El enigma de Culianu: magia, política
y academia
“No cese, no cese el trabajo aunque pese, que
hierva el caldero y la mezcla se espese. Garguero de buitre y de vil renacuajo,
ojos de lechuza, pies de escarabajo": así cantaban las brujas de
Macbeth en su cueva rodeada por el viento del norte. José Ricardo Chaves nos
recuerda ese mundo de ''metafísicas
contrahechas" (Trento dixit) y, de la mano de los grandes rumanos,
Eliade y Culianu, autor del libro fundamental para el estudio del imaginario
renacentista, Eros y magia en el
Renacimiento, nos pone a pensar en brujas y brujos. En este ensayo
encontrará el lector datos muy valiosos sobre "el discípulo y heredero de Eliade", ensayista profundo y autor
minucioso de su propia leyenda. En estas épocas de charlatanes y mercachifles
como "la Paca’ o el esperpéntico Walter Mercado, conviene recordar que
Culianu y Eliade, al igual que Walter Benjamín, tenían “una parecida aspiración hermenéutica, sobre la base de un romanticismo
soterrado”.
Fue
durante mis estudios de maestría en literatura comparada cuando leí por primera
vez a Ioan Culianu, por sugerencia de Esther Cohen. Enfrascada en sus estudios
de cábala, magia y brujería durante el Renacimiento, Esther se había topado con
quien había venido a renovar la investigación del imaginario renacentista con
el libro Eros y magia en el Renacimiento
(1984), y se había vuelto su fan.
Ahora, en mi persecución del andrógino en Marsilio Ficino, León Hebreo y otros
autores del periodo, llegaba yo también a caer en las garras/los textos/la
redes de Culianu. Después, he leído del autor rumano cuanto libro suyo
encuentro, siguiendo su itinerario intelectual y sacando provecho, en la medida
de lo posible, de su brillante trabajo.
Hipótesis
de muerte
Mi
descubrimiento de Culianu se dio por la época en que lo asesinaron, en Chicago,
en mayo de 1991. El crimen fue todo un acontecimiento mediático: famoso
profesor de la Escuela de Divinidad de la
Universidad de Chicago ultimado de un tiro en la cabeza, en el baño de su facultad
(no puedo pensar en la expresión Divinity
School sin sonreír: ¿son posibles los estudios de 'divinidad"',
¿podemos graduamos en “divinidad”?) Durante la investigación policial hubo toda
suerte de rumores y pistas: ¿asunto de drogas? No, aunque había una misteriosa
llamada a Colombia en el registro de últimas llamadas hechas, lo que, quizás,
generó el chisme ¿Asunto sexual? ¿Homosexual? No. Culianu era un convencional
heterosexual que se iba a casar muy pronto por segunda ocasión ¿Un enemigo en
la escuela, colega o estudiante? No. Cierto que algunos de sus compañeros lo
miraban con suspicacia teórica y/o con envidia histórica, pero no para llegar
al asesinato fáctico. Bastaban los rumores en pasillos y congresos. Por otra
parte, entre sus estudiantes era un profesor apreciado y cercano, al que
invitaban a sus fiestas -y él acudía.
También
se habló de secretos mágicos revelados por Culianu, en tanto estudioso de antiguos
textos gnósticos, herméticos y renacentistas, y que le habrían acarreado la
muerte. Habría trabajado con dinamita esotérica que le explotó no en las manos
sino en la cabeza. Una teoría cautivante, de intriga novelesca a la Dumas o a
la Eco, pero imposible de resolver más allá del campo de la ficción. Por el
lado de la política también llegaron hipótesis: la más probable, que fuera
asesinado por los servicios de segundad de Rumania, su agitada patria, que en
1989 había visto el resquebrajamiento sangriento del régimen de Ceaucescu y su
supuesta transformación hacia la democracia, en la que Culianu, desde su exilio
occidental, participaba (escribió una serie de artículos de corte político en
publicaciones del exilio rumano, abogando más bien por el modelo de la democracia
occidental, aunque también sin demasiado entusiasmo. Hay en Culianu una queja
contra la modernidad y sus consecuentes degradaciones del símbolo, pero también
es cierto que acepta tal destino, y hasta con entusiasmo doméstico. Diversas
fuentes muestran a un Culianu encandilado por las posibilidades del consumismo,
feliz por la obtención de su green card,
al que le gustaba la Coca Cola y la pizza y ver por televisión la lucha libre).
