Cristóbal
Serra y la Astrología de Max Jacob
Conversar con Cristóbal Serra es entrar dentro
de otro mundo, en un mundo de sabiduría, un mundo mágico, en el que el
conocimiento, el famoso logos, deja
lugar a la sabiduría; y eso es, precisamente, lo que se respiraba, el otro día
en casa de este entrañable escritor que, una vez más, es capaz de sorprenderme
por su entusiasmo, por el pensamiento verdadero y, sobre todo, por su cuidado en
la escritura; digamos que su pulcritud en su quehacer se refleja en cada línea
que traduce y en cada vivencia literaria propia. Este ambiente plus ultra, esta atmósfera sacada -una
vez más- de un país inventado por él mismo, nos conduce de manera natural a su
último libro; la traducción (ayudado por la amiga Joaquí Juncà) de la famosa
obra Espejo de astrología del inclasificable
y gran escritor francés Max Jacob, que de manera tan pulcra ha publicado Ediciones
Cort dentro de la colección «Bearn».
Adivinatoria Cristóbal Serra lo tiene claro y a
propósito de los enemigos que tiene la astrología, dice: “La astrología es una experiencia milenaria; sus detractores suelen
ser científicos o teólogos. Los primeros porque le niegan su carácter
científico y los segundos porque la tiene por ciencia adivinatoria, que pone en entredicho el libre
arbitrio de la persona humana, de la que son defensores a ultranza. Yo ya reaccioné
muy de joven a esta corriente condenatoria de Quevedo y del clero inquisitorial
que juzga a los astrólogos y alquimistas peores que Judas. Muy pronto me di cuenta
que era propio de todo racionalismo tratar a la astrología como un engaño. Y
seguí los pasos de Jung y de Max Jacob que consideraban inestimable su ayuda
para descifran nuestra vida y orientarla. Los astrólogos cristianos de la Edad
Media decían que los astros orientan pero que no coaccionan. Pero eso no quita
que no exista un condicionamiento cósmico a la psique”.
Max Jacob nació en Bretaña en el año 1876, en
el seno de una familia judía. Como poeta, destaca en la Vanguardia. Su primera
obra, una mezcla singular de lirismo y broma “El cubilete de dados” fue todo un manifiesto. Para poder subsistir
en París, se dedicó a menesteres extraliterarios, como la cartomancia y la astrología.
Llegó a tener un consultorio astrológico, por el que desfilaban especialmente
mujeres de distintas clases sociales. Esto fue la cantera que le permitió
analizar retratos en vivo de mujeres de diferentes signos. En la mayoría de
estos retratos no sobra nada, aunque son tales sus tintas, que dan pie a que se le
considerase un misógino. Según Cristóbal Serra -y lo afirma con toda franqueza- “A los escritores bíblicos también se
les califica de misóginos, y con razón, por haber subrayado, además, las
de-bi-li-da-des femeninas. No me parece que Max Jacob sufriera una misoginia
declarada por mor de estos retratos, sino que, más bien, es un psicólogo
aventajado.”
Y refiriéndose al libro objeto de este
artículo, Cristóbal Serra, continúa: “Lo
principal que tiene este libro, más allá de su rigor científico, es su valor
literario. Todo lo que está escrito, dura o perdura. Y este libro está escrito.
Si no fuera un libro claramente literario, yo no lo habría traducido. Además,
haciendo referencia a su utilidad, diré que tanto hombre como mujeres, si lo
saben manejar y leer, se verán reflejados. Además este libro contiene claves,
pero que cada uno debe encontrar. Hay que decir, asimismo, que con respecto a
las analogías, tal vez sea la parte más fértil de libro, ya que el caudal de
sugerencias y similitudes es tal, que darían para escribir otro libro; pero
están aquí como una fiesta para la imaginación y para alentar a la acrobacia
mental. La cantidad de ejercicios que se pueden hacer pasando por esta cuerda
floja, es inimaginable.”
Gracias (¡de verdad!) Cristóbal Serra, por
haber traducido este magnífico libro capaz de saciar la curiosidad astrológica,
pero que no acaba de saciar al sediento de horóscopo.
Maties Tugores Garau, S´Esclop, nº 23, septiembre de 2005, pp. 26.
Traducción de Don Cogito
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