miércoles, 4 de junio de 2008

Femme Fatale

PELIGROSA

«¿QUÉ es más, un inspector o un comisario?»
Lo dijo distraída, desde lejos.
Se lo expliqué. Siguió: «¿Por qué no tiemblas?
Yo soy más peligrosa que esos tipos.»
No sabía qué hacer. Quería irme.
Largarme a conducir por un sembrado.
Devolver la licencia. Suicidarme.
Pero no me marché. Busqué sus ojos
y le cerré la boca con un beso.

DESEADA

ERA su turno. Cuidadosamente
dobló la gabardina sobre el brazo.
Se echó el pelo hacia atrás, y su mirada
se cruzó con la mía. Con los ojos
le devolví la calma. Se marchaba,
pero regresaría, y todo aquello
terminaría bien. Cerró la puerta.
Yo me quedé sentado, acariciando,
tembloroso, su ropa interior verde.

LA MENTIROSA

TIENES hora para ir al ginecólogo,
te duele la cabeza, te ha sentado
algo mal o preparas un examen,
es el santo de Marta, los gemelos
se aburren sin salir o Macarena
te ha invitado a bañarte en su piscina...
¡Qué mal mientes, amor! Si no te gusto,
dímelo. Pensaré en un buen suicidio.
Pero si quieres verme, y tus excusas
no son más que un vulgar afrodisíaco
para que se mantenga mi deseo,
invéntate otros juegos, vida mía,
que el premio del engaño es el olvido.

CUANDO VIVÍAS EN LA CASTELLANA

CUANDO vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.

Estos cuatro poemas pertenecen a la -¡tercera edición!- del libro de Luis Alberto de Cuenca, Su nombre era el de todas las mujeres, que, con el buen gusto habitual, acaba de publicar Renacimiento. Esta nueva edición, además, está corregida y ampliada. Ya estáis tardando en ir a comprarlo.

3 comentarios:

Fran Capitán dijo...

Gracias por su comentario, don Cógito. Veo que ahora le ha dado por la poesía. No hay mejor complemento para la filosofía.
Un fuerte abrazo, amigo

Don Cogito dijo...

Nada hombre...

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Gran poeta, Luis Alberto. Me sumo a la recomendación.