Hará una semana, jugando con el buscador, encontré una entrevista con Cristóbal Serra realizada por dos escritores mallorquines -Maria I. Deyà y Antoni Roca- para una modesta revista local de Marrachí (o Marratxí), Pòrtula, en el año 2000. De gran interés, he considerado conveniente traducirla para facilitar así su difusión. Se ha intentando respetar, en la medida de lo posible, los giros y usos, enormemente ricos, que del idioma original (el mallorquín) da Serra. Que la disfruten.
CRISTÓBAL
SERRA,
SURREALISTA
Y ESPIRITUAL
Cristóbal
Serra Simó (Palma, 1922) destaca como escritor y traductor en lengua española.
Licenciado en derecho (1946) por la Universidad de Madrid y en filosofía y
letras (1963 ) por la de Valencia, es autor de una abundante producción
literaria iniciada con "Péndulo" (1957) y "Viaje a Cotiledonia" (1965), y continuada con "Retorno
a Cotiledonia" (1973), "Péndulo
y otros papeles" (1975), "Diario
de Signos " (1980), "Con un
solo ojo" (1986), "La noche
oscura de Jonás" (1984), "La
soledad esencial" (1987), "Augurio
Hipocampo" (1994) o "Nótulas" (1999). Ha traducido al español obras
de William Blake, Lao- Tsé, Edward Lear, Herman Melville, Henri Michaux y
Jonathan Swift. Interesado por la cultura de los signos proféticos, ha escrito
"Guía para el lector del Apocalipsis" (1980) y "Visiones de Catalina de Dülmen" (2000). De carácter autobiográfico,
ha publicado "Las líneas de mi vida"
(2000).
El
domicilio de Cristóbal Serra está lleno de libros, incluso los hay sobre la
mesita alrededor de la cual nos hemos sentado para hacer la entrevista. La
tarde es calurosa, sofocante, y el sol de poniente quiere entrar por las ventanas
atravesando las persianas. El ventilador resulta insuficiente para
proporcionarnos un poco del aire que necesitamos para combatir el calor.
¿Qué
le parece si comenzamos hablando de "Viaje a Cotiledonia"?
Es una obra sin duda interesante aunque quizá salió en un momento
histórico y cultural -los años sesenta- no demasiado propicio para este tipo de
literatura.
"Viaje a Cotiledonia" es un viaje
quimérico, imaginario, como lo son también "El Quijote" o "La
Odisea".
¿Y
qué quería decir con este viaje quimérico?
Lo que quería hacer era
un informe sobre los hombres, sobre la humanidad que me rodeaba, pero al
mismo tiempo lo quería hacer mediante una cierta deformación. En aquellos
momentos tenía muchas ganas de inventar palabras y quería tener la experiencia
de dar sentido a las palabras que creaba, por ejemplo "bilibú", que
querría decir "bu la bilis", a la amargura, y eso me daba pie para
crear personajes alegres y desenvueltos. Así fui generando los personajes que
aparecen en Cotiledonia. Pienso que la experiencia insular me sirvió bastante,
pero no es un viaje real por la isla. Tenía muy arraigado el absurdo y por otra
parte creo que los mallorquines tenemos un poco de inclinación al
absurdo.
Sin
ir más lejos, creo que dentro de las mismos cuentos populares mallorquines [rondalles] hay mucho de absurdo. ¿Está hoy vigente Cotiledonia?
No sé, lo que pasa es
que en ella se pone un poco en solfa esta civilización que nos hemos dado, una
civilización donde las personas actúan de acuerdo a unas determinadas reglas,
se someten a ellas, se dejan llevar mucho por el instinto y están dominadas y
gobernadas por la materia y el dinero [doblers].
Allí
viven los"dobeïtes", palabra que deriva de dinero [doblers]. ¿Da una gran importancia a las palabras?
Sí, en otras épocas
creaba palabras y de las palabras salía la historia: los "onirites",
que eran los más soñadores, los "oneraris", que eran aquellos que
llevaban sobre los hombros la carga de trabajo...
¿Y
del dinero?
