"España
quiere volverse pragmática, cuando siempre ha sido quijotesca y alucinada"
Entrevista a Cristóbal Sena, escritor
CRISTINA ROS Servicio
especial. Palma de Mallorca
Cristóbal
Serra (Palma, 1922) es un autor de culto que sin pertenecer a ninguna tribu
literaria ni entender de mercadotecnias, ha logrado para su obra, subterránea y
excéntrica, el prestigio y el reconocimiento de la crítica. Ahora acaba de
publicar "Augurio Hipocampo" (Olañeta Editores), heterónimo del escritor, personaje que
participa de la ficción, sin dejar de ser de carne y hueso. Como en anteriores
obras suyas, existe una "tendencia a la autobiografía" y el
protagonista es "autodidacta, lector pantagruélico como pocos, víctima
del amor, asnólogo, reaccionario ante los vientos agonizantes de éste siglo, y
le encanta el latín, salvo el amén".
—
¿Son Péndulo, Jonás y Augurio tres heterónimos suyos?
—
Existen
evidentes semejanzas entre los personajes Augurio y Péndulo. Ahora bien,
Péndulo es más atormentado y la atmósfera del libro es más kafkiana. El mundo
se enfrenta al protagonista anonadándolo y, así, entre enfermo y dolido,
Péndulo se encuentra crucificado a la cruz de su esqueleto. En cambio, Augurio
Hipocampo ofrece un género de tormento interior mucho más reconciliado con la
vida, con las frustraciones y flaquezas físicas del otro, pero estas no le
superan. El lugar del Mediterráneo, el Port d'Andratx, en que vive Augurio
logra compensarle.
—
¿Y "La noche oscura de Jonás"?
—
Me
di cuenta de que el episodio de la profecía de Jonás tenía tanto de monograma
del personaje como de burlería, mostrándome el lado ridículo de los portadores
de oráculos divinos. Un libro cruel, de feroz ironía, que no perdonaba al
profeta a secas y hacía de él el blanco de las iras mundanas de todos los
tiempos.
—Así,
en los tres libros se engloban las características con las que Octavio Paz le
definió a usted: "Lo separan del
mundo la melancolía, la timidez y el humor".
—Paz
es un hombre tremendamente lúcido y acertó al definirme. Cuando le conocí, era
agregado cultural en París y estaba en Mallorca para defender la candidatura de
Borges en el premio Formentor. Quiso conocerme y prologar mi libro
"Péndulo". Paz puede comprender porque es un hombre
extraordinariamente inteligente y, -al ser poeta, ha llegado a tener una visión
muy clara de muchas cosas de este mundo. Lo que me aparta de él es que es mucho
más mundano que yo. Está más reconciliado con el mundo, no está airado por
dentro. Yo no estoy reconciliado con el mundo y mi interior está atormentado e
insatisfecho.
—
¿Contra qué se rebela?
—Contra
la idea del progreso escrito en mayúscula. El conocimiento racional tiene un
límite y se ha perdido ese sentido del límite que tenía el pueblo mediterráneo
y las viejas culturas. De ahí que vivimos toda una serie de equívocas
afirmaciones del puro humanismo. Se han entronizado en demasía la ciencia, la
razón y el progreso. La ciencia es luciferina. Esto lo vio muy claro Blake y
por ello, en Inglaterra, le acusaron de alucinado. Inglaterra, la madre del
empirismo, la civilización más pragmática. Una cultura vendida a la materia. Es
la civilización más opuesta a la nuestra. España quiere ahora volverse
pragmática cuando siempre ha sido quijotesca y alucinada.
—
¿Por qué teme a la razón?
—Es
muy peligrosa porque desconecta al hombre del misterio. Los individuos pueden y
deben razonar pero no dejarse poseer por la razón. Heráclito ya dijo que la opinión
es una enfermedad. Ahora vivimos un estado de opiniones que es algo totalmente
superficial. Son necesarias, para la filosofía, la mística y la poesía, como
ocurría con Heráclito o Lao Tsé. La civilización ha llegado a tal punto de
mercantilismo, de falta de ideologías y valores, que hacen evidente su
babelización.
