martes, 19 de noviembre de 2013

Entrevista a Guillermo Cabrera Infante. Programa “A fondo”. 3. Cine y vida.



¿Cómo es Guillermo Cabrera por dentro?… da la sensación de un hombre dramático, de un hombre atormentado.

-Bueno, yo cambiado mucho a partir del año 72, cuando tuve mi nervous break down, mi colapso nervioso, que para terror de mi mujer, Miriam Gómez, un analista describió como una esquizofrenia temprana… entonces acudimos, acudió ella mejor dicho, porque yo estaba en esas condiciones, verdaderamente…que yo no podía reconocer la realidad a un psiquiatra que determinó que lo que yo tenía verdaderamente denominaron un surménage,un exceso de trabajo que me había bloqueado absolutamente la capacidad de raciocinio, y vivía en un delirio constante. A partir de ese momento mi vida ha cambiado, yo creo que se ha hecho más seria. Yo creo que antes yo era más dado a la risa. Más franco. Ahora soy más taciturno. Más introspectivo.

¿Le gusta a usted la gente?

-Me gustaba mucho la gente. Sobre todo me gustaba mucho el pueblo cubano. Es decir… esto está… esto aparece muy claro mi primer libro… en mi primera novela…Tres tristes tigres…me gustaba su manera de hablar, su manera de aproximar a la vida con un cierto desparpajo… eso que se llama en Cuba el choteo. Es decir, burlarse de la realidad en vez de aceptarla dramáticamente. Aceptarla con una risa y a veces una carcajada. Esto me pareció… verdaderamente extraordinario y traté de captarlo en mi libro. También me impresionaba… me impresionó mucho, en el año que viví aquí en Madrid, el pueblo español. Me gustó mucho. Me gustó su franqueza. Cierta rudeza que no se encuentra, por ejemplo, en Inglaterra donde la gente tiende a ser un poco… recogida; es decir, tal vez por el clima porque en Londres ocurre, y hablo de Londres porque yo no vivo en Inglaterra, yo vivo verdaderamente en Londres, hay una gran trasformación entre la vida del invierno y la vida del verano; es decir en invierno los ingleses se ven recogidos, embutidos en sus gabanes… y en verano salen casi desnudos a la calle, se vuelvan sobre los parques, conducen como locos, es decir, se convierten absolutamente en meridionales, tal parecería que fueran mediterráneos.

Para muchos espectadores, el nombre de Guillermo Cabrera Infante es el de un escritor cuya novela más importante, probablemente han leído casi todos, Tres tristes tigres,  por lo menos la novela más conocida… para gentes que han profundizado un poco más en su personalidad Guillermo Cabrera Infante es un hombre que es un gran estudioso del cine y un hombre que entiende el cine, que siente el cine, que se ha dedicado a la creación de guiones cinematográficos. Para otros muchos el nombre de Guillermo Cabrera está unido a la evolución cultural de Cuba, en una serie de años, unido más tarde a la revolución de Fidel Castro, después separado, al parecer, voluntariamente, de ese proceso revolucionario de Fidel, y hoy es un hombre independiente que desde hace una serie de años, vive en Londres dedicado exclusivamente a su obra literaria, a su obra de creación. Vamos a intentar conocer mejor a un hombre tan interesante… Diríamos que lo primero que, desde un punto de vista público, hace Guillermo Cabrera Infante, es inscribirse en la Escuela de Periodismo…

-Sí. Así fue cuando renuncié definitivamente a la idea de tener una carrera médica. Yo visité un verano, al término de mi bachillerato, la Escuela de Medicina… y entonces, verdaderamente, me aterró contemplar los cadáveres en la sala de disección, esto es, había como seis cadáveres en unas mesas de… metal, y el horror fue tan grande, es decir, recuerdo muy bien el olor de la putrefacción con el formol, que me hizo convencer… me convenció definitivamente que yo no estaba para la carrera médica. Entonces decidí entrar a estudiar periodismo. Yo ya había entrado a escribir. Había publicado unos cuentos. Y aunque no me interesaba el periodismo en sí, era una forma más… directa conmigo mismo, más relacionada con mi literatura, ganarme la vida a través de las letras. Y así empecé a trabajar en periodismo. Primero trabajé como corrector de pruebas, unos cuantos años. Después fui crítico de cine en la revista Carteles. Hay una cosa curiosa, yo tuve que escoger un pseudónimo para escribir las críticas de cine porque en 1952 un cuento mío publicado con malas palabras en inglés [“Balada de plomo y yerro”], fue tomado por la policía, y yo fui llevado preso y finalmente multado por haber publicado ese cuento con esas palabras que eran, verdaderamente, absolutamente incomprensibles para un cubano medio, puesto que eran malas palabras, pero en inglés, y esto condujo a que la revista que publicó el… el cuento…  la revista Bohemia, no quisiera saber nada que apareciera con mi nombre propio, y entonces inventé un pseudónimo basado en la primera sílaba de mi primer apellido y  la primera sílaba de mi segundo apellido, y así fue cómo surgió Caín, con la que escribía mis crónicas cinematográficas. Y aún hoy, cuando escribo guiones de cine, utilizo este pseudónimo.

