"evito comentarios las emociones mantengo a raya escribo sobre hechos /aparentemente sólo ellos son valorados en los mercados foráneos" Zbigniew Herbert
domingo, 28 de diciembre de 2008
Una fotografía y una entrevista a Guillermo Cabrera Infante
viernes, 26 de diciembre de 2008
Un pequeño regalo navideño
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Reflexión navideña
viernes, 19 de diciembre de 2008
Sobre la necedad
Además de su testimonio, una parte muy importante de su legado se compone de los escritos que, desde la carcel, escribió desde la prisión a sus familiares y amigos.
No comparto algunos de los extremos de su teología, pero, como se verá, algunos de estas cartas y apuntes, como el que os presento a continuación, tiene la rara virtud de iluminar ciertos “ángulos oscuros” de la experiencia totalitaria...
Para saber cómo afrontar la necedad, debemos intentar comprender su naturaleza. Lo que podemos afirmar con seguridad es que no es esencialmente un defecto intelectual, sino humano. En determinadas situaciones, descubrimos con sorpresa que existen hombres extraordinariamente ágiles desde un punto de vista intelectual que son necios, y otros, intelectualmente muy torpes, que no tienen nada de necios. Nos damos cuenta de que la necedad no es un defecto innato, sino de que, en determinadas circunstancias, los hombres se vuelven necios, o bien se dejan transformar en tales. Observamos, además, que las personas introvertidas y solitarias muestran este defecto con menos frecuencia que las personas y los grupos humanos con tendencia a la sociabilidad o condenados a ella. Así que la necedad no parece ser tanto un problema psicológico como sociológico; es una forma especial de influencia que las circunstancias históricas en el hombre, un fenómeno psicológico determinado por algunas situaciones externas.
Si ponemos mayor atención, observaremos que los poderes que se hacen enormemente fuertes, ya sean de índole política o religiosa, tratan a gran parte de la humanidad como necios. Incluso parece que esto sea una ley psico-sociológica: el poder de unos precisa de la necedad de los demás. Y no se llega a esta situación por el hecho de que determinadas facultades humanas —por ejemplo, las intelectuales— se atrofien o queden anuladas súbitamente, sino porque el ser humano queda desprovisto de su independencia interna bajo la abrumadora impresión del despliegue de poder. De forma más o menos inconsciente, renuncia entonces a encontrar una actitud propia ante las situaciones vitales. El hecho de que a menudo la persona necia se muestre obstinada, no debe hacernos olvidar que no es independiente. Incluso conversando con ella, podremos darnos cuenta de que no estamos tratando con ella misma, con ella en persona, sino con los tópicos y las consignas que la dominan. Se encuentra como hechizada, deslumbrada; en su propia naturaleza se abusa de ella y se la maltrata. Convertida así en un instrumento carente de voluntad propia, la persona necia será capaz de cualquier mala acción y, al mismo tiempo, incapaz de reconocerla como mala. He ahí el peligro de un diabólico abuso. Por él pueden los seres humanos echarse a perder para siempre.
Pero en este punto precisamente se nos manifiesta con toda claridad que no será un acto de adoctrinamiento, sino únicamente un acto de liberación el que pueda superar la necedad. En este sentido, hemos de aceptar que en la mayoría de los casos una auténtica liberación interna sólo es posible cuando le ha precedido la liberación externa. Hasta ese momento tendremos que renunciar a todo intento por convencer al necio. Este estado de cosas explica también por qué en tales circunstancias nos esforzamos en vano por saber lo que piensa realmente «el pueblo», y por qué esta pregunta resulta al mismo tiempo tan superflua para quien piensa y actúa de forma responsable, pero siempre bajo las circunstancias dadas. La frase de la Biblia «el principio de la sabiduría es el temor de Yahvé» (Salmo 111, 10), afirma que la liberación interna del hombre para una vida responsable ante Dios constituye la única superación real de la necedad.
Por lo demás, estos pensamientos sobre la necedad tienen algo de consolador, porque no permiten creer que la mayoría de las personas sean necias. Todo dependerá en realidad de si los gobernantes confían más en la necedad que en la autonomía interna y en la sensatez de la persona humana."
sábado, 13 de diciembre de 2008
Rubias sobre fondo negro
Existe la rubia dulce, dispuesta y aficionada a la bebida, y que no le importa lo que lleva puesto, siempre que sea visón, o adónde va, siempre que sea el Starlight Roof y hay mucho champaña seco. Existe la rubia pequeña y altiva que es una verdadera compañera y quiere pagar ella su cuenta y está llena de luz de sol y de sentido común, que sabe judo y puede lanzar el aire, por arriba del hombro, al conductor de un camión, sin perderse más de una frase del editorial del Saturday Review. Existe la rubia pálida, con anemia de tipo incurable, pero no fatal. Es muy lánguida y muy sombría y habla suavemente como salida de no sé dónde, y usted no le puede poner un dedo encima, en primer lugar porque no tiene ganas, y en segundo lugar porque ella está leyendo La tierra baldía, o Dante en el original, o Kafka, o Kierkegaard, o porque estudia dialecto provenzal. Adora la música, y cuando la Filarmónica de Nueva York está tocando Hindemith, ella puede decirle a usted cuál de los seis contrabajos entró un cuarto de tiempo más tarde. He oído decir que Toscanini también es capaz de ello. Eso quiere decir que son dos.
Y, por último, existe la muñeca maravillosa y encantadora que sobrevive a tres reyes del hampa y después se casa con un par de millonarios a un millón por cabeza y termina con una villa de color de rosa pálido en Cap d'Antibes, un coche Alfa Romeo completo, con chófer y acompañante, y una caballeriza de aristócratas enmohecidos a los que tratará con la atención distraída y afectuosa con que un anciano duque dice buenas noches a su criado"
lunes, 8 de diciembre de 2008
Retrato del artista comisario
"Nadie recuerda ya la guillotina. Ni siquiera al leer a Dickens, cuya Historia de dos ciudades es el relato de una venganza y de una abnegación inesperada. La guillotina es la hoja que corta en dos la novela. La Enciclopedia Británica ofrece una descripción de la guillotina más cercana a la historia francesa que la que da Dickens. Era "un instrumento para infligir la pena capital por la decapitación, introducida en Francia durante la revolución. Consistía en dos postes verticales y una viga cruzada, y tenía estrías a los lados para guiar la cuchilla de corte al sesgo, cuya parte cimera llevaba un peso que hacía caer la cuchilla con velocidad y fuerza en el momento que se soltaba la cuerda que la sostenía. El propósito de la guillotina fue la invitación a una ejecución por decapitación que no quedara confinada sólo a los nobles". Pero la guillotina sirvió en un principio más para decapitar a los ciudadanos de la República que a los nobles, cuyo número siempre es limitado. Los nombres más eminentes, además del rey y la reina, fueron Danton, Desmoulins, Robespierre y Saint-Just. Los primeros murieron protestando contra el terror, los últimos lo exaltaron hasta el final, pero sus cabezas se trocaron en el cesto. No todos los ciudadanos eminentes fueron decapitados por la máquina. Había entonces, como ahora, oportunistas que instigaron el terror y no lo sufrieron nunca. Uno de ellos fue el pintor Louis David. Su biografía es un ejemplo de comisario temprano y demagogo en tres regímenes. No hay en la pintura otro caso igual. Ahora la BBC lo ha convertido en paradigma indigno.
