jueves, 4 de octubre de 2018

Entrevista a Cristóbal Serra (N´Ali. La revista del municipi d´Andratx, julio-agosto de 2010)



Cristóbal Serra
Un andragense​, escritor excepcional.

Cristóbal Serra nació en Palma un 28 de septiembre de 1922. Andragense por parte de madre, vivió algunos años de su infancia y juventud tanto en el Puerto como en la villa de Andrach. El puerto de Andrach ha significado para don Cristóbal (mestre Tòfol, como yo le llamo, y estoy seguro que no le gusta), su verdadero paraíso, su rincón más querido, en el que pasó los mejores años de su vida, del cual se ha derivado toda su literatura, todo su pensamiento, todo su ser.
Cristóbal Serra ha escrito una veintena de libros y ha traducido muchos otros, convirtiéndose así en un escritor verdaderamente bueno, un escritor apreciado por los buenos críticos, aunque al margen del gran mercado editorial. Entre sus obras más importante se encuentran "Péndulo", "Viaje a Cotiledonia", "Diario de signos", "Augurio Hipocampo", "Nótulas", "Las líneas de mi vida", "El asno inverosímil", etc. Serra es un "rara avis" que ha ido creando una obra de una gran coherencia, breve pero intensa, de gran impacto poético y con grandes mensajes contenidos en pequeñas dosis.
Vive en Palma, totalmente solo, rodeado de miles y miles de libros, con el recuerdo nostálgico de su querido Puerto de Andrach; un recuerdo telúrico, poético y literario, que se hace más grande cada día, y que mezclado con su inabarcable erudición, le convierten en un ser indestructible, que va más allá de los límites de tiempo y de la modernidad.  
En Andrach es conocido como "Tòfol Bornada".

Por parte de madre es andragense​, ¿quiénes fueron sus antepasados? 
Mi abuelo materno, Mateo Simó Valent, se convirtió en director de La Isleta, y después fue inspector jefe de Transmediterránea. Mi abuela materna iba mucho por Barcelona, y ahí nació mi tía Juanita Simó Alemany. Mi madre, Francisca Simó Alemany, nació en Andrach.
Mi padre, Cristóbal Serra Carbonell, provenía de Muro y antes de Palma; era médico, formado en Zaragoza.
Mi abuelo se hizo una casa en el Puerto de Andrach (de camino a Sa Mola) en los alrededores de “Es Tancat” al final de Ses Bassetes. Los bisabuelos tenían una fábrica de jabón por aquella zona y como tenían mucho  terreno construyeron ahí la casa (de la familia Valent).
El “Miramar” era de un primo hermano de mi abuelo, que también era Valent; entonces era un café y había habitaciones a donde iban pintores catalanes, como [Josep] Ventosa. 
¿Qué familiares tiene ahora en Andrach?
Mis abuelos no tenían propiamente a gente de la que viva ahora. No conozco a casi nadie, tal vez un Simó del que no sé si tenía alguna relación (creo que era de Correos).Y por parte de mi abuela sólo había un hermano y que no tuvo hijos. De los muertos sí que había algunos, pero no lo puedo precisar.
La tía Juanita no se casó. No tengo una gran descendencia. Tengo sobrinos de mi hermano Mateu, Marta Serra Mir, casada con un tal Joan Porcel Bonet, de Voramar Teatre.
¿Qué recuerda de su infancia, durante los años 20, en el Puerto de Andrach?
Soy de 1922 y ya muy pronto fui al Puerto de Andrach. Tengo muchos recuerdos. Son recuerdos poéticos (pero no quiero ser pedante), el contacto con los pescadores... Ahí la vida se vivía muy bien. A mi abuelo y a mi tía las gustaba la pesca. Fue allí donde, realmente, tuve mi segundo nacimiento. El Puerto fue el hogar de mi infancia.
En Ses Bassetes, dónde vivíamos; bien, yo que entregaba a la contemplación y así conocí a muchos personajes (que aparecen en “Diario de signos”) aunque un poco “desfigurados”. Llevé una vida un poco al margen de los demás. Con 12 o 13 años me dedicaba a leer mucho. 
Recuerdo como fijaba mi atención en los cangrejos, que salían durante las noches de luna (llena) y se quedaban como hechizados por el influjo lunar. Era muy curioso.
A los 11 o 12 años jugaba al futbol. Con “El Porteño” jugábamos en “Sa Plana”, en Andrach, y en el Puerto, en S'Aluet (dónde está ahora el aparcamiento). A los 13 años me pusieron las gafas y dejé de ser un “héroe”.  
A ultimísimas horas de la tarde se encendían unas fogatas en el Puerto, para pasar la noche en vela y saludar al barco que iba hacia Barcelona, ya de noche. 
Recuerdo que durante la fiesta de la Virgen del Carmen, organizábamos competiciones de remo, y siempre los del puerto, los pescadores, nos ganaban. Eran gente muy bregada. 
Algunos personajes del Puerto era muy peculiares. Recuerdo a Miss Flower, a Barbara, que era una inglesa que tenía un barco que es llamaba “Jane”, que había quedado varado en el muelle del Puerto. Era un barco ya muy revenido; ella pintaba y siempre iba muy sucia. Yo estaba siempre con ella para aprender inglés. Barbara se dedicaba a pintar sus gatos, era muy gracioso. Vivía esta mujer dentro del barco, tenía una gaviota y a veces la llevaba encima de la cabeza, y una vez se fue con su peluca. Era una mujer muy mayor, la apodaban “sa canera” [la caseta del perro], una vez tuvo una riña con un chiquillo, y este chico le arrojó los gatos dentro de un bidón de alquitrán. Yo la cogí mucho cariño. Murió en el Puerto y está enterrada en Andrach. 
En mi libro “Augurio Hipocampo” aparecen más personajes de este tipo, de aquellos años en el Puerto de Andrach. 
Una persona que me influyó mucho entonces, que era sacerdote y que me daba clases de latín, fue Marcià Flexas (el vicario); la gente pensaba que yo de mayor sería sacerdote, porque siempre estaba con él y nos llevábamos muy bien. Don Marcià era muy buen latinista, no muy científico, pero muy bueno. Tolo Alemany (del Club de Vela) es pariente suyo. 
Recuerdo también que don Pedro Ferrer había estudiado con mi abuelo en Barcelona.
Cristóbal Serra y sus tres hermanos (Mateo, Pilar y Francisca) 
en Ses Bassetes en el Puerto de Andrach
¿Cómo era el Puerto en los años 20 y 30? 
Era un sitio, sin exagerar, idílico, estupendo para vivir y para crear, muy tranquilo y con un paisaje inigualable.  
Según don Marcià Flexas, el Puerto llevaba mucho pescado a la Ciudad. Había un depósito de pescado (Sa Lonja) que se conserva a medias. Estaba situada tras el “Miramar”, entrando por el Puerto. Había una especie de castillo o de torre, de la cual todavía queda algo. 
Habían alterado algunas cosas, pero el Puerto de Andrach tenía todavía su encanto.
En la Iglesia había unos santos pintados por mi madre (unos cuadros). Y había una señora que había ayudado a la “erección” de la iglesia.  
Todavía recuerdo algunos personajes más, como uno del mundo intelectual, don Pep Ensenyat, abogado, profesor en Sa Normal, y que había sido muy progresista. También una señora catalana muy famosa, con unas ideas muy personales y que tenía mucha ironía. Hacía ver que era muy catalanista y que tuvo algunos problemas con la Guardia Civil. Venía en verano y se dedicaba a nadar y a leer. Era de la familia de los Rebour, y la llamaban “Madame Pujola”.
Siempre ha tenido mucho cariño por el Puerto de Andrach
Era una delicia para los sentidos. Era algo primitivo... no había nada igual en toda la isla. Se veía la Dragonera. Las puestas de sol era extraordinarias. La mar era especial, y estaban cerca Sa Mola, la cala en Fonoll y la cala Llamp para ir a pescar. Yo me iba a pescar muchas obladas con un compañero, junto al Faro. 
Era un lugar perfecto para estar tranquilo y gozar de la naturaleza y del paisaje. 
También se fueron a vivir al pueblo de Andrach...
Esa fue también una época muy agradable. Tenía 20 años y vivía en la calle Via Roma, con mis abuelos y la tía Juanita.
Estudié Derecho en Barcelona y acabé la carrera en Madrid. Me acuerdo del trayecto Andrach-Palma, para el que había dos coches-correo, que tardaban en llegar una hora y media. Después me iba en barco desde Palma a Barcelona.
En Andrach no tenía muchos amigos. Aún así tuve relación con Jaume Escolà que me fabricó unos atriles de madera que usé durante mucho tiempo. Recuerdo a unos vecinos que vivían delante de casa, y que a última hora de la tarde se acercaban para pasar la velada. Aprendía francés. También conocí a Bartomeu Bosch, que estaba en el seminario. Le recuerdo con una muy alta estima. Es una muy buena persona. Vivía cerca de casa y nos veíamos a menudo. Le tengo en gran consideración. Es una gran persona, como muy poca gente. 
Don Cristóbal, ¿de dónde le viene el apodo de “Bornada”?
De bordear, de hacer con un barco un bordeo por la costa. En casa siempre hemos sido gente de la mar. Mi padre tenía dos hermanos capitanes y siempre hemos estado relacionados con este mundo. “Bor” no puede venir de “born”. “Es una bordeada”, se vanagloriaban de hace un buena bordeada.
¿Cuándo comenzó a sentirse atraído por la literatura? 
Siempre me ha dado por la escritura, y siempre digo lo mismo: siempre he tenido -a diferencia de otros- un recato que me distinguido. Con 30 años apareció mi primer libro, “Péndulo”. Supo de él Octavio Paz (por medio de Borges en Formentor), se lo compro y me llamó. Le conocí en el café Formentor de Palma. Desde entonces tuvimos una buena amistad y mantuvimos una correspondencia por carta.
Mi primer libro traducido fue el Tao Te King de Lao-Tse; tenía entonces 30 años, estaba en contacto con orientalistas y a mí, a diferencia de ellos, tenía interés por el Tao. Me mantuve firme en el Tao. Yo tengo mucho sentido del humor, pero en según qué temas hay que andar con cuidado. 
Eso me transformó como persona, tuve unas experiencias personales que no son las propias de la gente de aquí (he vivido una vida un poco secreta). Yo había acabado Derecho en Madrid, y la postguerra me llevó al existencialismo, el surrealismo, el dadaísmo; y “Péndulo” es lo más original que he escrito. No he seguido al modelo de nadie (Perfecto Cuadrado lo ha elogiado mucho). De “Péndulo” se ha hecho una traducción al italiano por parte de la amante o acompañante de Octavio Paz, una tal Bona de Pisis, que dejó su tarea de traducir a Valle-Inclán, para traducir mi libro, que lleva un prólogo de Octavio Paz mismo.

