jueves, 28 de junio de 2007

Un poema de Luis Alberto de Cuenca


Political incorrectness

Sé buena, dime cosas incorrectas
desde el punto de vista político. Un ejemplo:
que eres rubia. Otro ejemplo: que Occidente
no te parece un monstruo de barbarie
dedicado a la sórdida tarea
de cargarse el planeta. Otro: que el multi-
culturalismo es un nuevo fascismo,
sólo que más hortera, o que disfrutas
pegando a un pedagogo o a un psicólogo,
o que el Meditarráneo te horroriza.
Dime cosas que lleven a la hoguera
directamente, dime atrocidades
que cuestionen verdades absolutas
como: "No creo en la igualdad." O dime
cosas terribles como que me quieres
a pesar de que no soy de tu sexo,
que me quieres del todo, con locura,
para siempre, como querían antes
las hembras de la Tierra.

lunes, 25 de junio de 2007

Sobre la izquierda y su (casi) monopolio cultural.

Una aportación de Itxu García (El Confidencial Digital, 11 de mayo de 2005.)

Que el mundo de la cultura es mayoritariamente de izquierdas no es ningún secreto. Con encender la tele, ira ver cine español, o escuchar quince discos a la azar pueden darse cuenta. Aznar por ejemplo, ha batido este año (2005) un sorprendente record: es el político que más veces aparece mencionado en canciones de grupos españoles. Se habla de Aznar, de Ana Botella y de toda su familia...
Pero me ha llamado la atención que quienes más atacan al ex presidente a través de sus canciones son los músicos desconocidos. Esos que lanzan su primer disco casi sin repercusión. Y sólo encuentro una explicación: la monopolización del arte por parte de las izquierdas españolas provoca que algunos nuevos talentos traten de mostrar nitidamente su inclinación política para intentar introducirse en el mundillo musical y crecer...
Lo cierto es que apenas hubo canciones sobre Felipe Gonzales cuando abandonó la presidencia del España. Pocas hubo sobre Roldán o sobre los GAL. Y, por supuesto, no conozco ninguna que haga algún guiño a esa gran humorista que es Carmen Calvo o mencione -para bien o para mal- a Pepiño Blanco. Siempre he pensado que el político gallego daría mucho juego a un buen letrista. Y también he pensado que un grupo de música, discretamente reconocido como de derechas, sería un existo de ventas. Sobretodo por el vacío existente en el mercado...
...la situación musical española se divide entre los que son de izquierdas y los que no hablan sobre su inclinación política...

domingo, 24 de junio de 2007

Sobre el comunismo, Cuba y la izquierda occidental.


Muy buen análisis de Paul Lendvai hoy en una entrevista que le hace Hermann Tertsch en ABC.


"Cuba es un caso especial porque está revestido de ese «pathos» de la derrota. Todo el mundo sabe que el comunismo no funciona, saben que la dictadura es terrible, pero se asume desde fuera como un monumento y allí van los García Márquez y compañía a adorar a Castro. Es esa izquierda que no quiere plantearse la alternativa segura de que Cuba sería una joya si hubiera adoptado una política y economía razonables o se hubiera matado al dictador a tiempo. Pero ese pathos de la derrota también se ve en general en la política internacional. ¿Dónde hay manifestaciones contra Rusia y Putin como las que se producen contra la globalización y EE.UU.? Véase la prensa europea en la que, si se excluye a un par de publicaciones de calidad, la vocación fundamental es condenar por todo a Estados Unidos y otorgar siempre el beneficio de la duda a Rusia. El antiamericanismo en ciertos medios de Europa es una plaga intelectual. Pero la izquierda sigue con sus dogmas frente a las evidencias. Por eso pretenden que Rusia no es una amenaza y Washington sí. Hay poca memoria y mucha tontería."

viernes, 15 de junio de 2007

Nuevos poemas de Czeslaw Milosz


Como veo que ha gustado, unos cuantos poemillas más.


ENSEÑANZA
Creerte maravilloso. Y poco a poco descubrir
que no eres maravilloso. Suficiente trabajo para toda una vida.


