jueves, 7 de junio de 2007

"¿Cómo ser conservador-liberal-socialista?. Un credo" por Leszek Kołakowski (Encounter, Octubre de 1978, pp. 46-49)




Lema: “¡Por favor, pase hacia adelante a la parte trasera!” Esta es una traducción aproximada de un ruego que oí una vez en un tranvía en Varsovia. Lo pongo como eslogan de una poderosa Internacional que nunca existirá.

Un conservador cree:

1.Que en la vida humana nunca ha habido y nunca habrá mejoras que no impliquen deterioros y males. Este precio debe ser considerado y tenido en cuenta a la hora de confeccionar los proyectos sociales de reforma y perfeccionamiento. Así, los innumerables males son compatibles entre sí (los podemos sufrir comprensiva y simultáneamente); mientras que los muchos bienes se limitan o anulan entre sí, no pudiendo gozarse enteramente de ellos al mismo tiempo. Es perfectamente posible una sociedad en la que no haya ningún tipo de libertad o igualdad, mientras que es imposible un orden social en el que conviva la libertad e igualdad absoluta. Esto se puede aplicar igualmente a la compatibilidad de la planificación y del principio de autonomía o del principio de seguridad y del progreso técnico. No hay un final feliz en la historia de la humanidad.

2.Que no sabemos en qué grado las diferentes formas de vida social tradicional -familias, rituales, naciones, comunidades religiosas- son imprescindibles para la existencia de una sociedad tolerable o simplemente viable. No hay ningún argumento que certifique que destruyendo estas formas de vida -o calificándolas de irracionales- aumentemos las posibilidades de felicidad, paz, seguridad o libertad. No tenemos ningún conocimiento cierto de lo que podría ocurrir si, por ejemplo, aboliéramos la familia monógama o si renunciáramos a la costumbre ya consagrada de enterrar a los muertos, y la sustituyésemos por el reciclaje racional de los cadáveres para fines industriales. Haríamos bien en esperar lo peor.

3.Que la idee fixe de la Ilustración -que la envidia, la vanidad y la agresividad están causadas por las deficiencias de las instituciones sociales y que estas serán barridas cuando se reformen estas instituciones- no sólo es completamente increíble y contraria a toda experiencia, sino altamente peligrosa. ¿Cómo es posible que estas instituciones aparecieran si eran tan contrarias a la verdadera naturaleza del hombre? Aspirar a institucionalizar la fraternidad, el amor y el altruismo es tener ya un proyecto seguro de despotismo.

Un liberal cree:

1.Que sigue siendo válida la vieja idea de que el fin del Estado es la seguridad --incluso si la noción de “seguridad” incluye no sólo a la protección de las personas y la propiedad por medio de la ley, sino a la aplicación de varios tipos de previsión social. Los parados no deben morirse de hambre ni a los pobres les debe de faltar una ayuda médica. Los niños deben tener acceso libre a la educación. Todo esto es parte de la seguridad. Con todo, la seguridad no debe ser nunca confundida con la libertad. El Estado no garantiza la libertad regulando y actuando directamente sobre las diferentes áreas de la vida, sino no haciendo nada. De hecho, la seguridad sólo puede expandirse a expensas de la libertad. De cualquier manera, hacer a la gente feliz no es la función del Estado.

2.Que las comunidades humanas no sólo están amenazadas por su degradación sino además por su estancamiento -una sociedad puede estar tan organizada que no deje lugar a la iniciativa individual y a la inventiva. El suicidio colectivo de la humanidad es concebible no sólo por el simple hecho de que no somos hormigas, sino por su transformación definitiva en un hormiguero.

3.Que es altamente improbable que una sociedad en la cual todas las formas de competitividad hayan sido eliminadas continúe manteniendo los estímulos necesarios para la creatividad y el progreso. Tener más igualdad es un medio y no es un fin en sí mismo. En otras palabras, que no tiene sentido una lucha por más igualdad si de esto resulta el descenso de nivel de aquellos que son mejores, y no el ascenso de los excluidos. La perfecta igualdad es un ideal que se destruye a sí mismo.

Un socialista cree:

1.Que toda sociedad en la cual la búsqueda de beneficio sea el único regulador del sistema productivo está tan amenazada por una gran -quizá la más grande- catástrofe, como la sociedad en la que el motivo del beneficio ha sido absolutamente eliminado de las fuerzas de producción-regulación. Existen buenas razones tanto para limitar -por motivos de seguridad- la libertad de la actividad económica, como para impedir que el dinero deba de producir automáticamente más dinero. Aún así, la limitación de la libertad debe ser denominada así, y no como una forma más alta de libertad.

2.Que es absurdo e hipócrita justificar cualquier forma de creación de beneficios basándose en la imposibilidad de una sociedad perfecta y pacífica y en la inevitabilidad de la desigualdad. Esta clase de pesimismo antropológico conservador que conlleva la creencia asombrosa de que un impuesto progresivo sobre la renta es una abominación inhumana es tan sospechoso como el tipo de optimismo histórico sobre el que se basó el Gulag.

3.Que la tendencia a regular la economía por medio de controles sociales importantes debe ser apoyada, aunque el precio a pagar sea una aumento de la burocracia. Tales controles deben, sin embargo, ser ejercidos desde una democracia representativa. Por este motivo es esencial planificar instituciones que sirvan de contrapeso a la amenaza que para la libertad supondría el crecimiento de estos mismos controles.


Tal como lo veo este sistema de ideas reguladas no es auto-contradictorio. Y que por lo tanto es posible ser un conservador-liberal-socialista. Esto equivale a decir que estas tres designaciones particulares no serán por mucho tiempo opciones excluyentes entre sí.

En cuanto a la Internacional grande y poderosa que mencioné al principio, nunca existirá, porque no puede prometer a la gente la felicidad.

Traducido por Don Cógito (Ver aquí original)

No hay comentarios:

Publicar un comentario