sábado, 13 de diciembre de 2008

Rubias sobre fondo negro


"Hay rubias y rubias, y hoy es casi una palabra que se toma en broma. Todas las rubias tienen su no sé qué, excepto, tal vez, las metálicas, que son tan rubias como un zulú por debajo del color claro, y en cuanto al carácter, tan suave y blando como el empedrado de la acera.

Existe la rubia pequeña y agradable, que gorjea como los pájaros, y la rubia alta y estatuaria, que lo envuelve a uno en una mirada azul de hielo. Existe la rubia que lo mira a uno de arriba a abajo y tiene un perfume encantador y resplandece tenuemente y se cuelga del brazo y está siempre muy, muy cansada cuando usted la acompaña a su casa. Ella hace ese gesto de impotencia y tiene es maldito dolor de cabeza y a usted le gustaría aporrearla, aunque esté contento de haber descubierto lo del dolor de cabeza antes de haber invertido en ella demasiado tiempo, dinero y esperanzas. Porque el dolor de cabeza siempre estará ahí, es un arma que nunca deja de usarse, y tan mortífera como la espada del asesino o el frasco de veneno de Lucrecia.

Existe la rubia dulce, dispuesta y aficionada a la bebida, y que no le importa lo que lleva puesto, siempre que sea visón, o adónde va, siempre que sea el Starlight Roof y hay mucho champaña seco. Existe la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera y quiere pagar ella su cuenta y está llena de luz de sol y de sentido común, que sabe judo y puede lanzar el aire, por arriba del hombro, al conductor de un camión, sin perderse más de una frase del editorial del Saturday Review. Existe la rubia pálida, con anemia de tipo incurable, pero no fatal. Es muy lánguida y muy sombría y habla suavemente como salida de no sé dónde, y usted no le puede poner un dedo encima, en primer lugar porque no tiene ganas, y en segundo lugar porque ella está leyendo
La tierra baldía, o Dante en el original, o Kafka, o Kierkegaard, o porque estudia dialecto provenzal. Adora la música, y cuando la Filarmónica de Nueva York está tocando Hindemith, ella puede decirle a usted cuál de los seis contrabajos entró un cuarto de tiempo más tarde. He oído decir que Toscanini también es capaz de ello. Eso quiere decir que son dos.

Y, por último, existe la muñeca maravillosa y encantadora que sobrevive a tres reyes del hampa y después se casa con un par de millonarios a un millón por cabeza y termina con una villa de color de rosa pálido en Cap d'Antibes, un coche Alfa Romeo completo, con chófer y acompañante, y una caballeriza de aristócratas enmohecidos a los que tratará con la atención distraída y afectuosa con que un anciano duque dice buenas noches a su criado"


"El largo adiós", Raymond Chandler
1953

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedo con "la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera y quiere pagar ella su cuenta y está llena de luz de sol y de sentido común, que sabe judo y puede lanzar al aire, por arriba del hombro, al conductor de un camión, sin perderse más de una frase del editorial del Saturday Review".

El judo sí permite lanzar por encima del hombro al conductor de un camión pero tampoco hace maravillas; como la mujer bajita no sea terriblemente audaz y diabólicamente veloz el camionero la aplasta con sus ciento veinte kilos. Por otra parte, el camionero debe estar en movimiento para poder proyectarlo sobre el hombro... como esté quieto y estable, mayoritariamente no hay cinturón negro que valga. Por cierto que las competiciones de judo se hacen por sexo y peso.

Ha provocado usted que mi cerebro se obsesione con aquella canción de los músicos de Bremen. El esmentado cerebro debe de estar muy aburrido por no hacer clase desde hace tres semanas (tengo la impresión de no haber tenido clase durante meses, todo es terriblemente frustrante).

Saludos

Don Cogito dijo...

... tal como lo veo, la única rubia de estas características podría ser Uma Thuman o alguien por el estilo...


... por lo contrario, para mi, la cancioncilla de Los músicos de Bremen (incluida en su verión rockera) y cosas parecidas, me parecen cosas muy necesarias para despejar la mente de tanto libro obtuso y absorbente. Yo que me parezco un poco (horror!)a la rubia que lee a Kierkegaard y Kafka (solo que no soy rubia... soy moreno!!!)necesito de vez en cuando escuchar y ver tales cosas...

Saludos

Anónimo dijo...

Yo me parezco a la que está anémica y lee Kafka y Kierkegaard; pero como pareja prefiero la pequeña que sabe judo.

Eso quise decir.

Don Cogito dijo...

Yo también me apunto a la rubia pequeña y judoka (además una chica así me parece muy atractiva)

Saludos