MI IDEAL
Mi ideal de virtud: aquellos que sirven a la causa del pensamiento y
mantienen la pasión más allá de los ochenta y hasta el final.


¿BASTA CON EL CONOCIMIENTO?
Hubo un tiempo cuando me parecía que sería suficiente con ser consciente para evitar la repetición; esto es, para evitar el destino de los otros mortales. Qué absurdo. Y aún así la separación del cuerpo de la conciencia, dando un poder mágico a la conciencia- que era suficiente conocer y el conjuro quedaría roto- no era tan estúpido.


CANTAR A LOS DIOSES Y A LOS HEROES
La diferencia entre la poesía en la que un “yo” se canta a sí mismo y la poesía que “canta a los dioses y a los héroes” no es muy grande, desde el momento en que en ambos casos el objeto que se describe está mitologizado. Y aún así....


UN AVISO
Los animalitos de los dibujos animados, los conejos que hablan, los perritos, las ardillas, así como las mariquitas, las abejas, los saltamontes. Tienen tanto en común con los animales auténticos como nuestras nociones del mundo las tienen con el mundo real. Piensa esto y tiembla.
(Traducción de Joaquín Riquelme)

domingo, 10 de junio de 2007

Las preocupaciones de un historiador


El profesor Teófilo, un historiador, seguía con tristeza una campaña victoriosa en las universidades dirigida contra la noción de verdad objetiva. Sus antepasados puritanos, en el nombre de lo que ellos creyeron verdadero, dejaron las islas británicas en el siglo diecisiete, y ahora él mismo se sentía relegado a una marginación tan profunda como la que sufrieron ellos. Una generación de licenciados quienes en su juventud han pasado por el marxismo, devorado los escritos de los teóricos franceses y jurado en el nombre de Nietzsche, han aprendido a burlarse de la verdad como santo y seña de la metafísica y mascara de la opresión.
Teófilo eligió para el motivo de su búsqueda, bastante deliberadamente, una minúscula provincia perdida en algún lugar de las entrañas de Europa, con la intención de evitar generalizaciones ilusorias y descubrir lo que realmente ocurrió allí durante la segunda guerra mundial. Aparentemente, allí no ocurre nada que merezca la atención: un par de pequeñas ciudades, pueblos, pantanos y bosques. De hecho, para entender que ocurrió durante la guerra en un pequeño territorio en que la gente habla cinco idiomas y profesa diferentes religiones era muy necesario un sólido conocimiento del pasado. El silencio y algo de la belleza melancólica de esta región (la cual él visitó, para probar sus capacidades lingüísticas) parecía ensalzar el poder del olvido. Ya era suficiente tirar del hilo del testimonio, hacer emerger, una tras otra, imágenes aún más terribles que las inventadas por la fantasía del más sádico de los pintores. La gente fue golpeada, violada, ejecutada, ahorcada, quemada viva, lapidada, pateada y herida hasta la muerte. Ningún dolor que pueda ser experimentado por el cuerpo humano les fue ahorrado.
Pero ¿quién fue asesinado, quien fue violado, quien fue torturado?. ¿Quién fue verdugo y quien víctima? Las piedras de esta región no dirían nada, las tumbas no han sido señaladas, la hierba hace mucho tiempo que cubrió el seno de las fosas. Uno de los rasgos honrosos del hombre es su voluntad de dejar sus relatos como testigos. Algunos testimonios y recuerdos sobrevivieron, pero Teófilo descubrió que se contradecían los unos con los otros. El mismo suceso en la ciudad X apareció diferentemente en cada descripción, dependiendo de la nacionalidad del testigo y de su lengua natal. Teófilo puso mucho empeño en cribar el material, sólo para concluir que una asignación bien perfilada de la responsabilidad era imposible y que cada bando sería capaz de invocar circunstancias que justificasen presumiblemente sus conductas.
Hasta hoy los niños han crecido, nacidos cuando el pasado ya se ha convertido en una leyenda brumosa. Ellos aprendieron sobre los crímenes, los cuales, de todas maneras, fueron siempre presentados de tal manera que los ejecutores nunca fueron “nosotros”, siempre “ellos”. En las escuelas vecinas, diferentes en la lengua usada para la enseñanza, los niños aprendieron que “nosotros” (el mismo que el “ellos” de los otros niños) nunca caeríamos tan bajo como para hacer las cosas que nuestros enemigos nos acusan hacer.
Teófilo, aunque reconociendo que su búsqueda obstinada de la versión verdadera de los sucesos produjo resultados sólo parcialmente satisfactorios, piensa sin embargo que las mofas de quienes ridiculizaron la noción de verdad deberían cubrirse con el rubor de la vergüenza. Encerrados en sus laberintos teóricos, con los que obtienen doctorados y empleo, no admiten que sus deleites en ser criticos puedan tener consecuencias practicas. Sería suficiente con que uno o dos individuos -influidos por su enseñanza- renunciasen a investigar la verdad en la historia, para que generaciones de niños fueran nutridas de invenciones, urdidas para los fines políticos más peregrinos.
Czeslaw Milosz
(Traducción de Joaquín Riquelme)

