catalina Emmerich, asistida por Brentano, pudo
reconstruir la vida oculta de Cristo, la maravilla de las maravillas. Cristóbal
Serra, a partir de estas connotaciones (miradas de prevención y disgusto por
los racionalistas), acaba de escribir por primera vez la vida de Jesús entera,
complementando los Evangelios y deseable para todos, aunque impublicable hasta
ahora por rechazo de la verdad revelada.
Otro
ejemplo lo constituye el propio Calvino, con su caballero inexistente que
actuaba al dictado de “la voluntad y de
la fe”. Es un aire crispado. ¿Quién se lo va a creer? Nadie, a no ser los
poetas, los niños y los puros de corazón.
-“La fantasía es un lugar en el que llueve”,
dice Calvino siguiendo un verso de Dante en el Purgatorio. ¿Cómo se impone una
imagen en esa “lluvia”?
-La
lluvia es un viejo palacio. Aparece como una arquitectura de cristal con sus
pasadizos y salones, sus escaleras y subterráneos. Todo surge allí, sin comunicación
con el mundo; es como una segunda “matiére
de Bretagne”, realizando sueños, ilusiones, esperanzas, voces diluyéndose
en el ocaso. Dante hizo mal colocando la lluvia en el Purgatorio. Naturalmente,
origina el mundo vegetal lleno de elfos, silfos y pequeños seres. Las plantas
nos escuchan, cantan al anochecer, son lastimadas por los que viven en el mundo
de los coches, de las segundas residencias y las guarderías infantiles...
Yo
elijo todo ello según el dictado de mi intuición (no de mi razón), que es lo
que recomienda el xan, escuela china de meditación de la que salió,
posteriormente, el zen japonés. Según el xan, el verdadero conocimiento sólo lo
proporciona la intuición en estado de gracia.
-Literatura
fantástica: ¿no sobra el adjetivo?
-Efectivamente.
La realidad es la realidad interior, la que nos aleja de los hechos materiales
y groseros. La literatura, a mi entender, debe alejamos de estos hechos
demasiado corrientes con los que tropezamos todos los días. La realidad es
injusta y cruel, despreciable. Los poetas se sienten lesionados por ella, a
veces se sienten heridos por el roce de una corriente de aire o por un ruido.
La literatura, para ellos, no es fantástica, sino que les aparta simplemente de
lo antifantástico.
-¿La
imaginación como conexión con el alma del mundo (romanticismo, surrealismo,
etcétera) o como vía de conocimiento... “científico”?
-Las
dos cosas. La mayor virtud de la ciencia y de la filosofía es su racionalidad,
y ésta es también su miseria. La razón es humana y construye sus andamios lenta
y trabajosamente y se equivoca. Es mucho mejor la verdad revelada, o sea, la
intuición.
Conocemos
la belleza intuitivamente, no por la razón; nos enamoramos sin saber por qué;
sabemos dónde se oculta el mal por una simple corazonada. Todo ello con suma
certeza. La intuición como fuente de conocimiento es, deslumbrante (San Pablo
cayendo del caballo) y segura.
-Hablemos
de alguna imagen recurrente todavía no plasmada en su obra
-No
lo sé. El creador es un médium. Yo escribí, hace muchos años un libro con este
título. Todo es muy misterioso. Sin misterio no hay gran literatura, porque las
cosas nunca son claras. Si lo fueran, se detendría el mundo, sería el fin de
todo, ya que entonces empezaríamos a ser dioses... Hay versos míos que todavía
no me han revelado su secreto. Algún día lo harán.
-¿Hay
cosas que sólo la literatura puede dar?
-Puede
ayudar, por ejemplo, a ver a los fantasmas. Los fantasmas existen, pero, el
común de la gente no los ve. Están agazapados esperando. La literatura da
conciencia de ellos, porque se manifiestan a través de nosotros. No todos ven a
los fantasmas. Los racionalistas no los ven nunca.
La Vanguardia
(Cultura), 20 de marzo 1990. p. 6
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