sábado, 25 de enero de 2025

Josep Ramoneda entrevista a Leszek Kołakowski (El noticiario universal, 18 de octubre de 1980)

 


Polaco y filósofo es uno de los apoyos que el movimiento democrático tiene en el exterior

Kołakowski: “En Polonia, el comunismo jamás ha conseguido imponer el sistema totalitario en su forma más perfecta

JOSEP RAMONEDA

Estamos en una auténtica feria de la palabra. No cesamos de arrojarnos palabras unos contra otros. Y ya nada quiere decir nada. Todo son palabras viejas que poco tienen que ver con las gentes y las cosas nuevas.

-Pero esto puede ser bueno...

-Sí, posiblemente. A condición de que salgan ideas nuevas.

Leszek Kołakowski[1], 53 años, polaco, filósofo, es uno de los apoyos que el movimiento democrático de Polonia tiene en el exterior. Profesor de Filosofía de la Universidad de Varsovia, se formó en el marxismo institucional de los años cincuenta y su reacción crítica ante la pobreza de la doctrina oficial le hizo jugar un papel importante en el «octubre polaco» de 1956. Como filósofo, su marxismo crítico se abrió paulatinamente a nuevas influencias: la huella del Kantismo, del Liberalismo y del Existencialismo se irán dejando sentir en un proceso de moralización del discurso. Los años sesenta fueron para Kołakowski los que determinaron el exilio. Expulsado del partido y de su cátedra en la Universidad de Varsovia, empezó en Montreal un peregrinaje por distintas universidades extranjeras. Siempre con la vista puesta en el acontecer de su país. Su obra escrita hará que se le reconozca como uno de los más fértiles herejes del marxismo. De entre sus textos, quizás los más divulgados entre nosotros seán El racionalismo como ideología y El hombre sin alternativa.

En la quietud del College de Oxford

Hoy, en la quietud del All Souls College de Oxford, donde los estudiantes circulan en bicicleta para que el ruido no distraiga el estudio, Kołakowski, cuya mirada plácida pero profunda y potente no concuerda con un aire cansino de vejez prematura que arrastra su cuerpo, asegura que estos recintos de una de las universidades más tradicionales no son insensibles a los cambios del mundo.

-Sí, también aquí se vive el profundo desasosiego ideológico que hay en todas partes.

Por la ventana de su espacioso pero frío despacho (la austeridad es norma en Oxford) sólo entra silencio. El césped del patio central está meticulosamente recortado por un jardinero que debe aspirar, como todos, a que el suyo sea el mejor tapiz de Oxford. Y sin más, como queriéndome convencer de que el mundanal ruido está cerca, Kołakowski se pone a hablar de Polonia. Quizá, para él, una de las pocas esperanzas para salir del desconcierto, para acabar con la feria del lenguaje.

-En este momento la cuestión que mucha gente se plantea es la siguiente: en Polonia ha habido algunos cambios como consecuencia del importante movimiento huelguístico, ¿estos cambios son verdaderamente importantes? ¿Qué límites tienen?

-Bien, en mi opinión -y creo que es un criterio muy compartido- en Polonia se han producido los hechos más importantes en toda la historia de la resistencia social en los países comunistas europeos después de la Guerra. ¿Por qué? Porque por primera vez los obreros de un país del Este han demostrado no solamente que se pueden organizar admirablemente, que son capaces de mantener la más absoluta disciplina en su acción, sin dar el menor pretexto a la utilización de la fuerza por el Gobierno, sino que, además, han alcanzado la conciencia clara de que la catástrofe económica en la que Polonia se estaba precipitando en los últimos años no puede ser evitada sin cambios políticos profundos. Es lo que la oposición democrática antitotalitaria ha venido preconizando desde hace muchos años: no hay maniobra puramente económica capaz de restablecer la situación en nuestro país. Son necesarios profundos cambios políticos en sentido democrático que den a la población cauces para intervenir en las cosas públicas de manera que se acabe de una vez con el reino de la mentira que preside hoy en día la política oficial polaca: que se dé a la gente información verdadera y honesta. Lo que se está dibujando, por tanto, es un movimiento de reconstrucción en el interior de un sistema que en principio es totalitario, pero que es ineficazmente totalitario.