El programa de la serie Artistas y Modelos se titula El espectáculo pasa y fue escrito y dirigido por Leslie Megahey, al que algunos recordarán por un retrato ejemplar de Orson Welles exhibido el año pasado en el Festival de Cine de Barcelona. Megahey tia logrado una biografía fílmica completa, que es el retrato del artista como comisario. Ambas cosas lo fue con demasía Jacques-Louis David, uno de los artistas que ha dado Francia y un perfecto (o imperfecto) miserable. Cuando uno ha visto el Retrato de madame Recamier y Marat muerto sabe el valor que tiene la frase: final de Nerón ("Qualis artifex pereo" o "Qué artista muere conmigo"); cuando uno ve esta biografía breve, conoce que el gran artista era, come, Nerón, un asesino al que los tiempos hicieron posible.
David fue pintor de la corte de Luis XVI, el decapitado, y maestro de la Francia frívola: María Antonieta lo exaltaba. Había heredado de Boucher la clientela, pero no el talento erótico.
Boticher es la cumbre del rococó venéreo. David sería el pintor neoclásico por excelencia, amante de las togas que apenas cubren a los héroes desnudos, y encontraría en la revolución muchos de sus temas. Dada la rapidez con que pintaba, sería el primer periodista gráfico de Francia y de la historia. Después de su Marat muerto, comenzado a pintar a pocas horas del asesinato, y tras fracasar su exhibición pública del cadáver revolucionado ultimado por Carlota Corday, David se convertiría en algo más contemporáneo y más sórdido. Sería un agente secreto de Robespierre.
Pintor por el día, de noche David firmaría decretos de muerte, condenando a la guillotina a muchos de sus clientes aristócratas. David negó siempre después su actividad nocturna, pero documentos recién descubiertos lo muestran ocupado en su tarea torcida. Se sabe, además, que estuvo entre los que negaron la vida al rey en la Asamblea, y algunos de sus retratados famosos, como el eminente químico Laurent de Lavoisier, fueron famosos decapitados luego. David, el retratista de la corte y la aristocracia (sólo los nobles podían hacerse retratos entonces), se hizo miembro de la Convención Nacional y maestro de las artes jacobinas. El periodista de la revolución había pasado a ser un comisario.
Su famoso esbozo Juramento de la cancha de tenis, que era un reportaje de un acontecimiento de veras revolucionario, dio pie a sus retratos de los mártires de la revolución. Preso poco después, pintaría en la cárcel su célebre autorretrato, en que el pincel lo desnudaba al vestirlo.
David tenía (y es todavía visible en su retrato) un flemón endurecido, un quiste que abultaba su mejilla izquierda y le torcía la cara de manera grotesca. Menos visible (al menos en el cuadro) era su tartamudez, que podía pasar del tartajeo a la mudez en segundos, y su nombre se convertía en Dadá. David compartía con otros líderes revolucionarios una deformación física visible. Marat padecía una forma cruel de la soriasis que le formaba bubones en el cuerpo, que se reventaban bajo sus ropas. El escozor extremo le obligaba a pasar horas en una bañera de agua tibia. Desde allí despachaba. Fue allí donde lo sorprendió el cuchillo cálido (sacado de entre sus senos) de Mlle. Corday. Marat muerto pasó, gracias a David, a ser el primer icono revolucionario, y es, de cierta manera, un esbozo de Lenin en su mausoleo.
Cuando se ve el cuadro en Bruselas (fue su espectador obligado durante tres años) aparece una personalización absoluta. Encima de una caja de documentos junto al muerto se puede leer: "A Marat, David", que es casi un mensaje de parte del pintor. Robespierre, otro deforme, era un enano y tenía una vocecita que apenas llegaba a la Asamblea. El mote de Robespierre el incorruptible era en realidad el inaudible. Ahora, "A bas le maximum!", gritaba el pueblo de París cuando iba a morir a la plaza de la Concordia, de discordia entonces. Danton fue el único líder revolucionario francés con integridad física, aunque no moral. A pesar de haber pronunciado una de las pocas frases felices del ahora "De l'audace, encere de l'audace, toujours de l'audace!", fue acusado de malversación, pretexto político para decapitarlo. Ante la guillotina, Danton le pidió al verdugo: "Muéstrale al pueblo mi cabeza y sabrán que valió la pena". Pero el pueblo de París pidió más. El tenebroso cortejo de las tricoteuses, tejiendo y destejiendo al pie de la guillotina, casi consiguió la cabeza de David desencajada por un Goliat que crecía cada día. Durante el Terror (de septiembre de 1793 a julio de 1794) hubo en Francia 20.000 decapitados por la Louisette.
Cuando aún no se sabía que el único destino posible para Robespierre era la guillotina, David gritó al Incorruptible en plena Asamblea: "Tomaremos tú y yo la cicuta". La metáfora era mala y peligrosa. David aludía al suicidio forzado de Sócrates que había sido tema de una de sus obras maestras. Conocedor como pocos en Francia del mundo antiguo, David trató de comparar al sanguinario Robespierre con el sabio Sócrates, sin duda un paralelo histórico miserable.
Al día siguiente, guillotinado su protector, la policía de seguridad vino a buscar a David para obligarlo a presentarse a la Asamblea y dar cuenta de su exabrupto con cicutas de ayer. David estaba aparentemente perdido. Pero, en la Asamblea, su tartamudez, tanto como su miedo (y, por supuesto, su condenación pública de Robespierre difunto), le salvaron la vida. Pero David tuvo que guardar prisión durante seis meses en una temprana muestra del arresto domiciliario invertido. Esta vez su celda se convirtió en su casa y hasta se le permitió pintar su autorretrato.
