CORRÍA
1966, cuando el autor más secreto de la generación del 27, Juan Larrea, recibió
una carta de una tal Gudrun Esslin. El poeta tenía ya setenta y un años y había
perdido, mucho tiempo ha, la esperanza de publicar aquel conjunto de poemas,
escritos entre París y Madrid en la década de los treinta, que para muchos
sigue siendo la única muestra de verdadero surrealismo español.
Y
entonces ocurrió el milagro: Esslin irrumpe en la calma del invierno argentino
para proponer a Larrea la publicación de Versión
Celeste en edición trilingüe. Studio
Neu Literatur habla editado ya, en 1964, la obra creacionista de Gerardo
Diego le anuncia y tiene asimismo intenciones de llevar a la imprenta otros
textos do la lejana vanguardia española de entreguerras. Larrea, halagado,
accede. Siguen un breve cruce de cartas y el envío de los manuscritos
ordenados: la edición aparecerá el año siguiente.
Y
de pronto, nada más. Silencio. Gudrun Esslin y el presunto traductor, Vesper
Triangel, desaparecen. Por entonces, Vittorio Bodini entra en escena con otra propuesta
en el mismo sentido y Larrea los olvida. En 1966, Versión Celeste verá la luz en Milán de la mano de Einaudi. El eje
Bertín-Milán parece funcionar y, en 1969, los poemas de Larrea llegan a España,
treinta años después, publicados por Seix Barral, con traducciones de Luis
Felipe Vivanco, Gerardo Diego y Carlos Barral.
Pero
¿qué ha sido del Studio Neu Literatur?
Nadie lo sabe. El episodio Esslin dormita en la sombra. Hasta que, en 1974,
ojeando la revista Ufe, Larrea descubre a una rubia Gudrun Esslin -34 años, de
profesión docente- entre la nómina de los terroristas más sangrientos del
momento: el Grupo Baader-Meinhof, también conocido como Fracción del Ejército
Rojo, que está siendo juzgado en Stuttgart.
En
1975, Esslin, aquella chica rubia, que solía vestir con minifalda y disputaba a
Meinhof el amor de Andrea Baader, aparecerá colgada de la ventana de su celda
con el cable de un grabador magnetofónico. Andreas Baader. Jean Carl Raspe y
Ulrique María Meinhof se hablan suicidado en la cárcel, año y medio antes. («Carne, mi querida dinamita / escucha los
instantes que llegan en sus asnos secretos» -escribió Larrea).
Hace
más de un mes se inauguró en Berlín, entre grandes polémicas, una exposición,
la primera, sobre aquella banda terrorista fatídica, empeñada en combatir «el sistema imperialista alemán» y que
dejó tras de sí un reguero de secuestros y de muertes.
ABC Cultural. 12/3 /2005,
p. 15
Atentado terrorista de la RAF del 21 de mayo de 1972. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario