Joan
Guasp, autor de la original novela El
Cavall, es, además de un narrador nato, un acuñador de frases memorables.
Y eso me lo creí cuando me dio a leer sus
primicias sapienciales, y que estás no serían tan ingrávidas ni tan teñidas de vis cómica. Lo cual es indudable.
Escribe a latigazos, como si
fuera un fustigador de vejestorios. Enseguida se ve su trastienda: no quiere ser
visto como un tibio o un negligente. Es un admirador de la palabra de Dios, de
la vida extraordinaria de Jesús y de un montón de valores auténticos que le
alejan -aunque él, a las claras, no lo confiese- de la forma de ver las cosas
que suele tener el bonzo burgués.
En
el libro, en un momento dado, nos descubre su genealogía, haciéndonos saber que
proviene de una progenie rural y campesina. Nos lo revela con esta observación telúrica:
Provengo de una familia en la cual la
madrina meaba de pie. El lector no leerá aquí a una alma linfática,
debilitada por siglos de cultura.
¿Cómo
calificar a este libro? Yo, sin vacilación lo denominaría un libro de notas y
de aforismos. Notas y aforismos que, a causa de su brevedad, dan siempre la impresión
de permanecer inacabados. Quizá no hubieran querido presentar tan desnudos, pero
aquí los tenemos. Son como una mujer que poco a poco se hubiera ido quitando sus
medias, su ropa más íntima, para
permanecer en un estado virtuosamente adámico.
Naturalmente,
al fin y al cabo, eso de la nota y del aforismo es una pura cuestión de forma, aunque
muy vinculada al fondo.
En
una nota, de igual manera que en un aforismo, el fondo no se puede descuidar. A un fondo se le tiene que dar una
forma.
La
nota es muy apropiada al objeto. Dice
poco más o menos lo que quiere decir. Es muy cándida, y confía mucho en lo que
dice. Eso sí, tiene la virtud de dejar al lector la libertad de darla forma o tragársela
tal cual. En el fondo, una nota es como un campanilla que quiere sonar y resonar.
El
escritor de notas (que en este caso se llama Joan Guasp) es un ser que suelta
las bridas, pica las espuelas y que tiene un gusto gamberro
por la libertad. Lo que le interesa es hacer «notar» esto, aquello y lo de más allá.
Y disfrutar mucho con la paradoja. ¿Para qué escribir si no lo es para dejar
patente la nota discordante?
Joan
Guasp tiene algo de humor-bête, asilvestrado,
por no decir muy burro. Se podría hacer una lista interminable de sus escuetos aforismos.
E aquí unos cuantos:
- Epitafio: «Aquí no yace nadie, ni
siquiera yo».
Más que el perro se debería
domesticar dueño del perro
No basta ser ingenioso: también hay
que ser ingeni-loro, ingeni-elefante, e incluso ingini-hombre.
Yo no habré vivido una vida, sino una
lumbociática crónica.
Los beatos falsos no ofenden a Dios:
le molestan.
La pasta mentrifica actúa de forma
diferente a la pasta dentífrica: la pasta dentífrica limpia los dientes, y la
pasta mentrífica desenfanga la mente.
He cometido un acto más vil que
robar, odiar y matar: he escrito un libro[2].
…
¿Qué
tipo de hombre hay detrás de este glosario?
Es
un anotador que podría escribir una colección titulada «Notas cuasi-diarias». Sino cada día, muchos son los días del mes que registran sus nótulas. Siente un agobio
interior, una necesidad de decir lo que lleva dentro. La misma necesidad que tiene de ejercer el periodismo vía artículo.
Pese a ser un narrador fecundo, un redactor de comentarios, Guasp es, más que nada,
un periodista. Su objetivo, aunque crea el contrario, es el de hacer llegar al
lector normal las grandes verdades esenciales y su aplicación en todos los
aspectos de la realidad y de la vida.
Guasp
confiesa que, cuando más disfruta, literariamente hablando, es cuando narra o
cuenta, pero yo no lo creo así. A mi parecer, el placer supremo se lo encuentra
en el momento de redactar estas nótulas de contrabandista de las letras, con
las cuales pasa de tapadillo no pocas rebeldías. Pues, ahí donde le ven, el Guasp
anotador es una mezcla de ingenuidad y de denuncia; de rechazo y de afirmación
reivindicativa.
Aquí
se muestra más natural y directo que en su colaboraciones para Última Hora, por mucho que nunca suponga
un cambio en su forma de
pensar, por muy diferente que sea su marco. Y esto es algo muy digno de
subrayar, porque en la prensa de nuestros dias hay muy pocos ejemplos de tanta precisión
moral.
