martes, 28 de febrero de 2017

Entrevista a Cristóbal Serra en "La Vanguardia", en 1994



"España quiere volverse pragmática, cuando siempre ha sido quijotesca y alucinada"

Entrevista a Cristóbal Sena, escritor

CRISTINA ROS Servicio especial. Palma de Mallorca
Cristóbal Serra (Palma, 1922) es un autor de culto que sin pertenecer a ninguna tribu literaria ni entender de mercadotecnias, ha logrado para su obra, subterránea y excéntrica, el prestigio y el reconocimiento de la crítica. Ahora acaba de publicar "Augurio Hipocampo" (Olañeta Editores), heterónimo del escritor, personaje que participa de la ficción, sin dejar de ser de carne y hueso. Como en anteriores obras suyas, existe una "tendencia a la autobiografía" y el protagonista es "autodidacta, lector pantagruélico como pocos, víctima del amor, asnólogo, reaccionario ante los vientos agonizantes de éste siglo, y le encanta el latín, salvo el amén".
— ¿Son Péndulo, Jonás y Augurio tres heterónimos suyos?
Existen evidentes semejanzas entre los personajes Augurio y Péndulo. Ahora bien, Péndulo es más atormentado y la atmósfera del libro es más kafkiana. El mundo se enfrenta al protagonista anonadándolo y, así, entre enfermo y dolido, Péndulo se encuentra crucificado a la cruz de su esqueleto. En cambio, Augurio Hipocampo ofrece un género de tormento interior mucho más reconciliado con la vida, con las frustraciones y flaquezas físicas del otro, pero estas no le superan. El lugar del Mediterráneo, el Port d'Andratx, en que vive Augurio logra compensarle.
— ¿Y "La noche oscura de Jonás"?
Me di cuenta de que el episodio de la profecía de Jonás tenía tanto de monograma del personaje como de burlería, mostrándome el lado ridículo de los portadores de oráculos divinos. Un libro cruel, de feroz ironía, que no perdonaba al profeta a secas y hacía de él el blanco de las iras mundanas de todos los tiempos.
—Así, en los tres libros se engloban las características con las que Octavio Paz le definió a usted: "Lo separan del mundo la melancolía, la timidez y el humor".
Paz es un hombre tremendamente lúcido y acertó al definirme. Cuando le conocí, era agregado cultural en París y estaba en Mallorca para defender la candidatura de Borges en el premio Formentor. Quiso conocerme y prologar mi libro "Péndulo". Paz puede comprender porque es un hombre extraordinariamente inteligente y, -al ser poeta, ha llegado a tener una visión muy clara de muchas cosas de este mundo. Lo que me aparta de él es que es mucho más mundano que yo. Está más reconciliado con el mundo, no está airado por dentro. Yo no estoy reconciliado con el mundo y mi interior está atormentado e insatisfecho.
— ¿Contra qué se rebela?
Contra la idea del progreso escrito en mayúscula. El conocimiento racional tiene un límite y se ha perdido ese sentido del límite que tenía el pueblo mediterráneo y las viejas culturas. De ahí que vivimos toda una serie de equívocas afirmaciones del puro humanismo. Se han entronizado en demasía la ciencia, la razón y el progreso. La ciencia es luciferina. Esto lo vio muy claro Blake y por ello, en Inglaterra, le acusaron de alucinado. Inglaterra, la madre del empirismo, la civilización más pragmática. Una cultura vendida a la materia. Es la civilización más opuesta a la nuestra. España quiere ahora volverse pragmática cuando siempre ha sido quijotesca y alucinada.
— ¿Por qué teme a la razón?
Es muy peligrosa porque desconecta al hombre del misterio. Los individuos pueden y deben razonar pero no dejarse poseer por la razón. Heráclito ya dijo que la opinión es una enfermedad. Ahora vivimos un estado de opiniones que es algo totalmente superficial. Son necesarias, para la filosofía, la mística y la poesía, como ocurría con Heráclito o Lao Tsé. La civilización ha llegado a tal punto de mercantilismo, de falta de ideologías y valores, que hacen evidente su babelización.
—Augurio Hipocampo y usted desvían su pensamiento de buena parte de la tradición occidental.
La filosofía occidental, al ser producto de la razón, es manca. Los orientales son místicos, poéticos y, al mismo tiempo, tienen humor. Si hay conceptos que se consideran como cachivaches del trastero, es porque el hombre se ha desconectado demasiado de su herencia mágica, se ha deshumanizado, politizado e hipnotizado por una propaganda metódica,- que lo tiene borracho de humanismo o de malhumanismo. Hay como malhumorismo.
—Ambos, Cristóbal Serra y Augurio, cultivan una nueva ciencia asnológica.
Augusto Hipocampo sabe que el asno es el más emblemático de los animales mediterráneos. Cristóforo, si los hay. Es curioso que aparezca en las primeras líneas de la Creación: "Se crearon los animales y los asnos". Paseó al Nazareno en su apoteosis por las calles dé Jerusalén, y la civilización agraria, a la que creemos desgraciadamente superada, no se explica sin él.
— ¿Puede ser el asno sujeto de conocimiento?
Lo es. En la novela de Víctor Hugo "El hombre que ríe" se encuentran frases más bien propias de un onólatra: "El asno, cuadrúpedo soñador, a ratos levanta sus orejas de modo inquietante, cuando los filósofos dicen necedades...".
— ¿Se complace usted con la greguería y el aforismo?
Estoy en íntima comunión con ellos. Y me encantan los "greguerizadores" y los aforistas. No comparto la opinión negativa de Borges sobre el greguerismo de Ramón Gómez de la Serna. Borges se empeña en que escriba en forma consecutiva, cuando Ramón lo que busca es el "puro hallazgo".
—En "Granos de polen" usted afirmó: "Me gusta escribir con lápiz y con látigo".
—Y es cierto. El látigo refleja mi airamiento interior. La libertad es mi enseña. Y la micrología. Y el humorismo que no es deliberado. El chiste, en cambio, me resulta enfadoso, cuando el chistoso es una máquina lanza-chistes, pues casi siempre encubre a una persona incapaz para el humor.