Una
segunda hipótesis política del crimen atribuye el asesinato de Culianu a un
grupo de derecha de larga historia en la Rumania del siglo XX: la Guardia de
Hierro, de la que habría sido simpatizante (o militante. según las versiones más
venenosas) el gran mentor de Culianu, Mircea Eliade, el antonomástico
historiador de las religiones del siglo pasado, gloria nacional rumana en
permanente exilio. Los rumanos pueden enorgullecerse de una ilustre tradición
en el ámbito de los estudios de religión comparada y de historia de las
religiones. En el siglo XIX, como antecesor de Eliade, estuvo Alexander Csoma de
Koros con sus asedios filológicos y religiosos al budismo tibetano, Ya en el
siglo XX, sin duda el gran nombre es el de Eliade, como el gran patriarca de la
disciplina (desde una perspectiva mítica y psicologizante, con interpretaciones
arquetipistas al estilo Jung sobre la fenomenología religiosa). Después de él
están, como discípulos, lectores y amigos entre sí, Moshe Idel en los estudios
cabalísticos, y Culianu, vinculado más bien al gnosticismo, la magia
renacentista y el chamanismo (por cierto, se necesitaba de alguien muy especial
para decir algo nuevo en el campo de los estudios del misticismo hebreo,
dominado por el fulgor de Gelshom Scholem. Sin embargo, Moshe Idel lo logró).
Al
morir Eliade, Culianu quedó como encargado de los escritos académicos no
publicados. Entre los papeles que heredó había artículos juveniles de Eliade,
en apoyo a la Guardia de Hierro, que comprometían su prestigio. Había la
amenaza de que Culianu los diera a la luz pública, por lo que, según establece
la segunda hipótesis política, fue asesinado. En cualquier caso, se trata de un
crimen simple y neto: un solo disparo a poca distancia con un arma más bien
pequeña. Algo impecable (e implacable) Esta hipótesis, digna de un guión
político de Costa-Gavras, adolece del hecho de que el supuesto coqueteo filofascista
de Eliade ya era materia de conocimiento público y fue rebatido por el propio
Culianu, aunque parece que sin mucha convicción. Por su parte, Eliade guardó silencio
sobre su pasado; quizá demasiado silencio, pues nunca condenó el holocausto en
su patria. Incluso hubo una campaña de desprestigio hacia Eliade para evitar
que recibiera el Premio Nobel de Literatura, cuando se rumoraba sobre esto en
la década de los setenta. Matar a Culianu para que no revelara documentos
contundentes sobre las oscuras y juveniles filiaciones de Eliade resultaba bastante
absurdo, cuando ya se sabía mucho al respecto.
Fue
así como la muerte de Culianu generó muchos rumores. Hasta un psíquico o
clarividente afirmó que, mientras dormía, alguien asesinado se introducía en su
cuerpo y balbuceaba palabras. Su esposa, lejos de asustarse por el hecho, fue
más bien curiosa y decidió ordenar los balbuceos de su dormido esposo, por lo
que comenzó a hacerle preguntas y aquel espíritu a dar detalles del asesinato,
sin esclarecer la identidad exacta del criminal, pues era desconocida para el
difunto Tras las pistas brindadas por el fantasma incorporado en el mando en vanas
sesiones (extrañamente, el etéreo intruso se negaba a decir su propio nombre
-quizá ya lo había olvidado en su estado post
mortem-), el matrimonio averiguó la identidad del muerto, que resultó ser
Culianu. Entonces quisieron brindar ayuda a la policía, pero el asunto no fructificó.
No debemos reírnos tan a la ligera por esta acción, pues algunos policías
heterodoxos de pronto toman en cuenta la ayuda de ciertos psíquicos de
renombre. No todos los psíquicos son "la Paca” o Walter Mercado. Algo de
esto pasó en el asunto Culianu, ya que siguió siendo un caso sin resolver,
abierto a la duda y a la hipótesis, aunque, como ya dije, todo apunta al
asesinato político por parte del gobierno rumano post-Ceaucescu. Quién sabe...
Reforma
y Contrarreforma vs. Renacimiento
El
trabajo de Culianu es notable en el ámbito de la religión comparada. Formado en
Bucarest, se exilió en Italia. Desesperado por su situación económica, legal y
demás, propia de ciertos exiliados, intentó suicidarse, sin buen resultado. Se
repuso de su desesperación y comenzó una carrera académica ascendente, primero
en la propia Italia y después en Holanda, en Estados Unidos, en Francia. En
relativamente poco tiempo pasó de ser un pobre suicida fallido a un académico
triunfador e internacionalmente conocido, el discípulo y heredero de Mircea
Eliade (una trayectoria tan notable que alguien pensaría que hizo pacto con el
diablo...) Con su trabajo de gran calidad, independencia y espíritu de
renovación metodológica, Culianu no se limitó a ser un seguidor más de Eliade,
sino que logró dar un sello propio a su obra que lo distingue claramente de su
mentor. Porque tuvo el presentimiento de que moriría joven, según cuentan.
