martes, 26 de noviembre de 2019

Emilio Rey entrevista Vintila Horia (La Estafeta Literaria, 505, 15 de octubre de 1972)



El escritor al día
VINTILA HORIA
Por Emilio REY

Emigrante forzoso. Buscador de los caminos de la libertad. Vintila Horia tiene recién estrenada su nacionalidad española. Es idealista con expresión reposada. Actualmente dirige la revista Futuro Presente y ha concluido su última novela, Los redentores, eslabón final de lo que él denomina «trilogía del exilio».

En una de las plantas del Palacio de Congresos y Exposiciones del Ministerio de Información y Turismo tiene su sede la revista. Varias azafatas taconean repartiendo papelitos para no sé qué historias médicas del corazón, y un ordenanza me larga al piso tercero, que es donde esté, «el señor ese de la futurología que usted busca».

A Horia le he recordado sus clases en la Escuela Oficial de Periodismo -desde 1960 explica Literatura Universal Contemporánea-, la masiva asistencia de alumnos, los apuntes pasando de mano en mano. Y en su rostro he visto la expresión de serena alegría.

NOVELA, CAMBIO IMPORTANTE

—Don Vintila, usted ha publicado diversos trabajos sobre la novelística contemporánea en España, incluso un diario madrileño sostuvo una polémica sobre este tema, titulado «No a Vintila Horia», Ahora, ¿cómo juzga el panorama de nuestra novela?

El despacho de trabajo del director es austero y sencillo. Tan mal aislado de ruidos, que llegan numerosas voces y el ininterrumpido murmullo de congresistas.

—Hace unos dos años, y para el prólogo de una obra de García Viñó, escribí desde París que tres o cuatro escritores jóvenes estaban preparando un renacimiento de la novelística española, y esta profecía literaria vi que se cumplió. En los últimos seis o siete años han sido publicadas novelas muy importantes en España: no sólo son buenos libros, sino que dan un cambio importante en la manera de concebir la novela y de hacer novela en España Este tipo de novela no es realista o naturalista, no se pueden incluir en lo que hasta ahora han sido una copia más o menos fiel de la realidad. Y sabemos lo que se ha abusado de esto...

—¿Rechaza la realidad?

—Insisto en que se ha abusado de ello. Con la ayuda de la ciencia y de la filosofía, creo que la literatura es una técnica de conocer o del conocimiento. Cuando algún literato o crítico literario se ha acercado a la filosofía o a la ciencia, se ha podido dar cuenta del engaño que suponía el realismo en la literatura; de la misma forma que el positivismo o el objetivismo o el materialismo representan un en gaño para la ciencia o la filosofía. Según estos saberes, el ser humano es incapaz de tener un conocimiento de la realidad. porque el ser humano se proyecta en la realidad que le rodea y luego conoce. Se conoce a sí mismo, a la realidad en la que la misma imagen está englosada, de tal modo que el objeto se transforma en sujeto.

—Creo que, para usted, realismo equivaldría a falsificación.

Ahora son las señoras de la limpieza con aspiradoras que a lo mejor convierten a las moquetas en diminutas partículas; por el ruido que hacen parece que están triturando suelos. Vintila Horia ha levantado la voz, y el magnetófono terminará grabando esquemas de música concreta.

«SOY PLATONICO»

—El realismo, tal como lo entendían los escritores del siglo pasado, es imposible, no existe. Es falsificar las cosas. Lo que debemos hacer los escritores es tener una idea de la realidad, una imagen, y luego, con los medios que cada uno posee, reflejarla en el libro. De esta manera, usted sabe que hay miles de técnicas o estilos que representan modos personales. Soy una persona formada de alguna manera como homo religiosus. Convencido de una manera platónica de la existencia de un mundo aquí y de un mundo del más allá. El uno conectado con el otro, o reflejándose en el otro: de tal modo que una realidad puramente materialista, el fin de la vida aquí y ahora, para mí no tiene ningún sentido. En mi tradición cultural soy platónico, y este tipo de literatura, de una concepción idealista platónica, la he encontrado en la España de siempre.

Eligió nuestro país por lo que Goethe denomina «afinidades electivas». Y precisamente en España, en una cafetería muy anquilosada ahora por infarto de puentes elevados y pasos subterráneos de la madrileña plaza de España, Vintila Horia escribió la obra, que obtuvo el premio «Goncourt», Dios ha nacido en el exilio.

CAMINOS PARA LA VERDAD

«El novelista tiene que hundir las raíces de lo que quiere contar en las técnicas del conocer», escribió en uno de sus artículos Vintila Horia, pero ¿cuáles son esas técnicas?

—La novela en si es una técnica de conocer. Es, ciertamente, complejo precisar cuáles son las técnicas de esa técnica. Cada uno tiene sus anzuelos y cada uno aprehende de la realidad lo que puede, según sus propios medios Por eso hay tantos escritores, y nunca concluiremos por tener una sola técnica. Seria catastrófico Hay regímenes que imponen un totalitarismo dogmático a la literatura y a la filosofía ¿Qué ocurre? Que la hunden. Obligan a optar por un solo camino, y ése no es el verdadero, porque no hay uno solo. Puede desembocar en un callejón sin salida, como el materialismo marxista o el estructuralismo.

