jueves, 3 de julio de 2008

"Brabisimo!"

Mucho tiempo ha que San Buenaventura enseñaba la delectatio. Docere et delectare: el arte se propuso durante mucho tiempo como fin tanto instruir al espíritu cuanto hacer gozar a los sentidos.
Parece que la obra contemporánea desempeña otro registro muy diferente el que juega. El tiempo del disgusto ha reemplazado a la edad del gusto. Exhibiciones del cuerpo, desacralización, rebajamiento de sus funciones y de sus apariencias, morphings y deformaciones, mutilaciones y automutilaciones, fascinación por la sangre y los humores corporales, y hasta los excrementos, coprofilia y coprofagia: de Lucio Fontana a Louise Bourgeois, de Orlan a Serrano, de Otto Mühl a David Nebreda, el arte se ha empeñado en una extraña ceremonia en donde lo sórdido y la abyección escriben un capítulo inespera-do de la historia de los sentidos. ¿Mundus immundus est?
El Parménides adelantaba que la mugre y el pelo son dos cosas para las que no existe ninguna Idea. De lo Bello ideal de Platón a lo que podría llamarse, a partir de aisthesis (la sensación) y a partir de stercus (los excrementos), una estética de lo estercóreo, ¿qué ha pasado? Los escritos de Bataille y de Sartre, en los años 30, situados bajo el signo de un sacer ambiguo, anunciaban esta evolución. Y el pesimismo de Freud, que afirmaba que era imposible conciliar las reivindicaciones de la pulsión sexual y las exigencias de la civilización, parece justificarse ante nuestros ojos.
Sin embargo, se plantea el siguiente problema: ¿en qué los responsables de las grandes instituciones culturales, en Cassel, en Londres, en Nueva York, en París, en Venecia, tienen interés en bendecir esta ritualidad de una fisiología desnuda?


3 comentarios:

Joaquín dijo...

No existe el arte inmundo, sino el espectador inmundo. Para el público de mirada sucia, la "mierda de artista" satisface sus expectativas estéticas, y en consecuencia tiene valor artístico.

Por otro lado creo que Jean Clair no se ha leído bien el pasaje del "Parménides" sobre la mugre, el pelo, y porquerías análogas. Como siempre, Platón lo deja un poco en el aire, para que sea el lector el que lo interprete.

.

Don Cogito dijo...

joaquín... estoy preparando un post muy relacionado a lo que te refieres: ni más ni menos que tres parrafos fundamentales de la Introducción al "Gloria" del amigo von Balthasar... a ver que te parece...

Saludos

PD:leeré con detenimiento esa parte del Parménides de la que hablas...

Joaquín dijo...

El pasaje está al comienzo del diálogo (dicen que es el diálogo más difícil de los de Platón).

Estaré pendiente de tu próxima entrada.