Culianu se dio prisa en trabajar y alcanzar el éxito académico y mundano. Murió
a los cuarenta y un años, dejando tras de sí una larga estela de publicaciones,
así como una leyenda a nivel personal.
Desde
su obra inicial, Eros y magia...
Culianu mostró un espíritu de interpretación más polémico que el de sus
maestros, donde la historia renacentista no se ve como antigualla cultural,
digna sólo del especialista, sino como una historia que todavía nos concierne a
todos, por sus consecuencias en términos de manipulación política y erótica,
imaginaria e ideológica. A pesar de la inevitable referencia a Eliade, a quien
admiró desde la juventud como a un héroe literario, no hay en Culianu una
visión arquetipista del fenómeno religioso. Lejos de privilegiar la
atemporalidad de lo sagrado, Culianu busca su imbricación en la historia, en la
sociedad, con sus mecanismos ideológicos, de poder erráticos, y toda suerte de
engranajes. Hace un rescate del poder gnoseológico de la facultad de la
imaginación, a la manera renacentista y romántica. No cae en las trampas del
historicismo ni del sociologismo ni del antropologismo para confrontar el hecho
religioso. Usa el pasado para entender el presente, así como las vías ocultas
por las que las mentes pueden ser manipuladas. En este sentido, la magia
renacentista, en algunas de sus aplicaciones, era un arte de la manipulación de
fantasmas colectivos e individuales, del establecimiento y ruptura de vínculos
(de ahí el gran interés de Culianu por Giordano Bruno. cuyos aspectos mágicos
estudió con ahínco). Para Culianu, el Renacimiento no es el inicio de la
modernidad, sino de alguna manera su antítesis, pues son la religión y la magia
las que dominan la cultura, y no la ciencia y la economía. Pese a sus
diferencias, la Reforma protestante y la Contrarreforma católica se unieron
para acabar con la cultura paganizante del Renacimiento. Las hogueras de brujas
y herejes son una muestra de esta cruzada interior y antipagana
Mientras
Eliade especula sobre los arquetipos que acechan desde el inconsciente colectivo,
Culianu, sobre todo después de Eros y
magia, busca más bien la base cognitiva de las creencias universales Se
acerca a la historia basado en la teoría de la información, explicando la
similitud de muchos mitos alrededor del mundo en términos de que la mente
humana sigue los mismos patrones mentales binarios y universales, de que existe
una unidad de las operaciones de la mente humana.
El
libro más representativo de este acercamiento de base cognitiva y de teorías de
la "cuarta dimensión" al
hecho religioso es Out of this World.
Otherworldly Journeys from Gilgamesh to Albert Einstein (1990), traducido
al español como Más allá de este mundo. Paraísos,
purgatorios e infiernos: un viaje a través de las culturas religiosas (1993).
En este libro, lo sagrado no es algo sobrenatural, interno o místico, sino que
está vinculado a la física moderna y a las ciencias cognitivas. Por ejemplo,
las teorías del hiperespacio permiten pensar la multidimensionalidad del mundo.
Vivimos como peces en un estanque, afectados por fuerzas desconocidas en mundos
paralelos, más allá, de la superficie del agua, incapaces de comprenderlas
completamente, como el pez sobre lo que ocurre más allá de su estanque. No se
trata de que realidades fantásticas aniden en la mente, sino que el mundo real
es él mismo fantástico y multidimensional y lo que hace la mente es
descubrirlo, “accesarlo” (para usar este
horrible neologismo informático), activarlo, programarlo.
De
Bruno a Wittgenstein (pasando por Borges)
Metodológicamente,
Culianu ha sido visto como un “enciclopedista comparativo” por trabajar tanto
la evolución de una particular tradición religiosa (v.g. hermetismo,
gnosticismo) como, al mismo tiempo, el trabajo comparativo de similitudes y
diferencias, según periodos, con otras corrientes de lo misma época. En términos
estructuralistas, mezcla diacronía y sincronía, sobre la base de una sólida erudición
en varias lenguas vivas y muertas, buscando establecer “yuxtaposiciones fulgurantes” en la cultura, lo que remite al método
de las “constelaciones” de Walter
Benjamín al estudiar la historia, las ideas y la literatura. ¿Será que tamo en
Culianu como en Benjamín anidaba parecida aspiración hermenéutica, sobre la
base de un romanticismo soterrado?
