¿Existe Cristóbal Serra?
André
Bretón renunció a defenderse “por haber
actuado en esta selección (su “Antología
del humor negro”) con una
considerable dosis de parcialidad, ya que semejante posición nos parece la
única adecuada ante un tema como este”. Tal afirmación no justifica, sin
embargo, la ausencia de la siempre admirada antología de nombres como Quevedo o
Cervantes, por señalar ejemplos notorios de lo que para Bretón hubieran podido
ser “vidas ejemplares”, como Swift o
Fourier. Ante parecida reflexión Cristóbal Serra decidióse hará unos dos años a
elaborar una nueva selección que se centrase exclusivamente en el humor negro
español. En su derecho está el autor de Péndulo,
de casta surrealista y aún heterodoxa, me atrevería a calificarlo. Pero antes
de seguir adelante me gustaría esclarecer un pequeño misterio. ¿Quién es
Cristóbal Serra? Para cierto sector de lectores —aquellos cuya ansia se halla
en el punto de la diana donde coinciden los raros autores, casi secretos, en
absoluto voceadores— Serra puede ser, ya un conocido. Tusquets le ha publicado
tres libros: “Viaje a Cotiledonia, “Péndulo" y el que nos ocupa[1].
Carlos
Barral, mucho antes, le dio a conocer como traductor de Melville y de Blake. A
pesar de todo sólo muy recientemente ha
logrado Serra su verdadero auditorio. Injustamente olvidado, todos sus libros
mencionados habían sido publicado en su ciudad natal, Palma de Mallorca. Y un
volumen que es, hoy, una joya
bibliografía: la traducción del Tao Te
King aparecida en 1959. ¡Lao Tse! Sobre todo esto, un amigo recientemente
me comentaba que el fenómeno, no por curioso es menos explicable. Cristóbal Serra
pertenece al área cultural catalana. Su lengua y cultura son catalanas
—recordemos su gran amor por Llull pero también por Foix—. Escribir en español, me decía mi compañero en esta
situación, es la reducción del provincianismo; que por otra parte, ha sufrido
tantos, escritores de realidad cultural catalana, Joan Alcover en su etapa de
escritura española por ejemplo Mi interlocutor irónico, sugirió que muy
posiblemente espectadores de la cultura española, desde Madrid, hubieran
pensado que Cristóbal Serra era una invención de Octavio Paz en su glosa de “Puertos al campo”. No obstante ahí está
el hecho: sí, Cristóbal Serra existe y su difusión es ya un acontecimiento
palpable. Un muy interesante escritor nacido en Palma en 1922.
Su
Antología del humor negro español nos
da fe de ello una vez más. Si por una parte este libro nos recuerda más que
descubre los aspectos oscuros del Lazarillo,
del Quijote, de Quevedo o Gracián, creo
que es a partir de Torres de Villarroel que nos ofrece lecturas nuevas por los
olvidados —total o parcialmente— que tenemos a muchos autores dignos de auténtico
recuerdo. Por el siguiente orden, van a sorprendernos:
Cadalso y su dialogo de Tedialo y un
sepulturero, Espronceda enmarcado en el canto tercero del Diablo Mundo, Larra, Unamuno y Valle-Inclán,
pero sobre todo Gutiérrez Solana con su espeluznante Las solitarias de Ávila, el maldito Silverio Lanza, el Machado de Juan de Mairena, azote de superrealismos,
Gómez de la Serna, los textos magistralmente escogidos —tanto que hacen de él
un desconocido frente a versiones oficialescas, de una u otra barricada
ideológica— de Juan Ramón Jiménez, véanse sus invectivas contra Neruda o Xenius,
para acabar ademas de Bergamín, con otro despreciado:
Antonio Espina, gobernador precisamente, de Mallorca el 18.07.1936, que intentó
suicidarse al ser encarcelado por los militares sublevados; fue, sin embargo,
canjeado más tarde y murió hace escasos años. Serra, por cierto, escribió entonces
en la prensa palmesana una sutil necrología. Es posible suponer que el presente
libro incitara a los editores a ventilar textos como los citados en mayor
amplitud. Servicio importante, por supuesto. Los breves prefacios de Serra, al
modo de Bretón en su obra homónima, son piezas de finura manifiesta que al
tiempo sitúa los humores, reivindica
esa escritura tan menospreciada por la crítica trascendentalista. Prueban, en
fin “la dosis de horror” que
Baudelaire ataba como atributo de los españoles.
Josep Albertí, El Viejo Topo, nº3, diciembre de 1976, pp. 49-50
[1] Antología del humor negro español. Del
Lazarillo a Bergamín. Cuadernos marginales, Tusquets editor, Barcelona,
1976, 367 pp.
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