domingo, 9 de febrero de 2025

"José Luis Garci o la otra ciencia-ficción". Entrevista de Manuel Gómez Ortiz a José Luis Garci (El Libro Español : revista mensual del Instituto Nacional del Libro Español: Tomo XVI Número 186 - junio 1973)

 


JOSÉ LUIS GARCI O LA OTRA CIENCIA-FICCIÓN

• «Lo que me interesa en este género es su fuerza para renovar la capacidad de asombro», dice el guionista de «La cabina» • «Me gusta buscar lo insólito, a base de introducir elementos extraños en situaciones cotidianas» • «No se es reaccionario por criticar el uso que se hace de la máquina» • «No se está contra los inventos, sino contra el uso que se hace de ellos».

Uno en las entrevistas —desde siempre— se ha situado en un segundo plano, en la sombra, porque cree que ese es el lugar del que pregunta, porque piensa que lo que le interesa al lector —en este género periodístico— es conocer las opiniones del que responde, amén de una visión del personaje, que se va dibujando con sus propias palabras, por obra y gracia del periodista, que se limita —se debe limitar y ya es bastante— a actuar de catalizador, de provocador, de buceador, pero sin tomar aires dogmáticos, ni sentenciosos. Me parece.

Sin embargo, en este caso concreto, se ve uno movido a una especie de declaración de principios, con la única intención de hacer más inteligible el aire, el tono de esta conversación. En una palabra, sin alardes de exquisito, más bien con sincera humildad, uno confiesa que nunca le interesó lo que vulgarmente se entiende por ciencia-ficción. Ni siquiera me atrajo de niño Julio Verne. Será una tara, pero es la verdad. Me producía un cierto repeluzno —las pocas veces que intenté este tipo de lecturas— tanta máquina y tanto invento —muchos hechos realidad hoy— para sacar al hombre de su tierra-terruño y lanzarlo al espantoso —a mí me produce espanto el cosmos— silencio sideral o submarino, lejos de la matriz entrañable, y áspera a un tiempo, de nuestro planeta. En resumen, que a mis treinta y ocho años recién cumplidos, y con los ojos quemados de tanto devorar páginas, soy un analfabeto en la llamada ciencia-ficción de vía estrecha —no en Huxley, por ejemplo— y quizá en otra de más altos vuelos, porque me ha despegado, me ha impedido acercarme a ella, si antes me la han bautizado con este nombre nada aclarador y mucho “frivolizador”.

Le daba vueltas a estas ideas, mientras esperaba a José Luis Garci, guionista con Mercero de «La cabina», porque si este mediometraje es ciencia-ficción soy un enamorado de la ciencia-ficción.

—¿Qué es la ciencia-ficción?

—Ni se puede, ni yo quiero definirla. Como Susan Sontag, no soy partidario de las interpretaciones. A mí lo que me interesa en este, llamémosle, género, es su fuerza para renovar la capacidad de asombro.

—Veo que traes en la mano «Marca» y «As»; ¿te gusta el fútbol?

—Sí, soy seguidor del Atlético de Madrid, y voy con frecuencia al estadio ''Vicente Calderón''.

—¿Buscando el asombro?

—Pues, sí, exactamente.

—A mi hijo mayor le gusta y este año lo he llevado dos vecesle confieso.

—¿Y no te has fijado en el público, en el ambiente que se respira? Me apasiona todo lo que es espectáculo y la reacción del espectador.

—Ya, José Luis, ¿y el nombre de ciencia-ficción de dónde arranca? ¿Quién fue su padrino?

—Hugo Gernsback lo inventó, uniendo las dos palabras con un guión. Habría que buscar otro nombre. Ir por lo insólito, a base de introducir elementos extraños en situaciones cotidianas.

Uno podría ordenar esta charla a dos, pero prefiero respetarla en su espontaneidad un poco anárquica y reiterativa. Espero así lograr unos mejores resultados de claridad, aunque parezca raro el camino.

—¿Y la ciencia-ficción más al uso, más de la calle, de dominio público, no es algo frío y que se olvida del hombre?

—Me inclino tajantemente por la ciencia-ficción humanista: lo que importa no es Venus, sino lo que siente un hombre en Venus.

—¿Y cuándo saltó el nombre de ciencia-ficción?

—Pues te decía que con Gernsback en 1929 ó 26; no estoy seguro Pues eso, Bradbury, sin ir más lejos, incluso posibilita en este género un ejercicio político. Aunque lo cierto es que a la ciencia-ficción se le tacha de reaccionaria, porque fomenta la evasión de la realidad. Pero es un malentendimiento de la ciencia-ficción. Se la desvirtúa, incluso en las portadas de esas colecciones de bolsillo, con monstruos y tal. Eso no es ciencia-ficción; eso es aventuras. Ciencia-ficción es la literatura del futuro, de cómo será el hombre en el futuro. Hay ciencia-ficción religiosa y de todo tipo.

