sábado, 7 de diciembre de 2013

Otra entrevista a Cristóbal Serra. (Pòrtula, nº 227, agosto de 2000.)



Hará una semana, jugando con el buscador, encontré una entrevista con Cristóbal Serra realizada por dos escritores mallorquines -Maria I. Deyà y Antoni Roca- para una modesta revista local de Marrachí (o Marratxí), Pòrtula, en el año 2000. De gran interés, he considerado conveniente traducirla para facilitar así su difusión. Se ha intentando respetar, en la medida de lo posible, los giros y usos, enormemente ricos, que del idioma original (el mallorquín) da Serra. Que la disfruten.

CRISTÓBAL SERRA,
SURREALISTA Y ESPIRITUAL


Cristóbal Serra Simó (Palma, 1922) destaca como escritor y traductor en lengua española. Licenciado en derecho (1946) por la Universidad de Madrid y en filosofía y letras (1963 ) por la de Valencia, es autor de una abundante producción literaria iniciada con "Péndulo" (1957) y "Viaje a Cotiledonia" (1965), y continuada con "Retorno a Cotiledonia" (1973), "Péndulo y otros papeles" (1975), "Diario de Signos " (1980), "Con un solo ojo" (1986), "La noche oscura de Jonás" (1984), "La soledad esencial" (1987), "Augurio Hipocampo" (1994) o "Nótulas" (1999). Ha traducido al español obras de William Blake, Lao- Tsé, Edward Lear, Herman Melville, Henri Michaux y Jonathan Swift. Interesado por la cultura de los signos proféticos, ha escrito "Guía para el lector del Apocalipsis" (1980) y "Visiones de Catalina de Dülmen" (2000). De carácter autobiográfico, ha publicado "Las líneas de mi vida" (2000).

El domicilio de Cristóbal Serra está lleno de libros, incluso los hay sobre la mesita alrededor de la cual nos hemos sentado para hacer la entrevista. La tarde es calurosa, sofocante, y el sol de poniente quiere entrar por las ventanas atravesando las persianas. El ventilador resulta insuficiente para proporcionarnos un poco del aire que necesitamos para combatir el calor.

¿Qué le parece si comenzamos hablando de "Viaje a Cotiledonia"?  Es una obra sin duda interesante aunque quizá salió en un momento histórico y cultural -los años sesenta- no demasiado propicio para este tipo de literatura.

"Viaje a Cotiledonia" es un viaje quimérico, imaginario, como lo son también "El Quijote" o "La Odisea".

¿Y qué quería decir con este viaje quimérico?

Lo que quería hacer era un informe sobre los hombres, sobre la humanidad que me rodeaba, pero al mismo tiempo lo quería hacer mediante una cierta deformación. En aquellos momentos tenía muchas ganas de inventar palabras y quería tener la experiencia de dar sentido a las palabras que creaba, por ejemplo "bilibú", que querría decir "bu la bilis", a la amargura, y eso me daba pie para crear personajes alegres y desenvueltos. Así fui generando los personajes que aparecen en Cotiledonia. Pienso que la experiencia insular me sirvió bastante, pero no es un viaje real por la isla. Tenía muy arraigado el absurdo y por otra parte creo que los mallorquines tenemos un poco de inclinación al absurdo.

Sin ir más lejos, creo que dentro de las mismos cuentos populares mallorquines [rondalles] hay mucho de absurdo. ¿Está hoy vigente Cotiledonia?

No sé, lo que pasa es que en ella se pone un poco en solfa esta civilización que nos hemos dado, una civilización donde las personas actúan de acuerdo a unas determinadas reglas, se someten a ellas, se dejan llevar mucho por el instinto y están dominadas y gobernadas por la materia y el dinero [doblers].

Allí viven los"dobeïtes", palabra que deriva de dinero [doblers]. ¿Da una gran importancia a las palabras?

Sí, en otras épocas creaba palabras y de las palabras salía la historia: los "onirites", que eran los más soñadores, los "oneraris", que eran aquellos que llevaban sobre los hombros la carga de trabajo...

¿Y del dinero?

La nuestra es una civilización onerosa. De hecho tenemos la palabra dinero que es muy significativa. Creo que tanto en italiano como en mallorquín tenemos palabras muy dadaístas, palabras como doi (disparate) o doblers (dinero), con mucho significado, palabras que cuando se pronuncian de forma repetida parecen originar un estado de obsesión, como si fueran divinidades: dinero, dinero, dinero [doblers, doblers, doblers]... Esa es una palabra que tiene mucha fuerza.

¿No siente que su obra está muy influenciada por los surrealistas franceses, aunque su formación sea aparentemente anglosajona?