La nuestra es una
civilización onerosa. De hecho
tenemos la palabra dinero que es muy significativa. Creo que tanto en italiano
como en mallorquín tenemos palabras muy dadaístas, palabras como doi (disparate) o doblers (dinero), con mucho significado, palabras que cuando se
pronuncian de forma repetida parecen originar un estado de obsesión, como si
fueran divinidades: dinero, dinero, dinero [doblers,
doblers, doblers]... Esa es una palabra que tiene mucha fuerza.
¿No
siente que su obra está muy influenciada por los surrealistas franceses, aunque
su formación sea aparentemente anglosajona?
Eso dicen de mí, aunque
no acabo de verlo claro. Antes de la guerra ya empecé a perfeccionar el francés,
para luego pasar al inglés y al italiano.
Entonces,
¿cuáles piensa que son sus influencias?
Los ingleses siempre
han sido muy inclinados a los viajes imaginarios, pero siempre he creído que lo
que más me ha influido ha sido una palabra: “albaricoque” [albercoc]. Tenía un tío que era boticario y como a mí las
matemáticas y la geometría no se me daban nada bien, siempre me decía que era
un "cotiledón", que era como decirme albaricoque. La primera edición
de "Viaje a Cotiledonia" estaba dedicada a los habitantes del
albaricoque terrestre.
¿Se
considera un escritor o un filósofo?
Empecé por leer mucha
filosofía, pero abandoné esta enfermedad [afecció],
porque cada vez más me daba cuenta de que la filosofía, en general casi toda
ella, tenía una marcada tendencia a lo racional, y yo necesitaba más lo
irracional. Por lo tanto, la literatura me resultaba una forma de expresión que
me iba mejor, y de esta manera acudía a la imagen del lenguaje analógico, a la
asociación de palabras y a jugar con ellas, y todo esto me aleja
progresivamente de la filosofía, excepto de la oriental, de la que nunca me he
alejado.
¿Y
en cuanto a la escritura?
La filosofía en el
fondo es sabiduría, pero a mí me daba la impresión de que me ponía en el potro de
tortura y a mí lo que me interesaba era la evasión. Por ello tiendo a la
expresión aforística, a una expresión condensada que se encuentra en la
filosofía oriental y también en la tradición mediterránea más antigua.
¿Qué
le atrae de la filosofía oriental?
Las filosofías
orientales son un poco revolucionarias porque no se adaptan a nuestra forma de
ver la vida, la de los occidentales, que se convierte [esdevé] en utilitarista y dirigida a la acción, al trabajo,
mientras que la oriental es una filosofía de la inacción, de la contemplación y, claro, esto hace que algunos
valores queden muy alterados. Entonces, por ejemplo, importan la filosofía china,
por poner un ejemplo, la convierten en una filosofía revolucionaria. En "El
péndulo" dije que la filosofía occidental consistía en masticarse con los
propios dientes.
¿Con
qué filosofía oriental se siente más identificado?
En especial con la
filosofía oriental china. Considero que el misticismo debe estar combinado con
el humor, y que la filosofía oriental china responde a esta característica.
Y
con pensamiento filosófico oriental, ¿cómo se vive en una cultura occidental?
Mantengo una actitud
crítica, pero que no trasciende, porque si uno no está llamado a la acción y,
por añadidura, no le da importancia, no se convierte en un perturbador de nada.
Ahora bien, interiormente se puede negar algunos de los valores vigentes
que a uno le rodean.
Es
usted, por lo tanto, crítico con la sociedad occidental actual…
Sí, mucho.
¿Y
cuáles piensa que son sus puntos más criticables?
Me siendo muy cristiano,
pero creo que nos hemos dedicado a que una civilización, que llamamos cristiana,
que al cabo de los años y de los siglos, no tiene nada de cristiana. Algo
tendrá esta civilización cuando, desde el punto de vista del Apocalipsis, va camino
de su propia destrucción. Hemos llegado a un techo de materialismo y de
organización de la materia que ha repercutido sobre el cosmos y sobre todo, y
que ha alterado muchas cosas. Toda esta civilización es muy hostil al espíritu
propiamente cristiano.