Para
Culianu, el cambio histórico se produce por mutación, no por evolución, a veces
conducido por fuerzas ocultas a los actores del momento, y sólo después
vislumbradas por el historiador. Es la suya una visión cuántica de la historia,
en donde las impresiones culturales se suceden en continuos enlazamientos y
rechazos, hasta que sobrevienen colapsos. Es en esos momentos coyunturales
cuando pueden verse mejor los procesos más profundos que operan en la historia.
Durante tales convulsiones, los diversos sistemas de pensamiento se revelan, funcionando
cada uno casi como un objeto exterior que cruza nuestro espacio cultural en una
forma aparentemente desconectada, en la que sin embargo hay una lógica oculta
que puede descubrirse. La discontinuidad es característica de la cultura: por
ejemplo, no hay continuidad entre alquimia y química, o entre astrología y astronomía,
una no es una versión más refinada y “progresista”
de la otra, sino que cada una es un sistema de pensamiento diferente y
discontinuo con respecto a la otra, y pueden convivir al mismo tiempo en
niveles distintos de la comunidad hermenéutica.
En
cierta forma, Culianu extiende la teoría de los “juegos de lenguaje” de Wittgenstein al ámbito de la cultura y la
historia, en una suerte de “juegos de
cultura”: los procesos subyacentes o juegos de la colectividad siguen leyes
lógicas en medio del aparente azar cotidiano, modelando algunos elementos humanos
e históricos a niveles más profundos, en una larga secuencia de elecciones
binarias. Esto genera una cierta predictibilidad, un cierto orden subterráneo
en la historia, lo que no generó mucha confianza en algunos de sus colegas. De
hecho, éstos criticaron su progresiva falta de distancia crítica, su
involucramiento demasiado personal en los temas de investigación. A fuerza de
estudiar al mago Bruno, Culianu se convirtió en Bruno mismo, pasando en uno y
otro sentidos de la magia y la religión a la política y a la historia, en una
especie de talentoso malabarismo cultural. Como Bruno, también tendría un
trágico fin, un “ajusticiamiento” proveniente
de la sociedad (la Iglesia y el aparato de seguridad nacional: inquisiciones
ambas, una religiosa; la otra política).
Esta
puesta en duda de la objetividad crítica llevó a Culianu a buscar lectores más
allá del espacio universitario, lo que explica sus ambiciones y proyectos literarios.
Publico una colección de cuentos, The Emerald
Collection, y parece que se deslizaba cada vez más hacia la escritura de
ficción fantástica, no en balde su gran admiración por Borges, cuya perspectiva
recupera en Más allá de este mundo).
En este sentido, Culianu tenía a Eliade como un gran maestro en combinar el
trabajo académico y la creación literaria (realista y fantástica), de forma tal
que algunos de sus textos contribuyen a una más profunda comprensión de ciertas
estructuras religiosas, o bien parten de fuentes temáticas de su material de
estudioso cultural. Eliade fue un gran investigador académico al tiempo que un
buen escritor, aspecto este último poco conocido, sobre todo en el ámbito de la
literatura fantástica, con títulos como Medianoche
en Serampor, La señorita Cristiana
y Diecinueve rosas. En Eliade, la
investigación y la creación literaria van juntas. De haber seguido vivo,
Culianu seguramente habría robustecido su creación literaria encaminada hacia
lo fantástico, sin abandonar del todo la escritura ensayística y académica,
como han hecho autores literarios provenientes de la academia, al estilo de
Umberto Eco, Susan Sontag y Julia Kristeva.
Sin
importar lo que Culianu hubiera escrito y limitándonos a lo que efectivamente
escribió tenemos un enorme tesoro de lectura que descubrir, gozar y pensar.
Cualquiera que esté interesado en el fenómeno religioso en sentido riguroso, al
tiempo que innovador y provocativo, debe pasar por los libros de Culianu.
PD:
si además de leer a Culianu en algunos de los libros mencionados, quiere leerse
sobre él, para un vistazo general recomiendo a los anglolectores el libro Eros, Magic, and the Murder of Professor
Culianu, de Ted Antón (1996) [Hay traducción española: El asesinato del profesor Culianu (Siruela, 1997).]
José Ricardo Chaves, La Jornada Semanal, 30 de
julio del 2000
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