Panorama de la
literatura contemporánea
Polonia. De Gombrowicz a Kantor
La literatura polaca de este siglo
ha contado con figuras de primer orden: así, Witold Gombrowicz. Bruno Schulz y
Stanisław Witkiewicz, a los que ha de
agregarse el poeta Czesław Miłosz, premio Nobel en 1980. No es casual que la
tragedia de Polonia, víctima de los totalitarismos, nutriera de forma sustancial
la obra de Gombrowicz; además de marcar el doloroso final de Schulz, fusilado
durante la ocupación alemana, y de Witkiewicz, que se suicidó cuando el
Ejército soviético cruzó la frontera de su patria. Todavía hoy es el manadero
en el que bebe la inspiración de Tadeusz Kantor, el hombre de teatro más
notable de Polonia de posguerra. La literatura polaca logró sobrevivir al furor
totalitario y a la ocupación rusa, y ha producido obras de notoria significación.
Sólo algunos de estos nuevos nombres son conocidos en España, como es el caso
de Kantor y del gran novelista Andrzej Kúsniewicz, autor de «El rey de las Dos
Sicilias». Sobre la situación de las letras en Polonia José Grau ha elaborado
este informe, con el que continuamos la serie dedicada al estado de la
literatura en el mundo.
BAJANDO
por la calle Nowy Świat, en el centro de Varsovia es fácil encontrar puestos de
libros al aire libre. Desde hace unos meses, hay un tomo que destaca en todos
esos tenderetes. Se trata de las memorias del legendario Jacek Kuron: «Wina i
Wiara» («Culpa y confianza»), editado en 1990, en las que describe su evolución
política. Kuron es un personaje muy destacado de la vida polaca: primero
comunista, a partir de 1968 se fue distanciando y ligándose a la oposición;
ahora es ministro del Trabajo.
Otro
libro también muy popular son las memorias de Edward Gierek, secretario general
del Partido Comunista durante los años setenta, década en la que Polonia se
endeudó hasta dimensiones insospechadas, aunque de puertas adentro pareciera
haber un relativo bienestar. A excepción de estas dos «Memorias», apenas se ven
novedades en los escaparates de las librerías polacas. El sector del libro
sufre especialmente la crisis, de tal manera que las obras a la venta lo están
casi más por casualidad que por necesidades de mercado. Es imposible obtener un
determinado libro extranjero. En Polonia hay que dejarse llevar por la
improvisación, con la esperanza de que quizá se encuentre lo que se busca.
Las
memorias y las narraciones de carácter histórico son las creaciones que
actualmente más se leen. Hay tres temas dominantes, en torno a los cuales giran
la literatura y la historia. Se trata del tema de la matanza de Katyn, donde en
1943 la policía secreta de Stalin asesinó a miles de oficiales polacos; el tema
de la ocupación nazi de Polonia durante la segunda guerra mundial, y, finalmente,
la epopeya que motivó la declaración del estado de guerra en 1981. Sobre estas
tres materias se ven ahora en Varsovia muchas obras que, sin embargo, no son
nuevas, puesto que ya habían sido publicadas en el exilio, pero que ahora son
accesibles a los polacos.
En
Polonia se comenta que la perspectiva del mercado libre asusta a los creadores.
Andrzej Braun, presidente de la Asociación de los Escritores Polacos (Stowarzyszenie
Pisarzy Polskich, SPP), ha señalado recientemente en este sentido que en el
mundo la mayoría de los escritores no se gana la vida con la literatura; en
Polonia todos lo desearían. Hasta ahora, un poeta podía vivir de sus poesías,
porque el Estado las editaba, independientemente de que las quisiera leer o no.
Ahora parece que no será así.
La
literatura polaca, y el mundo de sus organizaciones, estaba casi exclusivamente
representada por escritores muy implicados políticamente y que apoyaban
-lógico- al régimen comunista. En el Congreso de la Cultura Polaca,
interrumpido el 13 de diciembre de 1981 por la ley marcial, el escritor Andrzej
Kijowski afirmó: «Todo lo que hemos escrito está destinado a la autoridad y no
a los lectores.» El destinatario, añadía Braun, había sido la autoridad en
forma de censura. Ahora hay que preguntarse si gustará a la sociedad, y no a la
censura. En julio de 1983, la Unión fue administrativamente disuelta por
«infringir las leyes». Su último presidente fue Jan Józef Szczepański.
La
literatura ambiciosa, de calidad, es acogida en Polonia casi sólo por las
elites. La literatura documental -a veces de gran calidad- es la que llega más
al público, tanto a lectores con interés puramente literario como a los no tan
interesados por las letras en sí. Es la literatura que desvela el hecho
histórico o que ilumina la vida: no se persigue, pues, el arte por el arte.
