miércoles, 1 de marzo de 2017

Entrevista a Harold Bloom (ABC Literario, 16/6/1995)


HAROLD BLOOM: «Hoy la sensibilidad está acorralada»
Entrevista con el autor de «The western canon»
Autor de más de veinte libros, las teorías de Harold Bloom han levantado ampollas en los estamentos universitarios. Mientras para unos la sola mención de su nombre provoca recelo, otros lo consideran «el gran buda de la crítica» o «el gurú de la literatura». El propio Bloom se define como «un viejo dinosaurio en período de extinción». Reivindica el valor estético de la literatura muy por encima de cualquier otro condicionante, sea social, político o económico. Consagrado como el crítico más influyente, polémico, odiado y amado de la segunda mitad de este siglo, ha conseguido con su última obra, «The western canon», un revuelo que traspasa fronteras. Baste sólo un dato: está siendo ya traducida a dieciocho idiomas, entre ellos al español (Anagrama tiene prevista su publicación en 1996). En su libro, Bloom reivindica a los canónicos en contra de quienes se dejan llevar por modas. Así lo manifiesta en esta entrevista para ABC Cultural. Uno puede estar o no de acuerdo con él, pero de lo que no cabe duda es de que nos encontramos ante un crítico tan honrado como valiente, tan sugerente como cautivador. No quiere fundar escuela, pero la ha creado: la de todos aquellos que aman la literatura por la literatura.

- ¿TAN caótico es el momento literario que resulta necesario un libro sobre el canon?
-El tema del canon es algo que preocupa a la gente en las escuelas y universidades norteamericanas. Se trata de un debate que se viene desarrollando desde hace unos veinte arios. Los que abogamos por una enseñanza eminentemente humanista, donde Shakespeare o Tolstoi o Cervantes o Proust o Beckett eran autores fundamentales, hemos sido derrotados. El canon occidental tradicional ya no se estudia, al menos en las universidades norteamericanas. Mis razones personales son distintas y no tienen nada que ver con la polémica. Soy un crítico literario a medio camino entre los 60 y los 70; he escrito sobre literatura desde 1957, y pensé en escribir una obra sobre literatura en general para ver si podía resaltar esas cualidades, unificar a Shakespeare, Cervantes, Tolstoi, Chaucer y extender la idea estética de Walter Pater u Oscar Wilde, en un intento de defender la idea general de la aproximación estética al hecho literario. Desde una perspectiva española, tal vez no tengan mucho sentido bastantes aspectos que estudio en mi libro. Mi frase favorita de la obra tal vez resulte incomprensible para los lectores españoles, pero es irónica: «Si por el multiculturalismo entendiéramos Cervantes, quién podría protestar». En las naciones anglófobas, y sobre todo en Estados Unidos, hay todo un movimiento terrible en las universidades llamado multiculturalismo basado en premisas raciales, sexuales y de clase. En una obra literaria es mucho más importante que cualquier otra apreciación literaria, e insiste en que los valores estéticos son una máscara o disfraz para las fuerzas sexuales, raciales o económicas. Estos críticos son una plaga en las universidades americanas, y les llamo seudo-marxistas o seudo-feminístas, porque ellos no son ni marxistas ni feministas, y seudo-historicistas a los discípulos de Foucault, quienes, en conjunción con los así llamados teóricos del multiculturalismo, están destruyendo el estudio tradicional de los estudios literarios occidentales. Creo que este movimiento ha ido demasiado lejos en sus apreciaciones, al menos en Estados Unidos y mucho más que en España, que es más homogénea étnicamente, de forma que el multiculturalismo se entiende sólo entre literatura catalana y española y tal vez vasca.
-Al menos, el libro se parece a los anteriores en dos aspectos: su contenido crítico y la ya tradicional polémica con que se recibe cada una de sus obras. En este último, incluso parece buscar abiertamente la polémica cuando utiliza expresiones como «la escuela del resentimiento».