jueves, 7 de junio de 2007

"¿Cómo ser conservador-liberal-socialista?. Un credo" por Leszek Kołakowski (Encounter, Octubre de 1978, pp. 46-49)




Lema: “¡Por favor, pase hacia adelante a la parte trasera!” Esta es una traducción aproximada de un ruego que oí una vez en un tranvía en Varsovia. Lo pongo como eslogan de una poderosa Internacional que nunca existirá.

Un conservador cree:

1.Que en la vida humana nunca ha habido y nunca habrá mejoras que no impliquen deterioros y males. Este precio debe ser considerado y tenido en cuenta a la hora de confeccionar los proyectos sociales de reforma y perfeccionamiento. Así, los innumerables males son compatibles entre sí (los podemos sufrir comprensiva y simultáneamente); mientras que los muchos bienes se limitan o anulan entre sí, no pudiendo gozarse enteramente de ellos al mismo tiempo. Es perfectamente posible una sociedad en la que no haya ningún tipo de libertad o igualdad, mientras que es imposible un orden social en el que conviva la libertad e igualdad absoluta. Esto se puede aplicar igualmente a la compatibilidad de la planificación y del principio de autonomía o del principio de seguridad y del progreso técnico. No hay un final feliz en la historia de la humanidad.

2.Que no sabemos en qué grado las diferentes formas de vida social tradicional -familias, rituales, naciones, comunidades religiosas- son imprescindibles para la existencia de una sociedad tolerable o simplemente viable. No hay ningún argumento que certifique que destruyendo estas formas de vida -o calificándolas de irracionales- aumentemos las posibilidades de felicidad, paz, seguridad o libertad. No tenemos ningún conocimiento cierto de lo que podría ocurrir si, por ejemplo, aboliéramos la familia monógama o si renunciáramos a la costumbre ya consagrada de enterrar a los muertos, y la sustituyésemos por el reciclaje racional de los cadáveres para fines industriales. Haríamos bien en esperar lo peor.

3.Que la idee fixe de la Ilustración -que la envidia, la vanidad y la agresividad están causadas por las deficiencias de las instituciones sociales y que estas serán barridas cuando se reformen estas instituciones- no sólo es completamente increíble y contraria a toda experiencia, sino altamente peligrosa. ¿Cómo es posible que estas instituciones aparecieran si eran tan contrarias a la verdadera naturaleza del hombre? Aspirar a institucionalizar la fraternidad, el amor y el altruismo es tener ya un proyecto seguro de despotismo.

Un liberal cree:

1.Que sigue siendo válida la vieja idea de que el fin del Estado es la seguridad --incluso si la noción de “seguridad” incluye no sólo a la protección de las personas y la propiedad por medio de la ley, sino a la aplicación de varios tipos de previsión social. Los parados no deben morirse de hambre ni a los pobres les debe de faltar una ayuda médica. Los niños deben tener acceso libre a la educación. Todo esto es parte de la seguridad. Con todo, la seguridad no debe ser nunca confundida con la libertad. El Estado no garantiza la libertad regulando y actuando directamente sobre las diferentes áreas de la vida, sino no haciendo nada. De hecho, la seguridad sólo puede expandirse a expensas de la libertad. De cualquier manera, hacer a la gente feliz no es la función del Estado.

