¿Cómo es Guillermo Cabrera por dentro?… da la sensación de un hombre
dramático, de un hombre atormentado.
-Bueno, yo cambiado mucho a
partir del año 72, cuando tuve mi nervous
break down, mi colapso nervioso, que para terror de mi mujer, Miriam Gómez, un analista describió como una esquizofrenia temprana… entonces acudimos, acudió ella mejor dicho, porque yo estaba en esas condiciones, verdaderamente…que yo no podía reconocer la realidad a un psiquiatra que determinó que lo que yo tenía verdaderamente denominaron un surménage,un exceso de trabajo que me había bloqueado absolutamente la capacidad de raciocinio, y vivía en un delirio constante. A partir de ese momento mi
vida ha cambiado, yo creo que se ha hecho más seria. Yo creo que antes yo era
más dado a la risa. Más franco. Ahora soy más taciturno. Más introspectivo.
¿Le gusta a usted la gente?
-Me gustaba mucho la gente. Sobre
todo me gustaba mucho el pueblo cubano. Es decir… esto está… esto aparece muy
claro mi primer libro… en mi primera novela…Tres
tristes tigres…me gustaba su manera de hablar, su manera de aproximar a la
vida con un cierto desparpajo… eso que se llama en Cuba el choteo. Es decir, burlarse de la realidad en vez de aceptarla
dramáticamente. Aceptarla con una risa y a veces una carcajada. Esto me
pareció… verdaderamente extraordinario y traté de captarlo en mi libro. También
me impresionaba… me impresionó mucho, en el año que viví aquí en Madrid, el
pueblo español. Me gustó mucho. Me gustó su franqueza. Cierta rudeza que no se
encuentra, por ejemplo, en Inglaterra donde la gente tiende a ser un poco…
recogida; es decir, tal vez por el clima porque en Londres ocurre, y hablo de
Londres porque yo no vivo en Inglaterra, yo vivo verdaderamente en Londres, hay
una gran trasformación entre la vida del invierno y la vida del verano; es
decir en invierno los ingleses se ven recogidos, embutidos en sus gabanes… y en
verano salen casi desnudos a la calle, se vuelvan sobre los parques, conducen
como locos, es decir, se convierten absolutamente en meridionales, tal
parecería que fueran mediterráneos.
Para muchos espectadores, el nombre de Guillermo Cabrera Infante es el
de un escritor cuya novela más importante, probablemente han leído casi todos, Tres
tristes tigres, por lo menos la novela más conocida… para
gentes que han profundizado un poco más en su personalidad Guillermo Cabrera
Infante es un hombre que es un gran estudioso del cine y un hombre que entiende
el cine, que siente el cine, que se ha dedicado a la creación de guiones
cinematográficos. Para otros muchos el nombre de Guillermo Cabrera está unido a
la evolución cultural de Cuba, en una serie de años, unido más tarde a la revolución
de Fidel Castro, después separado, al parecer, voluntariamente, de ese proceso
revolucionario de Fidel, y hoy es un hombre independiente que desde hace una
serie de años, vive en Londres dedicado exclusivamente a su obra literaria, a su
obra de creación. Vamos a intentar conocer mejor a un hombre tan interesante…
Diríamos que lo primero que, desde un punto de vista público, hace Guillermo
Cabrera Infante, es inscribirse en la Escuela de Periodismo…
-Sí. Así fue cuando renuncié
definitivamente a la idea de tener una carrera médica. Yo visité un verano, al
término de mi bachillerato, la Escuela de Medicina… y entonces, verdaderamente,
me aterró contemplar los cadáveres en la sala de disección, esto es, había como
seis cadáveres en unas mesas de… metal, y el horror fue tan grande, es decir,
recuerdo muy bien el olor de la putrefacción con el formol, que me hizo
convencer… me convenció definitivamente que yo no estaba para la carrera
médica. Entonces decidí entrar a estudiar periodismo. Yo ya había entrado a
escribir. Había publicado unos cuentos. Y aunque no me interesaba el
periodismo en sí, era una forma más… directa conmigo mismo, más relacionada con
mi literatura, ganarme la vida a través de las letras. Y así empecé a trabajar
en periodismo. Primero trabajé como corrector de pruebas, unos cuantos años.