-Explico lo que es la escuela del resentimiento. Es un monstruo de seis cabezas: los que se autodefinen como feministas, marxistas, lacanianos, semióticos, nuevos historicistas y deconstruccionistas. Esta bestia apocalíptica ha arruinado la idea de que la calidad de cualquier autor en cualquier lengua debe ser evaluada de acuerdo a su valor estético. Esto es denunciado como la máscara de la explotación económica y política. El gran efecto de esto es doble: por una parte, este movimiento que habla sin parar de la responsabilidad política del crítico literario ha enfrentado a la opinión norteamericana en contra de las universidades y ayudado a la elección de un Congreso neofascista; pero lo que a mí más me interesa es que han destruido la habilidad de una lectura cuidadosa y buena que ya tenía problemas por el empuje de la tecnología visual, los ordenadores y la televisión... Leer es algo que no se dirige a la vista, sino al oído. Sí tienes una cultura que va en contra del oído, va a ser muy difícil hacer una lectura profunda y, de hecho, la poesía de calidad es cada vez menos leída en los Estados Unidos. La cultura actual es la de las hamburguesas, los vaqueros y esa odiosa «no música» llamada rock que te destroza el tímpano. El inglés se ha convertido en la «lingua franca», su único rival es el español, y si se destruye la valoración estética en los Estados Unidos, tarde o temprano será destruida en Madrid. Roma o Berlín.


Escuela de la nostalgia
-¿Cómo se sentiría si alguien le encasillara en la «escuela de la nostalgia»?
-Mi libro ataca también a la nostalgia o a los críticos moralistas o conservadores. El libro ha sido atacado en publicaciones conservadoras. Al comienzo del libro digo que mis enemigos no son sólo los pertenecientes a la «escuela del resentimiento», sino también todos los nostálgicos, que defienden que la función del canon occidental debe apoyar los ideales democráticos y establecer la moralidad. No. no lo creo. En primer lugar, yo no soy ni he creado ninguna escuela; soy un individuo aislado y excéntrico; incluso en mi propia universidad no pertenezco a ningún departamento ni me considero «profesor de nada». El último escritor occidental que me parece indudablemente canónico es Samuel Beckett, y eso no creo que sea nostalgia. Si me pregunta por algún escritor vivo que pudiera ser canónico, diría García Márquez o Pynchon. Definitivamente, no soy nostálgico. No se me ha entendido. Ahora estoy terminando otro libro titulado «Omens of Milenium» («Presagios del Milenio») sobre religión. Espero dedicar tres o cuatro artos a escribir un libro, mi obra magna, sobre Shakespeare y la originalidad, que será una revisión de los personajes shakespearianos. porque él inventó el personaje literario. En cierta forma, este libro sobre el canon occidental es el prolegómeno al estudio de Shakespeare y la originalidad, porque, como he dicho más de cien veces. Shakespeare es el canon occidental. Si Shakespeare no hubiera manifestado lo que es la valoración estética, ésta no existiría. Por supuesto, yo creo en ella.
Shakespeare y otros 25
-Pound dijo que la historia de la literatura era la de diez autores. Usted la ha convertido en la de Shakespeare y otros veinticinco.
-No, en realidad yo no digo que los veintiséis que trato sean los mejores, algo que ha sido malentendido. De todas formas, creo que Pound estaría de acuerdo conmigo. Joyce fue una vez preguntado sobre qué libro llevaría a una isla desierta y contestó: «Me gustaría llevar a Dante, pero llevaría a Shakespeare porque el inglés es más rico.» Si olvidamos los clásicos, el canon occidental es Shakespeare y unos pocos más. En ese sentido. Pound tenía razón. Si tomamos el periodo entre Dante y la actualidad, que es lo que hago en el libro, creo que los escritores escogidos son los más significativos, los más universales. Pero Shakespeare es algo distinto, es especial.
-En los periodos que establece en su libro se ve una gran supremacía de autores anglosajones. El periodo aristocrático es dominado por Shakespeare; el democrático, por Whitman; el caótico, por Joyce. ¿No considera desproporcionada la supremacía inglesa?
