- La muy interesante introducción al monaquismo en general, y al cristiano en particular, del primer volumen de la colección
- La dificilmente mejorable introducción a San Benito, a la regla benedictina, Gregorio Magno y a los siglos V y VI del segundo volumen.
- El estudio pormenorizado del desarrollo del monacato carolingio, Cluny, San Bernardo, el Cister ... del tercer volúmen y de los dos volumenes del tomo IV
- El estudio de la Francia cisterciense de los siglos XVII y XVIII (incluidas las polémicas en torno a Rancé, La Trapa y Port-Royal) del primer volumen del tomo VII
- El gran estudio del muy olvidado monaquismo cisterciense y benedictino del siglo XIX en el Tomo VIII
- Los estudios en torno a Thomas Merton y a Jean Leclercq incluidos en el segundo volumen del tomo IX....
- etc, etc, etc...
Más sorprendente es que, después de -calculo- más de 12.000 páginas, en el "Post Scriptum", el autor se descuelgue con la siguiente declaración:
"La presente obra no ha querido ser más que un ensayo histórico. Ensayo, en sentido de obra que trata de una materia sin la profundidad, el aparato y la extensión propios de un tratado completo; histórico, en la acepción de pertenecer a la historia, esto es, a la narración verdadera y ordenada de los acontecimientos pasados y cosas memorables, y también de exposición ordenada cronológicamente de los hechos, doctrinas, etc., que tienen relación con un tema o conjunto de temas. Nuestro tema ha sido la tradición benedictina. Tradición en el doble sentido de parethéke o depósito, y de parádosis o transmisión; benedictina, es decir, propia del monacato que, de una u otra forma, reivindica para sí la paternidad del fundador de Montecasino.
Con este propósito en la mente hemos intentado seguir el desarrollo de la tradición benedictina desde sus más hondas raíces y su formación en el remoto siglo VI hasta nuestros mismos días.
Toda división de la historia es arbitraria, pues la corriente de la vida no se interrumpe; sólo se acaba con la muerte. Es también necesaria. Hemos partido nuestro relato en siglos —la división adoptada más comúnmente—, y al frente de cada siglo o grupo de siglos hemos colocado una introducción y al final, una conclusión. Tal vez el lector esperaba, al término de la obra, una más o menos brillante conclusión general. No la encontrará. Por dos razones. Primera, porque la obra ha terminado, pero no la tradición benedictina. Segunda, porque el autor ha preferido que sea el lector mismo quien saque de la lectura sus propias conclusiones, en vez de imponérselas.
La historia es, sin duda, una maestra de vida; pero una maestra a menudo en paro por falta de alumnos que quieran aprovechar sus lecciones. El autor se atreve a esperar que no falten del todo alumnos aplicados que saquen algún fruto de la lectura de su obra. Sería la mejor recompensa de sus afanes. Pues "el componer libros es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al hombre", dijo Qohelet (Ecles 12,12)."
En fin...
¿Y cuánto cuesta?, ¿cuántos centímetros cúbicos de estantería ocupa?...
ResponderEliminar... cuesta treinta y algo cada volúmen, ocupar ocupan pero tampoco mucho (son volúmenes manejables)... digamos que absolutamente esenciales (por dar una información no he encontrado en ningún otro sitio) son los primeros volúmenes (los referentes al monacato primitivo, la Regla de San Benito y el monacato medieval hasta el siglo XIII)... también, -por cierto- existen dos volumenes, editados por la BAC referentes a El monacato primitivo y La regla de San Benito absolutamente indispensables y más fáciles de encontrar (y del mismo autor)... de todas maneras me gustaría que se atrevieran a hacer lo mismo referente al monacato de los primeros siglos del medievo que mustran los libros de Ediciones Monte Casino; creeme, parece, a veces, que estás leyendo una autentica novela de aventuras... monjes recorriendo (a patita) una Europa destrozada todavía por las invasiones bárbaras creando monasterios, transcribiendo libros y libros...recristianizando, volviendo a romanizar y a crear estructuras civilizadas que combatan el caos que existía...¡qué personajes!
ResponderEliminarLa paciencia benedictina es proverbial, para escribir esas moles. Cuando el joven Menéndez Pelayo (veintipocos años) publicó sus "Heterodoxos" hubo quien comentó (creo que fue Castelar) que ese libro, por erudición, no era propio de un joven historiador, sino de la labor de largos años de toda una abadía benedictina.
ResponderEliminarpues si Joaquín, es verdad, algo tendrán... es una obra absolutamente impresionante (que además se lee de maravilla)... digna de ocupar un lugar preferente en la biblioteca...
ResponderEliminarMuchas saludos