jueves, 25 de mayo de 2017

Entrevista a Juan Perucho, (La Vanguardia, Cultura, 20 de marzo 1990)


JOAN PERUCHO
Visibilidad: un aire crispado

Joan Perucho (Barcelona, 1920) se dio a conocer como poeta con el libro “Sota la sang”, 1947, al que sigue una extensa y fecunda producción en la que conviene recordar las novelas “Llibre de cavalleries”, 1957; “Les históries naturals”, 1960 y “Les aventures del cavaller Kosmas”, que recibió el premio Ramón Llull en 1981.
-Le hago la misma pregunta que se hace Calvino: ¿cómo se forma lo imaginario de una época en que la literatura no se remite a una autoridad o a una tradición, sino que apunta a la novedad, la originalidad, la invención?
-Sólo los videntes ven lo invisible que surge al dictado de su propia autoridad. Para los demás, lo invisible es lo inexistente. Por lo tanto, yo no me referiría a lo imaginario de una época, sino a su realidad (a su verdad) esencial. Con ella, por ejemplo, Anna Catalina Emmerich, asistida por Brentano, pudo reconstruir la vida oculta de Cristo, la maravilla de las maravillas. Cristóbal Serra, a partir de estas connotaciones (miradas de prevención y disgusto por los racionalistas), acaba de escribir por primera vez la vida de Jesús entera, complementando los Evangelios y deseable para todos, aunque impublicable hasta ahora por rechazo de la verdad revelada.
Otro ejemplo lo constituye el propio Calvino, con su caballero inexistente que actuaba al dictado de “la voluntad y de la fe”. Es un aire crispado. ¿Quién se lo va a creer? Nadie, a no ser los poetas, los niños y los puros de corazón.
-“La fantasía es un lugar en el que llueve”, dice Calvino siguiendo un verso de Dante en el Purgatorio. ¿Cómo se impone una imagen en esa “lluvia”?
-La lluvia es un viejo palacio. Aparece como una arquitectura de cristal con sus pasadizos y salones, sus escaleras y subterráneos. Todo surge allí, sin comunicación con el mundo; es como una segunda “matiére de Bretagne”, realizando sueños, ilusiones, esperanzas, voces diluyéndose en el ocaso. Dante hizo mal colocando la lluvia en el Purgatorio. Naturalmente, origina el mundo vegetal lleno de elfos, silfos y pequeños seres. Las plantas nos escuchan, cantan al anochecer, son lastimadas por los que viven en el mundo de los coches, de las segundas residencias y las guarderías infantiles...
Yo elijo todo ello según el dictado de mi intuición (no de mi razón), que es lo que recomienda el xan, escuela china de meditación de la que salió, posteriormente, el zen japonés. Según el xan, el verdadero conocimiento sólo lo proporciona la intuición en estado de gracia.
-Literatura fantástica: ¿no sobra el adjetivo?
-Efectivamente. La realidad es la realidad interior, la que nos aleja de los hechos materiales y groseros. La literatura, a mi entender, debe alejamos de estos hechos demasiado corrientes con los que tropezamos todos los días. La realidad es injusta y cruel, despreciable. Los poetas se sienten lesionados por ella, a veces se sienten heridos por el roce de una corriente de aire o por un ruido. La literatura, para ellos, no es fantástica, sino que les aparta simplemente de lo antifantástico.
-¿La imaginación como conexión con el alma del mundo (romanticismo, surrealismo, etcétera) o como vía de conocimiento... “científico”?
-Las dos cosas. La mayor virtud de la ciencia y de la filosofía es su racionalidad, y ésta es también su miseria. La razón es humana y construye sus andamios lenta y trabajosamente y se equivoca. Es mucho mejor la verdad revelada, o sea, la intuición.
Conocemos la belleza intuitivamente, no por la razón; nos enamoramos sin saber por qué; sabemos dónde se oculta el mal por una simple corazonada. Todo ello con suma certeza. La intuición como fuente de conocimiento es, deslumbrante (San Pablo cayendo del caballo) y segura.
-Hablemos de alguna imagen recurrente todavía no plasmada en su obra
-No lo sé. El creador es un médium. Yo escribí, hace muchos años un libro con este título. Todo es muy misterioso. Sin misterio no hay gran literatura, porque las cosas nunca son claras. Si lo fueran, se detendría el mundo, sería el fin de todo, ya que entonces empezaríamos a ser dioses... Hay versos míos que todavía no me han revelado su secreto. Algún día lo harán.
-¿Hay cosas que sólo la literatura puede dar?
-Puede ayudar, por ejemplo, a ver a los fantasmas. Los fantasmas existen, pero, el común de la gente no los ve. Están agazapados esperando. La literatura da conciencia de ellos, porque se manifiestan a través de nosotros. No todos ven a los fantasmas. Los racionalistas no los ven nunca.

La Vanguardia (Cultura), 20 de marzo 1990. p. 6

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