Así
sus guaspires son un compendio de su doctrina
«cuasi-diaria», caracterizada por una
gran dosis de buen humor. Ejemplos de este sentido del humor que nunca dejan de
expresar sus palabras podrían ser estos:
Si te sientes culpable eres un
idiota. Si no te sientes culpable eres un irresponsable: elige.
Terrible pregunta: Si algún día yo dejas
de escribir, que se daría cuenta? Respuesta balsámica: Yo mismo.
Hay personas que son como las flores del
jardín de Alicia: sólo hablan cuando tienen un interlocutor digno.
- Eres feliz? - No, yo soy humano[3].
…
Volviendo
a sus características periodísticas, he de decir que siempre están presentes en
sus guaspires. Y es que Guasp, escriba
lo que escriba, piense lo que piense, está siempre, como reza el dicho periodístico, al pie del cañón. Pues como muy bien afirma,
desde que se convirtió en escritor,
necesariamente hubo de
tomar en consideración al vegetarianismo. Y no sólo al vegetal vivificador, sino también al periodismo sin el que no sabría
vivir. El periódico es su primera cátedra, y el apunte es la rúbrica de lo que
haya podido decir. Todo ello se ve reflejado en el humanismo de sus chistes que,
por otra parte, refuerzan su esqueleto sobrenatural. La convicción plena de que
todo lo que dice tiene su apoyo en la
realidad.
Como
corolario final, yo diría que Joan Guasp se incluye dentro de la línea de los
anotadores: Leopardi. Lichtenberg, Léautaud, Chamfort, Oscar Wilde. Al fin y al
cabo, la literatura lúdica-reflexiva mallorquina ofrece una gran escasez de
libros de este género, y menos aún ofrece haces de
aforismos como el que nos ocupa (a no ser que sean los proverbios lulianos).
Así, el hecho de toparnos con un libro como este -caracterizado por una
expresión apretada e irremisible-, es todo un descubrimiento.
Tener
dentro de la literatura catalana un artífice de aforismos, un innovador de este
género, que se remonta a los griegos (Diógenes y otros), y se depura con los románticos
alemanes (Novalis), creo que merece la atención del lector más despierto.
Cristóbal Serra
S´Esclop, nº 19, 2005, pp. 16-17
Traducción de Don Cógito
[1]
Prólogo de Cristòfol Serra para la 1ª edición d’Aforismes
(Fogueró de Guaspires), publicado por
Lleonard Muntaner, Editor. Palma, 1999. En la presentación a los lectores,
titulada Una pandilla de buenos amigos (Una colla de bons amics). Joan
Guasp escribe: “[…] debo de mencionar las diferentes lecturas que de mis guaspires
me ha hecho Tòfol Serra, viejo
amigo escritor de los tiempos en que él publicaba, impreso en multicopista, su
memorable Péndulo. De hecho fue él
quien primero me propuso el título de mi colección: Mall de guaspires, relacionándola con el fuego que se
desprendía de los pensamientos y para confundir la palabra Mall con el Mai, que es así como lo pronunciamos en
Mallorca, aunque no decimos Maiorca (cosas del juego fonético de la
lengua catalana). Pero acabamos, bajo mi responsabilidad, por titularlo Fogueró [hogera], concepto más sugerente
del contenido lúdico y festivo de todo el conjunto."
Aforismes
(Fogueró de Guaspires) cuenta con una interesante presentación,
titulada Beber como las gallinas (Beure com les
gallines), a cargo del Dr. Francesc Bujosa, catedrático y profesor
de Historia de la Medicina a la UIB.
[2]
- Epitafi: «Aquí no hi jeu ningú, ni tan sols jo».
Més
que el ca s 'hauria de domesticar l´amo del ca.
No
basta ser enginyós: també s'ha de ser enginylloro, enginy elefant, i fins i tot
enginyhome.
Jo
no hauré viscut una vida, sinó una lumbociàtica crònica.
Els
beatos falsos no ofenen Déu: l'emprenyen.
La
pasta mentrifica actua de forma diferent a la pasta detrítica: la pasta
dentífrica neteja les dents, i la pasta mentrífica desenfanga la ment.
He
comès un acte més vil que robar, odiar i matar: he escrit un llibre.
[3] Si et sents culpable ets un idiota. Si no
t'hi sents ets un irresponsable: elegeix.
Terrible
pregunta: Si algun dia jo deixes d'escriure, qui se n'adonaria? Balsàmica
resposta: Jo mateix.
Hi
ha persones que són com les flors del jardí d'Alicia: sols parlen quan tenen un
interlocutor digne.
-
Ets feliç? - No, jo soc humà.
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