—Augurio
Hipocampo y usted desvían su pensamiento de buena parte de la tradición
occidental.
—La
filosofía occidental, al ser producto de la razón, es manca. Los orientales son
místicos, poéticos y, al mismo tiempo, tienen humor. Si hay conceptos que se
consideran como cachivaches del trastero, es porque el hombre se ha
desconectado demasiado de su herencia mágica, se ha deshumanizado, politizado e
hipnotizado por una propaganda metódica,- que lo tiene borracho de humanismo o
de malhumanismo. Hay como malhumorismo.
—Ambos,
Cristóbal Serra y Augurio, cultivan una nueva ciencia asnológica.
—Augusto
Hipocampo sabe que el asno es el más emblemático de los animales mediterráneos.
Cristóforo, si los hay. Es curioso que aparezca en las primeras líneas de la
Creación: "Se crearon los animales y los asnos". Paseó al Nazareno en
su apoteosis por las calles dé Jerusalén, y la civilización agraria, a la que
creemos desgraciadamente superada, no se explica sin él.
—
¿Puede ser el asno sujeto de conocimiento?
—Lo
es. En la novela de Víctor Hugo "El hombre que ríe" se encuentran
frases más bien propias de un onólatra: "El asno, cuadrúpedo soñador, a ratos levanta sus orejas de modo
inquietante, cuando los filósofos dicen necedades...".
—
¿Se complace usted con la greguería y el aforismo?
—Estoy
en íntima comunión con ellos. Y me encantan los "greguerizadores" y los aforistas. No comparto la opinión
negativa de Borges sobre el greguerismo de Ramón Gómez de la Serna. Borges se
empeña en que escriba en forma consecutiva, cuando Ramón lo que busca es el
"puro hallazgo".
—En
"Granos de polen" usted
afirmó: "Me gusta escribir con lápiz
y con látigo".
—Y
es cierto. El látigo refleja mi airamiento interior. La libertad es mi enseña.
Y la micrología. Y el humorismo que no es deliberado. El chiste, en cambio, me
resulta enfadoso, cuando el chistoso es una máquina lanza-chistes, pues casi
siempre encubre a una persona incapaz para el humor.
PERFIL
PERFIL
"El que se aferra a la fama suele morir
infame", escribió en su "Diario de Signos" Cristóbal Serra,
de pensamiento disidente, verbo inapelable, pasmosa erudición y escritura
aforística, que a sus 72 años sigue escribiendo a contracorriente. En su
biografía deja constancia de su descubrimiento precoz del diccionario, de su
esfuerzo por dominar el latín, de su interés por la lengua francesa y la
inglesa, de su inmunidad a toda épica y de su descubrimiento decisivo del libro
del Tao y del libro de Job. Se resaltan, como imprescindible definición del personaje,
sus lecturas para descubrir "quiénes saben" (Pascal, Montaigne,
Goethe, Hugo). A fondo, Granada y Gracián, y un inacabable etcétera que culmina
en su declarada admiración por Gómez de la Serna y por Quevedo.
Sus
traducciones reflejan sus gustos: Michaux ("Ecuador", "Bárbaro
en Asia"), Melville ("Las encantadas"), Swift ("El cuento
de un tonel"), Edward Lear ("Disparatario"), Lao-Tse y Guangse,
Max Jacob ("Espejo de astrología") o Blake ("Poemas próféticos y
prosas"). Amigo de Juan Larrea, heterodoxo y apocalíptico, su "Guía
del Apocalipsis" (1980) le emparenta con Claudel y Milosz. En Tusquets ha
publicado "Viaje a Cotiledonia" (1973), "Péndulo y. otros
papeles" (1975) y "Antología del humor negro español" (1976).
También ha publicado "Diario de signos" (Aucadena, 1980), "La
noche oscura de Jonás" (Aloe, 1984),"Con un solo ojo"
(Arxipiélag, 1986) y "Retorno a Cotiledonia" (1989).
1
Noviembre 1994 La Vanguardia. p 31
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