Frontal del altar de Santa María de Cardet (Lérida) |
"Esta semana celebra todo el orbe cristiano
la fiesta de la Navidad...
Observemos,
para empezar, que es una fiesta sincera y verdaderamente popular, que no
ha menester de propaganda o apoyo oficial para transcurrir cada año en un
torbellino de alegría pública y doméstica... Religiosa en unos ambientes, laica
y callejera en otros, tiene la Nochebuena una doble calidad que la distingue
como fiesta vivaz y vigorosa: es a la vez universal y local...
¿A
qué se debe esta universalidad, valiosa cualidad de esta fiesta? En primer
lugar, a que la fe que vino a simbolizar es humana y sin fronteras. El Hijo del
Hombre vino a llamarse más tarde el Niño aquel día nacido; y con este nombre
que escogió para Sí dio al concepto de hombre una universalidad sin igual. Se
argüirá que ya existía el concepto universal de hombre en los clásicos griegos
y latinos, y se recordará el verso tantas veces citado del poeta latino
Terencio:
Hombre
soy: nada humano considero ajeno a mí.
Pero
va mucho de un concepto pensado a un concepto vivido. Y en la antigüedad en que
se pensaba así se negaba toda humanidad a los esclavos. También hubo esclavitud
después. Porque el hombre es incorregible. Pero, mientras en la antigüedad era
la esclavitud cosa conforme al sistema, en el mundo cristiano fue siempre cosa
contraria al sistema, y terminó por desaparecer.
Este
sentido humano que no conoce colores ni fronteras es el valor más preciado de
la Nochebuena, valor que el pueblo siente en todas partes al celebrarla. Pero
hay en su simbolismo otros valores casi tan altos, y que también contribuyen a
otorgarle fuerza y universalidad. En primer lugar, el de la dignificación
de los humildes y la supeditación de los grandes al conjunto social.
El
Niño, el Hijo del Hombre, nace en un pesebre y es el huésped de unos pastores.
Y tres reyes -uno de ellos, negro, para que nunca falte el sentido humano-
viajan largo tiempo para venir a adorarlo. Todo este simbolismo, tan dramático
que ha conservado intacto su vigor original a través de los siglos, ha
producido y mantenido una corriente educadora de vigor incalculable en estos
últimos dos mil años. Corriente que dice a todos los hombres "respetad al
tan humilde como el pastor" y que constantemente recuerda a los poderosos:
"Inclinaos ante aquello que está por encima de vosotros, aunque sea un
niño, aunque sea una mujer."
Tomos,
bibliotecas enteras de filosofía moral, no han ejercido sobre el progreso
humano influencia mayor para hacer que se respete a todo hombre, por humilde
que sea su ocupación, a toda mujer, a todo niño, por humilde que sea el pesebre
en que haya nacido, que esta sencilla escena representada de nuevo cada año en
toda la Cristiandad... Importancia política, y no poca, tiene el que se renueve
cada año en nuestro mundo el respeto al trabajador, a la mujer-madre y al niño
indefenso.
Buena
prueba de todo ello nos la viene a dar a contrario el proceso de Núremberg.
Las revelaciones que han venido haciendo los fiscales sobre las órdenes dadas
por Himmler y sus secuaces para el exterminio de judíos, de polacos y de rusos,
son el mentís más cínico y criminal que jamás se ha dado al espíritu de las
fiestas de Nochebuena. Los feroces nazis desencadenaron sobre la triste Europa
su guerra cruel tan sólo por haberse aislado del resto de la humanidad; por
haber tenido la inaudita pretensión de erigirse en una estirpe de hombres por
encima de los demás. Para tomar esta actitud, los nazis tenían primero que
abjurar todo el espíritu de solidaridad humana que haya podido penetrar en los
hombres de su país en 1940 años de cristianismo. El espíritu cristiano no
conoce alemanes, ingleses o turcos; no conoce más que hombres. Por eso Hitler
tuvo que empezar por perseguir a todas las confesiones que en Alemania
propagaban la fe y las ideas cristianas; la iglesia católica como la
protestante; hecho lo cual, se dedicó a la gente joven para arrancarles de raíz
todo elemento de cultura cristiana. Así se explica que una muchacha joven,
como la desdichada Irma Greese, ahorcada hace quince días por su criminal conducta en Belsen, hubiera perdido a los 22 años hasta los sentimientos más
elementales de caridad.
Las
revelaciones de Núremberg, después de los cuadros siniestros de Belsen,
Buchenwald y otros infiernos nazis, descubren un abismo infrahumano muy
distinto del que a veces la historia ilumina en los tiempos primitivos o en los
bárbaros de la humanidad. Los hombres que hoy se sientan en el banquillo de los
acusados en Nuremberg pertenecen a uno de los países en donde el pensamiento
técnico, científico y hasta filosófico ha logrado resultados más brillantes.
Figuran entre ellos gentuza criminal y poco inteligente, como Julius Streicher;
pero también hombres de cuya inteligencia general y técnica no cabe dudar; como
Goering, Keitel, Sauckel, Jodl y otros más. Todos ellos aparecen comprometidos
directamente en crímenes de lesa humanidad concebidos como operaciones
políticas o sociológicas con una frialdad y una eficiencia técnica del cinismo
más repugnante. Todos ellos, y los millares o cientos de millares de
colaboradores que ejecutaron sus planes, son menos que hombres, no por
sentencia nuestra, sino por decisión suya; porque ellos fueron los que por
querer ser nada más que alemanes, se hicieron menos que hombres.
Pues
ésta es la maravillosa enseñanza de Nochebuena, el verdadero regalo
espiritual de Navidad: que el hombre no puede negar su humanidad sin caer en lo
animal. El hombre no puede elevarse por encima de lo humano. Quiso el alemán
hacerlo y cayó en la bestialidad repugnante del nazismo. El Niño que nació en
Belén no es ni blanco, ni negro, ni judío, ni ario, ni alemán, ni ruso; es el
hijo del Espíritu y de la Virgen, es decir, el hombre sin raza que vive en la
Tierra sin fronteras para aprender a padecer. Por eso es la fiesta de Navidad
fiesta de todos los hombres y todos los hogares donde una madre inerme protege
a un niño más inerme todavía. Fiesta de solidaridad humana y de paz.
Pero
-ya lo dice la palabra sagrada- de Paz tan sólo para los hombres de buena
voluntad."
Salvador de
Madariaga, Weekly Review
Intervención
radiofónica de Salvador de Madariaga desde la BBC en 1945 para todo el mundo de
habla hispana. 26/27 de diciembre.
Tomado de AQUÍ
No hay comentarios:
Publicar un comentario