domingo, 8 de diciembre de 2019

Fernando Vizcaíno Casas entrevista a "Tono" (El Eco de Canarias, 10 de septiembre de 1967)


CAFE Y COPA CON “TONO"
Descubridor de un humor nuevo y humorista por naturaleza


CONOZCO tanto a “Tono”, convivo tanto con “Tono”, quiero tanto a “Tono”, que tengo muy fundadas dudas sobre cómo pueda resultar esta entrevista de hoy. Creo que la confianza con una persona es enteramente desfavorable a la hora de procurar hacerle a esa misma persona la anatomía periodística, la exploración radiológica comúnmente llamada interiva. Y yo me sé a “Tono” de memoria, conozco sus inventos, sé de sus artes culinarias, adivino sus caprichos de cada comida, me consta su primario conocimiento del póker (aunque él se empeñe en lo contrario) y, sobre todas las cosas, puedo atestiguar que se trata de una de las personas más cabalmente buenas que recuerdo.

Con que vamos a tomar la copa de rigor en su estudio —decorado con cuadros de Pepe Caballero, de Javier Clavo, de Ballesta y hasta con uno de Cayetana Alba— y vamos a empezar preguntándole a “Tono” (de verdadero nombre, Antonio de Lara Gavilán, nacido en Jaén cuando el siglo XIX estaba acabándose) si es cierto, como dicen los eruditos, que trajo con sus chistes y con sus comedias un nuevo concepto del humor.

—Pues creo que si —contesta “Tono”—. No es, en realidad, que lo trajera, sino que lo llevaba dentro y lo solté. El primer sorprendido fui yo, que al ver aquel humor me dije: “¡Caramba, pues esto es gracioso!”. Y seguí diciéndome: “Me parece a mí que esto es un humor nuevo...

—¿En qué consistía, dime?

—Como su propio nombre indica, aquel nuevo humor era un humor bastante nuevo.

—Entendido. Mira, cuando tomé mi café y mi copa con Mingote, me dijo que tú eras, sobre todo, un colosal dibujante; para él uno de los mejores de España. Un dibujante pistonudo. en una palabra. ¿Qué crees?

—Que el pistonudo es Mingote. Resulta que yo dejé de dibujar precisamente porque no me gustaban mis dibujos, porque los encontraba duros y poco expresivos. Ahora estoy intentando evolucionar, pero no creo que lo consiga, porque a buena hora, mangas verdes.

—Anda “Tono”, cuenta un poco de tu vida, si es que se puede...

—Sí, creo que con lo de la apertura de la censura sí que se podrá...

“Tono” enciende un cigarro negro, con mano temblona. Le tiemblan mucho las manos a “Tono” y mis amigos nos metemos con él por eso. Enchufa un ventilador de su invención, que a pesar de eso funciona bien y comienza a darle a la autobiografía...

—Como ya escribí hace tiempo, el día que nací me puse muy contento, porque sólo lo estoy de verdad cuando no hago nada (que esa es mi verdadera vocación), pero resulta que, si no hago nada, no gano dinero y entonces, me tengo que poner triste. Más que por mí mismo, por las buenas gentes a las que les debo facturas. Y tengo que ponerme a trabajar, con lo cual tengo dinero, pero tampoco estoy contento, porque trabajar es una lata...

Bueno; pues a pesar de eso, “Tono” ha trabajado bastante en esta vida. Comenzó a dibujar en “El Guante Blanco”, una revista que dirigía en Valencia Maximiliano Thous (porque pasó su infancia y su primera juventud en la capital levantina) y luego se fue a Madrid y colaboró en las revistas de “Prensa Gráfica”, en aquellas colosales revistas que se llamaban “Nuevo Mundo”, “La Esfera”, “Elegancias”, "Mundo Gráfico”. Se vivía la “Belle Époque" y pienso que “Tono” la aprovechó cumplidamente, porque le van de primera todas aquellas maravillas que, según cuentan, se podían disfrutar entonces por cinco duros: las cenas en “Lhardy”, el champán en “Fornos”, las tertulias en “La Granja del Henar” ... Una vida amable, elegante y a la vez, galante, que le iba como anillo al dedo a un “Tono” juvenil, seductor y bohemio...

—Más tarde, pero también por entonces, dibujo en “Gutiérrez” y en “Buen Humor” y me destaco como cartelista. Ya sabes la definición del cartel: “un grito pegado en la pared”.

—¿Gritaste mucho?

—Bastante. Y conseguí primeros premios muy lucidos. Para mí, el secreto de un buen cartel consiste en estilizar la cosa que se quiere anunciar. Parece ser que estilizaba de primera y tuve mucho éxito en esta especialidad plástica.

—Sigamos biografiando, con perdón. Luego, te fuiste a París.