Señor Serra, usted es considerado un escritor “raro” entre los “raros”... 
Soy una rareza dentro de la literatura española y mallorquina. Todos mis libros son raros y especiales. El último libro –el “Álbum biofotográfico'”- hay una  caricatura de Román Piña, con una serie de epítetos atribuidos a mí, a lo largo de la publicación de todos mis libro. Aquí están: dador de nótulas, vanguardista cristiano, ermitaño, crepuscular, escritor de culto, braquilógico, agonista bajo máscaras, romancier malgré lui, salmón saltarín, abanderado de la brevedad, lacedemónico, micrólogo, raro, poeta enmascarado, asnomaníaco, taoísta de siempre, serpentino y sorprendente.
Soy una persona que vive en una sensación continua de misterio. 
¿De qué libros está más satisfecho? 
Tengo mucho cariño por “Péndulo” y por muy logrado el “Diario de signos” en donde hablo del Puerto de Andrach (es un diario muy particular). Este libro se ha traducido a varias lenguas: francés, italiano, serbio, alemán...
Sobre mi Obra, algunos críticos dicen que soy el escritor vivo más importante de España, lo dice José Ignacio Gracia Noriega en el “Álbum biofotográfico”. Ignacio Soldevila, en su “Historia de la novela” dice que “Serra es un genio, por tanto es muy bueno”.
En realidad soy alguien muy solitario, y he escrito siempre en soledad, sin ningún contacto con nadie y sin buscar nada más que ir haciendo, poco a poco, una obra. Libro a libro. Sin prisas ni pretensiones. 
También recuerdo que Camilo José Cela, que conocí en Palma, me decía que “tenía que aprender de mí”.
Tuvo una persona muy especial en su vida, Juaqui.
Sí, conocí a Juaqui con 30 años, trabajaba en la biblioteca de La Caixa. Joaquina Juncà murió el año 1998. Era una mujer muy atractiva, pintaba y cantaba. Fuimos amigos prácticamente durante 50 años. 
Cuando tuve que abandonar el Puerto de Andrach, me sentí durante mucho tiempo como alicaído, desdichado… lo pase muy mal y ella me sostuvo. No podría haber hecho algunas de mis traducciones sin su ayuda y compañía. 
Durante unos años trabajó de profesor. 
Trabajé unos 25 años como profesor, y me jubilé a los 65 años. 
Hice la carrera de Historia en Valencia, y allí mismo también estudié inglés y francés. La carrera se llamaba: Filosofía y Letras, Sección Historia, Subsección Culturas Modernas.
En Palma substituí a Francesc Moll, en el instituto Ramon Llull, y trabajé en otros colegios. En buena parte con los padres carmelitas, y 5 años en el Magisteri. Durante todos estos años siempre continuaba escribiendo, la docencia era una forma de ganarse la vida. 
Por otro lado he tenido otros oficios ocasionales: 2 años de portero de noche en el hotel Jaume I, 3 años en el periódico  Baleares”, Y he traducido cartas comerciales (igual que Pessoa). He luchado mucho.  
¿Ha escrito alguna vez en catalán? 
Nunca. No sé lo suficiente. Y no tengo nada contra el catalán, pero no es la mejor lengua para mí, para escribir el tipo de prosa que he hecho. El castellano se me ha dado. He tenido una gran formación en castellano. Don Marcià Flexas me prestaba muchos libros y me influyó mucho. 
En algunos círculos de Mallorca se le tiene por “anticatalanista”.
Vino un señor y me hizo firmar un documento en favor de la enseñanza en castellano y ¡buena la hice!, era un manifiesto anticatalán. Y no fue un error, pero se me ha malinterpretado. 
Joan Guasp me telefoneó y me dijo: “¿Pero qué has hecho?”. Pero que a mí no me molesten, que yo no hecho nada a nadie. No volvería a hacerlo... pero la gente no es comprensiva. Creo que los que vinieron a casa eran gente de Rosa Díez. La gente, en general, es malévola. Yo nunca he apoyado a Franco y no he tenido nunca nada que ver con ningún partido político. Yo soy un “bilibú”. “No estoy atado a nada”. Escribo lo que siento. Sin pensar en los demás. Soy de unas creencias muy personales. Tengo mucho sentido del humor, pero también una angustia interior. Vivo -no como otros- por mí mismo. Nunca he tenido una mala palabra con nadie.  
¿Qué proyectos tiene al día de hoy? 
No tengo ganas de hacer muchas cosas. Estoy revisando algunas cositas. La “Biblioteca parva” tiene el símbolo del el Hipocampo, el caballito de mar, símbolo de la felicidad y el bienestar. 
Ya con casi 88 años he escrito mucho, he escrito incluso sobre asnos. Y después de eso no necesita hacer más. “El asno inverosímil” es el “número clausus”.
No tengo ganas de llegar a los 100 años. En cuanto a enfermedades tengo “alifafes”. Yo no miro al futuro, creo que vivimos en la eternidad; no hay diferencia entre el tiempo y la eternidad. El tiempo es un escollo que será destruido por el apocalipsis. “No hay donde agarrarse “.
Don Cristóbal, ¿qué lenguas conoce? 
Francés, inglés, italiano, algo de alemán, latín, griego un poco, más el catalán y el castellano. Tuve a una señora gallega que me hacía la casa, y con la ayuda de un diccionario aprendí portugués.
Aprender latín es un buen comienza. Ahora bien, no por saber latín se tiene que ser un buen escritor. Llorenç Riber escribía en un castellano flojito (y sabía latín aunque no debió ser un gran latinista). 
¿Qué le gusta hacer más allá de la literatura? 
Hago pocas cosas. Veo pasar el tiempo y me entretengo con cosas de casa, y veo que sigo viviendo; pero ya no me puedo dedicar a lo que me dedicaba hace tiempo. 
Escucho un poco de música, y veo un poco la televisión. Me gusta mucho la pintura y disfrutar mirando los cuadros en  los libros. En la televisión veo las noticies y los documentales locales. 
En música me interesa Mozart, Satie... Bach solo hasta cierto punto. Es un poco demasiado frío. De tan perfecto es frío, muy complicado.  
Me gusta la música menos complicada, me gusta mucho el canto gregoriano, que te eleva el espíritu
Me paseo muy poco. Me dedico a ahorrarme pasos.  
¿Le gustaría volver a ver el Puerto de Andrach, ahora tan distinto? 
Ya tengo una imagen para siempre. No quiero conocer un Puerto más prosaico del que conocí.  
El Puerto de Andrach, como ya he dicho, es el lugar de mi segundo nacimiento. Abandonadas las aguas del Puerto, me sentí muy desgraciado; pero bueno… es necesario conocer y experimentar la desdicha para después ser dichoso.

Rafel Oliver Grammatico,
N´Ali, La revista del municipi d´Andratx, época, nº 114, julio-agosto de 2010 pp. 12-15.

Traducción de Don Cógito

3 comentarios:

Antonio Zaqueo dijo...

Le pregunté por él a un bibliotecario de izquierdas catalanazo, que tiene una tienda de libros en Palma. Dice que no lo conoce. Esta respuesta y el hecho de que Serra es traductor de Leon Bloy, me hacen pensar que debe ser un escritor genial.

Anónimo dijo...

El abandono el puerto porque quiso y así lo decidió muy a pesar de su hermano don Mateo Serra Simó mi padre que vivió en el puerto hasta que falleció .rodeado de sus tres hijas.don Cristóbal tiene una familia extensa pues tenía dos hermanas y seis sobrinos más

Anónimo dijo...

Don Cristóbal Serra ha vendido su alma al diablo.no dudo que sea un buen escritor pues soy conocedora de escritores sensibles y de fácil lectura y comprensión fácil ,simplificando de esos que te llenan el alma .tofol ,no es de esos escritores .el vendió su alma al diablo.fue incapaz de respetar a sus muertos