G. C. I. leyendo a Kerouac en un bar de Santiago de Cuba, en 1959.
Este es el nombre: G. Caín, nombre que fue, en su momento, muy importante –sigue siéndolo puesto que nombre no ha desaparecido ni el hombre tampoco, aunque quizá si el menester y el vehículo de entonces…

-Lo que ahora se tiende a pronunciar “Kein” en Inglaterra, más que Caín, como en español.

Carteles y Bohemia estaban de algún modo… ¿eran de algún modo hermanas o gemelas?

-Bueno, fueron rivales durante mucho tiempo. Sí, se tenían un cordial odio los dos directores de ambas revistas, hasta que el director de Bohemia, Miguel Ángel Quevedo, que después se exiló en Caracas y murió suicidándose, decidió comprar la revista Carteles, es decir comprar la oposición, y así fue como yo empecé a ser un crítico de cine de forma regular porque yo era secretario privado de un refugiado español, Antonio Ortega, que había sido profesor en Gijón de Ciencia Naturales, y al llegar a Cuba se convirtió en periodista y yo en su secretario particular. Yo siempre iba por las noches a organizarle la biblioteca, sus ficheros… y a él le nombraron director de Carteles y el decidió que yo debía ser el crítico de cine de la revista.

Esa etapa de crítica cinematográfica, con ese nombre G. Caín, fue una etapa realmente muy importante.

-Fue una etapa que yo muchas veces sueño con ella, es decir la veo con gran nostalgia. Las primeras películas, las primeras críticas, las primeras veces que me pagaron como crítico, pues antes yo ya había sido crítico amateur, antes de ser un crítico profesional. Y luego después la obligación semanal de hacer comentarios a las películas que se estrenaban eran… era… en realidad, más bien me pagaban a mí por una diversión, puesto que mi gran placer es el cine.

Llego usted a inaugurar y a crear una cinemateca en Cuba.

-Sí. Esto ocurrió en 1950. Se creó la Cinemateca, mucho antes que yo empezara escribir sobre cine, con un grupo de amigos organizamos una cinemateca y algunos de ellos vinieron a Europa y consiguieron que la cinemateca francesa nos prestara películas, clásicos del cine silente sobre todo,  y después, en 1955, yo hice un viaje a Nueva York y conseguí que el Museo de Arte Moderno prestara a Cuba películas para la Cinemateca. Esta cinemateca funciono desde 55 al 56. En el 56 la situación política contra Batista se hacía muy imposible. Decidimos detener la Cinemateca y no exhibir una película más. Y después la Cinemateca ha resurgido en Cuba, dirigida por otras gentes, y negando ese pasado, que tuvo la primitiva Cinemateca de Cuba.

Por esos años había usted también contraído matrimonio por primera vez.

-Sí. Por primera vez me casé. Y tuve una hija en 1954. Y otra hija en 1958. Y me divorcié en 1960-61 y me casé a finales de ese año con la actriz Miriam Gómez, que es todavía mi mujer y espero que lo sea por mucho tiempo, que ella pueda resistirme a mí, con todas mis… manías, mi nerviosismo, mi vida introspectiva.

¿Es tan difícil?

-Yo creo que sí porque, por ejemplo, Miriam Gómez es muy locuaz y sigue siéndolo y yo tiendo cada vez más a la taciturnidad. He pasado de la locuacidad a una especie de… mudez… es decir me paso horas pensando… pensando en mi literatura, pensando en el pasado o en otras cosas… y tiendo en hablar poco.

Probablemente este es un estado… ¿pasajero?...

-Es posible. Pero aún en esta entrevista… me cuesta porque yo soy más un escritor que un orador… me expreso escribiendo, y me siento más libre cuando estoy frente a la máquina de escribir… que cuando hablo.
Sentados, a la izquierda, Ricardo Vigón (1928-1960), junto a Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), en el solar habanero donde vivía el escritor con su familia. Circa 1948. ”Todo lo que sé de cine (…) se lo debo a tres personas: Ricardo Vigón, Germán Puig y Néstor Almendros. Pongo a Vigón en primer lugar (…) porque es a él a quien debo más”. Guillermo Cabrera Infante: Un oficio del siglo XX © Fotografía de Germán Puig
Adenda:



  • Entrevista a Guillermo Cabrera Infante en Televisión Española. (Video.)
  • Introducción.
  • Presentación, infancia y juventud.
  • La ciudad, la literatura, el cine, los tebeos...
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