"Una de las particularidades del valle del Issa es que en él viven más demonios que en otros lugares. Es posible que los sacuces carcomidos, los molinos y la maleza de las orillas sean especialmente acogedores para estos seres que se aparecen tan sólo cuando ellos lo desean. Los que lo han visto dicen que el demonio es más bien pequeño, del tamaño de un niño de nueve años, que lleva un frac verde, chorrera, el pelo recogido en forma de cadogán, medias blancas y que, con la ayuda de unos zapatos de tacon alto, procura ocultar las pezuñas, de las que se averguenza. Hay que aceptar estas explicaciones con cierta reserva. ¿Quien sabe si los demonios, conocedores de la supersticiosa admiración de la gente por los alemanes -hombres expertos en comercio, investigación y ciencia-, no tratarán de darse importancia vistiéndose como Emmanuel Kant, de Koenigsberg? No en vano, junto al Issa, al que posee una fuerza impura se le llama también el "alemancillo", dando a entender con ello que el demonio es un aliado del progreso. De todos modos, cuesta creer que pudieran vestirse así cada día. Por ejemplo, uno de sus entretenimientos favoritos consistía en bailar en los cobertizos donde se agrama el lino y suelen estar en las afueras del pueblo: ¿cómo podrían, con sus fracs, levantan esas nubes de polvo y agramiza, sin preococuparse por mantener un aspecto respetables? ¿Y por qué, al estar dotados de una especie de inmortalidad, habrían elegido precisamente un traje del siglo dieciocho?"
lunes, 10 de marzo de 2008
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