El escritor al día
VINTILA HORIA
Por Emilio REY
Emigrante forzoso.
Buscador de los caminos de la libertad. Vintila Horia tiene recién estrenada su
nacionalidad española. Es idealista con expresión reposada. Actualmente dirige
la revista Futuro Presente y ha concluido su última novela, Los
redentores, eslabón final de lo que él denomina «trilogía del exilio».
En una de las plantas del
Palacio de Congresos y Exposiciones del Ministerio de Información y Turismo
tiene su sede la revista. Varias azafatas taconean repartiendo papelitos para
no sé qué historias médicas del corazón, y un ordenanza me larga al piso
tercero, que es donde esté, «el señor ese de la
futurología que usted busca».
A Horia le he recordado
sus clases en la Escuela Oficial de Periodismo -desde 1960 explica Literatura
Universal Contemporánea-, la masiva asistencia de alumnos, los apuntes pasando
de mano en mano. Y en su rostro he visto la expresión de serena alegría.
NOVELA, CAMBIO IMPORTANTE
—Don Vintila, usted ha
publicado diversos trabajos sobre la novelística contemporánea en España,
incluso un diario madrileño sostuvo una polémica sobre este tema, titulado «No
a Vintila Horia», Ahora, ¿cómo juzga el panorama de
nuestra novela?
El despacho de trabajo
del director es austero y sencillo. Tan mal aislado de
ruidos, que llegan numerosas voces y el ininterrumpido murmullo de
congresistas.
—Hace unos dos años, y
para el prólogo de una obra de García Viñó, escribí desde París que tres o
cuatro escritores jóvenes estaban preparando un renacimiento de la novelística
española, y esta profecía literaria vi que se cumplió. En los últimos seis o
siete años han sido publicadas novelas muy importantes en España: no sólo son
buenos libros, sino que dan un cambio importante en la manera de concebir la
novela y de hacer novela en España Este tipo de novela no es realista o
naturalista, no se pueden incluir en lo que hasta ahora han sido una copia más
o menos fiel de la realidad. Y sabemos lo que se ha abusado de esto...
—¿Rechaza la realidad?
—Insisto en que se ha
abusado de ello. Con la ayuda de la ciencia y de la filosofía, creo que la
literatura es una técnica de conocer o del conocimiento. Cuando algún literato
o crítico literario se ha acercado a la filosofía o a la ciencia, se ha podido
dar cuenta del engaño que suponía el realismo en la literatura; de la misma
forma que el positivismo o el objetivismo o el materialismo representan un en
gaño para la ciencia o la filosofía. Según estos saberes, el ser humano es
incapaz de tener un conocimiento de la realidad. porque el ser humano se
proyecta en la realidad que le rodea y luego conoce. Se conoce a sí mismo, a la
realidad en la que la misma imagen está englosada, de tal modo que el objeto se
transforma en sujeto.
—Creo que, para usted,
realismo equivaldría a falsificación.
Ahora son las señoras de
la limpieza con aspiradoras que a lo mejor convierten a las moquetas en
diminutas partículas; por el ruido que hacen parece que están triturando
suelos. Vintila Horia ha levantado la voz, y el magnetófono terminará grabando
esquemas de música concreta.
«SOY PLATONICO»
—El realismo, tal como lo
entendían los escritores del siglo pasado, es imposible, no existe. Es
falsificar las cosas. Lo que debemos hacer los escritores es tener una idea de
la realidad, una imagen, y luego, con los medios que cada uno posee, reflejarla
en el libro. De esta manera, usted sabe que hay miles de técnicas o estilos que
representan modos personales. Soy una persona formada de alguna manera como homo
religiosus. Convencido de una manera platónica de la existencia de un mundo
aquí y de un mundo del más allá. El uno conectado con el otro, o reflejándose
en el otro: de tal modo que una realidad puramente materialista, el fin de la
vida aquí y ahora, para mí no tiene ningún sentido. En mi tradición cultural
soy platónico, y este tipo de literatura, de una concepción idealista
platónica, la he encontrado en la España de siempre.
Eligió nuestro país por
lo que Goethe denomina «afinidades electivas». Y precisamente en España, en una
cafetería muy anquilosada ahora por infarto de puentes elevados y pasos
subterráneos de la madrileña plaza de España, Vintila Horia escribió la obra,
que obtuvo el premio «Goncourt», Dios ha nacido en el exilio.
CAMINOS PARA LA VERDAD
«El novelista tiene
que hundir las raíces de lo que quiere contar en las técnicas del conocer»,
escribió en uno de sus artículos Vintila Horia, pero ¿cuáles son esas técnicas?
—La novela en si es una
técnica de conocer. Es, ciertamente, complejo precisar cuáles son las técnicas
de esa técnica. Cada uno tiene sus anzuelos y cada uno aprehende de la realidad
lo que puede, según sus propios medios Por eso hay tantos escritores, y nunca
concluiremos por tener una sola técnica. Seria catastrófico Hay regímenes que
imponen un totalitarismo dogmático a la literatura y a la filosofía ¿Qué
ocurre? Que la hunden. Obligan a optar por un solo camino, y ése no es el
verdadero, porque no hay uno solo. Puede desembocar en un callejón sin salida,
como el materialismo marxista o el estructuralismo.