-No considero a Shakespeare un autor inglés, como Cervantes no es español o Dante italiano; son escritores universales. Respecto al período democrático, creo que Tolstoi es más importante que Whitman, incluso que Flaubert, y el caótico Proust es tan importante conto Joyce; no hay un tercero que los iguale. No creo que el libro tenga un enfoque anglosajón. Joyce no es anglosajón, escribe en inglés pero como si fuera una lengua extranjera, celta; era católico pero no creía en el catolicismo; sería un escritor celta más que anglosajón. Fíjese que Joyce se refería a Shakespeare como «el inglés». Beckett, con teda su importancia, escribió en francés excepto un par de obras. Sí, este tipo de distinciones acaban por no significar nada. Borges escribía en español pero pensaba en inglés. No creo que mi libro tenga una impronta anglosajona; además, yo no soy anglosajón, soy judío. Tal vez pueda ver una impronta judía.
-Reconoce la figura de Cervantes, pero, desde un punto de vista, siempre como el tercero, después de Shakespeare y Dante.
-Lo que digo es que los tres autores más importantes son Shakespeare. Dante y Cervantes.
Ilustración de Alberto Caudillo
Cervantes y el multiculturalismo
-¿Y por qué no Cervantes, Dante y Shakespeare? A fin de cuentas, la novela es el género literario por excelencia del XX.
-Sí, eso puede ser defendible; es la transición del romance a la novela y el inventor de la ironía literaria, incluso en el sentido kafkiano. Shakespeare tiene una ventaja sobre Cervantes, y es el medio dramático, ya que a Shakespeare se le representa en todos los teatros del mundo. Cierto es que a Cervantes se le lee también en todo el mundo y que tiene una influencia importantísima. Pero no protestaría si alguien alterara el orden. Repito lo que he dicho: la frase que más me gusta de mi libro es que «multiculturalismo significa Cervantes». Puedo cambiar sin problemas a Cervantes por Shakespeare; me pasa lo mismo con Chaucer, un escritor tan fuerte como Shakespeare, Cervantes o Dante
-Antes mencionó que Shakespeare inventó al personaje literario. Particularmente pienso que fue Cervantes con Don Quijote.
-Me refería al personaje desde el punto de vista de la representación dramática Cervantes, después de todo, fue un triste fracaso como autor teatral. En el libro digo que es muy difícil escoger entre Falstaff, Hamlet. Sancho Panza. Don Quijote, la mujer de Bath, el peregrino de Dante... Es difícil escoger entre ellos desde el punto de vista de la representación literaria. Si apartamos a Dante, no hay un escritor desde el Renacimiento hasta nuestros días comparable a Cervantes y Shakespeare, no hay un tercero como ellos. Si alguien me dice que Cervantes es un escritor más importante que Shakespeare no lo cuestionaría «El libro», un solo libro, en el sentido en que lo decía Melville, es «Don Quijote», sin duda alguna Shakespeare no es un escritor de un libro, sino de 38 obras Mire, aquí mismo tengo el Quijote, siempre lo tengo al alcance de la mano, para poder tocado en cualquier momento
-En su libro expresa una gran admiración por Unamuno.
-Si, si, por supuesto, amo a Unamuno. Es un gran escritor y un gran crítico. Mi capítulo de Cervantes está escrito, en su totalidad, en el espíritu de Unamuno. No sé cuántas veces puedo nombrarlo, lo sigo en cada punto, en cada razonamiento. Es mi guía. Su libro sobre Don Quijote es impresionante. Incluso sus «Historias ejemplares» son casi tan interesantes como el Quijote. Recuerdo una frase suya impresionante, que odian las feministas; «Todas las mujeres son una mujer», lo que es muy unamunesco. Espero que se siga leyendo en España Unamuno tiene el toque de lo sublime, de lo fantástico, es magnético.
-Entiendo que debiera escoger, y escoger significa implícitamente rechazar.