Cuando el Terror se convirtió en desenfreno sangriento (los jacobinos decapitan a los girondinos, los girondinos guillotinan a los jacobinos) ya apareció Napoleón con un caballo blanco, el héroe (o el villano: la historia, como Jano, tiene siempre dos caras) de Termidor venido para poner fin al caos, David, devuelto a su estudio, de nuevo neoclásico, organizador de fiestas, creador de la moda (la moda imperio fue introducida por este hombre de tantos talentos), y como antes había sido amigo de Madame de Pompadour ahora es confidente de la mulata Josefina. El republicano cruel es el pintor real de la corte imperial y favorito tanto del Bonaparte cónsul como del joven emperador. Napoleón admiraba y se admiraba en,las versiones de su vida según David. En una de ellas, el cónsul cruza los Alpes en fogoso corcel -lo que en realidad fue una corta travesía en mulo-. Pero David nunca estuvo más lisonjero, en el lienzo y en la vida, y aunque echaba de menos los días de ira del Terror, se convirtió en el gran maestro de los jóvenes realistas y románticos y al mismo tiempo en el espejo de paciencia de los peores académicos de Francia. Sus días de perenne oportunista dieron con sus huesos viejos en Bruselas, exiliado en lo que se conocía entonces como la guillotina seca: el destierro. La pena, después de Waterloo, por sus veleidades napoleónicas. Ahí mismo estaría en otros días su Marat muerto, el retrato póstumo de aquel corrompido en vida que dijo: "Cinco o seis cabezas bien cortadas le asegurarían al pueblo reposo, libertad y felicidad". Palabras que David aprobó en su tiempo, aunque tal vez su sentido clásico y sus preocupaciones con la moda y el vestuario habrían hecho pensar al pintor que la frase .cinco o seis cabezas bien cortadas...", tenía que ver más con el barbero que con la barbarie.
Delacroix, siempre generoso, llamó a Jacques-Louis David "el primero de los pintores modernos", y estaba en lo cierto en más de un sentido. David es el primer artista comisario. Luego habría comisarios artistas y comisarios a secas. David fue un gran pintor llevado por un resentimiento extremo que encontró en la revolución y luego en Napoleón una causa (y un efecto) que no tenía nada que ver con la pintura, sino con las versiones y perversiones de la historia encarnadas en héroes tan dudosos como Luis XVI, Robespierre y Napoleón. Irónicamente, David tendría su perfecto equivalente actual no en un artista como Picasso, también neoclásico, sino en el doctor Goebbels, aquel a quien Hitler advirtió: "Hay que impedir por todos los medios que Bruno Walter dirija a Beethoven", para decirse: "En estas cosas, el führer nunca se equivoca". El diario de Goebbels podría ser el de David: termina con una obsesión gráfica que es también del siglo: el cine. "Trabajo durante la noche en el documental", escribe Goebbels. "Contiene atroces vistas de los horrores bolcheviques en Lvov. ¡Un espanto! El führer me llama para decirme que es el mejor documental que hemos hecho. Estoy muy contento". David habría dicho otro tanto a un recado de Robespierre."
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Un poema de amor
Zbigniew Herbert
De "Informe sobre la ciudad sitiada". Traducción de Xaverio Ballester. Madrid, Ediciones Hiperión, 1993. 2.ª edición, 2008
miércoles, 26 de noviembre de 2008
El escritor y sus "complices".
Realmente son muchos esos cómplices, esa familia. Muchos y muy diversos. Todos ellos han entrado en mi vida o forzándola per fenestras o por alguna puerta trasera, y me he encontrado tan a gusto de ser así violentado. O me han seducido. Podría decir también que «nos hemos reconocido», y luego establecido esa complicidad en lo más profundo. He visto el mundo por sus ojos, o me parecía que ellos lo veían por los míos. Y esto sigue sucediendo así, y sucederá por siempre, sin duda.
Bien, comencemos por Simone Weil. Tuve la fortuna de descubrirla siendo yo todavía estudiante. Recuerdo todo un día de fiesta y una noche, en un tiempo en que no había fotocopiadoras, copiando páginas de La gravedad y la gracia, que tenía que devolver al día siguiente, y luego el rastreo para encontrar sus otras obras, leídas a golpe de diccionario. Era la fascinación de encontrarse como con una especie de transmundo, el mundo verdadero. Y también el shock de hallarse ante «alguien», y de una importancia espiritual decisiva y con una vida como engullida por los demás. Se sentía como vértigo, pero atracción irresistible hacia él.
Lo que me dio ante todo Simone Weil creo que fue el sentido de la radicalidad y de que lo valioso de la vida humana se jugaba en esa dimensión. Ella rechazó vivir, perdió su vida realmente, pero en el fondo había una alegría trastornadora.
Pero me enseñó muchas cosas más, y desde luego a mirar a los seres de desgracia y a «los idiotas» como los seres más importantes, «presencias divinas» diríamos, y desde luego las más misteriosas y altas formas de ser hombres. Me dio ojos para percatarme de que existía la desgracia. Y en un plano religioso o teológico me descubrió el silencio. En un plano político me liberó de todas las mentiras, en un plano literario de todo lo que no fueran palabras esenciales, imprescindibles.
Yo leí a Simone Weil antes que a san Juan de la Cruz, aunque la parezca extraño; y, cuando llegué a éste, incluso con toda su radicalidad, me pareció que se quedaba del lado de acá. Simone Weil aceptaba, por ejemplo, lo que Juan de la Cruz no podía imaginar: la muerte de Dios que no afectaba para nada a su amor. La propia experiencia del ateísmo es en ella una experiencia mística de amor.
¿Tendría que añadir que otra fascinación de esta mujer es su inteligencia? Es, en ella, como la hoja de un cuchillo.
«Inteligencia como la hoja de un cuchillo» con la que, además de en esas cuestiones que dice usted, penetró también en el corazón del marxismo desmontando sus previsiones, amén de descubrir un fenómeno nuevo, común al totalitarismo nazi y al soviético, «la opresión en nombre de la función», que se ha colado también en nuestras democracias. Cierto que no fue la única en analizar y detectar estas cuestiones, pero cierto también que la intelligentsia del momento, y la que siguió, ni lo olió y se embarcó en las aventuras que ya sabemos y que sobrecogedoramente desgrana Stephen Koch. ¿Qué les sucedió? ¿No eran inteligentes o con sólo la inteligencia no basta?
No es cierto que la intelligentsia europea no supiese lo que pasaba, allá abajo, en la URSS: que el estalinismo era una gran máquina de asesinar. La pobre, maravillosa Nadejda Mandelstam, internada en un campo de concentración, nos cuenta la visita de esos grandes nombres de la intelligentsia europea, envueltos en sus buenos abrigos de visón, mientras ella estaba allí apenas con una camisilla. Pero ¡ah! en esos campos estaban los enemigos del pueblo, quienes no querían que avanzara la historia.