2.Que las comunidades humanas no sólo están amenazadas por su degradación sino además por su estancamiento -una sociedad puede estar tan organizada que no deje lugar a la iniciativa individual y a la inventiva. El suicidio colectivo de la humanidad es concebible no sólo por el simple hecho de que no somos hormigas, sino por su transformación definitiva en un hormiguero.

3.Que es altamente improbable que una sociedad en la cual todas las formas de competitividad hayan sido eliminadas continúe manteniendo los estímulos necesarios para la creatividad y el progreso. Tener más igualdad es un medio y no es un fin en sí mismo. En otras palabras, que no tiene sentido una lucha por más igualdad si de esto resulta el descenso de nivel de aquellos que son mejores, y no el ascenso de los excluidos. La perfecta igualdad es un ideal que se destruye a sí mismo.

Un socialista cree:

1.Que toda sociedad en la cual la búsqueda de beneficio sea el único regulador del sistema productivo está tan amenazada por una gran -quizá la más grande- catástrofe, como la sociedad en la que el motivo del beneficio ha sido absolutamente eliminado de las fuerzas de producción-regulación. Existen buenas razones tanto para limitar -por motivos de seguridad- la libertad de la actividad económica, como para impedir que el dinero deba de producir automáticamente más dinero. Aún así, la limitación de la libertad debe ser denominada así, y no como una forma más alta de libertad.

2.Que es absurdo e hipócrita justificar cualquier forma de creación de beneficios basándose en la imposibilidad de una sociedad perfecta y pacífica y en la inevitabilidad de la desigualdad. Esta clase de pesimismo antropológico conservador que conlleva la creencia asombrosa de que un impuesto progresivo sobre la renta es una abominación inhumana es tan sospechoso como el tipo de optimismo histórico sobre el que se basó el Gulag.

3.Que la tendencia a regular la economía por medio de controles sociales importantes debe ser apoyada, aunque el precio a pagar sea una aumento de la burocracia. Tales controles deben, sin embargo, ser ejercidos desde una democracia representativa. Por este motivo es esencial planificar instituciones que sirvan de contrapeso a la amenaza que para la libertad supondría el crecimiento de estos mismos controles.


Tal como lo veo este sistema de ideas reguladas no es auto-contradictorio. Y que por lo tanto es posible ser un conservador-liberal-socialista. Esto equivale a decir que estas tres designaciones particulares no serán por mucho tiempo opciones excluyentes entre sí.

En cuanto a la Internacional grande y poderosa que mencioné al principio, nunca existirá, porque no puede prometer a la gente la felicidad.

Traducido por Don Cógito (Ver aquí original)

miércoles, 6 de junio de 2007

Documento de Girauta "Rodríguez al sótano de la historia"