Eso dicen de mí, aunque no acabo de verlo claro. Antes de la guerra ya empecé a perfeccionar el francés, para luego pasar al inglés y al italiano.

Entonces, ¿cuáles piensa que son sus influencias?

Los ingleses siempre han sido muy inclinados a los viajes imaginarios, pero siempre he creído que lo que más me ha influido ha sido una palabra: “albaricoque” [albercoc]. Tenía un tío que era boticario y como a mí las matemáticas y la geometría no se me daban nada bien, siempre me decía que era un "cotiledón", que era como decirme albaricoque. La primera edición de "Viaje a Cotiledonia" estaba dedicada a los habitantes del albaricoque terrestre.

¿Se considera un escritor o un filósofo?

Empecé por leer mucha filosofía, pero abandoné esta enfermedad [afecció], porque cada vez más me daba cuenta de que la filosofía, en general casi toda ella, tenía una marcada tendencia a lo racional, y yo necesitaba más lo irracional. Por lo tanto, la literatura me resultaba una forma de expresión que me iba mejor, y de esta manera acudía a la imagen del lenguaje analógico, a la asociación de palabras y a jugar con ellas, y todo esto me aleja progresivamente de la filosofía, excepto de la oriental, de la que nunca me he alejado.

¿Y en cuanto a la escritura?

La filosofía en el fondo es sabiduría, pero a mí me daba la impresión de que me ponía en el potro de tortura y a mí lo que me interesaba era la evasión. Por ello tiendo a la expresión aforística, a una expresión condensada que se encuentra en la filosofía oriental y también en la tradición mediterránea más antigua.

¿Qué le atrae de la filosofía oriental?

Las filosofías orientales son un poco revolucionarias porque no se adaptan a nuestra forma de ver la vida, la de los occidentales, que se convierte [esdevé] en utilitarista y dirigida a la acción, al trabajo, mientras que la oriental es una filosofía de la inacción, de la contemplación y, claro, esto hace que algunos valores queden muy alterados. Entonces, por ejemplo, importan la filosofía china, por poner un ejemplo, la convierten en una filosofía revolucionaria. En "El péndulo" dije que la filosofía occidental consistía en masticarse con los propios dientes.

¿Con qué filosofía oriental se siente más identificado?

En especial con la filosofía oriental china. Considero que el misticismo debe estar combinado con el humor, y que la filosofía oriental china responde a esta característica.

Y con pensamiento filosófico oriental, ¿cómo se vive en una cultura occidental?

Mantengo una actitud crítica, pero que no trasciende, porque si uno no está llamado a la acción y, por añadidura, no le da importancia, no se convierte en un perturbador de nada. Ahora bien, interiormente se puede negar algunos de los valores vigentes que a uno le rodean.

Es usted, por lo tanto, crítico con la sociedad occidental actual…

Sí, mucho.

¿Y cuáles piensa que son sus puntos más criticables?

Me siendo muy cristiano, pero creo que nos hemos dedicado a que una civilización, que llamamos cristiana, que al cabo de los años y de los siglos, no tiene nada de cristiana. Algo tendrá esta civilización cuando, desde el punto de vista del Apocalipsis, va camino de su propia destrucción. Hemos llegado a un techo de materialismo y de organización de la materia que ha repercutido sobre el cosmos y sobre todo, y que ha alterado muchas cosas. Toda esta civilización es muy hostil al espíritu propiamente cristiano.

¿Quiere decir que vamos hacia la autodestrucción?

Creo que sí. Nosotros no tenemos la responsabilidad de que comenzaran estos tiempos, pero ya hemos avanzado así como civilización y tenemos ahora un montón de problemas [un grapat de problemas] muy serios. Si enjuiciamos esta civilización desde un punto de vista espiritual, estamos ante una civilización con carencias, pero si lo hacemos desde un punto de vista simplemente material, resulta muy satisfactoria. Por lo tanto todo depende del punto de vista que cada uno adopte. Todos los materialistas se encuentran bien dentro de esta civilización, pero todo aquel que tenga un poco de preocupación espiritual se siente angustiado.

¿Política y espiritualidad son incompatibles?

No seré yo quien diga que son incompatibles, ahora bien, lo que es evidente es que la política es acción. Muchos de los documentos espirituales que nos han llegado, por ejemplo los Evangelios, no tienen nada que ver con la acción, sino que más bien tienen que ver con la contemplación y miran hacia el interior y no hacia el exterior. No debemos olvidar que nuestra civilización está orientada hacia el exterior, y la prueba más evidente es que nos dominan todo un conjunto de instrumentos, externos a nosotros, que nos genera una servidumbre.

Como por ejemplo...

La servidumbre que tenemos hacia el dinero es seria, muy seria. Cierto es que es imprescindible, tal y como hemos construido este mundo, pero al mismo tiempo tiene un poder de atracción enorme para la inmensa mayoría.

