Czeslaw Milosz, «Premio Literario Europeo» con su novela
«El poder cambia de manos»
CUANDO
John Jersey (el autor de «Hiroshima»)
contó, en su novela «La Muralla» la
insurrección de Varsovia contra los nazis y la espantosa tragedia del «ghetto» de aquella ciudad, citó un poema
de un escritor polaco, un poema cuya lectura enardecía el patriotismo de los
sublevados. Esos versos no los habla inventado el novelista, aunque eran
desconocidos en Occidente. Los había escrito un hombre que vivía en Varsovia:
Czeslaw Milosz.
Milosz,
nacido en Lituania en 1911, es sobrino del gran poeta en lengua francesa Oscar
V. de L. Milosz, y estudió en Polonia y Francia. De 1925 a 1939, trabajó en la radio
polaca y publicó dos libros de poemas. Durante los años de la guerra, que pasó
en la Varsovia ocupada, hizo editar clandestinamente tres libros suyos: una
colección de poesías, una antología de poetas anti-hitlerianos y la traducción
de un libro del escritor francés Jacques Maritain. También publicó algún tiempo
después, traducciones de Walt Whitman, T. S. Eliot. Blake y Browning Después de
haber sido agregado cultural de la Embajada de Polonia en Washington y primer
secretario de la Embajada de su país en París (ambos cargos entre 1946 y 1950),
rompió en 1951 con el Gobierno marioneta de Varsovia y se refugió, en Francia.
Aunque Milosz no llegó a pertenecer al Partido comunista, era muy estimado por
los dirigentes, y su fuga les obligó a denigrar, de la noche a la mañana, al
escritor al que habían alabado tanto.
Como
Arthur Koestler, Kravchenco, Gouzenko y tantos otros, Milosz es uno de los que
han convertido su experiencia en países comunistas en libros de formidable
éxito mundial. Ya en Francia, escribió «El
pensamiento cautivo» y «El poder
camina de manos». Esta última novela, que acaba de ser editada en versión
española por «Ediciones Destino»,
obtuvo el «Premio Literario Europeo de
1953», distinción de elevadísima categoría literaria otorgada por un jurado
internacional compuesto por Ignazio Silone, Denis de Rougemont, Gabriel Marcel,
Gottfried Benn, Hagmund Hansen, Hans Oprecht y Salvador de Madariaga, que lo
presidió.
El
gran novelista italiano, Ignazio Silone, ha dicho de «El poder cambia de manos»:
«Las situaciones terribles que describe este
libro se refieren a la Varsovia de 1945, cuando los alemanes eran derrotados y
cuando estalló la insurrección patriótica polaca y llegaron las tropas
soviéticas. “El poder cambia de manos” se compone de rápidos episodios y
escenas muy movidas donde la acción bélica alterna con los momentos de
reflexión y de angustiosa espera, y con fragmentos de la poesía más pura. En
esta novela hay una media docena de personajes principales, muy diferentes por
tu posición social y su mentalidad, cuyos destinos se mezclan, se entrecruzan,
o se separan por la violencia de los acontecimientos, el miedo y los feroces
egoísmos.
El gran tema de esta novela dura y valiente parece ser
la lucha por el poder, pero esta es sólo una apariencia. En realidad, es la
lucha por conquistar el alma. La lectura de este admirable libro nos hace pasar
por todos los grados inexorables de la tragedia, el horror, la angustia, la
desesperación, la rebeldía, la tristeza, la piedad... Sobre todo, la piedad,
pues su autor, y este es su gran mérito, no desea demostrar nada ni convencer.
No es, pues, una novela de propaganda, y lo mismo se dirige al gran público que
a los hombres preocupados por comprender a nuestro tiempo.»
Destino,
nº 948, 8 de octubre de 1955, p.31.
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