-No se trataba tanto de rehusar, sino de escoger lo más representativo de las literaturas nacionales.
-¿No estará encerrando al autor en una torre de marfil al conceder todo el valor al componente estético?
-Eso es una tontería. Yo no estoy hablando del arte por el arte, una frase de Walter Peter que utilizo en mi libro y ha sido malinterpretada. Todo lo que estoy diciendo es que unos autores son mejores que otros. Y la razón por la que unos son mejores que otros no tiene nada que ver con su posición política o sociológica o económica. No hablo para nada de torres de marfil, uno no puede aprisionar a Joyce o Proust en ninguna torre de marfil.
-En el periodo caótico, el siglo XX, la novela está correctamente representada, pero parece haber olvidado a los poetas y dramaturgos
-Lo hice deliberadamente. Ya he hablado de los poetas Respecto a los dramaturgos, el más importante no es Beckett ni Brecht, sino Pirandello Luigi Pirandello es el autor teatral más importante y representativo de la historia del teatro del siglo XX, Hemos de reconocer que la audiencia para la poesía, en el XX, es mucho menor que en toda la historia de la literatura. Sería difícil defender que los grandes poetas. Lorca, Cernuda. Stevens... son más importantes en la historia de la literatura que Joyce o Proust. De nuevo el problema del espacio: si hubiera tenido que escoger un poeta del XX, tal vez hubiera escogido a Yeats, a Lorca o a Wallace Stevens.

Rubén, Neruda, Vallejo
-De todas formas, quería preguntarle por el modernismo hispano. Ni tan siquiera cita a Rubén Darío, por ejemplo.
-Es un interesante poeta. Hace tiempo, en un artículo de Nora Catelli, publicado en España, me criticó por considerarlo un poeta de primera línea. En general, es un precursor de los poetas suramericanos. Puse a Neruda porque lo creo más representativo, aunque Vallejo es más poderoso. En cierto sentido, se trata de un libro imposible. Pero quise escribirlo porque al menos merecía la pena retomar el debate, y además, como en otra obra mía, tengo «anxiety of influence».
-No pretendo hacer un caso de la literatura española, pese a que ni tan siquiera cita a Fray Antonio de Guevara. Santa Teresa. San Juan de la Cruz, al Arcipreste de Hita o a Garcilaso... Puedo entenderlo por las razones de espacio a que se ha referido; pero me resulta dificilísimo justificar la ausencia de Valle-Inclán, Góngora y Lorca.
-Recuerdo que cuando estuve en España ya me habló de Valle-Inclán; otros amigos españoles también me han hablado de él, pero si quiero ser honesto como crítico, sólo he de citar a los autores que he leído. No he leído a Valle-Inclán. En español no puedo leerlo porque su español es dificilísimo y no conozco ninguna buena traducción inglesa; en cuanto aparezca una buena lo leeré, de eso no hay duda. «La Celestina» de Femando de Rojas es impresionante. Incluso me atrevería a decir que es la mejor obra española después de «El Quijote». Incluso pensé escribir sobre Fernando de Rojas.
-Y el «Libro de buen amor», del Arcipreste de Hita.
-Sí, si, tal vez debiera haberlo nombrado. A veces uno comete errores y omisiones. Me sorprende que tal como me dices Santa Teresa no esté ahí. Me gustan mucho sus obras. Pero retomando el tema anterior, el idioma resulta un impedimento. Resulta paradójico, puedo leer poesía catalana mucho mejor que poesía castellana, debe ser porque se trata de una lengua provenzal y yo estudié provenzal. La poesía española es muy difícil para mí.
-Por ejemplo, Luis de Góngora.