Comparación con los últimos años de Franco

-¿Ineficazmente totalitario?

-Sí, usted puede entender perfectamente lo que quiero decir con ello: la comparación con los últimos años de Franco se impone, ¿verdad? Era también un sistema totalitario que había dejado de funcionar, que estaba lleno de debilidades, que había perdido toda eficacia. Quiero añadir, además, que muchos de mis amigos de la oposición democrática polaca se están interesando por el proceso pacífico que España ha vivido de transición de un sistema totalitario a un sistema democrático, porque aunque la analogía fácilmente sería abusiva, sin duda se pueden aprender muchas enseñanzas de su experiencia. Aunque, repito, los casos son muy distintos. No olvide que nosotros finalmente, no somos un país soberano. Tenemos un Estado, lo cual es muy importante, pero estamos a la sombra eterna del imperialismo soviético.

-¿Eterna?

-Es una expresión. No quiero decir que dure eternamente: la palabra no es exacta. Simplemente quiero decir que desde la guerra estamos bajo la sombra constante, bajo la amenaza constante del imperialismo soviético.

-Por un lado es evidente que los cambios políticos que los trabajadores polacos reivindican no son los que se han producido hasta ahora...

-¡Ah!, por supuesto, es evidente que no. Los trabajadores en ningún momento han pedido cambios personales. Cuando empezaron a sustituir a los dirigentes más odiosos, los trabajadores dijeron: «este no es nuestro problema». Poco importa el nombre de los que ocupan los despachos. No se trata de que se reemplace a un secretarlo por otro. Lo que pedimos son cambios institucionales, y no un movimiento de carrusel en los niveles superiores del aparato político.

Salida política del actual conflicto

-Toda posible salida política del actual conflicto plantea problemas importantes: de un lado, la cuestión del socialismo; del otro, la Unión Soviética...

-Mire usted, no se puede utilizar la palabra socialismo sin definirla, porque finalmente cada cual le pone el contenido que quiere. Para la Europa del Este, el socialismo es el sovietismo, a saber, un sistema de opresión, totalitario en intención. Es decir, un sistema que tiene una tendencia innata a destruir completamente toda forma de lo que se llama tradicionalmente la sociedad civil, la cristalización orgánica de la sociedad independientemente del Estado. Esto es lo que el totalitarismo intenta destruir a todo precio. No deja otras formas de vida social que aquellas que han sido impuestas por el Estado. En Polonia, el comunismo jamás ha conseguido imponer el sistema totalitario en su forma perfecta. Por lo menos dos instituciones han mantenido una existencia sin dejarse estatizar...

-La Iglesia y...

-El campesinado. El campesino no ha sido una fuerza política, pero es una clase muy extensa que se ha mantenido económicamente independiente del Estado. Por tanto, desde este punto de vista se ha mantenido un cierto pluralismo económico. Por otra parte, el pluralismo cultural y político en cierta medida, Jamás ha dejado de existir, a pesar de todas las persecuciones, gracias, fundamentalmente, a la Iglesia, que ha sido la gran fuerza no nacionalizada y que ahora emerge como la única autoridad moral reconocida en todo el país. En consecuencia, lo que quiero señalar es que en Polonia ha habido las condiciones para la reconstrucción de la sociedad civil en situación mucho más ventajosa que en los otros países en que el totalitarismo ha operado de una manera mucho más eficaz. La reconstrucción de unos sindicatos obreros independientes del Estado es evidentemente una contribución fundamental. Y no la única. Porque las victorias que se han conseguido han impulsado cambios en otros terrenos: hay un movimiento cultural bastante fuerte en la perspectiva de construir instituciones culturales independientes y conseguir, si no la abolición, por lo menos una limitación importante de la censura.

Dudas sobre las victorias

-¿Estas victorias usted las da como definitivamente conseguidas?

