CAFE Y COPA CON “TONO"
Descubridor de un humor nuevo y humorista por
naturaleza
CONOZCO tanto a “Tono”,
convivo tanto con “Tono”, quiero tanto a “Tono”, que tengo muy
fundadas dudas sobre cómo pueda resultar esta entrevista de hoy. Creo que la
confianza con una persona es enteramente desfavorable a la hora de procurar hacerle
a esa misma persona la anatomía periodística, la exploración radiológica comúnmente
llamada interiva. Y yo me sé a “Tono” de memoria, conozco sus inventos,
sé de sus artes culinarias, adivino sus caprichos de cada comida, me consta su
primario conocimiento del póker (aunque él se empeñe en lo contrario) y, sobre
todas las cosas, puedo atestiguar que se trata de una de las personas más
cabalmente buenas que recuerdo.
Con que vamos a tomar la
copa de rigor en su estudio —decorado con cuadros de Pepe Caballero, de Javier
Clavo, de Ballesta y hasta con uno de Cayetana Alba— y vamos a empezar
preguntándole a “Tono” (de verdadero nombre, Antonio de
Lara Gavilán, nacido en Jaén cuando el siglo XIX estaba acabándose) si es
cierto, como dicen los eruditos, que trajo con sus chistes y con sus comedias
un nuevo concepto del humor.
—Pues creo que si —contesta
“Tono”—. No es, en realidad, que lo trajera, sino que lo llevaba dentro
y lo solté. El primer sorprendido fui yo, que al ver aquel humor me dije: “¡Caramba,
pues esto es gracioso!”. Y seguí diciéndome: “Me parece a mí que esto
es un humor nuevo...”
—¿En qué consistía, dime?
—Como su propio nombre indica,
aquel nuevo humor era un humor bastante nuevo.
—Entendido. Mira, cuando
tomé mi café y mi copa con Mingote, me dijo que tú eras, sobre todo, un colosal
dibujante; para él uno de los mejores de España. Un dibujante pistonudo. en una
palabra. ¿Qué crees?
—Que el pistonudo es Mingote.
Resulta que yo dejé de dibujar precisamente porque no me gustaban mis dibujos,
porque los encontraba duros y poco expresivos. Ahora estoy intentando
evolucionar, pero no creo que lo consiga, porque a buena hora, mangas verdes.
—Anda “Tono”,
cuenta un poco de tu vida, si es que se puede...
—Sí, creo que con lo de
la apertura de la censura sí que se podrá...
“Tono” enciende un
cigarro negro, con mano temblona. Le tiemblan mucho las manos a “Tono” y
mis amigos nos metemos con él por eso. Enchufa un ventilador de su invención,
que a pesar de eso funciona bien y comienza a darle a la autobiografía...
—Como ya escribí hace
tiempo, el día que nací me puse muy contento, porque sólo lo estoy de verdad
cuando no hago nada (que esa es mi verdadera vocación), pero resulta que, si no
hago nada, no gano dinero y entonces, me tengo que poner triste. Más que por mí
mismo, por las buenas gentes a las que les debo facturas. Y tengo que ponerme a
trabajar, con lo cual tengo dinero, pero tampoco estoy contento, porque
trabajar es una lata...
Bueno; pues a pesar de
eso,
“Tono” ha trabajado bastante en esta vida. Comenzó a dibujar en “El Guante
Blanco”, una revista que dirigía en Valencia Maximiliano Thous (porque pasó
su infancia y su primera juventud en la capital levantina) y luego se fue a
Madrid y colaboró en las revistas de “Prensa Gráfica”, en aquellas
colosales revistas que se llamaban “Nuevo Mundo”, “La Esfera”, “Elegancias”,
"Mundo Gráfico”. Se vivía la “Belle Époque" y pienso
que “Tono” la aprovechó cumplidamente, porque le van de primera todas
aquellas maravillas que, según cuentan, se podían disfrutar entonces por cinco
duros: las cenas en “Lhardy”, el champán en “Fornos”, las
tertulias en “La Granja del Henar” ... Una vida amable, elegante y a la
vez, galante, que le iba como anillo al dedo a un “Tono” juvenil,
seductor y bohemio...
