miércoles, 27 de febrero de 2008

La educación de Gargantúa

Respecto a Aprendizaje y heroísmo de Eugenio d´Ors.

CAPÍTULO XXIII
CÓMO GARGANTÚA FUE SOMETIDO POR PONÓCRATES A UNA DISCIPLINA QUE LE HACÍA APROVECHAR TODAS LAS HORAS DEL DÍA.

Cuando Ponócrates conoció la viciosa manera de vivir de Gargantúa, decidió educarlo de otra manera... para comenzar su labor con más acierto suplicó a un sabio médico de aquellos tiempo, llamado Teodo, que le indicara, a ser posible, lo mejor para llevar a Gargantúa al nuevo camino....
Con el fin de lograr mejor su propósito, le proporcionó la compañía de gentes cultas, que aguijaban su ingenio y le estimulaban el amor al estudio.
Después le hizo tal plan de trabajo, que no le permitía dejar de aprovechar ni una sola hora del día. Todo su tiempo lo dedicaba a las letras y al honesto saber.
....
A los comienzos se leían gratas historias de antiguas proezas, hasta que llegaba el momento de beber vino; entonces, si les parecía bien, continuaban la lectura, y si no, discutían alegremente sobre la virtud, propiedad, eficacia y naturaleza de todo lo que les iba sirviendo: el pan, el vino, el agua, la sal, las carnes, los pescados, las frutas, las verduras, las uvas y las composiciones de todo ello. Por ese medio aprendió en poco tiempo los pasajes con esto relacionados de Plinio, Ateneo, Dioscórides, Julio Polux, Galeno, Porfirio, Oppiano, Polibio, Heliodoro, Aristóteles, Elian y otros. Luego hacía traer la mesa, con frecuencia, para mayor seguridad, los libros y comprobaban las citas, aún cuando su memoria retenía perfectamente las citas, aún cuando su memoria, retenía perfectamente estas nociones, con tal precisión que ningún médico de entonces le hubiera igualado
.....
En plena noche, antes de retirarse, salían al lugar más descubierto para examinar el cielo; veían los cometas, si los había, y las figuras, situaciones, aspectos, oposiciones y conjunciones de los astros.
Después con su preceptor, recapitulaba brevemente, a la manera de los antiguos pitagóricos, cuanto había leído, aprendiendo, hecho y escuchado todo el día.
Por último rogaba a Dios creador, adorándole, ratificándole su fe y glorificándole su fe y glorificándole por su inmensa bondad; y dándole gracias por todo lo pasado, se recomendaba a su divina clemencia para el provenir.
Hecho esto, se entregaba al reposo. "

Para leer el comentario que Auerbach realizó en su libro Mímesis sobre Gargantúa, pinchar aquí. Cortesía de Zápiro.

7 comentarios:

Zápiro dijo...

Todo un programa espiritual, sí señor. Me conformaría con que el programa de cualquier partido fuera una cuartilla con ese texto. Le votaría a ciegas.

La cita de Auerbach, como te comenté el otro día, buscaba la polémica, pues presentaba el otro lado del Pantagruel. El lado transgresor, la apertura a nuevos mundos, más allá de los antiguos saberes. Hay mucho que decir, y sin duda la clave está en la memoria, la memoria del pasado... Ese instrumento imprescindible del espíritu, que sin embargo a veces impone sobre la moral su sesgo más fascista... Nunca recordamos las cosas tal como fueron. Las recordamos según las recordamos la última vez que las recordamos. La mejor representación de un recuerdo son las fotografías: una realidad plana, bidimensional y con perspectiva única. Esa es la visión del pasado que se acaba imponiendo en los espíritus, y es ciertamente una visión muy poco manejable en términos políticos o sociales.

Te digo todo esto, que no sé si he sabido conectar con el tema principal, recordando nuestra conversación del otro día en torno a tu entrada de d'Ors, la educación, el ejemplo de Rabelais y el contraejemplo de Rousseau. Y respecto a tu comentario, sin duda certero, de que el gran error de la revolución francesa fue querer destruir el pasado.

Lo que pretendo insinuar es que, sin esa "espurna" espìritual, de querer combatir "la memoria" (es decir, la memoria parcial y fotográfica, impuesta como moral por el Antiguo Régimen), quizá no se habría tenido la fuerza necesaria para derrocar un régimen a todas luces injusto.

Don Cogito dijo...

Gracias por tu respuesta...

hombre...a mi la apertura a nuevos mundos de Pantagruel, su lado transgresor es ese algo pagano que dice Auerbach...pero ese paganismo sólo puede ser considerado transgresor desde un perspectiva cristiana. El paganismo se basa en una concepción ciclica del tiempo, y por lo tanto toda idea de transgresión es ajena a su naturaleza... más que memoria lo que pide el paganismo (y en eso , en un gran parte el cristianismo) es TRADICIÓN. Lo que intenta romper Rousseau y sus secuaces y la Revolución es justamente eso.
Las revoluciones anteriores a 1789 buscaban recomponer, restaurar...nunca crear un modelo nuevo "ex nihilo"...pero vamos este es debate con muchas ramifcaiones, largo y prolijo....yo diría que es casi EL debate...

Te vuelvo a agradecer tu intervención

Zápiro dijo...

Desde luego, toda transgresión solo es tal desde el punto de vista de lo transgredido. De todos modos, disculparás mi ignorancia, pero no termino de ver clara tu ecuación: paganismo / tiempo cíclico / naturaleza no transgresora. Es sabido que precisamente una cultura pagana como la helénica trabajó y representó el principio de transgresión, por ejemplo al delinear las fronteras entre la polis y el bosque. Traspasar/transgredir esas fronteras significaba entrar en los reinos de Dionisio, y de sus descompuestas y folloneras bacantes...

Pero ya sé que esto suena muy nietzscheano, y que por ese lado (como en tantos) no hay manera de cogerte...

salut¡

Don Cogito dijo...

hombre Nietszche es muy griego... y del propio Nietszche es la conceptualización del espiritu griego dentro de una dialectica entre Apolo y Dionisos. Sobre este tema que tratamos hay un libro buenísimo de uno de los amigos del filósofo alemán: Psique de Edwin Rohde. En el podras ver esa relación.

Saludos

Zápiro dijo...

Nietzsche, Rohde, tiempo circular... coño, claro! ¡Las camas redondas que se montaban con la Salomé! Vale, vale, ahora lo he entendido.

Don Cogito dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Don Cogito dijo...

...me alegro..
...también es interesante El mito del eterno retorno de Mircea Eliade.

Gracias por tu interés