-Este es el problema, sin duda. No creo que sea necesario que señale que hay una tendencia muy fuerte en el aparato del partido (sin hablar de la Policía Secreta que tiene un poder de primer orden en el país) que hará todo lo posible para reducir a la nada estas conquistas, para que las nuevas instituciones queden en una ficción de papel. Es, por tanto, difícil de prever lo que va a pasar. El mantenimiento de lo que se ha conseguido depende exclusivamente de la presión continuada que haga la sociedad. El Gobierno y el aparato del partido están sin duda en una situación precaria. Han tenido que hacer concesiones muy a pesar suyo. Que no pueden revocarlas inmediatamente, porque la presión continúa. Parece que son conscientes de que una grave situación económica exige un clima de cooperación con la población, un clima de confianza que había sido completamente destruido por los gobernantes polacos. El equipo que gobernaba Polonia últimamente había perdido toda su credibilidad: nadie les creía, incluso cuando por casualidad decían la verdad. Había un justificado clima de desconfianza y de hostilidad que bacía imposible cualquier maniobra económica. Todo estaba paralizado: no sólo por los enormes errores de planificación que el Gobierno ha cometido, sino también por mi sentimiento de inmovilidad general. El Gobierno sabe que no puede salir del desastre sin recuperar un cierto grado de legitimidad. Pero, de otra parte, no quiere perder las riendas del poder. Es difícil prever, hasta dónde se llegará, pero todo depende de la presión pacifica...

La hipótesis de la invasión

-Y de la paciencia del Kremlin. Porque la invasión es una hipótesis que no se puede descartar...

-Desgraciadamente, no. Ciertamente la invasión sería inmediata en dos casos: que el Partido perdiera totalmente el control de la situación o que los dirigentes del partido siguieran la onda del movimiento sindical y de alguna forma asumieran los presupuestos de éste...

-Lo que hizo Dubček en Checoslovaquia…

-Sí. Pero hasta el momento presente ninguna de las dos hipótesis se ha dado. Por consiguiente, yo estoy seguro de que están inquietos, pero no creo que la situación haya ido tan lejos como para que se arriesguen a invadir. En fin, son especulaciones. No estamos en sus cabezas.

-El problema es que el fantasma de la invasión reduce enormemente las posibilidades de salida política del movimiento, porque finalmente se sabe que hay unos límites que no se pueden pasar, de lo contrario entrarán los tanques...

-Los polacos son muy conscientes de que este movimiento de resistencia tiene que desarrollarse dentro de unos límites. Nosotros solos no tenemos medios para reconquistar la independencia o para acabar con la dictadura comunista. En este momento, no podemos pensar en ello. Pero lo que podamos conseguir dentro de este sistema es importante. Somos conscientes de nuestra situación, todos sabemos que «el gran hermano» está allí con sus tanques: hay que ser prudentes. Pero quiero decir algo muy importante: nosotros no conocemos «a priori» los límites de lo que este sistema puede digerir. No hay una línea que no se pueda pasar. Hay que probar. Hay que ir avanzando paso a paso, sin romper nada, pero sin pararse, mientras se pueda seguir avanzando. Si renunciamos de antemano estamos perdidos. Antes de estos últimos acontecimientos, ya hemos tenido en Polonia algunas experiencias insólitas en el mundo comunista. Había, por ejemplo, más de treinta publicaciones periódicas, consideradas ilegales por el gobierno, pero que de una u otra forma circulaban, a pesar de las detenciones, procesos, etc. Ha habido grupos de oposición abierta, con portavoces que daban la cara. Hay cursos universitarios paralelos, en las casas privadas, sobre los temas que en los centros oficiales son particularmente falseados: la historia, la economía política, etc. La misma existencia de la Iglesia independiente del Estado era ya una afrenta para el sistema. En las categorías de totalitarismo esto no podía ser, pero de cualquier forma era. ¿Los sindicatos obreros, es demasiado? ¿Por qué? Ya veremos. Lo que no se puede hacer es renunciar antes de probar.

