Momentos de descanso y esparcimiento de los trabajadores de Auschwitz
"Lo que sufrió en el campo hizo de B un escritor. Descubrió que su terreno propio era la prosa. En todos sus relatos, B es un nihilista. Por nihilismo, no entiendo amoralidad. Al contrario, este nihilismo proviene de una pasión ética: es un amor desgraciado al mundo y a los hombres. Al describir lo que ha visto, B quiere ir hasta el final, presentar exactamente un mundo en que no hay lugar para la indignación. El género humano, en los cuentos de B, está desnudo, despojado de los buenos sentimientos que duran tanto como dura el hábito de la civilización. El hábito de la civilización no es duradero. Basta un repentino cambio en las condiciones de vida, y la humanidad vuelve al estado de salvajismo primitivo. ¡Cuántas ilusiones en las mentes de los honrados ciudadanos que circulan por las calles de las ciudades inglesas o norteamericanas y que se consideran criaturas llenas de virtud y de bondad! Es fácil despreciar a una mujer que quiere entregar su hijo a la muerte para salvar su propia vida. Y sin embargo, la mujer que, leyendo el relato de este acto, instalada en un cómodo sillón, desprecia a su hermana infortunada, debería preguntarse si en ella misma, frente a la muerte, el espanto no sería más fuerte que el amor. Puede que sí y puede que no. Pero, ¿quién podría saberlo por anticipado?"
Me acuerdo de cómo me gustaba Platón. Hoy sé que mentía. Porque los objetos sensibles no son el reflejo de ninguna idea, sino el resultado del sudor y la sangre de los hombres. Fuimos nosotros los que construimos las pirámides, los que arrancamos el mármol y las piedras de las calzadas imperiales, fuimos nosotros los que remábamos en las galeras y arrastrábamos arados mientras ellos escribían diálogos y dramas, justificaban sus intrigas con el poder, luchaban por las fronteras y las democracias. Nosotros éramos escoria y nuestro sufrimiento era real. Ellos eran estetas y mantenían discusiones sobre apariencias.
No hay belleza si está basada ea el sufrimiento humano. No puede haber una verdad que silencie el dolor ajeno. No puede llamarse bondad a lo que permite que otros sientan dolor.
¿Qué dice la historia antigua de nosotros? Sólo nos ha legado la memoria del astuto esclavo de Terencio y Plauto, los tribunos del pueblo –los hermanos Graco– y el nombre de un esclavo: Espartaco.
Nosotros hemos hecho la historia, pero la Historia narra la vida de un criminal cualquiera como Escipión o de simples hombres de leyes como Cicerón o Demóstenes. Nos entusiasma la matanza de los etruscos, la conquista de Cartago, las traiciones, astucias y saqueos. ¡La ley romana! ¡Hoy rige la misma ley!
¿Qué sabrá el mundo de nosotros cuando ganen los alemanes? Se levantarán enormes construcciones, autopistas, fábricas y estatuas gigantescas; cada uno de sus ladrillos llevará la huella de nuestras manos, nuestros hombros habrán llevado las traviesas y bloques de hormigón. Mientras tanto, matarán a nuestras familias, a los enfermos y a los viejos. Matarán a los niños.
Y nadie sabrá nada de nosotros. Los poetas, los juristas, los filósofos y los sacerdotes silenciarán nuestro recuerdo. Ellos se encargarán de crear la belleza, la bondad y la verdad. Crearán una nueva religión."
Siguiendo la reflexión que Gregorio Luri está realizando en su blog partiendo de esta fotografía, os presento, una de las interpretaciones más terribles, y quiza, también, de más demoledoras que conozco, sobre "esos hechos". El autor, aún no lo suficientemente conocido en España, es, para aquellos lectores de El pensamiento cautivo de Czeslaw Milosz, aquel que se esconde detrás de "B": Tadeusz Borowski.