Mantenerse firme en principios y valores procura sinsabores las más de las veces, pero evita al político el ridículo y la caída fatal a los sombríos sótanos de la historia. A uno de ellos ha ido a parar el aún presidente Rodríguez, cuyo partido, por boca de Blanco, osa exhibirse tras el comunicado de la ETA halagando a su líder por haber intentado la paz y, agárrense al asiento, por haberlo hecho con transparencia. La transparencia de las veinticinco reuniones con los terroristas, supongo. La transparencia de jugar a las cartas en dos mesas: la del Gobierno Aznar, proponiendo el pacto por las libertades, y la mesa del hampa.
Opacidad, Pepiño, es la palabra. Opacidad comprensible en quien ha resuelto engañar de tal modo al Estado de Derecho. Tiene miga que los socialistas, precisamente, se hayan hartado de acusar al PP de hacer política con el terrorismo.
A quien ha mantenido sus principios le basta con insistir en la única línea que se ha mostrado eficaz contra el terror: transmitir a los encapuchados el mensaje claro e inamovible de que jamás obtendrán rédito político alguno con sus actos, de que su "lucha" acabará en largas condenas y en repudio social.
Se trata de un mensaje y de una actitud que ya habían calado, reduciendo a la ETA a su peor situación... hasta el día en que Carod, siendo presidente en funciones de la Generalidad, les ofreció en Perpiñán su botella de oxígeno, les concedió la iniciativa política de la tregua catalana y configuró la estrategia que había de unir los destinos de socialistas y separatistas, armados o no.
Fue la estrategia del modelo tripartito, que tanto mal ha hecho a Cataluña. La izquierda toda, por encima de sus ideas nacionales o antinacionales, preveía extenderla con el tiempo al País Vasco. Un plan que no iba sólo contra el PP. También dejaba fuera de juego a CiU en Cataluña y al PNV en el País Vasco. Sólo una estúpida inercia y varios lustros de convencida pedagogía del odio impidieron a Mas e Ibarretxe percatarse de su alineamiento moral con quienes iban a liquidarlos. Se han equivocado de enemigo, pues al fin su supervivencia va a depender de su capacidad de entenderse con el PP. Eso sí, bajando los humos. O eso, o nada.
Rodríguez, haga balance de lo suyo: la ETA rearmada, dueña de la agenda política española, legitimada por las renuncias morales de los patxinadies y, por fin, liquidando un proceso para abrir otro. El proceso que muere deja como legado la normalización del debate territorial y autodeterminativo. El que empieza es el que le envía a usted, presidente, al sótano de la historia. Y el que tendrá que arreglar el PP.

"La cautela liberal"


Navegando por internet (buscaba artículos que incluyeran la expresión "moralismo excesivo") he encontrado este artículo interesante (aún cuando no esté del todo de acuerdo)
Dedicado a los feacios

La cautela liberal

(El Correo, 19 de noviembre de 2005)

Como era de prever, la conversación política española se ha convertido en un guiñol de esencias. La esencia denominada 'España' llora por su desgarro y desaparición. Las esencias 'Catalunya' o 'Euskalherria' gimen porque no les dejan nacer y crecer como seres libres. La esencia 'soberanía' las sobrevuela, sin acabar de posarse en ninguna. Las esencias 'identidad' e 'historia' bailan alrededor. Maravilla de las maravillas, de nuevo estamos en el mundo de las ideas platónicas, de las realidades ontológicas que están más allá (o más acá) de los ciudadanos, pero que les sorben el alma a éstos con singular eficacia.

Les propondría que apartemos la vista de esta danza, aunque sea por un rato, y nos coloquemos en el lugar de una rara avis de esta sociedad nuestra, en el lugar del ciudadano liberal, un ciudadano precavido que se plantea las cosas desde el punto de vista de sus propios intereses, desde su particular forma de 'pursuit of happiness'; nunca desde el borroso punto de vista de los pueblos, las naciones, las clases o la historia.

A nuestro ciudadano no le interesa tanto la cuestión del sujeto del poder (¿quién manda?) cuanto la cuestión de los límites del poder (¿qué puede mandar el poder, pertenezca a quien pertenezca?). La primera es la pregunta democrática por excelencia, y su respuesta aproximada es 'manda el pueblo'. La segunda es la pregunta liberal y su respuesta suena más o menos así: «mande quien mande, hay unos límites claros a lo mandable, y esos límites son la esfera privada del ciudadano» (Ortega y Gasset). Preguntas distintas, respuestas diversas, aunque ambas entretejidas en el ovillo de nuestras democracias liberales (Giovanni Sartori). Pues bien, asistimos hoy a una encarnizada disputa por el reparto del poder entre instancias territorialmente diversas, y sin embargo lo importante para nuestro ciudadano no es tanto quién se queda con qué poder, como qué quiere hacer ese quién con el poder que obtenga. ¿Para qué quiere el poder, pregunta el liberal? Y no le valen respuestas esotéricas tales como 'la nación quiere el poder para ser ella misma'. No, dice nuestro liberal, el poder no es una poción mágica para rellenar el 'self' de una u otra nación, el poder es una relación concreta (cotidianamente concreta) con los gobernados y, por ello, lo que éstos quieren saber es qué se (les) va a hacer con ese poder.