-Góngora es un poeta que será, sin duda, muy apreciado en el futuro. Creo que Quevedo es mucho más difícil que Góngora, muy difícil. Las concordancias no son tan buenas y me resulta muy difícil penetrarlas. Puedo apreciar a Calderón mucho mejor que a Lope de Vega. Roberto González de Echeverría me dice que el español de Calderón es más difícil que el de Lope, pero a mí me resulta más asequible Calderón. Tal vez sea porque me parece mucho mejor Calderón que Lope de Vega. Pero me gusta Calderón, es el autor español con más influencia en la literatura inglesa y alemana. Es muy difícil pensar en Shelley sin tener en cuenta a Calderón, tiene una influencia tremenda en Shelley. O en Goethe. Algunas partes del Fausto tienen una gran influencia de Calderón.
-Citar a Lorca tan sólo una vez, sobre todo teniendo en cuenta lo que usted lo aprecia, parece concederte muy poca importancia.
-Creo que a Cernuda no lo cito en ningún momento y amo la poesía de Cernuda. De nuevo, qué puedo hacer. La poesía de Lorca es impresionante como lo es la De Hart Crane, creo que es el poeta más importante del siglo XX. Éste no intenta ser un libro personal, aunque en cierta forma lo sea. Después de escribirlo creo haber descubierto que tal vez lo que intentaba hacer estaba más allá de mis fuerzas. Cernuda puede ser incluso mejor poeta que Wallace Stevens, sobre todo desde un punto de vista estético.
-Parece estimarlo incluso más que a Lorca
-No. no. Lorca es mucho más poderoso, es un gran genio Pero Cernuda tuvo más tiempo para meditar. Y sin embargo, según tengo entendido. Cernuda no es tan reconocido en España como lo es para mí. Parece increíble Creo que no resulta difícil defender la idea de que después de Lorca el mejor poeta que escribió en español del siglo XX fue Cernuda, mucho mejor que el resto de los poetas suramericanos. No puedo creer que en Esparta esté infravalorado. Pessoa es también un poeta poderoso, increíble, pero ni tan siquiera él logra superar a Cernuda. Incluso ahora que estamos hablando me arrepiento en cierta forma de haber tratado a Neruda y no a otros, como Lorca. Sabe, creo recordar que una vez me encontré con Lorca, pero no estoy seguro. En fin, ahora no estoy seguro de que fue mejor tratar a Neruda que a Borges, que me fascina, aunque es muy repetitivo.
-A mucha gente le ha sorprendido la elección de Neruda y no la de Borges o García Márquez, que parecen más poderosos.
-Lo cierto es que quería un poeta suramericano en relación con Whitman, y escogí a Neruda. Tal vez pudiera haber elegido a Octavio Paz, aunque en el fondo no es un poeta, es un ensayista. Borges es mejor cuentista y ensayista que poeta. Aunque en el siglo XX la novela suramericana es mejor que la española, no creo que los poetas hispanoamericanos del siglo XX. Neruda. César Vallejo. Nicolás Guillén, sean tan poderosos como los españoles del XX. Lorca. Cernuda y Alberti. La originalidad y el humor de Alberti son sublimes, impresionantes.
Póquer de ases
-¿Y Vicente Aleixandre?
-Sí, sí; por supuesto, cómo podía olvidarlo. Esos serían los cuatro poetas españoles del siglo XX. Lorca, Cernuda. Alexandre y Alberti.
-Las listas de finales de lecturas han creado un fuerte debate, en cierta forma justificado. Por ejemplo, en el siglo XX recomienda a trece autores españoles que escriben en español y a doce que escriben en yiddish…
-En la confección de las listas finales no consulté ninguna enciclopedia ni antología. Cité tan sólo los autores que recordaba, todos ellos de memoria. Yiddish es mi primera lengua, sueño en yiddish; obviamente, he leído más autores judíos que españoles. El español puedo leerlo, pero no hablarlo. De todas formas, dejo claro que, especialmente la lista del siglo XX, es provisional, personal, provocativa, sugerente y susceptible de ser revisada. Además, estaba pensando, al elaborar las listas, en los lectores norteamericanos.
-Antes me comentaba que si tuviera oportunidad de revisar el libro eliminaría las listas.