De él Milosz dice:
"Lo que sufrió en el campo hizo de B un escritor. Descubrió que su terreno propio era la prosa. En todos sus relatos, B es un nihilista. Por nihilismo, no entiendo amoralidad. Al contrario, este nihilismo proviene de una pasión ética: es un amor desgraciado al mundo y a los hombres. Al describir lo que ha visto, B quiere ir hasta el final, presentar exactamente un mundo en que no hay lugar para la indignación. El género humano, en los cuentos de B, está desnudo, despojado de los buenos sentimientos que duran tanto como dura el hábito de la civilización. El hábito de la civilización no es duradero. Basta un repentino cambio en las condiciones de vida, y la humanidad vuelve al estado de salvajismo primitivo. ¡Cuántas ilusiones en las mentes de los honrados ciudadanos que circulan por las calles de las ciudades inglesas o norteamericanas y que se consideran criaturas llenas de virtud y de bondad! Es fácil despreciar a una mujer que quiere entregar su hijo a la muerte para salvar su propia vida. Y sin embargo, la mujer que, leyendo el relato de este acto, instalada en un cómodo sillón, desprecia a su hermana infortunada, debería preguntarse si en ella misma, frente a la muerte, el espanto no sería más fuerte que el amor. Puede que sí y puede que no. Pero, ¿quién podría saberlo por anticipado?"
Bueno, y ahora el texto:
"Trabajamos bajo tierra y sobre la tierra, bajo techado y a la intemperie, usando palas, picos y palancas. Trabajamos en la plataforma del tren, cargando sacos de cemento, colocando ladrillos o raíles del ferrocarril, vallando fincas, allanando el terreno con nuestros pies... Ponemos los cimientos de una civilización nueva y terrible. Ahora sé qué elevado precio pagaron otros en la Antigüedad. ¡Qué crimen espantoso fueron las pirámides de Egipto, los templos y estatuas griegas! ¡Cuánta sangre tuvo que derramarse sobre las calzadas romanas, las fortificaciones fronterizas y los edificios de las ciudades! La Antigüedad fue un enorme campo de concentración, donde a un esclavo se le marca con un hierro candente en la frente y se le crucificaba si intentaba huir. La Antigüedades la era de la explotación de los esclavos.
Me acuerdo de cómo me gustaba Platón. Hoy sé que mentía. Porque los objetos sensibles no son el reflejo de ninguna idea, sino el resultado del sudor y la sangre de los hombres. Fuimos nosotros los que construimos las pirámides, los que arrancamos el mármol y las piedras de las calzadas imperiales, fuimos nosotros los que remábamos en las galeras y arrastrábamos arados mientras ellos escribían diálogos y dramas, justificaban sus intrigas con el poder, luchaban por las fronteras y las democracias. Nosotros éramos escoria y nuestro sufrimiento era real. Ellos eran estetas y mantenían discusiones sobre apariencias.
No hay belleza si está basada ea el sufrimiento humano. No puede haber una verdad que silencie el dolor ajeno. No puede llamarse bondad a lo que permite que otros sientan dolor.
¿Qué dice la historia antigua de nosotros? Sólo nos ha legado la memoria del astuto esclavo de Terencio y Plauto, los tribunos del pueblo –los hermanos Graco– y el nombre de un esclavo: Espartaco.
Nosotros hemos hecho la historia, pero la Historia narra la vida de un criminal cualquiera como Escipión o de simples hombres de leyes como Cicerón o Demóstenes. Nos entusiasma la matanza de los etruscos, la conquista de Cartago, las traiciones, astucias y saqueos. ¡La ley romana! ¡Hoy rige la misma ley!
¿Qué sabrá el mundo de nosotros cuando ganen los alemanes? Se levantarán enormes construcciones, autopistas, fábricas y estatuas gigantescas; cada uno de sus ladrillos llevará la huella de nuestras manos, nuestros hombros habrán llevado las traviesas y bloques de hormigón. Mientras tanto, matarán a nuestras familias, a los enfermos y a los viejos. Matarán a los niños.
Y nadie sabrá nada de nosotros. Los poetas, los juristas, los filósofos y los sacerdotes silenciarán nuestro recuerdo. Ellos se encargarán de crear la belleza, la bondad y la verdad. Crearán una nueva religión."