Si la cuestión del reparto del poder fuera inocua para los intereses de los ciudadanos no nos importaría nada, absolutamente nada, quién fuera su titular: ¿Qué más me da que las leyes se hagan en Madrid o Vitoria, qué me importa que a esta tierra la llamen oficialmente España o Euskadi, o dónde pongan el 'limes' entre ellas? Lo que a mí me importa es que las leyes sean prudentes y respetuosas con la esfera de mis intereses. En puridad, el ciudadano liberal no tiene preferencias a priori sobre el reparto vertical del poder. Pero lo que sí tiene, eso sí, es mucha desconfianza y recelo ante todo poder. Y de este recelo deriva una serie de intuiciones bastante claras.

El poder, todo poder, debe ser dividido entre tantas instancias como sea posible sin llegar a desvirtuar su eficacia. La acumulación de poder en una sola instancia es mala. 'Seul le pouvoir arrête le pouvoir'. Y la regla se aplica tanto en sentido horizontal (la división de poderes entre instituciones estatales) como vertical (la división entre instituciones territoriales). Porque esas instituciones que se legitiman como naciones o nacionalidades quieren poder para hacer (nos) algo muy concreto, para nacionalizar a sus ciudadanos, para imbuirles esas identidades homogéneas predefinidas que adoran en el hondón de su alma. Es lo que ha hecho España desde 1812, y lo que desean ahora hacer Cataluña y Euskalherria: nacionalizarnos. Ante una amenaza tan obvia para su privacidad, la regla liberal es siempre la misma: repartir el poder, es decir, contrapesar los anhelos nacionalistas, apoyar un Estado multinacional en que ninguna de las nacionalidades pueda prescindir de las demás solapadas. El ciudadano liberal no es un iluso, cree muy poco en la posibilidad de ese teóricamente admirable 'patriotismo constitucional' purgado de nacionalismo que defiende Habermas. Por eso, porque es consciente de que vive en el marco de unos nacionalismos voraces, opta porque el poder se reparta entre todos ellos, a ver si así se contrapesan y puede vivir relativamente tranquilo en el equilibrio resultante.

Otra idea del ciudadano liberal es la de que no existe una única regla que permita, ella sola, organizar la distribución más eficaz del poder entre instancias territoriales diversas. Ni la regla de la centralización ni la del autogobierno son válidas siempre y para todas las cuestiones: todo depende de las circunstancias, como lo demuestra la realidad económica, un buen paradigma del que derivar criterios de racionalidad práctica (aunque esta comparación levante ronchas de indignación entre nuestros republicanos). A veces es mejor la regla de la descentralización, otras la acumulación en una única instancia. Depende, siempre depende. Ni siquiera la tan cacareada regla comunitaria europea de la subsidiariedad (que viene a decir algo tan tautológico como 'debe descentralizarse lo que no deba acumularse') resuelve nada por sí misma. Al liberal siempre le ha gustado el arte de distinguir, el arte de trazar esferas diversas, cada una con sus propias necesidades y reglas de conducta (Michael Walzer). Proponer una regla única para todas las esferas es un reduccionismo estéril y contraproducente.

Hay que ser contextuales y no olvidar que ningún principio se conoce realmente antes de observar los efectos de su aplicación.Nuestro ciudadano liberal desconfía en política (no en otras esferas) de los sentimientos embriagadores, de las utopías y del moralismo excesivo. Hay muchos que ven la política como una palanca moral para cambiar el mundo y conseguir grandes objetivos, sea la arcadia nacionalista, el pueblo republicano armónico, la sociedad sin clases o el retorno al pasado inmóvil. Pero él desconfía, en particular de aquellos proyectos políticos que supongan un cambio sustancial del comportamiento del ser humano. El liberal practica el escepticismo (por eso es un aburrido sermoneador), defiende la humildad como lema distintivo de sus objetivos: disminuir el sufrimiento humano y hacer la vida de los otros un poco más decente, como decía Isaiah Berlin y repite Richard Rorty. Poco más.