Novela
En
opinión del destacado crítico y profesor Janusz Sławiński, Józef Mackiewicz
sigue siendo el novelista polaco contemporáneo más influyente, a pesar de haber
fallecido hace cinco años.
¿Cuál
es la razón? Mackiewicz, como otros grandes autores polacos, es un escritor de
la emigración; por ello, sus obras se leen ahora con más devoción. Y más aún
por la gente joven. A veces, según Sławiński, en la emigración estaba «lo
realmente contemporáneo polaco», motivo por el cual algunos escritores mayores,
o incluso ya desaparecidos, empiezan a influir en la nación en estos momentos,
y también en los círculos literarios.
Józef
Mackiewicz fue uno de los primeros polacos que tuvo ocasión de ver la
exhumación de las tumbas de Katyn en 1943. Esta experiencia se reflejó en un
libro, ya traducido a varios idiomas, y que en polaco se titula « Zbrodnia
katyńska w świetle faktów i dokumentów » («Crimen de Katyn a la luz de los
hechos y de los documentos»).
Mackiewicz
domina excepcionalmente bien la prosa y es autor de otras muchas novelas que
ahora están causando un gran impacto. Es el gran representante de la literatura
documental. Lo suyo es el relato que nace en la frontera de la ficción y la
documentación. Es una mezcla literaria de reportaje y crónica.
Entre
los escritores en prosa vivos y que no han emigrado, Tadeusz Konwicki es el
número uno. Konwicki ha publicado obras como «Mała Apokalipsa» («Pequeña
Apocalipsis») o «Kompleks Polski» («Complejo de Polonia»), críticas al comunismo.
Konwicki es un escritor muy arraigado en la tradición polaca, sobre todo
romántica. Los elementos realistas de su obra están imbuidos en una fantasmagoría
somnolienta. Konwicki, redactor del semanario «Odrodzenie» («Renacimiento»)
tras la Segunda Guerra Mundial, escribe también guiones de cine.
Un
autor más joven que Konwicki, y también gran maestro de la prosa, es Marek
Nowakowski (nacido en 1935). Se trata de un escritor que refleja minuciosamente
en sus novelas la realidad polaca: es decir, sus complicaciones y el carácter
vil del viejo sistema, de cuyas cenizas hay que crear algo nuevo. Marek
Nowakowski es un realista tradicional y, sobre todo, un autor de género,
interesado por las costumbres, el ambiente y sus curiosidades lingüísticas.
Por
lo que respecta a la prosa de vanguardia, hay toda una escuela conocida como «Twórczość» («Creación»), con su correspondiente revista mensual literaria. Al margen de
este grupo se encuentra un buen autor de novelas llamado Janusz Anderman.
Un
caso singular es Andrzej Szczypiorski, un escritor probablemente más conocido
en el extranjero que en Polonia, donde parece ser que no se le estima
demasiado. Algunos críticos literarios polacos han llegado a asegurar que su
prosa no es demasiado brillante. Szczypiorski, de talante conciliador pero, con
todo, típicamente polaco, ha escrito novelas con la ocupación nazi de Varsovia
como tema de fondo. Además de escritor es senador de Solidaridad.
De
alguna manera, Stefan Kisielewski es también una excepción. Es un hombre de la
derecha, que, por sólo citar un ejemplo, en la Polonia comunista se permitía
alabar al general Franco porque había posibilitado el paso de un sistema
autoritario a un sistema democrático y, en cierto sentido, pensaba que era un
modelo para Polonia. Kisielewski no es un escritor «sensu stricto» -aunque haya
escrito muchas y buenas novelas-; es, sobre todo, un publicista político y un
autor decididamente antitotalitario, pero de un antitotalitarismo que proviene
de la derecha, no de la izquierda. Entre sus últimas novelas se encuentran
«Przygoda w Warszawie» («Aventura en Varsovia»), de 1976: « Podróż
w czasie » («Viaje en el tiempo»), escrito en 1982, y «Wszystko inaczej» («Todo
de otro modo»), de 1986.
Poesía
El
poeta polaco contemporáneo más importante es Zbigniew Herbert (nacido en 1924),
y no el premio Nobel de 1980, Czesław Miłosz. En Polonia influye mucho más
Herbert por su moralismo consecuente, que constituye un punto fijo de
referencia. La tradición a la que alude Herbert es la de la lírica moralista,
prerromántica, o sea, clasicista.