—Más tarde, pero también por
entonces, dibujo en “Gutiérrez” y en “Buen Humor” y me destaco
como cartelista. Ya sabes la definición del cartel: “un grito pegado en la
pared”.
—¿Gritaste mucho?
—Bastante. Y conseguí
primeros premios muy lucidos. Para mí, el secreto de un buen cartel consiste en
estilizar la cosa que se quiere anunciar. Parece ser que estilizaba de primera
y tuve mucho éxito en esta especialidad plástica.
—Sigamos biografiando,
con perdón. Luego, te fuiste a París.
—Exacto. Esa fue mi época
bohemia. Ser bohemio consiste en cortarse poco el pelo, comer poco, no trabajar
nada y conquistar mucho. Aunque yo dibujé mucho, en todos los periódicos franceses
de humor, hasta que me marché a Hollywood.
—¿Cómo fue eso?
—Me contrataron desde
allí, por consejo de Edgar Neville y de Conchita Montenegro, que ya estaban en
eso que llaman “la Meca del cine”. Me fui, pues, a la Meca esa y me pasé
un año sin dar golpe, porque nada más llegar, se suspendió la realización de películas
en versión española y ya no tenía nada que hacer en Hollywood. Me ofrecieron indemnizarme
y que me volviese o pagarme el contrato sin que tuviese nada que hacer. Preferí
esto, naturalmente, y me quedé allí, sin función concreta. Tuve en ese año
cuatro coches y tres perros, hice amistad con Charlot y conocí a gentes muy
importantes, como Einstein.
La historia de “Tono”
y Einstein es curiosa. Se conocieron en una fiesta; por entonces, “Tono”
todavía no hablaba apenas inglés. El sabio descubridor de la relatividad le
hablaba y le hablaba y “Tono” le escuchaba y le escuchaba, sin entender nada.
Todo el mundo estaba admirado de aquel largo diálogo, que no era tal. En fin;
que Einstein le cayó de primera aquel español tan atento que seguía
interesadísimo su conversación...
—Volví a España y cuando
la guerra civil, dirigí "Vértice” con Romley, colaboré en '‘La
Ametralladora”, Junto a Miguel Mihura y publiqué una serie de artículos en
colaboración con él: firmábamos “Tomi-Mito”. En esa época publicaba
asimismo cuatro caricaturas distintas cada día, en otros tantos diarios... Y
encima, fue durante la guerra, cuando escribimos en San Sebastián, Mihura y yo “Ni
pobre ni rico, sino todo lo contrario”, que se estrenó años después y dio lugar
a que hablasen de todo eso del “humor nuevo”, porque la obra causó verdadero impacto.
—¿Cómo fue pasarte al
teatro, dejando casi abandonado el chiste y el dibujo?
—Bueno, lo hice por necesidad.
porque al acabar la guerra apenas había periódicos donde publicar caricaturas.
Luego del exitazo de “Ni pobre ni rico”, Arturo Serrano me animó a
seguí, en el teatro y estrenó "Rebeco”. Y ya no paré: “Guillermo Hotel”,
“Tita Rufa”, “Francisca Alegre y olé", “¡Qué verde era mi padre¡” ... Y
adaptaciones a porrillo...
Metido en faena, “Tono”
llegó, incluso a dirigir películas. Y lo curioso es que la primera —“Canción
de medianoche”— era dramática. Luego realizó una adaptación de “Guillermo
Hotel”, con el título de “Habitación para tres”.
—La hicimos en
condiciones precarias, sin un duro, pero durante el rodaje lo pasábamos
bomba...
—¿Has creado escuela,
Tono?
—Pues mira, en París hay
un caricaturista, Grove, que desde que yo estaba allí ha seguido fielmente mi
estilo de dibujo y aún hoy lo continúa imitando. Mira, mira…
“Tono" busca en
su biblioteca un libro francés de humor. Efectivamente. los dibujos de Grove
son una fiel reproducción —salvando las naturales distancias— de ese trazo
personalísimo de nuestro amigo.
—¿Que chiste tuyo tuvo
más éxito?
