domingo, 14 de octubre de 2018

"Triste, pero inapenable" por Juan Perucho (ABC Cultural, 5 de agosto de 1994)


TRISTE, PERO INAPELABLE 

Si existe una definición de lo que soy, de lo que he sido y de lo que debo ser, ésta viene determinada por una fotografía del año 1974, que me hizo Francisco Catalá-Roca y que aparece en la solapa de muchos de mis libros. Ella ha sacado de mí, como si se tratara de los grandes retratistas de antaño, una biografía triste, pero inapelable; y es, en cierta manera, orsiana, pues detrás se ve a mi Ángel de la Guarda que intenta dar fortaleza a la irresolución y a la inseguridad de mi mirada. Es algo misterioso. Por otro lado, habiendo estado pendiente siempre de aquello qué ha preocupado a mi tiempo (la estética y la moral de lo contemporáneo), me encuentro ahora siendo lector atento de Paladio y de Rufino, interesándome, por ejemplo, por la anticipación hecha por Pablo el Ermitaño, del monstruo qué sale, levitando en el aire, por las cámaras secretas de la película «Dune», o por el antecedente de la recitación del rosario, por San Pacomio, antes de ser inventado, o por la elaboración de los bizcochos de la pastelería moderna a través de los mendrugos remojados por Suidos: «Panes bis cocti».
A todo ello excede mi sorpresa cuando San Macario (no habiendo nacido todavía Freud) le dice el marido de la mujer, transformada en caballo que «ésta sólo es un caballo ante los ojos poseídos por la decepción». Es mucha profundidad la que se exhibe, al parecer ingenuamente, aquí. No sé, pero me parece un momento importante... 
Esto es, indudablemente, lo que me define hoy y me retrata. Esto, y el no fumar, comer y beber parcamente, y el preferir, a todo, la contemplación de los niños y los cachorros de los animales que se encuentran libres en la naturaleza. Esto es una cosa que me parece se encuentra en todas las personas de una cierta edad...
Juan PERUCHO, ABC Cultural, 05/08/1994, Página 12

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