Tadeusz Borowski. Nuestro hogar es Auschwitz
Que fuerte...
ResponderEliminarPues si
ResponderEliminarLos poetas, los juristas, los filósofos y los sacerdotes silenciarán nuestro recuerdo. Ellos se encargarán de crear la belleza, la bondad y la verdad.
ResponderEliminarNo puedo estar de acuerdo con esta conclusión. Si todo el dolor del mundo (no sólo el Holocausto, sino las infinitas víctimas presentes del hambre, la guerra y las enfermedades) no se ve compensado por la aspiración a la Verdad, no tendríamos esperanza. Tan sólo nos quedaría la posibilidad de sacar el pañuelo y echarnos a llorar.
De hecho, es muy seguro que los tiempos de penuria coinciden, milagrosamente, con los de la máxima creación artística. En los tiempos de holganza y bienestar, la creación artística, literaria y filosófica es deplorable.
Algo profundo en nuestra naturaleza nos empuja a contrarrestar el dolor con la esperanza del Bien.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJoaquín, estoy totalmente de acuerdo con lo que comentas.... pero si que veo cierta verdad en considerar al nazismo como un intento de crear una nueva religión desde la que pudiera justificar (entre otras cosas) una sociedad dividida entre señores y esclavos.
ResponderEliminarAquí si creo que Borowski da en el clavo.
Muchos saludos
Saludos, don Cógito.
ResponderEliminarMe ha impactado la fotografía. Ahora que tanta campaña se hace para relacionar a la Iglesia Católica, y en especial al pobre Papa Pío XII con el nazismo, ver esa foto me produce repelús.
Que sepa usted que le sigo, que le leo y que le admiro.
A ver cuándo quedamos, don Cógito, que está usted muy solicitado.
Ciao!
Don Cógito,
ResponderEliminarconocía esa foto y otras, que representan los momentos de esparcimiento de las personas que trabajaban en Auschwitz, por un artículo que anunciaba una exposición sobre este tema.
Esto me recuerda a una película que ví este verano en DVD, "Monster ball".
Se trata de personas normales y corrientes, pero observas que lo que les permite cumplir con su deber del trabajo bien hecho es su convicción de que así es la vida... He ahí el verdadero horror.
(Aunque en "Monster ball" el protagonista siempre tiene que vomitar por las mañanas y es incapaz de amar a una mujer)
También pienso que los totalitarismos se encargan muy bien de ocultar la devastación mostrando la naturalidad de las cosas. La belleza predomina.
En la película "La historia oficial", en una reunión de mujeres de la burguesía argentina que toman café ajenas a lo que se está haciendo ahí afuera, pero que no pueden evitar escuchar "raros" comentarios, se dicen entre ellas: "¿qué es eso de los desaparecidos?, ¿cómo va a ser eso?, será que se han marchado por ahí".
GKCh, Irene...
ResponderEliminarLa verdad es que se me escapa totalmente como se puede llegar hasta ese grado de maldad. En el blog de donde he sacado la foto había una discusión interesante sobre esa asunto.
El texto con el que acompaño la foto intenta explicar algo de "todo esto", pero creo que es un tema que se escapa de todo inteto de conceptualización racional o definición.
Casi me atrevería a decir que, es algo que sólo puede entenderse en terminos religiosos, todo lo laicos que se quieren presentar: diablo, infierno, posesión etc y, aún así,tampoco creo lleguemos a acercarnos lo sufienciente para entender...hace tres años visité Auschwitz y vi a gente haciendo fotografías delante de Birkenau como si estuvieran en la Sagrada Familia... ya se que no es lo mismo ni mucho menos, pero reconozco que cuando vi esta foto, no pude evitar relacionar ambas imagenes....
Saludos
PD: y GKCh, ya nos veremos, claro
Cuanto más pienso en todo esto más me parece que es un deber moral preservar nuestra perplejidad ante esta foto.
ResponderEliminarGracias, por supuesto.
¿la inocencia del mal?
ResponderEliminarDon Gregorio... gracias a usted.
ResponderEliminarSan isidoro...no sé, no sé. Sigo sin ver tal inocencia. Y Mal mucho, muchísimo.