PERFIL
"El que se aferra a la fama suele morir infame", escribió en su "Diario de Signos" Cristóbal Serra, de pensamiento disidente, verbo inapelable, pasmosa erudición y escritura aforística, que a sus 72 años sigue escribiendo a contracorriente. En su biografía deja constancia de su descubrimiento precoz del diccionario, de su esfuerzo por dominar el latín, de su interés por la lengua francesa y la inglesa, de su inmunidad a toda épica y de su descubrimiento decisivo del libro del Tao y del libro de Job. Se resaltan, como imprescindible definición del personaje, sus lecturas para descubrir "quiénes saben" (Pascal, Montaigne, Goethe, Hugo). A fondo, Granada y Gracián, y un inacabable etcétera que culmina en su declarada admiración por Gómez de la Serna y por Quevedo.

Sus traducciones reflejan sus gustos: Michaux ("Ecuador", "Bárbaro en Asia"), Melville ("Las encantadas"), Swift ("El cuento de un tonel"), Edward Lear ("Disparatario"), Lao-Tse y Guangse, Max Jacob ("Espejo de astrología") o Blake ("Poemas próféticos y prosas"). Amigo de Juan Larrea, heterodoxo y apocalíptico, su "Guía del Apocalipsis" (1980) le emparenta con Claudel y Milosz. En Tusquets ha publicado "Viaje a Cotiledonia" (1973), "Péndulo y. otros papeles" (1975) y "Antología del humor negro español" (1976). También ha publicado "Diario de signos" (Aucadena, 1980), "La noche oscura de Jonás" (Aloe, 1984),"Con un solo ojo" (Arxipiélag, 1986) y "Retorno a Cotiledonia" (1989).

1 Noviembre 1994 La Vanguardia. p 31

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