¿Se considera una persona pesimista?

Nosotros nos hemos dejado seducir por el pensamiento optimista de los norteamericanos, que consideran que todo va bien y que todo es maravilloso, pero eso no quiere decir que aquellos que no compartimos su optimismo estemos chalados [tronats]. Lamentablemente, la vida nos da más argumentos para el pesimismo que para el optimismo.

¿Pero esta actitud no puede generar un malestar ante la vida?

Si seguimos con el caso norteamericano, se les ve muy aferrados a todo lo material. De hecho los ingleses y los norteamericanos ya hace años que se vendieron al demonio, porque para mí el demonio es la materia. Estos pueblos tienen un pacto con la materia y desde ahí lo tienen que justificar  todo [des d'aquest moment han de justificar-ho tot].

Y nosotros los hemos copiado.

Claro, el mundo en que vivimos es un mundo de mimetismos, desgraciadamente.

¿Podemos charlar sobre una cultura norteamericana?

No sé qué es la cultura norteamericana. Creo que los norteamericanos son una herencia del pueblo inglés y que, por tanto, deberíamos tener primero bien presente como son los ingleses; sus características o qué papel han tenido en la historia.

Si no puede entender el optimismo, pero sí el pesimismo, ¿qué debemos hacer en esta vida? ¿Vivir en una constante depresión?

¡Noooo! Hemos de matizar lo del pesimismo, por eso ya he dicho antes que no hay nada más salvador que el humor, que tener sentido del humor. A veces los fundamentalismos se desarrollan por una falta de sentido del humor. Debemos superar la concepción pesimista del mundo, y por eso me he caracterizado siempre por mi papel de "payaso triste" [per la meva “pallasseria trista”].

¿Qué conclusiones ha sacado de sus estudios sobre el Libro del Apocalipsis?

No es que me haya entregado mucho en su estudio, pero todos pasamos por diferentes situaciones [estats] en esta vida, y un día, cansado de leer libros monumentales, empecé a estudiar este libro misterioso, lleno de símbolos [figurat]; y el estudio terminó con un libro que no pretende hacer una interpretación definitiva.

¿Y por qué no?

¿Y quién puede hacerlo de un libro tan lleno de símbolos [figurat]? Es uno de esos libros misteriosos que deben tenerse en consideración porque están ahí por algún motivo.

Por tanto, en las religiones orientales debería también existir un libro parecido al Apocalipsis.

No. La religión cristiana, que entronca con la religión judía, es una religión histórica como el judaísmo. Estas dos religiones, por lo tanto, tienen un carácter más histórico que el que pudieran tener las religiones orientales, que no dan importancia a la historia. De hecho, la historia occidental entronca directamente con esta religión judeocristiana, y eso hace que esta religión sea profética. Por otra parte, el cristianismo lo han hecho aún más histórico las instituciones y las iglesias, y la han convertido en una religión eminentemente histórica que ha tenido la oposición de todos aquellos que han tenido un sentido de la historia completamente distinto al que el cristianismo había mantenido, como es el caso del socialismo. El cristianismo debería haber mirado más hacia el futuro, debería haber sido más escatológico, de acuerdo con la profecía, pero la iglesia católica siempre ha sido más conservadora que inclinada a mirar hacia el futuro. Por eso su lugar ha sido ocupado parcialmente por el socialismo o por el comunismo, que reivindicaban otro tipo de mundo [un altre estat a la terra].

También ha escrito un libro visionario.

Es un libro sobre las visiones de Ana Catalina Emmerick, una monja alemana del siglo XVIII.

Y sobre las profecías de Nostradamus, ¿qué nos puede decir?

Lo que nos demuestran sus profecías es que la historia no es como nos dicen los historiadores, que la han escrito con unos criterios determinados, sino a la luz de la profecía, que existe un determinismo divino. Si hay un señor que sabe, de una manera general, lo que tiene que pasar es que hay un determinismo divino, y esto es lo que nos anuncia Nostradamus. Él anticipó la revolución francesa, la guerra civil española o el fascismo, incluso aportando nombres propios como Franco o Mussolini.

Estamos entonces predestinados…

No, no es una predestinación del individuo, sino un determinismo divino de carácter histórico.

Y si todo ya está previsto, no se debe poder hacer nada para cambiar el curso de la historia.

Los profetas simplemente lo han avisado, pero los pueblos han seguido el camino que han querido. Un profeta no es una persona que anuncia lo que ocurrirá tal día, sino que advierte lo que puede suceder de forma general.

Si las profecías sirven para advertir, ¿qué sentido ha tenido el tercer secreto de Fátima?