¿Quiere
decir que vamos hacia la autodestrucción?
Creo que sí. Nosotros
no tenemos la responsabilidad de que comenzaran estos tiempos, pero ya hemos
avanzado así como civilización y tenemos ahora un montón de problemas [un grapat de problemas] muy serios. Si
enjuiciamos esta civilización desde un punto de vista espiritual, estamos ante
una civilización con carencias, pero si lo hacemos desde un punto de vista
simplemente material, resulta muy satisfactoria. Por lo tanto todo depende del
punto de vista que cada uno adopte. Todos los materialistas se encuentran bien
dentro de esta civilización, pero todo aquel que tenga un poco de preocupación espiritual
se siente angustiado.
¿Política
y espiritualidad son incompatibles?
No seré yo quien diga
que son incompatibles, ahora bien, lo que es evidente es que la política es
acción. Muchos de los documentos espirituales que nos han llegado, por ejemplo
los Evangelios, no tienen nada que ver con la acción, sino que más bien tienen
que ver con la contemplación y miran hacia el interior y no hacia el exterior.
No debemos olvidar que nuestra civilización está orientada hacia el
exterior, y la prueba más evidente es que nos dominan todo un conjunto de
instrumentos, externos a nosotros, que nos genera una servidumbre.
Como
por ejemplo...
La servidumbre que tenemos
hacia el dinero es seria, muy seria. Cierto es que es imprescindible, tal y como
hemos construido este mundo, pero al mismo tiempo tiene un poder de atracción
enorme para la inmensa mayoría.
¿Se
considera una persona pesimista?
Nosotros nos hemos
dejado seducir por el pensamiento optimista de los norteamericanos, que
consideran que todo va bien y que todo es maravilloso, pero eso no
quiere decir que aquellos que no compartimos su optimismo estemos chalados [tronats]. Lamentablemente, la vida nos
da más argumentos para el pesimismo que para el optimismo.
¿Pero
esta actitud no puede generar un malestar ante la vida?
Si seguimos con el caso
norteamericano, se les ve muy aferrados a todo lo material. De hecho los
ingleses y los norteamericanos ya hace años que se vendieron al demonio, porque
para mí el demonio es la materia. Estos pueblos tienen un pacto con la materia
y desde ahí lo tienen que justificar
todo [des d'aquest moment han de
justificar-ho tot].
Y
nosotros los hemos copiado.
Claro, el mundo en que
vivimos es un mundo de mimetismos, desgraciadamente.
¿Podemos
charlar sobre una cultura norteamericana?
No sé qué es la cultura
norteamericana. Creo que los norteamericanos son una herencia del pueblo inglés
y que, por tanto, deberíamos tener primero bien presente como son los ingleses;
sus características o qué papel han tenido en la historia.
Si
no puede entender el optimismo, pero sí el pesimismo, ¿qué debemos hacer en
esta vida? ¿Vivir en una constante depresión?
¡Noooo! Hemos de
matizar lo del pesimismo, por eso ya he dicho antes que no hay nada más
salvador que el humor, que tener sentido del humor. A veces los
fundamentalismos se desarrollan por una falta de sentido del humor. Debemos
superar la concepción pesimista del mundo, y por eso me he caracterizado
siempre por mi papel de "payaso triste" [per la meva “pallasseria trista”].
¿Qué
conclusiones ha sacado de sus estudios sobre el Libro del Apocalipsis?
No es que me haya
entregado mucho en su estudio, pero todos pasamos por diferentes situaciones [estats] en esta vida, y un día, cansado
de leer libros monumentales, empecé a estudiar este libro misterioso, lleno de
símbolos [figurat]; y el estudio terminó con un libro que no pretende hacer
una interpretación definitiva.
¿Y
por qué no?
¿Y quién puede hacerlo
de un libro tan lleno de símbolos [figurat]?
Es uno de esos libros misteriosos que deben tenerse en consideración porque están
ahí por algún motivo.