Después fui crítico de cine en la revista Carteles. Hay una cosa curiosa, yo tuve que escoger un
pseudónimo para escribir las críticas de cine porque en 1952 un cuento mío
publicado con malas palabras en inglés [“Balada de plomo y yerro”], fue tomado por la policía, y yo fui
llevado preso y finalmente multado por haber publicado ese cuento con esas
palabras que eran, verdaderamente, absolutamente incomprensibles para un cubano
medio, puesto que eran malas palabras, pero en inglés, y esto condujo a que la
revista que publicó el… el cuento… la
revista Bohemia, no quisiera saber
nada que apareciera con mi nombre propio, y entonces inventé un pseudónimo basado
en la primera sílaba de mi primer apellido y
la primera sílaba de mi segundo apellido, y así fue cómo surgió Caín,
con la que escribía mis crónicas cinematográficas. Y aún hoy, cuando escribo
guiones de cine, utilizo este pseudónimo.
Este es el nombre: G. Caín, nombre que fue, en su momento, muy
importante –sigue siéndolo puesto que nombre no ha desaparecido ni el hombre
tampoco, aunque quizá si el menester y el vehículo de entonces…
-Es posible. Pero aún en esta entrevista…
me cuesta porque yo soy más un escritor que un orador… me expreso escribiendo,
y me siento más libre cuando estoy frente a la máquina de escribir… que cuando
hablo.
Entrevista a Guillermo Cabrera Infante en Televisión Española. (Video.)
Introducción.
Presentación, infancia y juventud.
La ciudad, la literatura, el cine, los tebeos...
G. C. I. leyendo a Kerouac en un bar de Santiago de Cuba, en 1959. |
-Lo que ahora se tiende a
pronunciar “Kein” en Inglaterra, más que Caín, como en español.
Carteles y Bohemia estaban de algún
modo… ¿eran de algún modo hermanas o gemelas?
-Bueno, fueron rivales durante
mucho tiempo. Sí, se tenían un cordial odio los dos directores de ambas
revistas, hasta que el director de Bohemia,
Miguel Ángel Quevedo, que después se exiló en Caracas y murió suicidándose,
decidió comprar la revista Carteles,
es decir comprar la oposición, y así fue como yo empecé a ser un crítico de
cine de forma regular porque yo era secretario privado de un refugiado español, Antonio Ortega, que había sido profesor en Gijón de Ciencia Naturales, y
al llegar a Cuba se convirtió en periodista y yo en su secretario particular.
Yo siempre iba por las noches a organizarle la biblioteca, sus ficheros… y a él
le nombraron director de Carteles y
el decidió que yo debía ser el crítico de cine de la revista.
Esa etapa de crítica cinematográfica, con ese nombre G. Caín, fue una
etapa realmente muy importante.
-Fue una etapa que yo muchas
veces sueño con ella, es decir la veo con gran nostalgia. Las primeras
películas, las primeras críticas, las primeras veces que me pagaron como
crítico, pues antes yo ya había sido crítico amateur, antes de ser un crítico profesional. Y luego después la
obligación semanal de hacer comentarios a las películas que se estrenaban eran…
era… en realidad, más bien me pagaban a mí por una diversión, puesto que mi
gran placer es el cine.
Llego usted a inaugurar y a crear una cinemateca en Cuba.
-Sí. Esto ocurrió en 1950. Se creó la Cinemateca, mucho antes que yo empezara escribir sobre cine, con un grupo de amigos organizamos una cinemateca y algunos de ellos vinieron a
Europa y consiguieron que la cinemateca francesa nos prestara películas,
clásicos del cine silente sobre todo, y después,
en 1955, yo hice un viaje a Nueva York y conseguí que el Museo de Arte Moderno
prestara a Cuba películas para la Cinemateca. Esta cinemateca funciono desde 55
al 56. En el 56 la situación política contra Batista se hacía muy imposible.
Decidimos detener la Cinemateca y no exhibir una película más. Y después la
Cinemateca ha resurgido en Cuba, dirigida por otras gentes, y negando ese
pasado, que tuvo la primitiva Cinemateca de Cuba.
Por esos años había usted también contraído matrimonio por primera vez.
-Sí. Por primera vez me casé.
Y tuve una hija en 1954. Y otra hija en 1958. Y me divorcié en 1960-61 y me
casé a finales de ese año con la actriz Miriam Gómez, que es todavía mi mujer y
espero que lo sea por mucho tiempo, que ella pueda resistirme a mí, con todas
mis… manías, mi nerviosismo, mi vida introspectiva.
¿Es tan difícil?
-Yo creo que sí porque, por
ejemplo, Miriam Gómez es muy locuaz y sigue siéndolo y yo tiendo cada vez más a
la taciturnidad. He pasado de la locuacidad a una especie de… mudez… es decir
me paso horas pensando… pensando en mi literatura, pensando en el pasado o en
otras cosas… y tiendo en hablar poco.
Probablemente este es un estado… ¿pasajero?...
Adenda:
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