Una vez que han dado a conocer la profecía, parece que no había motivo para mantener el secreto. Desconozco el motivo de tanto secretismo. Creo que las profecías tienen un sentido general y no particular.

¿Piensa que esta civilización tiene miedo al futuro?

Creo que sí, porque nuestros conflictos siempre son históricos, y en general es porque la gente no conoce precisamente el fundamento verdadero de la historia. Los orientales han tenido menos obsesión por la historia. Sus religiones no tienen un carácter histórico, pero las dos religiones que han nutrido occidente, el judaísmo y el cristianismo, son eminentemente históricas.

¿Cómo ve la vida en Mallorca?

Los mallorquines de tiempo atrás, de otras generaciones, estaban mucho más centrados en lo que propiamente éramos, un viejo pueblo mediterráneo, que no ahora, que sin duda alguna, nos hemos desnaturalizando. El turismo ha sido el factor más desnaturalizador, aunque ha sido la corriente económica la que más se ha aprovechado porque no había otra alternativa. Si no hubiera un concepto de economía global, se habrían dado otros aspectos de la economía de Mallorca que, debido a que el territorio es pequeño, no son importantes. En otros tiempos, dentro de sus dimensiones también reducidas, todo respondía mucho más a la propia idiosincrasia y había más armonía. Ahora todo es más inarmónico dentro Mallorca, se ha ido despersonalizando a la isla y esto puede llegar a una despersonalización total. Todos aquellos que lo hemos seguido con atención nos hemos dado cuenta de este proceso de desnaturalización. Teniendo presente como está el proceso de vasallaje económico, esto es muy difícil de parar y somos víctimas de la economía. Sólo lo pararíamos si el hombre económico fuera de otra naturaleza.

¿Cuál sería la antítesis del hombre económico?

Para el hombre económico, lo primero de todo es la economía, y para mí eso significa que está mentalmente viciado. Creo que a las personas las deberíamos educar de una forma menos sensible hacia los valores que nos dominan, porque hay otros muchos valores que no son necesariamente materiales. Muchas manifestaciones, que desde un aspecto utilitario no aportan nada, creo que deberían revalorizarse, y por eso pienso que la educación es de una gran importancia. Mallorca, por ejemplo, no es una tierra de grandes lectores. En esta isla hemos llegado al punto de organizar el territorio para el turismo, y nos llenamos la boca en alabanzas a nuestra manera de vivir, pero no hay formación fuera del consumismo, para disfrutar de lo que es más inmediato y la gente no se interesa por muchas de las cosas que les debería interesar.

Es muy crítico.

Temo lo que es convencional porque no me satisface. Rompí con ciertos convencionalismos porque hay muchos y nos ahogan, y cuestan mucho romper.

¿Cuál, por ejemplo, de estos convencionalismos ha roto?

Me tocó estudiar la carrera de derecho, pero la dejé (rompre amb ella) cuando me di cuenta que no me interesaba nada porque consideraba que todo era un puro convencionalismo. Entonces me puse a estudiar filosofía. Luego impartí clases, pero me cansé.

¿Cuál fue su experiencia en la enseñanza?

Dentro de la docencia tuve la experiencia que los chicos no son tan buenos como nos dicen, sino más bien niños malos [dolentons]. Una parte de la psicología optimista que nos dice que los chicos [al·lots] son unos angelitos, pero la verdad es que pueden ser incluso crueles.

¿Quiere decir que el hombre es malo por naturaleza?

Creo que no se puede generalizar, pero diría que es una cortesía decir que el hombre es bueno por naturaleza. Rousseau era muy educado.

¿Hacia dónde cree que va la humanidad?

La ciencia llevada a la práctica, casi siempre tiene una concepción mecánica y materialista del hombre y yo no tengo esta concepción, en el sentido de que creo que el hombre está asociado a este cuerpo que nos conduce, pero del que nos liberamos cuando morimos. Siempre he creído en una supervivencia después de la muerte: unos le llaman inmortalidad y otros otra cosa. Tengo la convicción de que los muertos son los que están más vivos, porque al ser espíritus, no tienen ya la condición material y disfrutan de su condición espiritual. Quizás por eso creo en los visionarios, que son capaces de salir del tiempo y del espacio.

¿Cuáles son sus objetivos literarios inmediatos?

Ya no me planteo objetivos inmediatos. Escribí "Las líneas de mi vida", un libro autobiográfico, porque sentía mucho vacío.

¿Y cómo son esas líneas?

Como una mariposa: voy pasando por encima de los hechos, como cuando recuerdo mi infancia, en Son Alegre, con aquellos cielos azules.


“Los hombres somos unas sombras que algunas veces nos mezclamos con la luz del crepúsculo. Nada más.”

 ("Nótulas") de Cristóbal Serra.


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