Por
tanto, en las religiones orientales debería también existir un libro parecido
al Apocalipsis.
No. La religión
cristiana, que entronca con la religión judía, es una religión histórica como
el judaísmo. Estas dos religiones, por lo tanto, tienen un carácter más
histórico que el que pudieran tener las religiones orientales, que no dan importancia
a la historia. De hecho, la historia occidental entronca directamente con esta
religión judeocristiana, y eso hace que esta religión sea profética. Por otra
parte, el cristianismo lo han hecho aún más histórico las instituciones y las
iglesias, y la han convertido en una religión eminentemente histórica que ha
tenido la oposición de todos aquellos que han tenido un sentido de la historia
completamente distinto al que el cristianismo había mantenido, como es el caso
del socialismo. El cristianismo debería haber mirado más hacia el futuro, debería
haber sido más escatológico, de acuerdo con la profecía, pero la iglesia
católica siempre ha sido más conservadora que inclinada a mirar hacia el futuro.
Por eso su lugar ha sido ocupado parcialmente por el socialismo o por el
comunismo, que reivindicaban otro tipo de mundo [un altre estat a la terra].
También
ha escrito un libro visionario.
Es un libro sobre las
visiones de Ana Catalina Emmerick, una monja alemana del siglo XVIII.
Y
sobre las profecías de Nostradamus, ¿qué nos puede decir?
Lo que nos demuestran
sus profecías es que la historia no es como nos dicen los historiadores, que la
han escrito con unos criterios determinados, sino a la luz de la profecía, que
existe un determinismo divino. Si hay un señor que sabe, de una manera general,
lo que tiene que pasar es que hay un determinismo divino, y esto es lo que nos
anuncia Nostradamus. Él anticipó la revolución francesa, la guerra civil
española o el fascismo, incluso aportando nombres propios como Franco o
Mussolini.
Estamos
entonces predestinados…
No, no es una
predestinación del individuo, sino un determinismo divino de carácter
histórico.
Y
si todo ya está previsto, no se debe poder hacer nada para cambiar el curso de
la historia.
Los profetas
simplemente lo han avisado, pero los pueblos han seguido el camino que han
querido. Un profeta no es una persona que anuncia lo que ocurrirá tal día, sino
que advierte lo que puede suceder de forma general.
Si
las profecías sirven para advertir, ¿qué sentido ha tenido el tercer secreto de
Fátima?
Una vez que han dado a
conocer la profecía, parece que no había motivo para mantener el secreto.
Desconozco el motivo de tanto secretismo. Creo que las profecías tienen un sentido
general y no particular.
¿Piensa
que esta civilización tiene miedo al futuro?
Creo que sí, porque
nuestros conflictos siempre son históricos, y en general es porque la gente no
conoce precisamente el fundamento verdadero de la historia. Los orientales han
tenido menos obsesión por la historia. Sus religiones no tienen un carácter
histórico, pero las dos religiones que han nutrido occidente, el judaísmo y el
cristianismo, son eminentemente históricas.
¿Cómo
ve la vida en Mallorca?
Los mallorquines de
tiempo atrás, de otras generaciones, estaban mucho más centrados en lo que
propiamente éramos, un viejo pueblo mediterráneo, que no ahora, que sin duda alguna,
nos hemos desnaturalizando. El turismo ha sido el factor más desnaturalizador,
aunque ha sido la corriente económica la que más se ha aprovechado porque no
había otra alternativa. Si no hubiera un concepto de economía global, se
habrían dado otros aspectos de la economía de Mallorca que, debido a que el
territorio es pequeño, no son importantes. En otros tiempos, dentro de sus
dimensiones también reducidas, todo respondía mucho más a la propia idiosincrasia
y había más armonía. Ahora todo es más inarmónico dentro Mallorca, se ha ido
despersonalizando a la isla y esto puede llegar a una despersonalización total.
Todos aquellos que lo hemos seguido con atención nos hemos dado cuenta de este
proceso de desnaturalización. Teniendo presente como está el proceso de
vasallaje económico, esto es muy difícil de parar y somos víctimas de la
economía. Sólo lo pararíamos si el hombre económico fuera de otra naturaleza.