El papel de los poderes occidentales

-Los polacos, no creo que puedan esperar tampoco gran cosa de los poderes occidentales...

-No. En todos los países del Este que han sido incorporados forzosamente al imperio soviético hay un sentimiento profundo de que la Europa del Este fue vendida en Yalta. Y por tanto no esperamos gran cosa de Occidente. Sabemos que los gobiernos occidentales tienen miedo de cualquier movilización en los países del Este porque temen que desestabilice la situación, que provoque riesgos en el sistema de seguridad europea. En consecuencia, actúan con pánico. Lo único que hacen es conceder algunos créditos a los gobiernos del Este para que puedan solventar sus dificultades. Y creo que es una política errónea, a corto plazo. Los países occidentales no pueden prever estas crisis, lo único que saben es que se producirán periódicamente mientras entre los ciudadanos del este se mantenga la convicción de que han sido arrancados de su medio histórico natural para ser Incorporados a la fuerza a un Imperio nuevo. Estas crisis se reproducirán en condiciones que nadie controla y con consecuencias que nadie puede prever. De forma que se ha convertido en una zona peligrosa, potencialmente explosiva. El Oeste no puede hacer nada por cambiar esto: sería importante que tuviesen una perspectiva estratégica sobre el tema. Y no la tienen.

-Incluso la izquierda europea no parece muy cómoda con estos movimientos.

-En absoluto. Sin hablar de los comunistas para los que es demasiado desagradable tener que pronunciarse sobre estos acontecimientos. Y lo hacen en los términos más vagos posibles. Incluso el movimiento socialista democrático se siente incómodo: no saben qué hacer con todo esto. Declaran su solidaridad con los obreros, pero no tienen ninguna idea estratégica de cómo reaccionar ante acontecimientos de este tipo. ¿Cómo se podría cambiar este sistema de seguridad europea, que ha hecho posible que Europa no tuviera guerra en los últimos treinta y cinco años, a cambio de que todo un sector de Europa se sienta sometida a un poder extraño?

El significado de la palabra socialismo

-Desde mediados del siglo pasado los obreros han luchado con la perspectiva del socialismo, después de Checoeslovaquia, después de Polonia, ¿el socialismo ha desaparecido del horizonte?

-Una vez más depende de la significación de la palabra socialismo. Y no hay ninguna significación universalmente admitida. Es cierto, que en ningún país la idea del socialismo ha sido tan desacreditada, tan cubierta de porquería, como en los países comunistas. Si se echa una mirada al movimiento socialista europeo, yo no diría nunca que los valores sobre los que se construyó a partir de los años treinta del siglo XIX la idea del socialismo hayan muerto. Hay en la tradición socialista ideas y valores que siguen siendo válidos. Pero no creo que estas ideas en el momento en que estamos, en el desasosiego ideológico en que nos encontramos, sean suficientes para precisar lo que puede y debe ser una sociedad socialista y democrática real. Se repiten viejos eslogans que cada día tienen menos sentido. Si se opera con la oposición rígida clásica capitalismo/socialismo, comodas antítesis totalmente distintas e irreconciliables, como hacen los comunistas y algunos socialistas, llegamos necesariamente a la conclusión de que hay que construir una sociedad que no será la continuación de la sociedad existente sino su negación total. Lo que conduce a la idea totalitaria. Si socialismo quiere decir economía sin dinero, sin mercado, con todo nacionalizado, equivale a sistema totalitario. La nacionalización total quiere decir la nacionalización de los individuos: hacer de todos los hombres una propiedad del Estado. Si el socialismo es esto, lo rechazo totalmente.

Yo creo que el socialismo es un conjunto de valores que sólo se pueden realizar a partir de compromisos. Creo que es una fantasía izquierdista decir que tendremos una sociedad en que todo será planificado y todo será espontáneo a la vez, que habrá la planificación total y la libertad absoluta. Esto no lo veremos nunca: es imposible.

