Antonio
Fernández Molina, pintor y escritor
“A
la cultura se llega por vocación u ocasión”
“Es
un visionario con mucho de niño y algo de viejo burlón”, escribió José
Hierro sobre Antonio Fernández Molina. Con esa impresión se quedaría el
firmante de la entrevista si no tuviera que matizar que Fernández Molina
trasciende cualquier etapa vital, porque la fantasía no admite escaño alguno.
De ahí que el arte de nuestro personaje pueda relacionarse con los movimientos
de vanguardia -de los que es deudor e integrante , pero el punto de referencia
se evapora ante su personalísima actitud creadora.
Antonio Fernández Molina,
49 años, trashumante por la geografía nacional, vive en Zaragoza desde hace
algún tiempo, aunque cualquier día su siempre eventual residencia se trasplante
a un nuevo foco creador. Autor de libros poéticos como “Una
carta de barro” o “El cuello cercenado”, fundó por los años cincuenta
la revista “Doña Endrina” La narrativa le debe libros como “Solo de
trompeta” o “Un caracol en la cocina”, y es inventor de un
heterónimo, el poeta Mariano Meneses. Ilustraciones, cuadros y “collages”
—con numerosas exposiciones— perfilan sucintamente la imagen de este hombre que
colaboró durante siete años en Mallorca con Camilo José Cela, del que por un
pudor de amigo no quiere hablar, si bien ensalza el magistral dominio del
idioma o la indomable capacidad de trabajo del autor de “La familia de
Pascual Duarte”.
— ¿Qué es para ti la
cultura?
—El arte de la vida;
saber apreciar las cosas: un par de zapatos. una puesta de sol, un libro... Y
el arte de la convivencia; un hombre culto en un momento determinado será capaz
de valorar con absoluta objetividad cualquier acontecimiento, objeto o persona.
—¿Cómo ves la cultura
española actual?
—Hasta cierto punto se ha
ganado mucho en extensión, pero no en profundidad. Ahora, por ejemplo, no hay
una generación equivalente a la del 27. La literatura de la posguerra ha sido,
en general, de bastante menor calidad.
—No así la pintura.
— Exacto. Se ha dado una
generación extraordinaria de pintores de vanguardia; Tapies, Saura y Millares pueden
figurar en la primera línea de la vanguardia mundial. Con todo, pienso que
actualmente no se sostiene a la misma altura ese movimiento plástico, quizá
porque el momento actual sea cinematográfico o teatral, sin que, por supuesto,
no puedan dejar de surgir en cualquier momento genios literarios o plásticos.
Los talentos surgen dónde y cuándo menos se piensa.
—Ya sabes que Vicente
Aleixandre suena como futuro “Premio Nobel”. Dame tu opinión.
— Hay dos escritores que
indiscutiblemente merecen dicho Premio: Vicente Aleixandre y Jorge Guillen. Si
yo estuviera en la coyuntura de decidir, echaría una moneda al alto... Yo creo
que más pronto o más tarde se lo darán a alguno de los dos, lo cual, por otra
parte, sería un tributo y un reconocimiento a la generación del 27, que no sólo
contó con grandes poetas, sino con escritores de la talla de Benjamín Jarnés,
Antonio Espina o José Bergantín...
— Descendamos a la
cultura mal llamada popular.
— Lo que lleva a la
cultura es la vocación o la ocasión. La vocación nace con el individuo; las ocasiones
hay que ofrecerlas. En este sentido, es necesaria la información y una crítica
consciente y orientadora de verdad. Crítica e información que jamás deben
moverse por motivos publicitarios o económicos. A este respecto, yo recuerdo un
prólogo de Ortega y Gasset a un libro de lecturas infantiles, en el que
insistía sobre la necesidad de educar a la gente para que sepa distinguir y no
se deje llevar por la moda o las circunstancias.
Un
poeta, ante todo
“La
expresión gráfica —escribía Cirlot— el dibujo y el “collage”, como
puente o no para el grabado, tientan al poeta”. En Francia existe el caso de
Michaux. En España, el de Antonio Fernández Molina. Quien conozca su “Solo
de trompeta” y vea la filiación de esa obra con la teoría del “esperpento”
y con las pinturas de bufones y tontos de Velázquez, no se extrañará nunca de
lo que dibuja Molina”
— Hablamos de tu pintura,
sus motivaciones y técnica.