¿Cuál
sería la antítesis del hombre económico?
Para el hombre
económico, lo primero de todo es la economía, y para mí eso significa que está
mentalmente viciado. Creo que a las personas las deberíamos educar de una forma
menos sensible hacia los valores que nos dominan, porque hay otros muchos
valores que no son necesariamente materiales. Muchas manifestaciones, que desde
un aspecto utilitario no aportan nada, creo que deberían revalorizarse, y por
eso pienso que la educación es de una gran importancia. Mallorca, por ejemplo,
no es una tierra de grandes lectores. En esta isla hemos llegado al punto de
organizar el territorio para el turismo, y nos llenamos la boca en alabanzas a nuestra
manera de vivir, pero no hay formación fuera del consumismo, para disfrutar
de lo que es más inmediato y la gente no se interesa por muchas de las cosas que
les debería interesar.
Es
muy crítico.
Temo lo que es convencional
porque no me satisface. Rompí con ciertos convencionalismos porque hay muchos y
nos ahogan, y cuestan mucho romper.
¿Cuál,
por ejemplo, de estos convencionalismos ha roto?
Me tocó estudiar la
carrera de derecho, pero la dejé (rompre amb ella) cuando me di cuenta que no
me interesaba nada porque consideraba que todo era un puro convencionalismo.
Entonces me puse a estudiar filosofía. Luego impartí clases, pero me cansé.
¿Cuál
fue su experiencia en la enseñanza?
Dentro de la docencia
tuve la experiencia que los chicos no son tan buenos como nos dicen, sino más
bien niños malos [dolentons]. Una
parte de la psicología optimista que nos dice que los chicos [al·lots] son unos angelitos, pero la
verdad es que pueden ser incluso crueles.
¿Quiere
decir que el hombre es malo por naturaleza?
Creo que no se puede
generalizar, pero diría que es una cortesía decir que el hombre es bueno por
naturaleza. Rousseau era muy educado.
¿Hacia
dónde cree que va la humanidad?
La ciencia llevada a la
práctica, casi siempre tiene una concepción mecánica y materialista del hombre
y yo no tengo esta concepción, en el sentido de que creo que el hombre
está asociado a este cuerpo que nos conduce, pero del que nos liberamos cuando
morimos. Siempre he creído en una supervivencia después de la muerte: unos le llaman
inmortalidad y otros otra cosa. Tengo la convicción de que los muertos son los
que están más vivos, porque al ser espíritus, no tienen ya la condición
material y disfrutan de su condición espiritual. Quizás por eso creo en los
visionarios, que son capaces de salir del tiempo y del espacio.
¿Cuáles
son sus objetivos literarios inmediatos?
Ya no me planteo
objetivos inmediatos. Escribí "Las
líneas de mi vida", un libro autobiográfico, porque sentía mucho vacío.
¿Y
cómo son esas líneas?
Como una mariposa: voy
pasando por encima de los hechos, como cuando recuerdo mi infancia, en Son
Alegre, con aquellos cielos azules.
“Los hombres somos unas sombras que algunas veces nos mezclamos
con la luz del crepúsculo. Nada más.”
("Nótulas")
de Cristóbal Serra.
"Cristòfor Serra, surrealista i espiritual" Maria I. Deyà y Antoni Roca. Pòrtula, nº 227, agosto de 2000.
ADENDA:
- "El don de la palabra de Cristóbal Serra" por Ignacio Grácia Noriega.
- "Cristóbal Serra" por Eduardo Jordá.
- "Cristóbal Serra, los guillos del ermitaño" por Llucía Ramis.
- "Una mañana con Cristóbal Serra" por Llucía Ramis.
- "Tòfol y Cristóbal" por Juan Carlos Llop.
- "En la muerte de Cristóbal Serra" por Ignacio Grácia Noriega.
- "Muere Cristóbal Serra, el más raro de nuestras letras" por Nadal Suau.
- "En la muerte de Cristóbal Serra" por Roberto García.