Las naciones son artefactos inventados por los hombres para hacer más fácil su convivencia, no son esencias sobrehumanas intemporales. Tienen fecha de construcción y de caducidad, como todo producto de la fértil cultura humana. Y no pasa nada por ello. Lo que ni puede ni debe admitirse es que esos artefactos creados para nuestra utilidad lleguen a convertirse en fetiches o tótems que nos esclavicen, que hagan más difícil nuestra convivencia en lugar de facilitarla.

El ciudadano liberal mira sin embargo en su derredor, en su pasado hispánico, y contempla con desánimo el enorme déficit de sentido liberal que hay en nuestra historia y en nuestra sociedad. Observa cómo sigue predominando entre nosotros, todavía hoy, un discurso político redentorista, colectivista y autoritario (Álvarez Junco). A derecha e izquierda y, desde luego, en todos los nacionalismos. Y es por eso por lo que sacude con desánimo la cabeza y hace lo único que cabe en estas circunstancias, abrir el paraguas de su cautela liberal hasta que escampe. Casi siempre escampa.

José María Ruiz Soroa

Las lecciones de un monje del siglo sexto


En relación con las noticias de hoy.

"Por tanto, dada la importancia del silencio, rara vez se dé permiso a los discípulos perfectos para hablar aun de cosas buenas, santas y edificantes, porque está escrito: "Si hablas mucho no evitarás el pecado", y en otra parte: "La muerte y la vida están en poder de la lengua"
De la regla de San Benito

martes, 5 de junio de 2007

¿Y ahora qué?


Hoy cuando me he enterado de la noticia he puesto la SER. El locutor informó que el discurso del presidente se iba ha articular en torno a la idea de “la tranquilidad”, “el aviso a Eta de que así no se consigue la paz” y la “búsqueda de consenso con el PP”


Más tarde el presidente dice “Hoy quiero asegurar que el Gobierno, con la fuerza de la ley y el estado de derecho, pone y pondrá todos los medios para la defensa de la convivencia, de la libertad y de la seguridad de todos los ciudadanos”


Después leí eso de “El talante de Zapatero se ha convertido en un fascismo que deja a los partidos y a los ciudadanos sin derechos”


y que


“ETA ha decidido suspender el alto el fuego indefinido y actuar en todos los frentes en defensa de Euskal Herria a partir de las 00.00 horas del 6 de junio”


Nada de todo esto me extraña pero tengo miedo

viernes, 1 de junio de 2007

Documento: análisis del las elecciones en el editorial de El manifiesto



El país inmóvil


El Partido Popular ha ganado en el cómputo general de las elecciones municipales y autonómicas. Por 150.000 votos, más o menos. Parecen pocos para la que ha caído. Significativamente, la oposición crece sobre todo en la España urbana, a la que se le presupone mayor información. También significativamente, esa mayoría del PP se produce a pesar de la feroz tenaza informativa de la mayor parte de las cadenas de televisión de ámbito estatal, alineadas con el Gobierno en una unanimidad que espanta. Si el panorama informativo fuera más libre, ¿cuáles habrían sido los resultados? La homogeneidad informativa coincide con otro rasgo muy llamativo: la fidelidad inconmovible del voto, tanto a derecha como a izquierda. Al final, las fluctuaciones del voto, las que dan y quitan mayorías, se limitan a una franja estrechísima del cuerpo electoral. La inmensa mayoría de la gente vota “a los suyos”, hagan lo que hagan. Es una conducta natural, pero no deja de ser una forma muy poco racional de construir la vida pública. La moraleja es que, en un paisaje así, un Gobierno que haya “fidelizado” suficientemente a su clientela, si cuenta con el apoyo de los medios de comunicación y sus financieros, puede cometer las mayores barbaridades sin que su poder se vea mínimamente alterado. Por eso en las democracias actuales son más precisas que nunca la independencia de los tribunales y, simultáneamente, la participación de los ciudadanos al margen de los partidos políticos. La primera, para controlar al poder; la segunda, para limitar el impacto de los cesarismos de partido y acostumbrar a la gente a actuar de forma autónoma en la vida pública. En España siguen siendo asignaturas pendientes.