Blai Bonet con el pintor Rafael Amengual y el poeta Miquel Bota Totxo. |
NOTAS AMENGUAL
El
Arte nunca ha sido ingenuo, aunque a veces lo pareciese. Y el arte moderno, más
que ningún otro, es la anti-ingenuidad, aunque llegue a los extremos de lo
infantil. Para comprender hasta qué punto el arte moderno no puede ser ingenuo,
basta leer el libro orteguiano sobre la "Deshumanización". Allí se ve claro que el artista moderno no
quiere un arte para viejos y considera que el arte en fin es un juego con el
arte. Mucho afán lúdico hay en toda la modernidad artística, y más que en ninguna
otra manifestación estética, en la pintura.
En
todo pintor que se precie de moderno perdura una parte siempre fresca y niña.
En la fuente de la puerilidad va a beber sin querer. Como hay también en él: un
cazador de pájaros, un ojeador.
AMENGUAL
ha puesto siempre en la cuestión pictórica un instinto de cazador que se hace
felizmente con la pieza. Para eso, no valen miopías ni presbicias. Hay que
saber ver, hay que saber descifrar. Hace falta no poca pericia.
***
Una
rápida mirada pudiera hacernos creer que AMENGUAL no dibuja mucho, que busca la
abstracción y nada más. Pero si nos fijamos en la pintura amengualiana, la
vemos compuesta de técnica y de inspiración. Nos enteramos de que AMENGUAL es
un pintor que esconde una voluntad expresiva altamente ambiciosa.
***
Los
crepúsculos, los paisajes imaginarios, los sueños, constituyen la temática de
estas "tintas" (nada
planas) de Rafael AMENGUAL. Justamente, el paisaje aparece visualizado de un
modo muy personal. Comparada con la de un paisaje impresionista finisecular, es
la suya visión de pájaro sobre el mundo.
AMENGUAL,
que conoce (desde la infancia) el páramo argentino, es un enamorado de los
volúmenes protuberentes de los montes. Hay en sus "tintas "geografía sin particularismos y anatomía sin vísceras opulentas
y apetitosas.
Almástica,
almástiga, almizteca es el arte de AMENGUAL que conoce la
alquimia del arte moderno.
Una
prueba de que la masilla amengualiana tiene un aguarrás de sueño, lo tenemos en
estas "tintas-variaciones"
de un sueño de Ramón Vera ¡gran soñador! Que yo le conté: "Estaba en las aguas entintadas cuando se me
acercó una Raya. Me apresó en sus brazos. Me besó. Y me dijo: no me sueltes,
Ramón".
AMENGUAL
ha resuelto en color, en almáciga inconcreta, como ha de ser.
Cristóbal
SERRA, Perlas y Cuevas. Revista de
Manacor, nº 341,19 octubre 1974, [p.12]
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