martes, 19 de noviembre de 2013

Entrevista a Guillermo Cabrera Infante. Programa “A fondo”. 2. La ciudad, la literatura, el cine, los tebeos...


Estamos en La Habana, esa ciudad que sorprende al muchacho venido de Gibara. Empieza en seguida, me imagino, las inclinaciones hacia cierto tipo de cosas… ¿hacia las letras ya?, ¿hacia el cine?…

Bueno, yo había tenido un encuentro con el cine a muy temprana edad. A los 29 días de nacido mi madre me llevó al cine por primera vez a ver la reprise de Los “Tres jinetes del apocalipsis”… “Los cuatro jinetes [del apocalipsis]”, perdón… y yo recuerdo que yo era capaz de leer películas, es decir de verlas y comprenderlas… mucho antes de saber leer. Quiero decir que empecé a leer a los cuatro años… y yo ya era un aficionado al cine cuando tenía dos y tres años y recuerdo películas de esa época, no sólo comedias americanas sino, inclusive, las melodramáticas y las tristes… deprimentes, películas de Carlos Gardel… películas argentinas.

Toda la obra literaria de Guillermo Cabrera está, en cierto modo, influida por esta pasión cinematográfica…

Influida por el cine y también muy influida por los, lo que se llama en Cuba, muñequitos, que llaman ustedes aquí tebeos, esa fue también mi primera literatura y precisamente por mi interés en los muñequitos fue que aprendí a leer… porque no me interesaba aprender a leer y sin embargo quería comprender lo que decían los globos de aquellos muñequitos… y aprendí a leer prácticamente yo sólo con auxilio de los muñequitos, y recuerdo perfectamente el día en que esto ocurrió, la primera vez que pude leer una frase, y fue precisamente de unos muñequitos llamados Benitín y Eneas, que me gustaban mucho en esa época… que eran unos muñequitos cómicos…

…y que todavía se pueden encontrar, por ahí, alguna vez…

-Yo no sé. Dejaron de aparecer en Cuba desde el año 59, pero no me he vuelto a encontrar con ellos, sin embargo me he encontrado con otros muñequitos de la época como Tarzán, el Príncipe valiente, uno que se llamaba The SpiritDick Tracy… esos los he vuelto a ver en antologías publicadas en Estados Unidos y compradas por mí en Londres.


¿Cuándo, entonces, se fue afirmando la vocación literaria?

-Mucho más tarde. Yo entonces estaba estudiando el bachillerato, y mi padre pensaba primero en destinarme a la carrera naval, cosa que era verdaderamente absurda porque no tengo nada de marinero y además soy muy pobre en matemáticas. Entonces en el instituto yo era un estudiante bastante indiferente. Me interesaba más el deporte, el baseball, que se llama la pelota en Cuba, y un día, un profesor, que, después con los años comprendí lo bueno que era, me empezó a hablar de la Odisea y comenzó a hablar del regreso de Ulises a Ítaca y de su perro Argos que lo recibió, y momentos después de recibirlo murió… y a mí me pareció tan interesante esa historia que comencé  a interesarme por la literatura inmediatamente. Y me convertí en un muy buen alumno de historia literaria, pero no fue hasta… el año 47 en que me encontré un texto de Miguel Ángel Asturias, El señor presidente, y se me ocurrió parodiarlo haciendo un cuento que utilizaba los mismos elementos de repetición y de… utilización de ciertos sonidos y ciertas sílabas y este cuento, para mi sorpresa, fue aceptado por la revista Bohemia que era la revista más popular de Cuba y así comenzó lo que comenzó como una broma, se hizo serio hasta convertirse en una afición, después en una profesión y, finalmente en una obsesión.

¿El estado actual es el de obsesión?

-Sí. Una obsesión con las palabras, una obsesión con el lenguaje. Exactamente.

Y el estado de mañana es imprevisible…

-Yo creo que… yo tengo una teoría respecto a la literatura de que cada libro debe que tener su lenguaje y he tratado que mis libros diferentes sean escritos de forma diferente. Yo creo que mañana la literatura mía estará más compuesta de nostalgia, que es a lo que tiende en estos momentos.

Pero los últimos libros, y de eso ya hablaremos en su momento, de Guillermo Cabrera son unos libros más bien experimentalistas.

-El último libro, precisamente, es una especie de experimento que se llama “Exorcismo de estilo” o de “estío”. Ya desde el título hay una intención de burlarse de las formas estilísticas. También parodia mucho la retórica. Y hay ciertos elementos experimentales en el libro.


Adenda:


  • Entrevista a Guillermo Cabrera Infante en Televisión Española. (Video.)
  • Introducción.
  • Presentación, infancia y juventud.
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