Mircea Eliade en 1937
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EL
libro recientemente aparecido Ensayos españoles, del profesor José Ortega y
Gasset, deberían leerlo rodos los que se han planteado el problema de la
originalidad y viabilidad de la cultura de un país pequeño. Allí se encuentran bastantes
observaciones sobre el ruralismo y el urbanismo, sobre la falta de una elite en
la vida espiritual y política de España, cuestiones todas que nos podrían
interesar a nosotros también. Habría que leer y meditar con mucha atención su
ensayo tan sugestivamente titulado España
invertebrada, pues puede servil-para hacer interesantes análisis sobre la
estructura de nuestro Estado.
Pero
no tenía pensado escribir ahora sobro esto libro de ensayos españoles, sino
sobre la extraña semejanza de método, inquietudes e inspiración de los mayores
ensayistas españoles contemporáneos: Unamuno. Eugenio d'Ors y Ortega y Gasset.
Semejanza que no me parece desprovista de sentido. Al contrario, demuestra una
vez más la eficiencia del pensamiento de estos tres grandes españoles y
justifica el lugar que ocupan en la cultura europea.
Distintos
materiales
Verdaderamente
es extraño que estos tres ensayistas se valgan de unos materiales distintos de
los que utilizan los otros ensayistas contemporáneos. Unamuno recoge un sinfín
de citas de los místicos, del Quijote
y de los nórdicos. Eugenio d’Ors y Ortega hacen continuas referencias al arte
español (sobre todo a Goya) o citan trabajos de biología organicista (jamás,
por lo que yo he podido constatar, de biología mecanicista), libros de
filosofía de la cultura (de una especie poco conocida entre los ensayistas
continentales, por ejemplo, del nuevo concepto de la geografía, de la
experiencia visual. del barroco, etcétera), en fin, fuentes que apenas se
encuentran en la obra del resto de los ensayistas contemporáneos, los cuales
siguen acudiendo a las autoridades de siempre (Montaigne y Pascal en Francia.
Goethe y Nietzsche en Alemania) que mantienen intactas.
Los
ensayistas españoles dominan una cultura mucho mayor y más nueva, y desarrollan
un pensamiento más audaz y más plástico. El paisaje natural y el paisaje
plástico son una constante en las páginas de Eugenio d’Ors y de Ortega. Podría
suponerse que estos pensadores no pueden materializar su visión ni pueden
explicar la comprensión de un fenómeno, o incluso la comprensión total de la
vida, si no es pensando en formas, colores u objetos plásticos. De ahí, esos
admirables análisis de D’Ors y de Ortega, análisis de pintores, de museos y de
«elementos» (fondos, colores, expresión de los ojos, etcétera): de ahí, esa continúa
referencia a la geografía, al «medio». En la Weltanschaung de estos dos pensadores se intuye la colaboración de
todas las fuerzas del entendimiento, desde la intuición telúrica de la
configuración geográfica a la intuición refinada de las últimas expresiones del
arte. Su pensamiento y su intuición están en permanente contacto con todas las
realidades. Se siente que estos hombres gozan del paisaje y aman las flores de forma
distinta al resto de los intelectuales europeos. La palabra «orgánico» para
ellos es algo más que un simple vocablo. Realmente, su pensamiento bebe en
todas las fuentes, es un pensamiento vivo y flexible y, por ende,
sorprendentemente sugestivo y audaz.
Pero
la semejanza entre los ensayistas españoles no acaba aquí. Cada uno de ellos ha
elegido un mito central a cuyo través juzga el mundo y la vida y hace
interpretaciones y vaticinios. Unamuno, creo que es ocioso decirlo, jamás
abandona a Don Quijote, leyenda que para él es tan viva como la Pasión del
Gólgota. Ortega y Gasset ha encontrado a Don Juan que, al igual que la Gioconda
encarna la esencia de la feminidad, es la imagen más completa y viva de la
virilidad. Y en torno a esa leyenda apócrifa, el profesor Ortega y Gasset no se
recata de escribir páginas de sesuda reflexión e impetuosa fantasía. Eugenio
d’Ors no ha escogido una leyenda, un personaje de la geografía espiritual de
España en torno al cual comentar la actualidad y comprender el mundo. Pero sí
conserva los tipos: Goya, Colón o Isabel y Fernando; contando su vida y
analizando su obra, el núcleo de su pensamiento discurre por las mismas vías que
sus otros dos compatriotas. (¿Qué son las reflexiones sobre Goya, Isabel o el
barroco sino un pendant a los
comentarios de Unamuno sobre Don Quijote, la agonía o la paradoja, y a los de
Ortega sobre Don Juan, el feudalismo o el ruralismo?)
Diferencias
evidentes
...Sin
querer, al concluir estas sumarias líneas sobre el ensayo español, pienso en la
cultura rumana y en nuestros ensayistas. La diferencia salta a la vista. Todos
los ensayistas rumanos acuden a las mismas fuentes que utilizan en París. Roma
o Berlín. No hay el menor intento de autonomía ni de originalidad en la
búsqueda de materiales ni de audacia a la hora de interpretarlos. Hace siete u
ocho años estaban de moda la mística y la escolástica. Los ensayistas rumanos
leían y comentaban la bibliografía alemana reciente. En sus trabajos se
encuentran las mismas autoridades que en los de un aficionado en cualquier
capital del mundo. No han aportado nada propio, no han impuesto ninguna
autoridad.
Tenemos
la leyenda de Miorita o la de Mester Manole que, si bien no son únicamente
rumanas, son tan nuestras y su mito central es tan rico en significados, que
sería preciso, y podría resultar revelador, estudiarlas. Sin embargo, ninguno
de nuestros pensadores y ensayistas de altura les ha prestado atención. ¡Qué
hermoso «Comentario a la leyenda de Mester Manole» podría escribirse! ¡Qué
hermosa historia de la filosofía de la cultura rumana podría escribirse desde
Miorita a Vasile Párvan! Sin embargo, las revistas están llenas ahora, en pleno
verano, de debates en torno a la nada. El único problema filosófico que no ha
sido intuido por los rumanos, el más extraño a nuestro pueblo.
Publicado
en Cuvántul (Bucarest) el 21 de
agosto de 1933.
ABC Cultural.
1 de diciembre de 2001, p. 8.
Traducción:
Joaquín Garrigós
Buenas, me ha encantado el artículo. Me preguntaba si no tendría más, he estado buscando artículos de Eliade en rumano, pero no he logrado encontrar nada de aquella época. ¿Podría decirme dónde encontró éste?
ResponderEliminarGracias de antemano, un saludo.