—Pues la verdad han sido
muchos los que han tenido éxito, pero puestos a elegir te contaré lo que me
pasó con uno publicado en "Don José”. Era un recuadro en blanco, sin
ningún dibujo. Y el pie decía: “La verdad, doña Enriqueta, es que no somos
nadie”. Pero lo más gracioso de este chiste fue que, a la hora de cobrarlo,
el Administrador, no me lo quería pagar, porque decía, el tío, que no había
dibujado nada…
Tomamos otra copa, "Tono"
bebe muy poco ahora y se cuida la línea. Pero sigue siendo un “gourmet” fenomenal,
con grandes dotes como cocinero de alta escuela. Sus platos más conseguidos: el
pollo a la crema y el "porco a la alentenjada”. Doy fe, por
conocimiento directo, que los borda. También puedo atestiguar que sus inventos
son estupendos, inventa los pitorros más insospechados, pero sólo tienen un fallo:
luego resulta que ya estaban inventados.
—¿Que hubieses querido
ser, "Tono"?
—Millonario. pero sólo un
poco.
—¿Te atrae la luna?
—No. Me parece un sitio
muy triste.
—¿Qué es la mujer?
—Eso que es todo lo
contrario que el hombre.
—¿Y el amor?
—Eso que siente el hombre
por la mujer, y casi nunca la mujer por el hombre. También últimamente, y sobre
todo en Inglaterra, lo pueden sentir los hombres entre sí.
—¿Qué te parece el
ahorro?
—Una manera de pasarlo mal,
para guardar en el banco un dinero con el que otros lo pasan muy requetebién
—Y tú, ¿que eres?
—Un poeta.
—¿Estás ya en la Historia?
—Por lo menos, estoy en el
España. Aunque como decorador, que es lo que memos he hecho en la vida.
—Entonces, ¿piensas que
ya has ganado la fama en la posteridad?
—Creo que sí. De momento,
aún no tengo una calle con un nombre, pero ya tengo un teatro en Madrid. El
Lara.
¿Qué no habrá hecho “Tono”
en su vida? Dibujar, escribir, viajar, dar conferencias, hasta ser
mantenedor de Juegos Florales. Hace bien poco se reveló, en “Semana”,
como estupendo cronista y sus artículos sobre la Feria de Nueva York, sobre
Londres, sobre París, fueron ejemplares. Ha vuelto a la caricatura con ímpetus
juveniles y se asomó a la televisión, pero la pequeña pantalla suele preferir a
los mediocres. Lo dejó pronto. La temporada que ya se acerca conocerá una
traducción suya (adaptación, más bien dicho, porque el éxito de “Tono”
en esta parcela de su actividad consiste en que no se limita a trasponer, sino
que “le da la vuelta” a las comedias extranjeras, para traerlas a
nuestra mentalidad y a nuestro lenguaje) y quizás, una comedia original. Pero
por encima, de todo, estará “Tono” en su cordial y diaria actividad, en
la tertulia de sus amigos, en la pequeña anécdota de cada día, en el afán constante
de servir a los demás, de hacer amables las horas a los que con él conviven. Y
eso que este invierno será triste para él porque por vez primera le faltará su
entrañable compañero Neville, tan unido a su vida...
—Tono, que falten muchos años para
entonces. Pero perdóname si te pregunto —ya sabes lo que es esto de los reportajes
— que epitafio le pondrías a tu tumba.
Tocamos madera, como es natural. Y dice
Tono:
—Pues éste: "Esperen un momento, que ahora
vuelvo”.
Y ya está Cloti, la fiel
Cloti, nos sirve otra copa. Aún charlamos de cosas más personales; de nuestro
amigo José Vicente que anda escayolado por creerse joven y querer jugar al
fútbol; de Berlanga, que anda por su Valencia comiendo arroces, nunca tan ricos
como los que puede preparan Tono; de Mihura, de Mingote, de Conchita Montes, de
Manolo Alejandre —astuto jugador de póker—, de Clavo, que le ha hecho un
retrato colosal, de Pepe Caballero, que prepara exposición. Porque con “Tono”
ocurre siempre esto: que acaba uno hablando de los amigos, porque él es, por
encima de todo, amigo de los amigos. De ahí que todos le queramos tanto, de ahí
que sea un hombre de quien nadie habla mal. Y cuidadito con que alguien se
atreva...
F. VIZCAINO CASAS.
Exclusiva de CIFRA-GRAFICA.
El
Eco de Canarias, 10 de septiembre de 1967, p. 8.
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