miércoles, 21 de noviembre de 2018

Entrevista a Borja Lucena (Heraldo-Diario de Soria, 17 de noviembre de 2018)


Borja Lucena Góngora: «La filosofía es el deseo de comprender, y hoy ese deseo está apartado»

Profesor de Filosofía en el Machado, dirige el Círculo Filosófico de Soria, en marcha desde hace 8 años. Platón está más cerca de lo que creemos de nuestra vida. La política y educación van por libre.

Pregunta.– ¿A qué nos devuelve la filosofía?
Respuesta.– Es un retorno al deseo de una inteligencia sobre la realidad, sobre el mundo, sobre las cosas… al deseo de comprensión (y ahí es nada, ¿queremos saber?). En la vida moderna uno de los problemas es que intentamos no comprender, solo vivir, hacer... Y así ese deseo de comprensión ha quedado ahora algo apartado… en un segundo plano.

P.– ¿Qué rituales sigues a la hora de pensar?
R.– Soy muy desordenado, la verdad. Y a veces me maldigo un poco por ello. Porque en la filosofía, como en toda actividad, se necesita cierta disciplina.

P.– ¿Qué nos resuelve el pensamiento filosófico?
R.– Creo que se debe aclarar que no aclara definitivamente nada. No es cuestión de esquematizar las cosas. Lo que hace la filosofía es meterse en la complejidad… y la complejidad siempre es difícil. No aclara tanto como cuestiona. Y subraya esas cosas que están ahí… y de las que no nos hemos dado cuenta. 

P.– ¿El día a día es ajeno a la filosofía?
R.– No. Desde Sócrates no podemos pensar a la figura del filósofo sin tener en cuenta que se dedicaba también a vivir... aunque siempre hay una cierta tensión entre la filosofía y la vida. Pero si la filosofía no está dentro de la vida puede ser -incluso- despreciable.

P.– ¿Queda algo por decir?
R.– Creo, por un lado, que ya se ha dicho mucho. Platón, por ejemplo -el primer gran filósofo- ya lo ha dicho todo. Pero después nos ponemos a hablar de Platón, y vemos que no está claro lo que ha dicho, ni como lo ha dicho y empezamos a ver que hay lagunas, agujeros… y que siempre hay un espacio en el que es necesario decir. Además, evidentemente, el mundo ha cambiado, y ya no pueden decirse las cosas de la misma manera.

P.– ¿En qué corriente se enmarca el momento político actual?
R.– Es una pregunta complicada. Se ha hablado mucho de los sofistas... pero creo que eso sería injusto para con los sofistas. Los sofistas son más potentes que el pensamiento político que vemos en la actualidad. Precisamente porque lo que tenemos ahora es una ausencia de pensamiento. Ahora ya no hay ni siquiera argumentos. Todo es a golpe de emoción, de sentimentalismo barato.

P.– ¿Cómo se convence a un adolescente de la importancia de la filosofía?
R.– Es una pregunta que a veces me hago... Y que no tengo la respuesta. Lo intento que es despertar ese deseo de comprender, que vean que la comprensión, además de otras muchas otras cosas, es un gran placer. Y que cuando comprendes algo, te encuentras pleno. Hay una plenitud humana en la comprensión que me gustaría que conocieran. Yo lo siento así. Como decía Hegel... “Cuando comprendemos estamos en casa en el mundo”.

P.– ¿Cómo explica la filosofía lo poco contento que hoy parece estar el mundo?
R.– Creo que hay muchos intentos de abordar eso. El malestar en la cultura, por ejemplo. Ese malestar, esa incomodidad, proviene de la imposibilidad de comprender qué estamos haciendo aquí. Cuando dejamos de comprender qué es la vida, qué sentido tiene… cuando nos vemos separados del sentido… la vida se convierte, en muchos aspectos, en una cosa un poco grotesca … y ahora hemos perdido la capacidad de alcanzar ese sentido, de dar y de recibir sentido.

P.– ¿Por qué importa tan poco la filosofía en los planes educativos?
R.– Pues porque la estupidez es más lucrativa. Ahora tenemos la idea de que tenemos que ser ultramodernos. Solo “lo último” es lo bueno. Se confunde constantemente lo nuevo con lo bueno… y hay cosas que ya están ahí desde hace tiempo -como la filosofía, el arte, la literatura. En este sentido el mundo educativo está muy acomplejado. Y ese querer ser ultramodernos daña mucho a la filosofía porque la hace parecer como algo antiguo, que no se va a poder comprender.

P.– ¿Un tratado urgente?
R.– Lo que antes se llamaba un “Tratado de buenas maneras”. Para que tengamos presente que el otro existe. Es una cuestión clave en la filosofía, porque es donde empieza el diálogo. Si el otro existe, tienes que contar con él. Pero hoy estamos embebidos de “yo”.

P.– ¿Qué Soria abraza este Círculo Filosófico?
R.– La que nos abraza a nosotros es gente muy variopinta, que no tiene un perfil definido. Quizá lo que más sorprende es que no hay filósofos... que no es un cónclave de filósofos con monóculo… que el único filósofo, de formación, soy yo. 

P.– ¿Y qué persigue?
R.– Tenemos la intención de hacer ver que Soria es, en lo que tiene que ver con el pensamiento (al igual que con la poesía) una ciudad maravillosa... que tiene mucha magia. Aunque el pensamiento esté bastante abandonado. Porque no parece dar dinero. En cierta manera la intención es convertir a Soria en algo que esté, en este sentido, a la altura. Y creemos que lo está pidiendo. En Madrid las cosas se pierden. Aquí podría hacerse un Centro de Pensamiento y Filosofía española muy atractivo.

P.– ¿Soria, mejor poeta que filósofa?
R.– Las dos cosas. Machado es poeta y es Juan de Mairena, que es el filósofo que él crea.

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