—¿Por qué la crítica literaria ignora, en general, la ciencia-ficción?

—Porque los críticos no la leéis, quizá por esa carga peyorativa, que está latente en lo que vamos hablando; porque no se han deslindado los caminos; porque no la han cultivado los grandes escritores de otras especialidades; por toda esa serie de cosas. Digo yo. Y quizá muchos no se atrevan a mojar su pluma en esta parcela por temor a que los llamen marcianos. Qué sé yo.

—Al público parece que le atrae, ¿no?

—Encierra un gran poder de captación. Ahí está Ibáñez Serrador con sus famosos programas de televisión de hace unos años, o la misma «Cabina». El miedo es viejo como el hombre y le subyuga, le apasiona esta literatura fantástica.

—Y evasiva, ¿no crees? A menos que se incluya un a modo de distanciamiento brechtiano, que lleve a la lucidez.

—Exactamente y por ese camino es un género con mucho porvenir.

—¿Hay autores españoles de ciencia-ficción?

—Sí, ahora te digo mis nombres españoles, pero antes quiero insistir en que lo más importante es cómo va a ser la vida del hombre en el mundo de mañana mismo. Yo creo que Corte de corteza, de Sueiro, es ciencia-ficción, y autores españoles del género son: Buiza, Raúl Torres, Plans, Tébar... A mí me gustan.

—Os inclináis mucho hacia la imagen, ¿no crees?

—Personalmente estoy influido por la literatura americana y como ellos escriben pensando en el cine, en que lleven a la pantalla sus novelas, pues priva la imagen, claro. Mis influencias vienen de Hemingway, Scott Fitzgerald... Prefiero la literatura directa, ágil, aunque elaborada.

—¿Pronto toda la literatura va ser de ciencia-ficción?

—No, pero pienso que la cultivará mucho más la gente.

—¿Por qué?

—Porque cada vez interesa más la fantasía, crearse un mundo propio. Quizás porque en el mundo existe una gran represión y no se puede contar directamente.

—¿Y no puede ser también porque cada vez se dan más las vivencias artificiales de un mundo mecanizado, y alejadas de la naturaleza?

—Creo que también puede ser por eso, sin duda.

—¿La ciencia-ficción va contra el progreso? Señalabas antes que se le acusaba de reaccionaria.

—No se es reaccionario por criticar el uso que se hace de la máquina. No se está contra la máquina, contra los nuevos inventos, sino contra la utilización que se hace de la máquina y de los inventos.

—¿Es posible una historia, una novela rosa, de amor, en ciencia-ficción?

—Yo creo que sí.

—¿Y lo profético qué papel juega aquí?

—Normalmente al plantear estos temas se tienen posibilidades de acertar. Por ejemplo, se hablaba de que la TV devoraría al hombre y ya está ocurriendo. Bradbury anticipó que se perseguiría la lectura de libros y por ahí andamos.

—¿A qué filosofía responde, entonces, la ciencia-ficción?

—Es una prolongación del hombre, como otra cualquiera. Me gusta la ciencia-ficción de humor y poética: nostálgica.

—¿Cabe la nostalgia?

—Sí, claro. Un temor a lo desconocido, al mañana, provoca la nostalgia del pasado.

—¿Qué haces ahora?

—Escribo para el cine. Ahora está rodando Eloy de la Iglesia un guión mío, que se titula «Una gota de sangre para morir amando». Y le he entregado otro al mismo De la Iglesia y otro más a Mercero.

Ray Bradbury, humanista del futuro, Adam Blake y La cabina son libros de Garci, que se llama García y desapareció la "a", fortuitamente, por una errata en «Signo» y así se quedó. En el que lleva el mismo título del famoso mediometraje, tan premiado y emitido por TVE —que lo produjo—, se recoge el guión y una serie de comentarios y artículos en torno al mismo.

—¿Qué hay de «La cabina» que no se diga en este volumen?

—Algo que se ha sabido después: es el único programa de TVE premiado internacionalmente que no se ha vuelto a emitir. ¿Por qué? No sé.

—¿Y los doce guiones hermanos de «La cabina»?

—Durmiendo el sueño de los justos.

José Luis Garci, menudo, barbudico, jersey amarillo, nervioso, enamorado de la ciencia-ficción nos ha aclarado algunos puntos. Al menos a mí, analfabeto en la materia.

Manuel Gómez Ortiz El Libro Español : revista mensual del Instituto Nacional del Libro Español: Tomo XVI Número 186 - junio 1973, pp. 12-13.

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