ResponderEliminarQueda el consuelo que por lo menos en el siglo XX algunas personas obtuvieron la clara conciencia que los humanos somos capaces de generar el mal absoluto.
ResponderEliminarYo creo, o quiero creer, que en el ser humano también existe una “pulsión del bien”, y es por eso por lo que nos inclinamos hacia la belleza incluso en tiempos y circunstancias en los que predomina el mal extremo. Szymborska le dice al Yeti en un verso: verás como entre las ruinas parimos criaturas.
Lo cierto es que, nuevamente, el lenguaje apenas llega para describir este y otros horrores que nos inflingimos.
Una foto demoledora, un post muy pertinente.
Un abrazo.
No creo que tenga que añadir nada a lo que dices... lo comparto de arriba a abajo (y si además me añades el "poemilla" de Szymborska, pues miel sobre hojelas)
ResponderEliminarUna excelente reflexión la que nos propone, don cogito.
ResponderEliminarInterpreto la consternación ante la fotografía como un ejercicio de la 'memoria selectiva'. Es menos inquietante pensar que los nazis estaban locos y que sometieron a la fuerza a la sociedad germana... Pero eran buenos padres, amigos entrañables, ciudadanos ejemplares.
Nacionalismos, socialismos... eliminación del individuo en favor del grupo. Ésa es la clave: ver como ser humano sólo al que comparte mi pensamiento, mi lengua, mi patria.
La lógica, como el arte, funciona con o sin moral.
Saludos.
Me ha gustado mucho este texto Rick; hay afirmaciones que espero que se queden dando vueltas por los rincones de mi memoria a fín de acudir a ellas cuando las necesite. Una de esas frases es: "Me acuerdo de cómo me gustaba Platón. Hoy sé que mentía. Porque los objetos sensibles no son el reflejo de ninguna idea, sino el resultado del sudor y la sangre de los hombres."
ResponderEliminarLo que no entiendo muy bien es qué opinas tu de todo esto; creo que no me equivoco si señalo que afirma una forma de entender la verdad bastante alejada de tu habitual espíritu; la visión que trae aquí el señor Milosz de la "ciudadanía" es terrible. De hecho, leemos este texto precisamente porque no ganaron los alemanes; si hubiera sido este el caso, ¿no cantaríamos de igual modo las escelencias de Alejandro y de Hitler?... terrible. Milosz nos hace en unas pocas líneas una iluminadora deconstrucción de la historia ¿no es eso?. "Iluminadora" en un sentido totalmente diferente al ilustrado, no se trata aquí de desvelar la verdad oculta, sino más bien, en un sentido psicoanalítico: explicar las cosas desde una perspectiva diferente permite superar la neurosis y parir un hombre nuevo... ¿no debería ser eso la Historia?
Muchas gracias por este texto Joaquín.
Alex ante esta fotografía la razón duda, la palabras salen entrecortadas por la indignación, el asco y el horror.
ResponderEliminarEduardo, primero, gracias por pasearte por aquí.
ResponderEliminarDices unas palabras muy justas: esa frase sobre Platón es terrorífica, inolvidable. De todas maneras, me gustaría matizar que la frase es de Borowski y no de Milosz.
Borowski terminó terroríficamente mal. Convertido en el más importante miembro del Partido, acabo suicidándose inhalando GAS de su cocina.
Sobre lo que afirma, no se que pensar. Podría decirse que si que creo que la filosofía no puede volver a ser la mismo después de Auschwitz, por otro lado la veo más necesaria que nunca. Una filosofía tartamuda quizá, pero filosofía al fin y al cabo.
Bueno, saludos y repito que, me alegro verte por aquí
A mi me alegra siempre verte donde sea Don Cógito, aunque tengamos nuestras diferencias, ya lo sabes.
ResponderEliminarMuy bella, y certera, la imagen de una filosofia tartamuda, pero filosofia al fin y al cabo.
ResponderEliminarEduardo...las diferencias ahí están, pero no son lo más importante
ResponderEliminarGracias Victor
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar