I. UN CHISTE: EL
MILAGRO DEL P.C.F.
Nueve personas en
un restaurante barcelonés. Althusser a Alfonso Comín:
—Voy a contarte una historia que te
interesará ¿Sabes que en el último congreso del partido comunista francés hubo
un milagro?
—¿Un milagro?
—Sí. Fue aprobado por unanimidad el
misterio de la Santísima Trinidad…
— ¿El misterio de
la Santísima Trinidad?
—Un milagro, como tú sabes, es un
acontecimiento sobrenatural. Y todo milagro acostumbra a ir acompañado de
signos premonitorios ¿De acuerdo?
—Sí, sí...
—Si lees la Escritura, siempre
algún signo premonitorio acompaña al inesperado acontecimiento. Se rasga la
tierra, se hace repentinamente de noche, aparece una luz en el cielo. Los signos
pueden ser de muy diverso tipo. Y el milagro en cuestión, el del Congreso del P.C.F., también fue acompañado de signos premonitorios
—¿De qué tipo?
—Eran signos que venían de lejos.
Hechos sobrenaturales, incomprensibles para una mente humana, que se habían ido
expresando en los últimos tiempos
—¿Antes de la
firma del programa común o después?
—Antes, antes. El primer signo
premonitorio fue la exaltación de Georges Marchais al secretariado general del
partido comunista. Todo el mundo se percató de que aquello presagiaba algo
extraordinario
—Ja, ja, ja.
—No os riais, no os riais. El segundo signo
premonitorio fue el descubrimiento de que Marchais hablaba correctamente el francés:
«Camarades, habla el francés tú, habla el francés ¡Quién tenía que decirlo!».
—Ja, ja, ja.
—No era, por lo visto, suficiente a
los designios sobrenaturales. Llegarían más premoniciones todavía. El tercer
signo que apareció en el firmamento del partido comunista francés fue que un
día Marchais pronunció un discurso. «¡Ha sido capaz de pronunciar un discurso, oye!»,
exclamaban los militantes impresionados.
—Ja, ja, ja.
—No, basta. La
máxima estupefacción apareció cuando empezó a correr el rumor de que alguien
había entendido, fijaos bien, «entendido», el discurso de Marchais. No sólo es
capaz de pronunciar un discurso, sino que hay alguien que le entiende. Con
todos estos hechos todo el mundo era consciente de que algo tenía que pasar...
—¿Y el milagro?
—Ahora viene el milagro. Fue el
Congreso el lugar escogido Los milagros necesitan determinadas condiciones de
publicidad. Un milagro no puede pasar desapercibido. Había inquietud. Es fácil
de comprender. Con los signos premonitorios que habían aparecido previamente
nadie las tenía consigo Y el milagro llegó.
—¿Qué milagro?
—Ya os lo he dicho antes: la
aprobación por unanimidad del misterio de la Santísima Trinidad.
—¿Te explicas?
—El tema central del Congreso es el
concepto de dictadura del proletariado. Este concepto es el concepto clave, el
concepto central. Es el Padre. Pero en el Congreso aparece el contrario del Padre, es decir, el abandono del concepto de dictadura del proletariado. El
contrario del Padre es el Hijo. Ya tenemos a Padre e Hijo en presencia. Aparece
entonces la síntesis el Espíritu Santo. Y se aprueba la supresión del concepto
de dictadura del proletariado sin abandonar el concepto de dictadura del
proletariado. Es decir, es el misterio: un concepto, su contrario y la
aceptación del contrario sin rechazar el concepto de origen. Y el Congreso lo
aprueba por unanimidad. Es el misterio de la Santísima Trinidad aprobado
unánimemente. ¿Es o no es un milagro?
—Ja, ja, ja.
PRIMER
ENTRETENIMIENTO: SOBRE LA GUERRA DE ESPAÑA
—¿Qué papel ha
jugado la guerra de España en su vida?
—Muy importante. Para todos los
franceses interesados en la política fue una tragedia. Y a su vez todos
comprendimos que la guerra de España era un ensayo general. En primer lugar era
el ensayo general de la derrota del Frente Popular en Francia, en segundo lugar
era el ensayo general de la Segunda Guerra Mundial Todos éramos conscientes de
esto. Hemos visto venir los acontecimientos de manera ineluctable Fue algo
dramático. Dramático para los españoles que morían aquí o allá, o que cruzaban
la frontera a la desesperada, y dramático para nosotros, que sabíamos que la
próxima vez nos tocaba. Era una cuestión de dos o tres años. Y en este panorama
el papel del gobierno francés de frente popular. A grandes líneas puede
resumirse así: todos sabemos que el gobierno Léon Blum cedió a la presión
inglesa, y no ayudó a la España republicana. A pesar de esto, algunos ministros
del gobierno León Blum, Pierre Cot por ejemplo, dejaron hacer: dejaron pasar
armas hacia España. Pero en todo caso fue algo ridículo en relación con lo que
hubiese sido necesario hacer No sólo era necesario dejar pasar armas, sino dar
armas a España. Era necesario que los republicanos españoles estuvieran
armados. Todo esto forma parte de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.
