Entrevista
a Enrique Badosa, poeta
“Cuando critico a los demás, me incluyo en la diana a la que lanzo las
flechas”
Un viaje interior
Nacido
en Barcelona en marzo de 1927, Enrique Badosa ha llevado a cabo una actividad
amplia y diversificada, que incluye el ejercicio del periodismo (hace años, en
el desaparecido “El Noticiero Universal”
y ahora en “ABC”) y distintas tareas
editoriales. En este terreno, dirigió las colecciones "Selecciones de Poesía Española” y “Selecciones de Poesía Universal”, de la
editorial Plaza & Janés. Ha traducido a autores como Horacio, Foix o
Espriu. En su poesía se ha interesado tanto por lo lírico -en obras como “Baladas para la paz” o “Historias en Venecia”- como por lo
crítico y social -destacando especialmente “Epigramas
confidenciales” (premio Ciudad de Barcelona)-. Es, en fin, uno de los
poetas más destacados en el ámbito de la poesía de viajes, con obras como “Mapa de Grecia” o “Relación verdadera de un viaje americano”, en las que el viaje
alcanza un claro carácter introspectivo. Un viaje que concluye ahora en “Marco Aurelio, 14”, su domicilio
particular, metáfora de su vivencia interior.
Enrique
Badosa pertenece a esa estirpe de poetas solitarios que se constituyen a lo
largo de su obra en auténticos “corredores
de fondo” de la poesía. Siempre celoso de su independencia, personal y
poética, no suele figuraren nóminas generacionales -pertenecería, en todo caso,
a la de los cincuenta- y aunque frecuentó la llamada Escuela de Barcelona, se
alejó de ella por no compartir “los postulados estéticos de la poesía social ni
sus postulados políticos”. Su obra, en todo caso, se ha ido acrecentando con
profundidad y rigor. Una buena muestra es su nuevo libro, “Marco Aurelio, 14” (DVD Ediciones), que permite acercarse a la
condición humana del poeta y su poesía.
-En 1958, usted publica el artículo “Primero hablemos de Júpiter”, donde
interviene en una famosa polémica entre la poesía como comunicación y como
conocimiento. ¿Sigue siendo válida esa división?
-Indudablemente.
Para mí, como para muchos otros poetas, poesía es medio de conocimiento. Claro
que es comunicación, pero ¿cómo puedes comunicar lo que no conoces? O sea,
inicialmente poesía es medio de conocimiento que se plasma en el poema y una
vez el poema conseguido, lo comunicas.
-Una parte fundamental de su producción
está relacionada con la idea del viaje. ¿Es el viaje una forma de conocimiento?
-Todo
viaje es iniciático por cuanto siempre te lleva no sólo a un lugar lejano, sino
a un posible lugar lejano dentro de ti mismo. Por lo tanto, lodo viaje es
también un medio o forma de conocimiento. En mi caso, ese autoconocimiento se
ha producido siempre, aunque no siempre haya escrito sobre los lugares que he
visitado.
-También ha cultivado con éxito el género
epigramático. ¿Qué importancia tiene para usted?
-Siempre
digo que el tema me da el artículo, pero no me da el poema, es el poema que,
conforme lo vas escribiendo, se va revelando en su temática. Precisamente
cuando había empezado un libro de mucho más aliento, “Historias en Venecia”, fueron apareciendo diversos poemas críticos,
con un estilo muy directo, casi prosaico, que dieron lugar a “En román paladino”. Al cabo de unos años
volvió a aparecer esa “musa pedestre”,
que diría Horacio, y surgió “Epigramas
confidenciales”. El objeto de estos epigramas no siempre es la sociedad o
los otros, también soy yo mismo. Cuando critico a los demás, me incluyo en esa
diana a la que lanzo las flechas.
-Con el último libro. “Marco Aurelio, 14”, da un giro más
intimista a su poesía.
¿Por qué este cambio?
-Vas
viviendo, vas acumulando experiencias que más o menos se organizan y un buen
día te sorprendes componiendo, como en este caso, un libro que en cierto modo
estaba latente. Por experiencias personales, se me impuso la necesidad de un
poemario muy íntimo, elegiaco tanto por lo que atañe a lo más personal del yo,
elegiaco-amoroso, como por lo que atañe a la vida en colectividad. El resultado
ha sido un conjunto de 49 poemas que agrupo en cuatro secciones de 12 más un
epifonema. Estos cuatro grupos alternan poemas que sitúan la angustia existencial
en el espacio urbano con otros poemas amoroso-elegíacos, hasta llegar al poema
número 12, que es religioso. El libro tiene una arquitectura sutil, interna.
Rescaté el título de “Marco Aurelio, 14”,
que yo tenía para otro libro, porque la metáfora de una casa en la ciudad se
acomodaba a una imagen de vida interior, lírica.
-¿Es su libro más personal o
autobiográfico?
-No,
éste es el más declaradamente personal, pero en mi obra hay otros poemas de
amor, otros poemas existenciales.
-Pero sí es quizás el más
desesperanzado...
-No.
En el libro me refiero a una esperanza humana paradójicamente propiciada por la
ausencia, porque amar es siempre tener esperanza, tanto en lo que uno no puede tener
como en el más allá.
Santiago Martínez, La
Vanguardia, 14 MARZO 1998, p. 39
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