La letra y el
espíritu
«El pensamiento cautivo», de Czeslaw Milosz
por
Antonio Vilanova -
PESE
a la exuberante profusión de testimonios documentales y alegatos
sensacionalistas que se han publicado en estos últimos años en torno al régimen
soviético, no creo que exista un estudio tan revelador de su verdadera esencia
como el libro magistral del poeta polaco Czeslaw Milosz, titulado «El
pensamiento cautivo. Ensayo sobre las logocracias populares» (La pensée captive. Essai sur les logocraties
populaires) que con un prólogo del gran pensador Karl Jaspers, ha publicado
hace pocos meses la editorial Gallimard (París, 1953.) En las páginas de este
libro tremendo y sobrecogedor, que analiza con la más fría lucidez las
condiciones en que se desenvuelve la vida intelectual en los países de la
Europa oriental sometidos al dominio soviético, encontramos por vez primera una
exposición documentada y veraz de la tragedia espiritual del escritor sometido
al engranaje implacable de la ortodoxia marxista y un estudio sereno y objetivo
de las razones que fatalmente determinan su adhesión al sistema y la
consiguiente aniquilación de su libre talento creador. Libro doloroso y amargo
que es tanto como una acusación y una protesta, la historia de una experiencia
vivida y el proceso de una tremenda lucha interior entre la rebelión y la duda
en la que se debate nada menos que el problema de la íntima libertad del
hombre. Libro, además, hiriente y sobrecogedor por cuanto no es fruto de la
hostilidad tendenciosa de un antagonista sectario une da rienda suelto al
resentimiento y el odio, ni de la amarga decepción de un fanático converso que
después de abjurar de la ortodoxia del partido se sienta obligado a retractarse
de sus antiguos errores, sino del análisis lucido y frío de un espíritu
inteligente y escéptico que se limita a la exposición serena de los hechos y
que aquilata los argumentos del contrario a la luz de la más pura razón.
Milosz
no es, en efecto, un comunista converso, sino que pertenece al grupo, muy
numeroso, de los intelectuales de izquierda que militaron en las filas de la
resistencia durante la ocupación nazi y que a partir del momento en que su
patria cayó bajo la dependencia directa de Moscú, se esforzaron en hacer acto
de obediencia y adhesión al nuevo régimen con la ilusoria esperanza de
conservar su independencia y libertad sin hacer profesión de fe comunista ni
someterse a la estricta disciplina del partido. Aunque desde 1946 a 1950 estuvo
como diplomático al servicio del Gobierno de Varsovia, no llegó nunca a ser
miembro del partido, si bien accedió a formar parte como agregado cultural en
el extranjero del aparato de propaganda del Gobierno comunista polaco. Sólo en
1950, cuando se exigió, por fin, a los escritores y artistas de Polonia una
adhesión sin reservas al realismo socialista, adhesión que implicaba una total
aceptación de la ortodoxia marxista, llevó a cabo su definitiva ruptura con el
nuevo régimen. Las razones materiales y externas, así como literarias e
ideológicas que le indujeron a mantener a lo largo de cinco años su aparente
adhesión a un régimen político cuyo inflexible dogmatismo repugnaba profundamente
a sus convicciones más íntimas, constituyen, en realidad, el tema único de este
libro que explica con la más dolorosa e hiriente lucidez el angustioso proceso
de desengaños, renunciaciones y dudas que preceden, en la mayor parte de los
casos a la abdicación de la libertad.
Su
obra, que es fruto de la inteligencia y no de la pasión, se reduce
deliberadamente a una minuciosa exposición de los hechos, a un análisis
descriptivo de las situaciones y a una interpretación de los problemas que de
ellas se derivan cuya lucidez objetiva, de la que extrae su fuerza, tiene tanto
de introspección como de observación. El hecho de que el autor se haya negado a
prestar una adhesión sin reservas a los principios del realismo socialista
rehusando al propio tiempo su adhesión incondicional a la ortodoxia filosófica
del materialismo dialéctico marxista, no sólo procede de una resistencia
sentimental y afectiva para abdicar de su libertad de espíritu, sino de un
largo proceso de análisis y reflexión durante el cual el autor, en diálogo
consigo mismo y con los demás, sometió a un examen riguroso e implacable cada
uno de los principios del marxismo staliniano. El valor excepcional de esta
obra, su extraordinaria trascendencia como documento histórico estriba en que
el autor ha sido capaz de reconstruir con la más despiadada y lúcida
objetividad, el estado de espíritu que precede a este angustioso diálogo y los
más sutiles aspectos del proceso mental que en la mayor parte de los casos
conduce a la sumisión forzosa a las doctrinas del método. Por vez primera se
ofrece al lector del occidente europeo un testimonio riguroso y verídico de los
métodos persuasivos de la dialéctica marxista para la captación de los
intelectuales del otro lado del telón de acero. Por vez primera se expone el
sistema coherente de doctrinas contradictorias, inaceptables y absurdas en que
se basa el proceso de captación y se analiza de manera completa y rigurosa el
cuadro de opiniones e ideas vigente entre los intelectuales soviéticos del
oriente europeo. Estamos, pues, ante la revelación de un mundo nuevo limitado
deliberadamente a la situación del escritor, al círculo más refinado y selecto
de la «inteligentzia» soviética, en el que la lucha dialéctica y el juego de
ideas adquiere su máxima intensidad y dramatismo. Y la novedad mayor que nos
ofrece este mundo aún en el caso de un espíritu desengañado y escéptico, como
el de Milosz, capaz de sopesar los argumentos en pro y en contra de sus
principios, es su absoluta y firme convicción del carácter periclitado y caduco
de la civilización del Occidente europea, su total incomprensión de lo que
constituye su genio y su grandeza, su incapacidad casi biológica para
comprender su libérrima interpretación de la vida, de la ciencia y del arte.
Aún en el caso personal de Milosz, que no ha vacilado en sacrificar su obra de
poeta para conservar su independencia y libertad de espíritu, es perceptible
esta visión fatalista y negativa del mundo de Occidente. De ahí procede
precisamente el enorme interés de este libro, cuya prodigiosa riqueza de
sugerencias e ideas merecería un comentario mucho más amplio, pero que me
atrevo a recomendar muy especialmente a nuestros lectores en la absoluta
certeza de que no les ha de dejar defraudados.
Destino. Año XVIII, Núm. 889 (21 agosto 1954)
p. 23
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