II. LA PARABOLA DE
LA BARCA
Hubo dificultades
de comunicación entre Althusser y los tres mil alumnos de l'Escola d'Estiu [Rosa
Sensat] que fueron a oírle. Le aplaudieron al entrar y dividieron sus
opiniones al salir.
—Tiene usted que
dar explicaciones por haber llegado un cuarto de hora tarde y por no estar
hablando de los problemas de la izquierda contemporánea que es lo que estaba
anunciado
—le interpeló un profesor de la Escola cuando llevaba Althusser unos
buenos veinte minutos hablando de mayo del 68.
—Son dos preguntas muy importantes,
de las más importantes que me han planteado nunca —dijo con cachondeo
Althusser, que se preguntó— ¿no forma parte mayo del 68 de los problemas de
la izquierda europea contemporánea?
A partir de este
momento la cosa no acabaría de funcionar bien. Pero entre incomprensiones y dificultades
comunicativas, Althusser explicó el paso del socialismo al comunismo en forma
de diálogo.
Escenario: la
célula del partido comunista francés en la que Althusser milita: profesores,
personal de mantenimiento, técnicos y administrativos de la Escuela Normal
Superior. Protagonistas del diálogo: un técnico del laboratorio de la Escuela,
que es el que lleva el peso de la conversación y el que hace de sofista. Transcripción
aproximada del diálogo, lo que sigue.
Abre el fuego el técnico:
— El socialismo, camaradas, es como
un rio.
Gestos de estupefacción, medias
sonrisas, a[…] sorprendidas…
—¿Qué quieres decir
con esto?
—Un río tiene dos orillas. ¿Es
cierto o no es cierto?
—Es muy cierto. Pero ¿qué tiene
esto que ver socialismo?
—Imagínate que estás en una orilla
y que quieres cruzar al otro lado.
—Imaginado.
—¿Que harás?
—Cogeré una barca.
—Perfecto: coges una barca.
—¿Y entonces?
—Es una barca muy grande.
—¿Por qué muy grande? ¿Quién sube
en ella?
—Suben todos: sube el pueblo.
—¡Ah!, el pueblo en una barca.
Habrá un buen capitán, un gran timonel...
—Nada de capitán, nada de
timonel...
—¿Entonces?
—Lo que hace falta es un buen
motor, para cruzar el rio es necesario un motor potente...
—Muy potente tendrá que ser para
tanta gente ¿Qué motor le pondremos?
—El motor ya lo tenemos: es el que
marca la dirección a seguir. Es la lucha de clases, el motor de la historia...
—¡Ah!
—Y con este motor llegaremos al
otro lado.
—¿Y qué? Una vez al otro lado del
río ¿qué?
—Una vez en la otra orilla todo el
mundo baja de la barca...
—¡Ah! Está bien. ¿Y entonces?
—¿Entonces? Muy sencillo, cada cual
hace lo que le da la gana.
Althusser se paró.
Un silencio colectivo selló sus palabras. Y a la vista del éxito añadió:
—Ni lucha de clases, ni partidos,
ni extracción de la plusvalía, ni relaciones mercantiles, simplemente cada cual
hará lo que le da la gana.
—¿Y esto?
—Esto es el comunismo, compañeros.
Una profesora de
griego musitó a mi oreja:
—Bello como un
diálogo de Platón.
En la sala alguien
le dijo;
—Hemos venido para que nos hablara
de política, no para que nos contara historias superficiales.
Punto.
SEGUNDO
ENTRETENIMIENTO: EL P.C.F. Y LA DICTADURA del PROLETARIADO
—¿Es posible
pertenecer al P.C.F. y defender la dictadura del proletariado?
—Es mi caso.
—Y no ha tenido sanciones...
—No. Ahora no es posible sancionar
por estas cosas. Hace quince años habría sido excluido del partido comunista
francés, pero hace quince años el partido comunista francés no había abandonado
la dictadura del proletariado.
—Ja, ja, ja. Entonces
no habría sido excluido...
—Por eso no fui excluido.
—¿Son muchos los
que le siguen en estas posiciones?
—Según la dirección del partido, es
una franja de intelectuales...
— ¿Qué quiere
decir eso?
— Hay que preguntárselo a la
dirección del partido.
— ¿Una franja
estrecha o ancha?
—Puede variar. En mi opinión
crecerá en los meses próximos.