No se sabe lo que no se quiere saber, pero como no puede menos de saberse, se justifica; y ahora mismo, cuando ya no puede negarse una realidad tan horrible como la del estalinismo, esa misma intelligentsia ya nos advierte que no tenemos ningún derecho a equiparar la barbarie nazi a esos errores o inevitables determinaciones estalinistas, porque en el estalinismo, encarnación histórica del comunismo, había valores morales; lo que sin duda no sólo debe de resultar de mucho consuelo para las víctimas, sino que, por lo visto, cambia de signo a la brutalidad. Es decir, más o menos lo que han dicho siempre los defensores de la Inquisición, que por supuesto velaba por los valores morales y la salvación eterna, y de paso suponía el dominio y beneficio de unos señores, claro está.
En esta situación, sin el mínimo sentido del horror por tanta sangre y tanta muerte, y con ese «carisma» de defensores de la nueva historia y sus valores morales, todo podría volver a repetirse; como en el caso también del nazismo que igualmente tiene sus justificadores, e igualmente historizantes y científicos. Para unos y otros, las víctimas no cuentan. Los mataderos son holocaustos para un mundo nuevo.
El progresismo de la intelligentsia, que siempre es progresista, como todos los ricos en general, no tiene sentido de la tragedia: todo se explica, se justifica y se salda en las conquistas alcanzadas, o por alcanzar.
Los nazis son más elementales: todo por el hombre superior, de raza pura. Es una cuestión de granja, y la intelligentsia ve que ahí no hay valores morales como los suyos.
En estas lindezas estamos.
Flannery O'Connor.
De Flannery O'Connor lo que me subyugó en cuanto la conocí fue su inteligencia «perversa», cáustica, su admirable modo de contar y ese amor que ofrece a sus personajes más risibles; pero también su tranquila conciencia de escritora y SU humor en medio mismo de sus historias negras y de su propia vida, sabiendo como se sabía condenada a morir joven y sintiéndose morir poco a poco. Esas sus historias están escritas desde un yo y a una luz radicales: sub specie aeternitatis, y quizás de ahí ese amor por los seres humanos y el mundo entero. Es una escritora enfrentada en cada una de sus páginas al Gran Crítico: la Muerte. ¿Cómo bajar la guardia en esas condiciones, siquiera en un adjetivo?
Me fascinó su amor a la vida, incluso en sus manifestaciones más mediocres y repetitivas de lo cotidiano.
Kierkegaard y Pascal.
Con Kierkegaard también me encontré muy pronto, y también a golpe de diccionario con frecuencia. Me fascinó, pero pronto me di cuenta de que era para apuñalarme o algo así. Creo que es Lacan el que dice que es un inquisidor de almas como Freud, y se quedó muy corto; en realidad pone todo patas arriba.
He pasado tanto tiempo con él que me parece que he vivido en Jutlandia, y desde luego que he sentido como él su ruptura con Regina. Mis reacciones ante hechos políticos o religiosos, pero también ante un paisaje o una historia amorosa, creo que han sido muchas veces espontánea e insconscientemente kierkegaardianas.
Creo que aprendí de él, entre tantísimas otras cosas, la desconfianza hacia todo sistema y sistematización de lo que es realidad y vida, y una cierta mirada de la naturaleza: su ausencia y sus silencios sobre todo.
Y Pascal es naturalmente de mis amigos de Port-Royal, aunque no puedo evocarle apenas sin acordarme también de Spinoza, el primero y más cercano de todos, de Descartes, o de Montaigne. No se termina nunca de nombrarles y, desde luego, cuando uno escribe algo, les pregunta su parecer, les pide su aprobación silenciosa al menos. Sus ojos están siempre ahí.
De Cervantes a Giovanni Verga.
De Cervantes leí muy pronto las Novelas ejemplares, y el resto de su obra sólo fragmentariamente: es decir como escenas, ya fueran del Quijote o del Persiles; la lectura entera de esos libros vendría después, pero en esa mi adolescencia esos pasajes cervantinos y sus personajes me parecía que estaban ante mis ojos y que tal casa era la casa del Caballero del Verde Gabán, por ejemplo.
Más tarde fue el encuentro con su lenguaje, tan claro y simple, y con su melancolía y el sentido de la ironía, o el fascinante modo de contar como por contar una aventura tras otra, y tan estupendas como en el Persiles. Te hacía soñarlas por tu cuenta.
Con Giovanni Verga, como con el Pirandello cuentista o con Chejov, me encontré mucho más adelante. Nunca volví a dejarlos de la mano, como a Hawthorne, y a Melville que cada día me parece un escritor más enorme.
¿Alguno más?
Sí, muchos más. Están las Bronté, sobre todo Emily, y naturalmente Shakespeare y Dostoievski: éstos de manera muy singular y radical, y desde muy pronto y cada vez más y más profundamente. ¿Y cómo olvidarme de Tolstoi o Balzac? Y entre los españoles he leído mucho a Azorín y a Galdós, y he repetido. No así con otros grandes hombres. Y no porque no son «de la familia», sino porque no han lo grado interesarme; los demasiado «literarios», los constructores de estilo, lirismo y consonancias, los fabricantes de lenguajes no me interesan.
Azorín también es una lectura muy temprana mía, y para mí ha significado tres cosas: una puerta hacia los clásicos en primer lugar. Azorín hace algo así como presentárselos al lector, y uno amiga inmediatamente con ellos y entra en su mundo. En segundo lugar, Azorín tiene ojos y oídos magníficos, mira los paisajes y las cosas, los gestos más pequeños, y además escribe muy clara y sencillamente; y conoce admirablemente España. ¿Le parece poco?
Tiene cómplices a lo largo y ancho de la geografia universal, pero tiene usted un fuerte toque afrancesado, ¿de dónde le viene el gusto por la cultura francesas?
La culpa la tiene sin duda el XVII francés, que realmente me apasiona, pero también hay otros apasionamientos quizás menos visibles, pero no menores. Por razones del idioma, además, el contacto con la cultura francesa ha sido mayor desde el principio.
Le diré, sin dudar un momento, aunque tenga que ofrecer enseguida un acto de desagravio a quienes son también «mis cómplices», pero no pertenecen a estos dos grupos: los griegos y los ingleses.