—¿También el estructuralismo?

—Lo veo como un formalismo. Nos obliga a concebir la realidad como algo axiomático. Todo tiene que ser desarrollado según unos solos principios Eso es falso. Ni siquiera hay un solo estructuralismo.

Vintila Horia. a los once años, escribió su primera novela, Las aventuras del capitán Remy, con clarísimas influencias de Julio Verne. Se lo he recordado, y de nuevo sonríe: «La tendrán mis padres por cualquier cajón.» Desde la etapa infantil se abría para Vintila Horia la necesidad de traspasar la realidad circundante. De buscar las «últimas» razones de la existencia. Por ello, también, su deseo de libertad: «El escritor es hoy el único ser que ha sabido conservar su libertad. hasta allí donde la libertad ha desaparecido por completo

Y al unísono de la conversación de la libertad, la esperanza. La novela como profecía y esperanza se titulaba un ensayo del premio «Goncourt». Este repetido canto a la esperanza, ¿no será el producto de una evasión de la realidad?

Con el mismo tono de voz, repitiendo con frecuencia «podemos decir», Horia no bucea en un repertorio de respuestas. Analiza, juzga con sincera serenidad.

—Lo que nos caracteriza como civilización futura es un afán extraordinario de conseguir la libertad. Existe una masa enorme y casi amorfa dirigida por unas ideas o unos panfletos, y detrás de ella hay una élite casi nuclear que prepara las etapas futuras. Eso ha sucedido en todas las etapas de la historia. Nacimiento del Renacimiento. Salto del Renacimiento al Barroco, preparado por otra élite con carácter espiritualista. Al final del siglo dieciocho, cuando todos estaban con una ideología más o menos materialista, se preparaba el movimiento Romántico, y toda la primera mitad del siglo diecinueve se desarrolló bajo influencia de signo romántico. Al final de ese siglo el mundo intelectual fue positivista o materialista. Casi todos los científicos fueron ateos, y en estos momentos las grandes masas siguen aquel impulso. Sin embargo, hay un grupo muy reducido que se expresa en el surrealismo, en el expresionismo, en el espiritualismo filosófico y en tantas otras corrientes que preparan el terreno para una nueva época.

NOVELA Y FUTURO

—De cara, precisamente, a este futuro, a esta nueva época que usted anuncia, ¿cuál será la misión de la novela?

—Hay que partir de que la novela tiene enorme aceptación. El escritor puede convertir al público a las grandes ideas que practican muchos científicos o escritores, sin separaciones de tipo dogmático, que han provocado una tragedia, desembocando en conflictos o guerras tribales.

—Usted ya ha emprendido esta tarea a través de la revista Futuro Presente.

—Si, queremos dar a conocer al público español lo que sucede en el mundo de la futurología. Nueva ciencia que está de moda en numerosísimos países. Me impresionó en Mi viaje a los centros de la tierra el conocer seres humanos que tienen un enfoque abierto a todas las disciplinas. La futurologia da cuenta de una pasión multidisciplinar. Hay que volver a que la palabra técnico, como en su raíz griega, tenga un sentido de conocer total. Para que la humanidad se salve tendrá que volver a este conocimiento.

—Actualmente, ¿qué obra prepara?

—He dado los últimos retoques y saldrá en breve la novela Viaje a San Marcos. Es como un complemento de Una mujer para el Apocalipsis. Sucede en la Casa de Campo de Madrid, en San Marcos de Venecia y de León. Y es un juego vital alrededor del encuentro del personaje central con San Marcos Evangelista. También he ultimado Los redentores, último tomo de la trilogía del exilio. Su acción se desarrolla mucho en España. Consta de seis personajes que se mueven en numerosos países y forma parte de ese intento mió que desea, de algún modo, romper con el espacio y el tiempo.

Prepara sus obras a partir de una idea y sobre ella traza el esquema del relato. «Tengo muchas ideas, pero gran parte de ellas no llegan a cristalizar. En el semisueño, cuando el espíritu está libre de ataduras, es el momento más propicio para crear. Pero al día siguiente, cuando se quiere controlar la idea, ya ha perdido su embrujo. La labor del inconsciente es enorme.»

La génesis de su último tomo de la trilogía del exilio la comenzó hace catorce años, «pero fue hace un año, estando tomando un café en un bar de la sierra de Madrid, tuve toda la novela delante de mí y preparó el esquema en una hora».

Vintila Horia estrenó nacionalidad española el treinta de agosto del año actual. Y ahora va a estrenar trilogía. La de su exilio. Me acompaña hacia la puerta de su despacho. Vintila Horia continuará escribiendo. En la búsqueda literaria del conocer, con el noble empeño de aportar esperanza.

La Estafeta Literaria, nª502, 15 de octubre de 1972, pp. 14-17.

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