viernes, 14 de febrero de 2025

"Czesław Miłosz denuncia el genocidio de las grandes culturas centroeuropeas" de Juan Pedro Quiñonero (ABC, 23 de mayo de 1986)

 


CZESŁAW MIŁOSZ DENUNCIA EL GENOCIDIO DE LAS GRANDES CULTURAS CENTROEUROPEAS

Arte, religión y lengua, bajo el imperio de la ley marcial

París. Juan Pedro Quiñonero

El último libro de entrevistas con Czesław Miłosz, Milosz par Milosz (Editorial Fayard), nos enfrenta a uno de los grandes problemas históricos de la civilización occidental; el genocidio y los riesgos de desaparición de las culturas centroeuropeas, víctimas de la marea negra totalitaria (desde el nazismo hasta el estalinismo) y las grandes convulsiones políticas y militares del siglo.

Miłosz, poeta y novelista, se hizo célebre en 1953, tras la traducción francesa de su ensayo El pensamiento cautivo, publicado de modo entusiasta por Albert Camus. Cinco años más tarden su primer relato autobiográfico, Otra Europa, convertía al poeta esotérico en un testimonio excepcional.

Desde entonces, toda la obra de Miłosz, retirado en su refugio físico y moral de Berkeley, oscilaría entre el «testimonio» y la «torre de marfil» lírica. Traductor del Antiguo Testamento, poeta difícil que roza la mística y el más puro intelectualismo, Miłosz evoca en sus relatos y en sus textos autobiográficos el drama histórico de la «desaparición» de su patria natal, Lituania, en el marco del infierno ideológico, militar y político de nuestro siglo.

Hasta ahora, los relatos autobiográficos o testimoniales de Miłosz habían tenido una dimensión «introspectiva» evidente. Miłosz no ocultaba nada, y en verdad reconstruía con pasión los orígenes morales, políticos, sociales y militares de la hecatombe que deberá concluir con la «integración» de su patria («manu militari») en el imperio soviético.

Milosz par Milosz va mucho más lejos, quizá por vez primera, interrogado por dos especialistas de su obra. Ewa Czarnecka y Aleksander Fiut, Miłosz analiza, con extremada precisión, los orígenes y evolución de su obra lírica, pero previamente evoca, analiza y aporta un testimonio excepcional: la agitación moral muy viva de las culturas centroeuropeas, a caballo entre los restos del antiguo imperio austro-húngaro, la formación de nuevos Estados (tras la doctrina norteamericana de la autodeterminación de los pueblos) y el genocidio cultural consumado entre el proyecto totalitario nazi y el proyecto totalitario estaliniano.

Milán Kundera ha sido, quizá, el primero en evocar precisamente la dimensión genocida que continúa hoy exterminando minuciosamente los orígenes, antecedentes, restos de las viejas culturas centroeuropeas, que. entre el Congreso de Viena y la caída de Weimar, constituyen uno de los focos más dinámicos de la historia cultural de nuestra civilización.

Miłosz analiza en detalle los grandes procesos que Milán Kundera ha evocado en términos «macrogeográficos». Miłosz se detiene, melancólicamente, en la evocación de la formidable efervescencia Cultural de las viejas culturas centroeuropeas.

En este proceso global se confunden varios procesos «menores»: desaparición histórica de Estados independientes (Lituania), diálogo multilingüístico (alemán-checo-polaco-lituano-yiddish), diálogo intercultural entre tradiciones que oscilan entre el Este y el Oeste, diálogo entre religiones y culturas con distintos orígenes y tradiciones.

Los casos de Kafka y el mismo Miłosz subrayan hasta qué punto esa formidable fermentación cultural se inscribe en el origen turbulento y trágico de nuestra modernidad. Viena, Berlín, Moscú, Varsovia, Vilna (capital de la antigua Lituania) se perciben, tras el relato de Miłosz, como centros de influencia y poder cultural que la marea militar arrasa imponiendo un nuevo orden donde las diferencias, las culturas, las religiones y las lenguas quedan sometidas al imperio de la ley marcial.

A caballo entre el Este y el Oeste, el testimonio de Miłosz nos reconstruye parcialmente una historia que está, todavía, por reconstruir en sus exactas proporciones de tragedia de toda una civilización, la nuestra, Miłosz nos recuerda que nuestra cultura, la civilización europea, no coincide hoy, exactamente, bien al contrario, con las fronteras militares impuestas por las legiones victoriosas tras la segunda guerra mundial. Miłosz nos recuerda precisamente que nuestra identidad moral también está hipotecada a la incierta suerte de las culturas sometidas a un proceso de genocidio sin precedentes, víctimas del «statu quo» impuesto con la brutalidad de un parque de artillería nuclear.

ABC, 23 de mayo de 1986, p. 47.



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