Esta gente, diga lo que digan el señor Mallarmé y todos los lingüistas modernos juntos, nombra el agua y es agua, nombra al viento y es viento. Las palabras en ellos están siempre sin estrenar al igual que el mundo de que nos hablan, y son capaces de mostramos la belleza y de contagiamos su admiración y pasmo ante ella. Y por supuesto que esto sucede siempre con todo poeta verdadero. Si los nombro a ellos y en bloque, es porque son la cabeza de una lista nada pequeña por lo demás.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Dos conferencias de Ignacio Gómez de Liaño
martes, 11 de noviembre de 2008
Cubanos libres (y IV)
Muy pocas veces se tiene la sensación de poder ofrecer algo realmente valioso, muy rico y capaz -por si sólo- de ayudar a hacer entrever una parte de la realidad que, desde el lugar y la época en que se vive, se desconoce, se ignora o se esconde. Pues bien, hoy quiero presentaros algo de esta naturaleza, algo que justifica, desde mi punto de vista, la existencia de este blog.
Hemos hablado en la anterior entrada, de la lucha que un grupo de punk-rock cubano, Porno para Ricardo, esta realizando en Cuba por conseguir un mínimo de libertad de expresión en medio de una dictadura totalitaria como la cubana. Pues bien, uno de los miembros de esta combo, Ciro Díaz Penedo, el guitarrista, ha creado un grupo paralelo, La Babosa Azul, cuyo segundo disco, “Cuando amanezca el día” he elegido por ser, como veremos, excepcional en varios sentidos.
En primer lugar, tiene un origen muy interesante. Fue una noche, cuando el cantante, tocando su guitarra en un parque de La Habana, conoció a Gisela Delgado Sablón, una de las Damas de Blanco, y esposa del recién liberado prisionero político Hector Palacios Ruiz. Fue ella quien le sugirió que grabara sus canciones. Para ello recurrieron al, por entonces, asistente de negocios y agregado cultural de la Embajada de Polonia Daniel Gromann. Este le dijo al cantautor que la embajada solo financiaría proyectos con algún tipo de relación con la cultura polaca.
"De inmediato -tal y como nos cuenta la página oficial del grupo- a Ciro se le ocurrió que en los tiempos del comunismo tendría que haber existido en Polonia algún trovador contestatario. Y, así, por fuerza, las canciones escritas en la Polonia comunista, se podría adaptar muy bien a la realidad cubana. Fue así que descubrió a Jacek Kaczmarski (1957-2004) y a su ídolo Vladimir Vysotsky (1938-1980), los cuales inspiraron la grabación de este disco de doce versiones de canciones contestarias polacas y rusas." Es la primera vez que se ofrece al público hispanohablante la posibilidad de conocer la obra del gran cantautor polaco, en la interpretación de un cantautor independiente cubano residente en la Isla.
Hay, además, que recordar que este disco fue lanzado de forma no oficial (primera mitad del 2008) después de haber sido grabado "donde se pudo" en la isla de Cuba. Grupos como este viven y escriben sus canciones bajo el hostigamiento y acoso por parte de las instancias oficiales y sin tener la posibilidad de un desarrollo profesional normal y una carrera artística normal.
De todas maneras, quiero subrayar, que este es un gran disco, al margen de las circunstancias especiales en la que se ha grabado. Y como muestra de lo que digo, os ofrezco varios enlaces a las canciones que la componen, esperando que así apreciéis, como yo, su valor.
- Caballo de carrera.
- Mi escuelita. (Con Vídeo)
- Lista de espera.
- No me gusta. (Con Vídeo)
- Los muros ( "L’estaca", Lluis Llach).
- La batida.
- Los barcos.
- Maniobras.
- La armadura.
- Paseo con la sombra.
- Epitafio para Vladimir Vysotsky.
- La gente del aula.
También cabe la posibilidad de descargar el CD y las caratulas del disco de forma gratuita.
De todas maneras, supongo, que la mejor gratificación que puede darseles, es hacerles saber que hay personas, dentro y fuera de Cuba, que escuchan y disfrutan de sus canciones. Para ello, existen dos direcciones (a las que se aconseja escribir a la vez). Estas son:
caballodecarrera@gmail.com
babosa.azul@yahoo.es
viernes, 7 de noviembre de 2008
Cubanos libres (III)
El proceso de transición que se abierto en Cuba, ha levantado la veda para una represión -aún mayor- de “los miembros anti-sociales” de la Isla, como Yoani Sánchez (impidiéndola viajar a España para recoger el Premio José Ortega y Gasset) o las Damas de Blanco , desalojadas de los alrededores de la Plaza de la Revolución.
En esta nueva situación, hay que encuadrar la detención, a finales de agosto, del líder de la banda de punk-rock, Porno para Ricardo, Gorki Águila. Hay que recordar que este cantante ya fue detenido y encarcelado en 2003, tras el enfrentamiento que este grupo sostuvo en aquel año con el presidente de la Asociación Hermanos Saíz (esto es, con la Unión de Jóvenes Comunistas que controla la “escena independiente” en Cuba) bajo la acusación -falsa- de trafico de drogas. Condenado a cinco años, cumplió tan sólo la mitad de la condena, saliendo de la Prisión Provincial de Pinar del Río en el 2005, gracias a las presiones internacionales (véase, por ejemplo, la dedicatoria que Benito Zambrano le hizo al final de su película Habana Blues)
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En este caso, la excusa fue el supuesto ruido que realizaban en su local de ensayos. Si ya antes pretendieron desprestigiar al grupo con la permanencia en prisión de su cantante y, quitándole, posteriormente, al grupo toda posibilidad de hacer conciertos en vivo, ahora las autoridades se entrometían en su local de ensayo, con el fin de liquidar el grupo. Cuesta creer que el ruido o la música, sean motivo suficiente para abrir un expediente por “peligrosidad pre delictiva” (esto es, un especie de “encarcelamiento preventivo”). Hay que recordar que la peligrosidad social esta penada en el Código Penal Cubano con la carcel, la expulsión del país o la obligación de permanecer en una localidad determinada.
En España, únicamente Loquillo, Sabino Méndez y, posteriormente, Miguel Bosé y Alejandro Sanz pidieron la liberación de Gorki Águila. Por su parte, algunos miembros del grupo junto con Yoani Sanchez se dirigieron, el mismo día de la detención, a la Tribuna Antiimperilista de la Habana (también conocido como Manifestodromo) de la Habana donde actuaba Pablo Milanés con pancartas en las que se pedía la liberación del cantante. Como se puede leer aquí, "la cosa" acabo bastante mal.