—Yo ante todo soy un
poeta; mis manifestaciones como narrador o pintor están condicionadas por esa
circunstancia, pero no hay que identificar mi enfoque poético con un
romanticismo más o menos vacuo; es absolutamente anticonvencional. Mis
creaciones, cuyo eje es la poesía, jamás se acercan al reportaje.
—¿Dónde empieza y dónde
termina tu horizonte?
—La poesía, obviamente,
no se circunscribe a la palabra; esta tiene un significado que limita al
sentimiento, al pensamiento e, incluso, al razonamiento. La expresión, la
comunicación/tienen cauces infinitos. La plástica, por ejemplo, es menos
concreta y precisa que la palabra; por otra parte, un cuadro se puede reconocer
de golpe —lo que no ocurre con una obra literaria— y brinda más posibilidades
de interpretación.
—En cualquier caso, para
completar, contrastar o sacar más jugo simultáneo a la expresión cabe la
combinación de medios.
—Es
indudable que entre el dibujo y la poesía hay una íntima relación. William
Blake y Víctor Hugo fueron grandes pintores. Dado que en el sonido, la palabra
y la línea hay un punto de confluencia, pueden integrarse conjuntamente sus
correspondencias. Mi sensibilidad va por la integración de las artes; es un
mundo con el que me siento identificado.
—¿A qué viene, pues, la
clasificación o encasillamiento de las Bellas Artes? .
—Las artes no tienen
límites determinados; la clasificación viene urgida por motivos pedagógicos,
como una especie de plantilla para echar a andar. Sin embargo, pienso que la
complejidad del significado del mundo, y al mismo tiempo su sencillez, hace que
cosas que vemos como distintas, e incluso contrapuestas, sean luego paralelas e
identificables. Una pintura de Paul Klee, pongamos por caso, puede ser
equivalente a un fragmento de Platón o de Hegel, con lo que ya salimos de lo
que generalmente se entiende por Bellas Artes; como traspasa esa división cualquier
rasgo estético que se da en la vida normal. El saludo, el andar, el comer...
pueden tener unas connotaciones estéticas innegables. El arte, en suma, es la
poesía, ésta es creación, y la creación está en todo.
—¿Y lo monstruoso?
—En el arte se puede
aceptar lo monstruoso, porque el arte se mueve en un terreno en el que hasta lo
monstruoso es positivo.
Trascendencia
del “Grupo Pórtico”
—¿Qué me dices del grupo
zaragozano “Pórtico”
—Ese grupo —constituido
por Aguayo, Lagunas, Laguardia y otros— es el pionero de la pintura
informalista, abstracta, española. Es de importancia extraordinaria, y una de
las cosas más serias que se han dado en la plástica y en la pintura española de
este sitio. Cuando se haga al estudio de la evolución del arte en este país, se
valorará con más perspectiva y justicia la ingente tarea llevada a cabo por
esos artistas, más meritoria, si cabe, por las circunstancias —primera época de
la posguerra— en que se desarrolló. En parecida singladura surgió también un
extraordinario grupo poético , el “postismo”, al que pertenecían Silvano
Sernesi, Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory. Como conciencia de estos
sorprendentes movimientos vino luego el grupo “El Paso”, al que
pertenecieron, entre otros, los aragoneses Viola, Saura y José Ayllón.
—Y, en poesía, Miguel
Labordeta.
—Es uno de los grandes
poetas de la literatura española y está entre los mejores poetas mundiales de
este siglo. Si nos ceñimos a la posguerra, él y Eduardo Chicharro merecen figurar
en cualquier lista, por limitada que sea, por encima de otros más cacareados,
pero de menor categoría.
—¿Cuál es tu postura ante
el mundo o la vida?
—Yo no soy filosofo, pero
mi actitud ante el mundo es de expectación. Las cosas son como son, y, aunque
se pueden prever muchos acontecimientos, siempre queda un margen para la
sorpresa. Pienso, por otra parte, que cada uno es lo que quiere ser, y que la
vida es la realización de nuestros anhelos. Si cada hombre analiza su vida, a
pesar de las frustraciones y contrariedades, no la cambiaría en bloque. Yo no
me cambiaría por Napoleón o Picasso, aunque, eso sí, asumiría algunos de sus
valores o cualidades.
—Entonces, ¿qué
cualidades valoras más en el hombre?
—La
autenticidad y la sinceridad. Un hombre que las tenga ya está justificado. Sin
olvidar la equidad, dentro de la benevolencia.
Jesús VIVED, Aragón Expres,
21 de julio de 1977, p. 17.