Entrevista
a Philip Levine, poeta estadounidense
“El
poeta tiene la misión de decir la verdad entre tantas mentiras”
Philip
Levine (Detroit, 1928), uno de los poetas más celebrados en Estados Unidos,
participó ayer en los encuentros que organiza el Instituto de Estudios
Norteamericanos. Josep Massot (Barcelona).
-El
desconocimiento de la poesía contemporánea de EE.UU. fue lo primero que lamentó
el nuevo poeta laureado. Brodsky...
-¡Olvídese
de lo que dijo Brodsky! Él sabe muy poco, si no nada, de poesía norteamericana:
él mismo traduce sus poemas al inglés. Es un incompetente. En sus temas parece
tonto y en la forma de ejecutarlo, infantil. Siempre vamos al Este a encontrar
a un hombre blanco para que sea poeta laureado, pero nunca llegamos suficientemente
al Este.
-¿Puede
dibujar un panorama de lo que se hace allí?
.
-Hay una escuela que deriva de Whitman; otra, de la escuela británica del XVII;
otra más mantiene la escuela de Pound. Pero la que sigue teniendo una
influencia más intensa es la de W. C. Williams. Claro que unos y otros no se
hablan, y esto es saludable. Pero hay otras, que representan el carácter
étnico, como la poesía chicana, la “spanglish”, la africana y la feminista.
Para los que no hacemos poesía suburbana, hay una influencia creciente de Paz,
Vallejo, Milosz, poetas chinos...
-Usted
dice que está intentando traspasar al inglés lo que hacía Machado, ¿qué le
interesa de él?
-Lo
que me interesa de Machado es la pureza de la dicción, la simplicidad del
mensaje y una musicalidad que no se encierra en sí misma. Yo no vivo en el
mismo mundo que vivía el, pero en muchos de sus poemas vuelve a los lugares de
su pasado, casas en que vivió, y las encuentra cambiadas; un cambio es una
espina en el corazón. Para un americano de 63 años es imposible volver a las
casas que habitó, ya no existen.
-¿Poesía
de la memoria?
-Sí,
veo al mundo desapareciendo delante de mí. Una de mis funciones es la de
rescatar gentes y lugares de la destrucción del tiempo.
-Al
contrario, pues, que Whitman, que cantaba el progreso.
-Porque
Whitman era hijo del siglo XIX. Vio el tren como un símbolo de progreso y no
hubiera podido ni soñar que estos trenes llevarían las tropas a matar indios.
Hubiera alabado el avión, pero si hubiera vivido suficiente tiempo, ¿qué
hubiera dicho de Guernica, de Hiroshima? Yo he vivido más tiempo y no puedo
tener su optimismo.
-¿Niega,
pues, el futuro?
-Sugiero
la revisión del uso de la tecnología. Puede llevar a la destrucción y, también,
tengo 63 años y sin ciencia estaría bajo tierra.
-¿Qué
papel desempeña el poeta en EE.UU.?
-Mientras
venía en el avión, leía un diálogo entre Gore Vidal y Norman Mailer. Vidal
decía que la frase “famoso escritor
americano” no tenía sentido. Madonna, Bush, las estrellas del rock, son
famosos, ni siquiera Norman Mailer.
-La
poesía como género, ¿tiende a desaparecer, porque el cine, la novela han
vampirizado sus registros?
-No.
Creo que han cambiado la poesía, pero también la han enriquecido. La poesía
toma prestadas técnicas del cine, la idea de dos narraciones que van una al
lado de otra, la idea de interrupciones repentinas, del montaje. Ahora ya no
tendemos a escribir tanta poesía narrativa como hacíamos antes y la poesía es
más interna, se ha revisado la calidad de la poesía.
-Tras
la beat generation, ¿hay, pues, una
vuelta al rigor formal?
-La
falta de rigor en los beat es verdad
si hablamos de los clowns, de los
poetas de segunda fila. Si hablamos de los mejores, como Ginsberg o Gary
Snyder, estamos hablando de una poesía muy artística y muy sofisticada. Si hablamos
de Ferlinghetti, de incompetencia.
-¿Tiene
futuro la poesía?
-Cuando
en mi país todos los ciudadanos están inundados por mentiras, por la política,
por ministros de todas la iglesias, los diarios, la televisión, alguien ha de
rescatar la lengua, devolverle la precisión, decir la verdad, acordarse de que
es precisamente el lenguaje lo que nos hace humanos y ser testigos de lo que
realmente está pasando.
-Antes
se dividía la literatura americana en “rostros
pálidos” (James, Pound) y “pieles
rojas” (Whitman, Williams). ¿Y ahora?
-Ahora
se divide entre “lo cocido y lo crudo”. Ginsberg es el rey de los poetas
crudos, todo parece fácil. El rey de los “cocidos”,
muy culto, extremadamente formal, difícil de penetrar, era Robert Lowell.
-¿Más
que Stevens?
-Stevens
sería “muy hecho”. Por la perfección
de la superficie.
-¿Y
usted?
-¿Yo?
“Al dente”.
La Vanguardia,
6 de junio de 1991, p. 50
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