Probablemente, muchos de quienes escuchen por primera vez alguna de las canciones de Porno para Ricardo, criticarán la forma soez con la que elaboran su rechazo al régimen. Personalmente, aunque no me entusiasmen algunas de sus letras, me parecería el colmo escandalizarse por el tono de estas, y callarse, por ejemplo, ante los fusilamientos realizados en los primeros años de la revolución, por algunos personajes como el Ché (si, ese que tantos llevan sin ningún pudor en sus camisetas). De nuevo, parece que hay que recordar, que en Cuba cualquiera que se sale del guión trazado por el régimen, no tiene espacio. Las autoridades cubanas temen todas aquellas actitudes y mensajes que puedan romper unos "reflejos adquiridos" de miedo y silencio, impuestos a la población durante hace ya casi cincuenta años de represión y propaganda por parte del estado totalitario. Y ese si que es el meollo de la cuestión.
jueves, 6 de noviembre de 2008
Cubanos libres (II)
Nací en 1984, año vaticínico orwelliano, en el materno Hija de Galicia, en Luyanó, un barrio del Municipio 10 de Octubre en Ciudad de La Habana en una casa antigua que se cae a pedazos que fue lo único que le dejara a mi abuela materna su esposo además de una agria, soberbia yrígida personalidad. No sé por qué motivo mi madre, joven intelectual promesa socialista, me puso un nombre tan horrible y vacío y mi padre, genio desperdiciado en la botella, lo permitió: Lianelis y para colmo Victoria, a petición obtusa de una tía abuela de Cabaiguán, a quien apenas conocí por fotos viejas, cartas esporádicas y herencias prematuras. Villares, y Plasencia, que si no escribía mi segundo apellido donde quiera que hiciese falta mi mamá se ofendía profundamente, por suerte su pensamiento ha evolucionado a disparidad del entorno rondante.
Mi madre se crió con señoritas de limpieza y cocineras junto a sus dos hermanos. Mi abuela iba con la corriente que se impusiera, con la Revolución triunfante era la más cederista de las federadas de la cuadra, por ahí están las medallas en recuerdo a la chivatonería y delación de las que este gobierno presume y adoctrina desde que estamos en la escuelita. Siempre ha sido muy honorable.
Mi padre, también periodista fue un pintor precoz, además de escritor, poeta y artesano, cuyo genio se extinguió poco a poco en el alcoholismo; hijo de la importante figura que fuera el editor jefe del afamado Diario de La Marina, melómano desde siempre, se crió en el ambiente de los telones de la Ópera en el Gran Teatro de La Habana y el viejo Auditorium de Calzada y D, que luego sufriera un atentado quemándose enterito y quedando inutilizado por años hasta su nueva y más o menos reciente restauración.
Ah, y tengo entendido que mi abuela paterna dio clases de piano cuando era joven. Así que por algún lado me tenía que llegar la música, aunque no la ejerza como profesión ni mucho menos... me limito a las clases de cuando en vez si la soga roja aprieta mucho. Así que en 4to grado (9 años) pasé un taller musical en el Conservatorio vedadiense de Nivel Elemental Manuel Saumell que me preparó para hacer los exámenes de ingreso al mismo en 5to.Cuatro años estudiando guitarra y después un pase de nivel al Conservatorio Amadeo Roldán donde me gradué en el 2003 del mismo instrumento.
Estudiando en el pre conocí de la convocatoria a un tallercito de técnicas narrativas en la Casa de Cultura de Centro Habana, donde Jorge Alberto Aguiar Díaz, joven escritor treintiañero fundaba el taller Salvador Redonet. A partir del 99 más o menos ya Jorge no dejó de vincularse a mi entorno cotidiano. A él le debo mis primeras garrapateadas un poco más serias -mi hermana y yo solíamos leer mucho escribir canciones, cuentos y poemas desde muy pequeñas- pero experimentos todavía en forma de cuentecitos verdes incipientes. Más adelante era fundadora asistente a los talleres y laboratorio de escritura experimental y creativa Enrique Labrador Ruiz y Carvert Cassey respectivamente. Y después para rematar la maravillosa Klínica y Fábrika, donde Jorge nos empapaba de los inicialmente abstractos franceses Deleuze y Guattari como filósofos de la vida y la literatura, creadores del esquizoanálisis y la teoría rizomática.
Me metí en el cardocentro: en la desafortunada IX edición Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, donde sufrí los embates de un escritor convencional envejecido (regañadientes) y atascado en el realismo socialista que se propone todavía formar escritores como soldados en las trincheras de ideas como realización de otro proyecto de nuestro querido y relegado Coma Andante. Con muchos disgustos y nada de conocimientos salí con un canto en el pecho por la suerte de ganar una mención de 100 CUC ("pesos libremente convertibles", moneda inventada en el colmo de la desfachatez), pagos modo cash ipso facto en la despedida.
martes, 4 de noviembre de 2008
Cubanos libres (I)
viernes, 24 de octubre de 2008
Un apunte sobre la salvación por la palabra
Empero, tal pensamiento y profesión de fe en la palabra (y en el arte y el intelecto de ella derivada) debe quedar protegido por murallas construidas de conocimientos y de una experiencia, normalmente, ganada al precio de la ruptura con nuestros contemporáneos... para desde ahí contemplar y reconocer los reinos del mundo, sus tentaciones y sus tragedias, e intentar comunicar, mediante la escritura, la interiorización que esa situación permite. Una realidad, en la que se incluye todo, desde el café de la mañana hasta el genocidio, vigilada desde una mente que se quiere esclarecida, libre dentro de la soledad del propio ser.
Pero finalmente -aunque sólo ser por un rato- hay que descender. No hay avance sin contradicción. No basta con mirar. El poseído por la palabra debe estar allá abajo, sumergiéndose en el fango del que estamos hechos, oliendo el hedor de los cadáveres o viviendo donde los países estallan hechos pedazos. Es necesario ser consciente de la trivialidad y las preocupaciones de los demás para "dar cuerpo" a la palabra, hacerla capaz de nombrar. No es suficiente pasearse por los pasillos de la universidad o los salones literarios. "El dolor alecciona a la inteligencia - nos recuerda Seamus Heaney- convirtiéndola en un alma".
domingo, 19 de octubre de 2008
Una interpretación (terrible) de Auschwitz
"Lo que sufrió en el campo hizo de B un escritor. Descubrió que su terreno propio era la prosa. En todos sus relatos, B es un nihilista. Por nihilismo, no entiendo amoralidad. Al contrario, este nihilismo proviene de una pasión ética: es un amor desgraciado al mundo y a los hombres. Al describir lo que ha visto, B quiere ir hasta el final, presentar exactamente un mundo en que no hay lugar para la indignación. El género humano, en los cuentos de B, está desnudo, despojado de los buenos sentimientos que duran tanto como dura el hábito de la civilización. El hábito de la civilización no es duradero. Basta un repentino cambio en las condiciones de vida, y la humanidad vuelve al estado de salvajismo primitivo. ¡Cuántas ilusiones en las mentes de los honrados ciudadanos que circulan por las calles de las ciudades inglesas o norteamericanas y que se consideran criaturas llenas de virtud y de bondad! Es fácil despreciar a una mujer que quiere entregar su hijo a la muerte para salvar su propia vida. Y sin embargo, la mujer que, leyendo el relato de este acto, instalada en un cómodo sillón, desprecia a su hermana infortunada, debería preguntarse si en ella misma, frente a la muerte, el espanto no sería más fuerte que el amor. Puede que sí y puede que no. Pero, ¿quién podría saberlo por anticipado?"