La Iglesia y el viaje del Papa

-El papel de la Iglesia católica: ¿El viaje del Papa ha sido tan importante como se dice...?

-Ha sido muy importante en el plano psicológico: fue una demostración escandalosamente clara de quién era el «dueño de las almas» en Polonia. Fue la pérdida total de la autoridad del partido. Se vio que en el país la autoridad moral estaba en otra parte. Y esto ha sido muy importante. La Iglesia católica polaca ha sido criticada muchas veces por su conservadurismo. Y es cierto que históricamente ha habido cierta ambigüedad. Por una parte, puesto que la conciencia católica y la conciencia nacional se han identificado durante muchos años, la Iglesia ha sido especialmente en el período de la partición de Polonia, una de las fuerzas que más ha contribuido a conservar la conciencia nacional. De otra parte, ciertamente ha mantenido largo tiempo estructuras de pensamiento muy osificadas. A veces pienso que quizá si no hubiera sido tan rígida hubiera tenido mayores dificultades para cumplir esta importante misión de mantener viva la conciencia nacional. Después de la guerra se produjeron cambios significativos en la Iglesia: cambios que la han hecho mucho más abierta tanto en el terreno social como filosófico, mucho más sensible a los problemas actuales. Como usted sabe los obispos polacos jugaron un papel considerable en el Concilio. Ahora, la Iglesia es una fuerza central en la conciencia de los polacos.

-Pero ciertamente el talante conservador y moralmente rígido que Juan Pablo II ha dado a su pontificado, hace que para muchos resulte sospechoso su papel respecto a Polonia...

-Quizás el conservadurismo que se le atribuye sea sobre todo en el terreno sexual: matrimonio, divorcio, aborto, etc. No creo que en estas cuestiones diga nada nuevo ni diferente respecto a lo que ha dicho la Iglesia hasta ahora: hay aquí cuestiones teológicas sobre las que no voy a opinar porque no soy competente. Pero creo que el Papa se ha mostrado mucho más sensible a los problemas sociales que sus antecesores: comprende el problema gigantesco de la miseria, de la opresión y de la injusticia, como hemos podido ver en sus viajes a Méjico y Brasil.

-La cuestión del «contagio»: ¿hay para la Unión Soviética un peligro real de que los acontecimientos de Polonia produzcan efectos sobre los otros países del Este?

-No creo que esto pueda acontecer de inmediato, como aplicación directa de la experiencia polaca. Pero a largo plazo habrá repercusiones: se ha demostrado a todo el mundo que un movimiento obrero en un país comunista puede organizarse, puede llevar a cabo movilizaciones importantes y puede arrancar concesiones significativas. Por consiguiente, se ha abierto un camino...

La Tercera Guerra Mundial

-Den Xiao Ping ha dicho a Oriana Fallaci que la Tercera Guerra Mundial es inevitable a causa del expansionismo soviético. ¿Está usted de acuerdo con esta apreciación?

-No. Es decir, no creo que la guerra sea inevitable, aunque, desgraciadamente, es posible. Yo diría que el expansionismo soviético hace la guerra más probable. Pero los soviéticos no están locos: no quieren la guerra mundial. Creen que pueden ir conquistando regiones del mundo una a una, a medida que se vaya debilitando la resistencia occidental. El peligro es que hagan cálculos falsos. Es lo que pasó con Hitler: después de haber conquistado Austria y Checoeslovaquia sin grandes consecuencias, tenía razones para creer que podía hacerse también con Polonia sin que tuviera que pasar nada especial: calculó mal, esta vez los otros países reaccionaron. Los soviéticos pueden calcular mal también. Y entonces sería la guerra. En consecuencia, la manifestación de una cierta voluntad de resistencia por parte de Occidente sería una contribución a la paz.

-Hoy se está hablando más del imperialismo soviético que del imperialismo americano...

-Porque éste es un imperialismo a la defensiva.

El noticiario universal, 18 de octubre 1980, pp. 8-9.



[1] (1) La editora española «Alianza Editorial» tiene previsto publicar en breve uno de sus trabajos filosóficos.

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