III. LECCION
MAGISTRAL SOBRE EL CENTRALISMO DEMOCRATICO
Faltaban pocas
horas para que Althusser dejara Barcelona. En un restaurante nos habíamos
reunido con él dos profesores universitarios, un periodista y siete
estudiantes. La conversación saltaba de un tema a otro. Hasta que se insistió
sobre el tema del centralismo democrático.
— Esto me interesa —dijo.
Se concentró,
pusimos en marcha el magnetofón y soltó esta parrafada. Tal cual.
—La cuestión del centralismo
democrático es una cuestión que está o que estará inmediatamente en el orden
del día de los partidos comunistas occidentales y de los demás partidos
comunistas mundiales. Es una cuestión absolutamente capital para la solución de
la crisis del movimiento comunista internacional, para la reunificación del
movimiento comunista internacional para la unidad de la lucha de clases de los
pueblos del mundo entero y, por lo tanto, para la victoria sobre el imperialismo
por la construcción del socialismo y para lo transición al comunismo.
Los principios para responder al
problema del centralismo democrático son muy simples, pero, evidentemente, como
siempre en materia política, su aplicación es extraordinariamente complicada.
Los principios de la solución son
éstos: en una sociedad en la que existe la lucha de clases es normal que la lucha
de clases obrera o popular sea representada por un partido, por una
organización política, o por varias organizaciones políticas de lucha de clases
No hablo aquí de los sindicatos; es el mismo problema, pero complicaría la
exposición. En estos partidos, en estas organizaciones de la lucha de clases,
debe reinar, es una cosa evidente, lo que Lenin llama el centralismo
democrático.
¿Qué es el centralismo democrático?
Es una exigencia indispensable para la existencia de un partido comunista, es
decir, es una exigencia indispensable para la unidad de un partido comunista.
Un partido que no es uno, que no tiene unidad, es un partido que se descompone,
es un partido que muere. Es inevitable.
Ahora bien, ¿cuáles son los
principios de unidad que se exigen en un partido comunista? No son en absoluto principios
exteriores, como, por ejemplo, un aparato de estado. En un aparato de estado
hay fuerzas materiales que puedan mantener la unidad del aparato de estado. En
un partido comunista, que se funda en la libre adhesión voluntaria de los
adherentes, no hay ningún elemento exterior material o de otro tipo que pueda
constituir la unidad de este partido
La unidad de este partido no puede
consistir más que en una sola forma de unidad la unidad de pensamiento
político, la unidad de voluntad política Es necesario, pues, que todos los
comunistas estén conformes en los mismos objetivos políticos, que piensen lo
mismo en política, no sólo sobre los objetivos, sino también sobre las
prácticas políticas empleadas para alcanzar estos objetivos. Es absolutamente
fundamental.
[La dolorosa
unificación del proletariado]
Ahora bien, un partido comunista
existe en una sociedad de clases. En una sociedad de clases existen clases
antagónicas como la burguesía y el proletariado. Y todo el mundo sabe que cada
clase no está unificada: la burguesía no está unificada, el proletariado no
está unificado. No existe unidad sociológica ni de la burguesía ni del
proletariado. Todo el mundo sabe, para no utilizar otro ejemplo que el del
proletariado, que el proletariado es una clase dispersa. Es decir, compuesta de
elementos diferentes que se han progresivamente unificado a lo largo de su
historia. Y que no cesan de agregarse en el curso de la historia presente. El
proletariado se nutre constantemente del proceso de proletarización que es
provocado por el imperialismo: es decir, por la explotación de la fuerza de
trabajo.
Por consiguiente, no se puede decir
que el proletariado sea una clase unificada de entrada. La unificación del
proletariado es un proceso muy largo, muy doloroso, muy difícil. Y, más
todavía, no se puede decir que la organización de lucha de clases política del
proletariado sea una organización unificada de entrada. Es una organización que
se unifica a través de un proceso muy largo; muy difícil, muy doloroso, lleno
de contradicciones. Y absolutamente aleatorio a los distintos períodos de su
historia. Es decir, en ciertos momentos esta unidad puede romperse, pueden
aparecer lo que se llaman las escisiones. Y sabemos, por las experiencias de
escisiones que conocemos, que siempre son dramáticas.
Ahora bien, la cuestión que se
expone es saber cómo entender el centralismo democrático. En esta expresión hay
dos palabras: centralismo y democrático. Centralismo que expresa la exigencia
de unidad del partido. Esta unidad tiene que ser unidad de pensamiento. Este
pensamiento tiene que ser, en principio, un pensamiento de la realidad de
clases de acuerdo con los conceptos de la teoría marxista. Si no, no se
trataría de un partido comunista. Pero está también la palabra democrático, lo
que quiere decir que esta unidad de pensamiento no debe ser alcanzada por
medios artificiales, en concreto por medios autoritarios, por medios
dogmáticos, por el poder de un secretario general, o de un comité central, por
el poder de dirigentes que dirían la verdad a la que nosotros nos adherimos, que
nos impondrían una determinada verdad a la que adherirse.