Me acuerdo de cómo me gustaba Platón. Hoy sé que mentía. Porque los objetos sensibles no son el reflejo de ninguna idea, sino el resultado del sudor y la sangre de los hombres. Fuimos nosotros los que construimos las pirámides, los que arrancamos el mármol y las piedras de las calzadas imperiales, fuimos nosotros los que remábamos en las galeras y arrastrábamos arados mientras ellos escribían diálogos y dramas, justificaban sus intrigas con el poder, luchaban por las fronteras y las democracias. Nosotros éramos escoria y nuestro sufrimiento era real. Ellos eran estetas y mantenían discusiones sobre apariencias.
No hay belleza si está basada ea el sufrimiento humano. No puede haber una verdad que silencie el dolor ajeno. No puede llamarse bondad a lo que permite que otros sientan dolor.
¿Qué dice la historia antigua de nosotros? Sólo nos ha legado la memoria del astuto esclavo de Terencio y Plauto, los tribunos del pueblo –los hermanos Graco– y el nombre de un esclavo: Espartaco.
Nosotros hemos hecho la historia, pero la Historia narra la vida de un criminal cualquiera como Escipión o de simples hombres de leyes como Cicerón o Demóstenes. Nos entusiasma la matanza de los etruscos, la conquista de Cartago, las traiciones, astucias y saqueos. ¡La ley romana! ¡Hoy rige la misma ley!
¿Qué sabrá el mundo de nosotros cuando ganen los alemanes? Se levantarán enormes construcciones, autopistas, fábricas y estatuas gigantescas; cada uno de sus ladrillos llevará la huella de nuestras manos, nuestros hombros habrán llevado las traviesas y bloques de hormigón. Mientras tanto, matarán a nuestras familias, a los enfermos y a los viejos. Matarán a los niños.
Y nadie sabrá nada de nosotros. Los poetas, los juristas, los filósofos y los sacerdotes silenciarán nuestro recuerdo. Ellos se encargarán de crear la belleza, la bondad y la verdad. Crearán una nueva religión."
sábado, 18 de octubre de 2008
La España totalitaria II
La España totalitaria I
Volví a Madrid una tarde de otoño que el sol aún embellecía y calentaba. Con el ritmo terriblemente acelerado de la nueva vida, casi no lo conocí. En el Retiro pastaba el ganado. En los bulevares, la tierra de cada redondelito alrededor de cada árbol era el prado de una gallina que su ama sacaba al sol sujeta de un cordel. Los jardinillos de las calles estaban convertidos en huertas. En las ventanas de los palacios, ennegrecidas por el humo de la leña, veíanse prendas remendadas con retazos de todos los colores, y a la puerta, mujeres de otros pueblos, casi de otros climas, el pañuelo de la cabeza echado sobre la cara, como en Marruecos o en Argel, hacían de la acera una especie de aduar.
¿Y por qué las mujeres cosían banderas y los hombres, encaramados por las fachadas de los palacios, iban cubriéndolas con un andamiaje para sostener una decoración de fiesta? ¿Qué alegría se preparaba a celebrar este pueblo nómada acampado en Madrid? ¿La resistencia china, ya que todos los periódicos estaban conformes aquella mañana en que, si se había perdido Gijón, los chinos resistían en Shanghai? Al salir de mi casa me acordé de que no andaba muy lejos el 7 de noviembre, la fecha gloriosa en que el Gobierno salió despavorido de Madrid. Y me acerqué al palacio de la esquina, de cuyas cornisas colgaban ya flámulas y banderas.
-¿Por el 7 de noviembre todo esto?
-También.
-¿Cómo también?
Es que antes está el veinte aniversario de la revolución rusa.
Efectivamente, en la Puerta de Alcalá, utilizando los huecos, se enmarcaban retratos colosales de Lenin y Stalin; las estatuas del bulevar aprovechándose para sujetar cartelones con la cara de Stalin y de Lenin; Lenin y Stalin tenían un monumento en cada plaza, en cada encrucijada, en cada esquina. Sus efijies colgaban de los balcones de casi todos los palacios, y allá arriba, cubrienbdo el escudo de armas, brillaba el blasón de los nuevos dominadores: la hoz y el martillo, entre banderas rojas que ponían sobre la calle una sombra negra.
Aún no terminadas las aniversario, que, según el proyecto, iban a durar meses, Madrid, dejo casi de la noche a la mañana limpias por completo de carteles las paredes de sus casas. Desaparecieron igualmente las carotas y las estatuas de cartón. Lo que no desapareció fue el ambiente. El invierno, un invierno húmedo, de Santiago de Compostela, sin pan sobre las mesas ni carbón en los hogares, le daba una tristeza desoladora. Bajo la lluvia menuda, tan terca que parecía más bien una niebla para siempre fija sobre la ciudad, el humo lugareño de la leña apenas lograba alzarse, y Madrid olía a aldea de montaña desamparada y hostil.
domingo, 5 de octubre de 2008
Eugenio Trias sobre el Libro de Job
1. HACE unos meses la revista Der Spiegel hablaba de los nuevos cruzados ateos y agnósticos para quienes la culpa de todo este desmadre de injusticia e inhumanidad que llamamos vida y mundo apunta siempre a Dios. El tema es tan antiguo como el magnífico Libro de Job, un texto que estos cruzados de última hora debieran visitar con más frecuencia. Se evoca siempre, en medios anti-teológicos, el célebre dilema de teodicea: si Dios es todopoderoso, entonces no bueno, dado el horror de inhumanidad en que vimos; y si es bueno, entonces no es omnipotente (como pensaba el gnosticismo judeo-cristiano, o en general las religiones dualistas).
Job, en el texto bíblico, no es el resignado y paciente personaje que una apologética absurda intenta mostrarnos. Parece que sólo se lee de este libro rebelde y nada ortodoxo el célebre inicio: «Dios me lo dio y Dios me lo quitó». «Desnudo nací del seno de mi madre y desnudo volveré a la tumba».