-Las famosas listas han creado tal polémica… Fue la editorial la que me las pidió. Si pudiera rehacer el libro, que no puedo, probablemente reescribirla completamente el primer y último capítulo, que son meramente descriptivos, y también eliminaría las listas. Mucha gente se ha fijado sólo en ellas ignorando el auténtico contenido de la obra. Las eliminaría y dedicaría el espacio a tratar a otros autores como Calderón o Lorca. En la elaboración de las listas no consulté ninguna enciclopedia ni antología. Las hice de la única forma que creía honrada, fiándome de mi memoria. En las listas no se sigue ningún orden cronológico o alfabético, los autores aparecen tal y como los recordaba mi memoria. Por eso algunos han quedado fuera, como Santa Teresa o San Juan: no los recordé, pero creo que era preferible ser honrado. Tampoco he consultado ni comprobado una sola cita. Tanto en éste como en cualquier otro libro cito de memoria, lo he hecho siempre. No considero honrado consultar las citas. William Hazlitt dijo; «Si no puedes citar de memoria no tienes derecho a citar de ninguna manera». En algunos casos la memoria me traiciona, hay al menos una docena de autores que debieran estar incluidos y lo estarían si tos hubiera recordado en su momento, pero inexplicablemente me olvidé de ellos.
-El final del libro es pesimista. Permítame citar una de sus frases: «Nos aproximamos al final del milenio esperando incluso una época más sombría».
-Antes mencionaba a los que dicen de mí que pongo a los poetas en una torre de marfil, pero ni yo me he puesto en ninguna torre. Cuando escribí el libro los republicanos todavía no habían ganado las elecciones y su victoria confirma el pesimista futuro que anticipaba. Esta nación lleva camino de ser cada vez más teocrática; impondrán una censura religiosa y no sé adónde nos va a llevar todo eso Por otro lado, la iglesia católica en este país es tremendamente reaccionaria. El Papa se ha preocupado de rodearse de cardenales tremendamente conservadores. No habrá otro Juan XXIII. Tal vez en España la Iglesia no tenga mucho poder por razones históricas; me refiero a que se aliaron con Franco y todo eso, pero en los Estados Unidos se corre el grave peligro de caer en una teocracia. Los países musulmanes están siendo controlados por los fanáticos más radicales. En cierta forma, los que yo llamo «escuela del resentimiento» son tan teocráticos como todos estos, de igual forma que la derecha norteamericana es teocrática. La sensibilidad estética va a estar cada vez más acorralada. En el libro profetizo que la crítica literaria que, al menos en las universidades, ya está muriendo, morirá sin remedio, al menos en los países anglosajones. Los profesores ya no enseñan poesía. Nadie lee a Donne, Góngora, Spencer o a poeta alguno que represente la mínima dificultad. Cualquier cosa que implique dificultad es sistemáticamente rechazada. La crítica literaria sobrevivirá, pero fuera de las universidades. La tecnología, la realidad virtual, es un peligro que puede terminar por destruir a la literatura. En el mundo occidental, para los jóvenes, es tremendamente difícil leer en condiciones. No se les ha enseñado a ser pacientes, y uno debe ser extremadamente paciente para leer a Stevens o a Cernuda. Me siento muy pesimista sobre el futuro.
Si Shakespeare no existiese
-Terminemos con humor y ciencia ficción. ¿Qué ocurriría si mañana se demostrara que es cierta la leyenda de que Shakespeare no escribió una sola de sus obras?
-No implicaría la más mínima diferencia. A veces les digo a mis estudiantes que Shakespeare no es: «europeo, blanco, muerto» sino que todo Shakespeare fue escrito por una reconocida prostituta de su tiempo. Lucy Nigroe. Era una mulata de las indias occidentales y me gustaría demostrar que esa es la dama oscura de sus sonetos, lo que no es, y que ella escribo todo Shakespeare, lo que no implicaría diferencia alguna. Es una tontería decir que en realidad era Sir Francis Bacon o cualquier otro, pero de todas formas daría igual, porque las obras están ahí.
José Antonio GURPEGUI
ABC Literario. 16-6-1995, pp 16-19.

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