El problema está, por lo tanto, en
saber cómo se puede organizar una unidad que sea el resultado de una verdadera
lucha democrática. Hay que decir que. para nosotros, ésta es una cuestión nueva
Una cuestión cuya novedad encontramos leyendo a Lenin, puesto que Lenin había
reflexionado sobre este tema y había buscado distintas soluciones. Había
palpado la cuestión Sin dar una respuesta, porque es una cuestión difícil de
resolver. Pero nosotros debemos tener en cuenta los resultados que Lenin había
ya alcanzado. Los resultados que había más o menos verificado en la práctica.
Y podemos decir lo siguiente:
tenemos que decirlo porque hemos perdido el sentido de esta verdad puesto que
después de Lenin, en nombre del centralismo democrático, el estalinismo ha
instaurado una dictadura de los dirigentes sobre los militantes del partido.
Dictadura en un término que no tiene forzosamente que ser entendido en el
sentido cruel. En este caso sí que ha sido cruel, puesto que efectivamente han
muerto muchos hombres, han sido asesinados, han sido muertos, ¡y a cuantos! Por
millares, por centenas de millares Y no sólo entre los militantes comunistas
soviéticos, sino también entre los militantes comunistas de Polonia, entre los
antiguos militantes de España.
[“Una historia
criminal”]
Bien, entonces tenemos que hacer un
esfuerzo para encontrar una respuesta más allá de esta horrible historia. Es
una historia criminal. Si se me permite emplear un término moral, diré que es
una historia aberrante. Más allá de esta historia reencontramos la inspiración
de Lenin, y yo creo que hoy podemos decir lo siguiente, que es muy difícil de
poner en práctica, pero muy simple: todo partido comunista, siendo expresión de
relaciones de clase, es, al mismo tiempo, la expresión de relaciones de clase
contradictorias que existen «en el interior de la clase obrera. La clase
obrera, no siendo una, tiene en su seno diferentes tendencias, que corresponden
al origen social de clase de los que devienen proletarios. Todos sabemos que
este origen social de clase varía. Por consiguiente, hay que decir que es
indispensable que estas distintas tendencias de clase estén representadas en el
interior del partido comunista. Y que sean representadas de una manera
constante No de una manera intermitente, en relación con los Congresos, sino de
una manera constante. Es la primera exigencia
La segunda exigencia es que estas
distintas tendencias que tienen que poder ser representadas materialmente, es
decir, por periódicos, por la libertad de publicación y de discusión, etcétera,
no tomen la forma de fracciones. Es decir, que no tomen la forma de bloques
antagonistas en el interior del partido. Que no se manifiesten de una forma que
niegue otra exigencia: la de la unidad de pensamiento del partido. Tendencias
que no sean fracciones. Esta debe ser la consigna. Y la cuestión no es que el
partido reconozca estas tendencias, lo que es un contrasentido: el partido
reconoce siempre lo que existe. La cuestión es que las tendencias existan y
sean reconocidas per la dirección del partido, y se manifiesten. Y hay que ver
cómo se puede evitar el que las tendencias puedan convertirse en fracciones.
Una vez más se trata de una
condición simple, pero, como siempre, muy difícil de aplicar políticamente.
Para que las tendencias que corresponden a algo real, sano, positivo, en la
organización del partido no tomen la forma de fracciones es necesario, y basta,
que exista una buena ligazón entre la dirección del partido y los militantes.
Es necesario que exista una relación democrática real entre la dirección y los
militantes del partido. Si se cumple esta condición, las tendencias no se
convierten en fracciones. Y con esta condición las tendencias juegan un papel
positivo no sólo en el interior del partido sino también en el exterior.
¿Por qué? Porque las tendencias,
cuando están representadas públicamente, a la vista de todos, en el interior de un partido comunista se convierten en una aportación a la unidad para las otras
organizaciones políticas exteriores al partido comunista. Y velan por la
realización de la unidad del movimiento obrero, sea económica o política.
(19—VII—76)
ENTREVISTAS DE: JOSEP RAMONEDA y JOSE
MARTI GOMEZ
Esta colección de entrevistas fue
publicada en el semanario Por Favor a lo largo del año 76 [Incluidas en
el volumen: 21 hijos de su padre, Dopesa]. Para situarlas en su momento
se incluye al final de cada una de ellas la fecha en que fue realizada. Si de
entonces acá algunas de las posturas de los entrevistados han cambiado, cada
palo que aguante su vela.
Aragón Expres. Diario de la tarde, 19 de agosto
de1977, pp.12-13.
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