miércoles, 4 de diciembre de 2013

Entrevista a Josep Pla en el diario "Ya" (20/02/1977) (y III)



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[Entrevista a Josep Pla en el diario "Ya" (20/02/1977) (I)]

[Entrevista a Josep Pla en el diario "Ya" (20/02/1977) (II)]


¡RESULTA TAN DIFÍCIL ESCRIBIR!
— ¿Por qué se dedicó usted al periodismo y a la literatura?


—Verá usted. Primero quise ser médico, pero al llegar a la Facultad de Medicina no pude pasar de la Sala dé Disección, porque vi que los estudiantes cortaban las orejas a los cadáveres para regalárselas a sus novias. Me marche por asco y por el mal olor que había. Entré luego en la Facultad de Derecho de Barcelona, con muchos menos alumnos y donde todo era más divertido, con los cafés del Paralelo, el aprobado fácil... Aquello era una broma.

Se queda pensativo, con el dedo índice apoyado en la sien. Crepita la leña a nuestros pies. Pla toma la copa de vino y al llevársela a los labios se detiene y nos dice:

—Lo que deberían haber hecho mis padres conmigo era enseñarme a arar, a cultivar la tierra para poder dedicarme a las cosas de la labor. Soy un pequeño propietario rural, muy pequeño. Aquí h tierra se trabaja muy bien y la gente vive bastante desahogadamente; vamos tirando. Ahora escribir, escribir, si se encuentran adjetivos es muy agradable; si no se encuentran es un mal asunto. Encontrar los adjetivos que le vayan bien a los sustantivos, ésa es la cuestión, ya lo vi muy clara siendo joven. ¡Resulta tan difícil escribir! Saber el color de esto botella, de este vino, o de un güisqui, o de un Campari... ¿Usted me comprende? Ahora que cuando se encuentra el adjetivo, la cosa resulta divertida y estimulante.

Curioseamos en los pocos volúmenes que tiene en unas librerías, a media altura de los muros.

—He regalado a la biblioteca de Palafrugell seis mil volúmenes por si alguna persona del pueblo se interesa por los libros, aunque yo creo que los libros no sirven para nada. Sí, esto se lo digo en serio. Prefiero un campesino analfabeta, pero que sepa cultivar la viña, arreglar los olivos y plantar el trigo, el centeno, la cebada y que sepa también cuidar una vaca, porque esto es más importante que todos los intelectuales que pretenden hacer la revolución. La revolución ya la hace la naturaleza, no se preocupe.

CATALUÑA DEMOCRÁTICA

Ha permanecido muchos años fuera de España para cumplir con sus misiones como corresponsal en el extranjero, y aunque está satisfecho de haber conocido otros países, no lo está tanto de haber estado tanto tiempo fuera de España.

—Esto es una cosa que me sabe mal. Porque creo que una de las cosas que no conocen los catalanes es España, y deberían conocerla más. Así tendrían una idea distinta, sobre todo ahora que en España se está produciendo un resurgimiento político.

— ¿Tiene usted relación frecuente con sus paisanos?

—Yo vivo aquí, en el pueblo... Bueno, yo conozco mucha gente, pero no formo parte de nada. Soy un hombre marginado. Ahora bien, no sé qué quieren hacer. Creo que en Cataluña existe una enorme confusión, porque aquí nos pasamos ahora el rato filosofando y cantando. Aquí no se trata de hacer nada de política. Vamos a saber, espero que lo sepamos algún día, lo que es la libertad, la democracia, la amnistía y cosas enormes. Ahora, si hay un muerto, hay que hacer así con el puño y luego cantar la internacional, y si es catalanista, "Els Segadors" e irse a su casa. Yo no voy a ningún sitio ni escribo en ninguna parte. No, no, señor.

Bebe vino tinto y lía un nuevo pitillo negro, de Ideales, haciendo alarde de una práctica que le permite realizar esta operación sin mirar.

—Yo creo que Cataluña es la parte de España y probablemente de Europa más democrática. Y me parece que será muy faca demostrárselo a usted. En primer lugar, en este país no hay aristocracia; los viejos títulos han desaparecido y los concedidos modernamente por Franco y por el Rey no tienen la menor importancia histórica. Castilla está llena de aristócratas, como Francia, Inglaterra, Italia... En Inglaterra los aristócratas hablan una lengua diferente del pueblo; aquí hablamos todos igual y por eso hablamos tan vulgarmente; me refiero a los catalanes en general.

Permanecemos en pie, en medio del salón, bajo la lámpara de forja. Pla nos coloca la mano sobre el hombro, adoptando una actitud confidencial:

—En este país la tierra está repartida, cosa que es muy importante. Para vivir, yo prefiero estar allí donde esté un payés con un trozo de tierra que un obrero industrial, el cual se cansa de vivir mal en un piso donde no ve nada y acaba haciendo la revolución. Esto es evidente. En cambio, un payés si tiene un poco de paciencia, es hombre perfectamente tranquilo. Luego creo que la Iglesia en este país no ha molestado a nadie. ¿Usted es catalán? — dirigiéndose al fotógrafo —. ¿Le ha molestado alguna vez la Iglesia? Dígalo francamente: algún obispo, algún cura... Vamos a decir las cosas claras. Yo creo que en Cataluña la persona que tiene algo en la cabeza y trabaja durante diez años seguidos, se marcha con un paquete de billetes. ¿Hay algún país en Europa que pueda decir lo mismo? Por eso creo que Cataluña es muy democrática. Y la democracia no es cosa de filosofía; es vivir con una posibilidad de ilusión. Yo creo que la ilusión es más importante que la ciencia y, sobre todo, que la ciencia-ficción y esos camelos que se han inventado ahora.

Sacamos de la cartera la edición de "Vida de Manolo", realizada por Mundo Latino en 1930 para que Pla tenga la bondad de escribir unas líneas.

— ¡Por Dios, cómo tiene usted eso! ¡Si no vale nada!...

Ya entrada la noche abandonamos mas Pla, donde quedó el maestro sentado junto a, la chimenea. Mientras marchábamos entre la niebla con dirección a Barcelona, pensamos en el destino de este ser barojiano, también soltero, conocedor de Europa, algo burlón, un poco escéptico y humilde para su vida y para enjuiciar su obra.

Marino Gómez-Santos. Ya, 20/02/1977. Pág. 24-25, 27

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