Miłosz
es un escritor simbólico, y es un premio Nobel, es decir, más universal: pero
también es un prominente emigrante. Poeta sincretista, aprovecha tanto los
logros de vanguardia como las tradiciones de la poesía barroca, clásica y
mística. Sería difícil encontrar una dominante clara en sus versos. Miłosz,
aunque muy arraigado a la tradición local polaco-lituana, supo elevar lo
nacional al plano mundial. Esto fue, sin duda, lo que contribuyó a que le
concedieran el premio Nobel.
Czesław
Miłosz (1911) emigró en 1951 y es, desde 1960, profesor de literatura polaca y
rusa en la Universidad de Berkeley (EE.UU.). Su poesía evolucionó desde el
«catastrofismo» hasta la problemática histórico-filosófica y cultural, en la
cual el tema predominante es la confrontación de los valores universales
morales y estéticos, con las experiencias históricas del hombre de la segunda
mitad del XX
Para
algunos críticos, sin embargo, la gran poeta de nuestro siglo es Wisława
Szymborska. Entre los jóvenes (en tomo a los cuarenta años) estarían autores
tales como Stanisław Barańczak y Adam Zagajewski. Stanisław Barańczak era
miembro del KOR (Comité de defensa de los obreros), un grupo de intelectuales que
luego, en su mayoría, se unió al sindicato Solidaridad. Ahora Barańczak es
profesor de literatura polaca en la Universidad de Harvard.
Teatro
Hay
que destacar entre los autores teatrales polacos consagrados la figura del
dramaturgo y director Tadeusz Kantor (1915), autor de una obra considerable que
es una interrogación turbadora sobre la trágica historia de Polonia, escrita y
realizada con una gran pluralidad de medios. Kantor es, sin duda, uno de los
grandes nombres del teatro europeo actual. El dramaturgo ha actuado en España,
y hace unos años los «Cuadernos de El Público» publicaron su excelente obra
«¡Qué revienten los artistas!»
Probablemente,
sólo hay otros dos buenos dramaturgos entre los escritores polacos contemporáneos:
Sławomir Mrożek, que a pesar de vivir en México escribe siempre en polaco, y
Tadeusz Różewicz.
Mrożek
utiliza el absurdo y la fantasía para eliminar la solemnidad de la política.
Sus piezas teatrales se asemejan a la de Ionesco, y son un ejemplo de la
imaginación y el talento del humorista de mayor sutileza de cuantos han
aparecido en Polonia desde el año 1956.
Filosofía
Dos
figuras son singularmente atrayentes: Leszek Kołakowski y Roman Ingarden. Kołakowski
es el más destacado filósofo polaco y uno de los punteros en el panorama mundial.
Su prosa ensayístico-filosófica es de una gran calidad, y ha conseguido crear
un modelo a seguir entre los autores de su país.
La
teoría fenomenológica de la literatura de Roman Ingarden es una de las más
destacadas del siglo XX, junto a la teoría estructuralista y la psicoanalítica.
Ha creado todo un mundo de nociones en el marco de las ciencias literarias.
Discípulo de Husserl, fue profesor de la Universidad de Lwów, y a partir de 1945,
de la Universidad Jaguelónica de Cracovia. Ingarden realizó una investigación
antológica, sobre todo de las obras de arte, además de sus logros en el campo
de teoría de la literatura y de la estética descriptiva.
Ensayo
Aleksander
Gieysztor, el actual director del Castillo Real, es el más destacado
medievalista; junto a él destaca Aleksander Labuda. Zbigniew Wójcik es un
especialista en los siglos XVII y XVIII. Emanuel Rostworowski, fallecido en
1989, estudió en profundidad el XVIII. Stefan Kieniewicz es el investigador más
relevante del XIX: se ocupa sobre todo de la insurrección polaca del año 1863.
Antes, al igual que la mayoría de los historiadores polacos, era marxista.
Tadeusz Lepkowski -recientemente desaparecido- se ocupaba de la historia
contemporánea.
En
Occidente, en especial en Alemania, goza de gran prestigio Władysław
Bartoszewski, que ha escrito varias obras sobre la ocupación nazi y la
insurrección de Varsovia en 1944. Amigo del primer ministro Tadeusz Mazowiecki,
en la actualidad es embajador de Polonia en Austria. Otros destacados
historiadores son Jerzy Kłoczowski (medievalista), Piotr Wandycz (historia
moderna), Marek Drozdowski (se ocupa de la historia económica de Polonia de
entreguerras) y Wojciech Roszkowski (historia moderna).
José
GRAU
ABC Literario,
18 de agosto de 1990, pp. VI-VII.
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