—¿También el
estructuralismo?
—Lo veo como un
formalismo. Nos obliga a concebir la realidad como algo axiomático. Todo tiene
que ser desarrollado según unos solos principios Eso es falso. Ni siquiera hay
un solo estructuralismo.
Vintila Horia. a los once
años, escribió su primera novela, Las aventuras del capitán
Remy, con clarísimas influencias de Julio Verne. Se lo he recordado, y de
nuevo sonríe: «La tendrán mis padres por cualquier cajón.» Desde la
etapa infantil se abría para Vintila Horia la necesidad de traspasar la
realidad circundante. De buscar las «últimas» razones de la existencia.
Por ello, también, su deseo de libertad: «El escritor es hoy el único ser
que ha sabido conservar su libertad. hasta allí donde la libertad ha
desaparecido por completo.»
Y al unísono de la conversación
de la libertad, la esperanza. La novela como profecía y esperanza se titulaba
un ensayo del premio «Goncourt». Este repetido canto a
la esperanza, ¿no será el producto de una evasión de la realidad?
Con el mismo tono de voz, repitiendo con frecuencia «podemos decir», Horia no bucea en
un repertorio de respuestas. Analiza, juzga con sincera serenidad.
—Lo que nos caracteriza
como civilización futura es un afán extraordinario de conseguir la libertad.
Existe una masa enorme y casi amorfa dirigida por unas ideas o unos panfletos,
y detrás de ella hay una élite casi nuclear que prepara las etapas futuras. Eso
ha sucedido en todas las etapas de la historia. Nacimiento del Renacimiento.
Salto del Renacimiento al Barroco, preparado por otra élite con carácter
espiritualista. Al final del siglo dieciocho, cuando todos estaban con una
ideología más o menos materialista, se preparaba el movimiento Romántico, y
toda la primera mitad del siglo diecinueve se desarrolló bajo influencia de
signo romántico. Al final de ese siglo el mundo intelectual fue positivista o
materialista. Casi todos los científicos fueron ateos, y en estos momentos las
grandes masas siguen aquel impulso. Sin embargo, hay un grupo muy reducido que
se expresa en el surrealismo, en el expresionismo, en el espiritualismo
filosófico y en tantas otras corrientes que preparan el terreno para una nueva
época.
NOVELA Y FUTURO
—De cara, precisamente, a
este futuro, a esta nueva época que usted anuncia, ¿cuál será la misión de la
novela?
—Hay que partir de que la
novela tiene enorme aceptación. El escritor puede convertir al público a las
grandes ideas que practican muchos científicos o escritores, sin separaciones
de tipo dogmático, que han provocado una tragedia, desembocando en conflictos o
guerras tribales.
—Usted ya ha emprendido
esta tarea a través de la revista Futuro Presente.
—Si, queremos dar a
conocer al público español lo que sucede en el mundo de la futurología. Nueva
ciencia que está de moda en numerosísimos países. Me impresionó en Mi viaje a
los centros de la tierra el conocer seres humanos que tienen un enfoque
abierto a todas las disciplinas. La futurologia da cuenta de una pasión
multidisciplinar. Hay que volver a que la palabra técnico, como en su raíz
griega, tenga un sentido de conocer total. Para que la humanidad se salve
tendrá que volver a este conocimiento.
—Actualmente, ¿qué obra
prepara?
—He dado los últimos
retoques y saldrá en breve la novela Viaje a San Marcos. Es como un complemento
de Una mujer para el Apocalipsis. Sucede en la Casa de Campo de Madrid, en San
Marcos de Venecia y de León. Y es un juego vital alrededor del encuentro del
personaje central con San Marcos Evangelista. También he ultimado Los
redentores, último tomo de la trilogía del exilio. Su acción se desarrolla
mucho en España. Consta de seis personajes que se mueven en numerosos países y
forma parte de ese intento mió que desea, de algún modo, romper con el espacio
y el tiempo.
Prepara sus obras a
partir de una idea y sobre ella traza el esquema del relato. «Tengo muchas
ideas, pero gran parte de ellas no llegan a cristalizar. En el semisueño,
cuando el espíritu está libre de ataduras, es el momento más propicio para
crear. Pero al día siguiente, cuando se quiere controlar la idea, ya ha perdido
su embrujo. La labor del inconsciente es enorme.»
La génesis de su último
tomo de la trilogía del exilio la comenzó hace catorce años, «pero
fue hace un año, estando tomando un café en un bar de la sierra de Madrid, tuve
toda la novela delante de mí y preparó el esquema en una hora».
Vintila Horia estrenó
nacionalidad española el treinta de agosto del año actual. Y ahora va a
estrenar trilogía. La de su exilio. Me acompaña hacia la puerta de su despacho.
Vintila Horia continuará escribiendo. En la búsqueda literaria del conocer, con
el noble empeño de aportar esperanza.
La Estafeta Literaria,
nª502, 15 de octubre de 1972, pp. 14-17.
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