En el curso del texto Job pide a Dios que comparezca. Quiere discutir y pleitear con Él. Quiere sobre todo, hacer valer su inocencia. No puede aceptar como un castigo su terrible enfermedad su infortunio.
¿De qué delito se le está castigando? No se resigna a aceptar una culpabilidad que desconoce. No acepta postrarse ante el Omnipotente, dada su infinita precariedad, asumiendo una culpa que ignora (como sus amigos le recomendaban). Al final Dios hace su aparición: ese es el gran triunfo de Job.
A diferencia de los modernos cruzados anti-teodicea, Job nunca pierde fidelidad, confianza. Pero se permite todo tipo de sospechas y resquemores. Pide explicaciones. Quiere mantener viva la comunicación, la discusión. Al final Dios comparece envuelto en viento huracanado: le exhibe sus poderes, le muestra las bondades de su creación. Hasta le descubre las criaturas del caos a las que primorosamente ha fabricado, el hipopótamo, cocodrilo (o lo que corresponda al monstruo acuático —o cetáceo medio mítico— llamado Leviatán). Esa teofanía es el mayor regalo que Job recibe de su Hacedor. Mucho más grande que el premio al que se alude en el final narrativo del texto.
Por eso la actitud que se exige del orante en los salmos, y la que los amigos de Job esperan de es la aceptación de la culpa: la humillación ante Dios, el arrepentimiento sincero y la petición de perdón.
Si está tan grave el amigo Job, algo habrá hecho (piensan los tres amigos). Es, sin duda, merecedor del castigo divino. La misma forma de argumentación se trasluce en otro texto bíblico, las Lamentaciones: Si Yavéh castiga a su pueblo con la deportación y el destierro, eso significa que ha pecado gravemente.
¿Se trata de la versión hebrea —que el Libro de Job conduce a forma arquetípica universal— del Filoctetes helénico, o de la forma sufriente del Prometeo encadenado de Esquilo, que desafía a Zeus y predice su declive?
Prometeo es un titán, un dios zaherido y oprimido por haber beneficiado a los mortales. No hay, en cambio, tiranismo prometeico en Job.
Job protagoniza en versión sufriente la condición humana —efímera y mortal— en su quintaesencia. Sabe desde el principio el abismo que le separa de Dios. Pese a sus destempladas expresiones, ocasionadas en parte por la actitud sumisa de sus amigos, confía en Dios. Por eso mismo le llena de reproches, le pide cuentas, desea pleitear con Él, le apremia a que comparezca.
Quiere —ante y sobre todo— ver a Dios: esa es su máxima demanda. Sólo pide como consuelo la comparecencia divina en una teofanía explícita.
3. Antes de las profecías de Daniel y del Libro de los Macabeos no hubo revelación teológica relativa a una resurrección personal, o a una resurrección de los muertos que afectase a la persona individual.
San Jerónimo busca de forma detectivesca vestigios figurados que anticipen esas verdades apocalípticas que alcanza estatuto canónico en ( Nuevo Testamento. El hebreo parece decir, en un pasaje importante de libro: espero a mi Vengador al abogado que pueda defenderme. Job da mucha solemnidad a esa comparecencia de un tercero e su pleito con Dios. Quiere que conste para sien pre, más allá de su propia vida. Prefiere que se le haga justicia, aunque sea a expensas de la vida miserable que lleva.
Job tiene la convicción visionaria de que actuará finalmente un vengador, o un abogado. San Jerónimo traduce: un redentor. Con lo que el texto queda convertido en la premonición del Cristo. El ambiguo texto hebreo y griego, en el que se expresa el deseo de Job de ver a Dios, aun sin piel, en pura carne despellejada, en el estado más horrible de la enfermedad mortal, se vierte al latín de tal modo que el pasaje se convierte en presagio de la resurrección.
Está probado que el horizonte de Job es exclusivamente terrenal. Tras la muerte nada hay. No se ha producido todavía la crisis apocalíptica —asociada a la gloria del martirio— como consta en el Libro de los Macabeos, que traerá consigo la idea de una resurrección gloriosa.
4. Hay un espectacular retorno al escenario genesíaco primordial en el Libro de Job al final, en la comparecencia en persona de Yaveh, bajo la máscara del Dios de las Tormentas. Lo que ofrece como materia de revelación a Job —que consiguió al final su propósito: ver a Dios— es justamente recuerdo de su gran actividad creadora.
El Dios genesíaco sólo le reprocha a Job no haber asumido la limitación inherente a su escasa sabiduría. Ha sido incapaz de comprender los designios trascendentes, inescrutables por hombre, respecto a la naturaleza ambivalente la creación, y de su prolongación en la historia s grada. En la creación conviven los seres favorables al hombre y los salvajes, los animales domésticos, los silvestres y los que son hijos del caos, como Beemoth y Leviatán.
Dios sabe que Job le había sido siempre fiel por mucho que le imprecara, o que le tildara de enemigo, de injusto, de causante de sus males razón y sin motivo, o de que le acusara de bendecir siempre a los más malos, perjudicando a los inocentes y a los que sufren. Ganó Yavéh la apuesta al Satán (el Gran Fiscal enemigo de los hombres) presentada de manera espectacular al conocimiento del libro. El Satán —que así se le llama en el libro— no consiguió que Job renegara de Dios (su religiosidad era desinteresada; no derivaba la opulencia de su bienestar material alcanzado.
Sus objeciones a la teodicea, a diferencia de los nuevos cruzados anti-Dios a que se refería la revista alemana Der Spiegel, se hacían desde una actitud de confianza y de oración, lo que no excluye expresión airada, incluso iracunda y llena de reproches.
EUGENIO TRIAS
miércoles, 24 de septiembre de 2008
10 canciones 10
- "Cocaine" de JJ Cale.
- "I been loving you" de Otis Reding.
- "What's Going On - What's Happening Brother" de Marvin Gaye.
- "Mediterraneo" de Joan Manuel Serrat.
- "Morituri te salutant" de Karel Kryl.
Debería aclarar que, este último músico, es un simbolo de la oposición checoslovaca al comunismo, y que este concierto, es el de su vuelta a Praga poquísimos días después de la caída de la dictadura. Tampoco está de más aclarar, que un alma caritativa lo subtituló en español. Es una gran canción con una gran letra, pura poesía.
martes, 16 de septiembre de 2008
Memento mori
Que tuvo valientes ejércitos, capitanes y profetas,
Versión de Rafael Díaz Borbón