—Exacto. Esa fue mi época bohemia. Ser bohemio consiste en cortarse poco el pelo, comer poco, no trabajar nada y conquistar mucho. Aunque yo dibujé mucho, en todos los periódicos franceses de humor, hasta que me marché a Hollywood.

—¿Cómo fue eso?

—Me contrataron desde allí, por consejo de Edgar Neville y de Conchita Montenegro, que ya estaban en eso que llaman “la Meca del cine”. Me fui, pues, a la Meca esa y me pasé un año sin dar golpe, porque nada más llegar, se suspendió la realización de películas en versión española y ya no tenía nada que hacer en Hollywood. Me ofrecieron indemnizarme y que me volviese o pagarme el contrato sin que tuviese nada que hacer. Preferí esto, naturalmente, y me quedé allí, sin función concreta. Tuve en ese año cuatro coches y tres perros, hice amistad con Charlot y conocí a gentes muy importantes, como Einstein.

La historia de “Tono” y Einstein es curiosa. Se conocieron en una fiesta; por entonces, “Tono” todavía no hablaba apenas inglés. El sabio descubridor de la relatividad le hablaba y le hablaba y “Tono” le escuchaba y le escuchaba, sin entender nada. Todo el mundo estaba admirado de aquel largo diálogo, que no era tal. En fin; que Einstein le cayó de primera aquel español tan atento que seguía interesadísimo su conversación...

—Volví a España y cuando la guerra civil, dirigí "Vértice” con Romley, colaboré en '‘La Ametralladora”, Junto a Miguel Mihura y publiqué una serie de artículos en colaboración con él: firmábamos “Tomi-Mito”. En esa época publicaba asimismo cuatro caricaturas distintas cada día, en otros tantos diarios... Y encima, fue durante la guerra, cuando escribimos en San Sebastián, Mihura y yo “Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario”, que se estrenó años después y dio lugar a que hablasen de todo eso del “humor nuevo”, porque la obra causó verdadero impacto.

—¿Cómo fue pasarte al teatro, dejando casi abandonado el chiste y el dibujo?

—Bueno, lo hice por necesidad. porque al acabar la guerra apenas había periódicos donde publicar caricaturas. Luego del exitazo de “Ni pobre ni rico”, Arturo Serrano me animó a seguí, en el teatro y estrenó "Rebeco”. Y ya no paré: “Guillermo Hotel”, “Tita Rufa”, “Francisca Alegre y olé", “¡Qué verde era mi padre¡” ... Y adaptaciones a porrillo...

Metido en faena, “Tono” llegó, incluso a dirigir películas. Y lo curioso es que la primera —“Canción de medianoche”— era dramática. Luego realizó una adaptación de “Guillermo Hotel”, con el título de “Habitación para tres”.

—La hicimos en condiciones precarias, sin un duro, pero durante el rodaje lo pasábamos bomba...

—¿Has creado escuela, Tono?

—Pues mira, en París hay un caricaturista, Grove, que desde que yo estaba allí ha seguido fielmente mi estilo de dibujo y aún hoy lo continúa imitando. Mira, mira…

“Tono" busca en su biblioteca un libro francés de humor. Efectivamente. los dibujos de Grove son una fiel reproducción —salvando las naturales distancias— de ese trazo personalísimo de nuestro amigo.

—¿Que chiste tuyo tuvo más éxito?

—Pues la verdad han sido muchos los que han tenido éxito, pero puestos a elegir te contaré lo que me pasó con uno publicado en "Don José”. Era un recuadro en blanco, sin ningún dibujo. Y el pie decía: “La verdad, doña Enriqueta, es que no somos nadie”. Pero lo más gracioso de este chiste fue que, a la hora de cobrarlo, el Administrador, no me lo quería pagar, porque decía, el tío, que no había dibujado nada…

Tomamos otra copa, "Tono" bebe muy poco ahora y se cuida la línea. Pero sigue siendo un “gourmet” fenomenal, con grandes dotes como cocinero de alta escuela. Sus platos más conseguidos: el pollo a la crema y el "porco a la alentenjada”. Doy fe, por conocimiento directo, que los borda. También puedo atestiguar que sus inventos son estupendos, inventa los pitorros más insospechados, pero sólo tienen un fallo: luego resulta que ya estaban inventados.

—¿Que hubieses querido ser, "Tono"?

—Millonario. pero sólo un poco.

—¿Te atrae la luna?

—No. Me parece un sitio muy triste.

—¿Qué es la mujer?

—Eso que es todo lo contrario que el hombre.

—¿Y el amor?

—Eso que siente el hombre por la mujer, y casi nunca la mujer por el hombre. También últimamente, y sobre todo en Inglaterra, lo pueden sentir los hombres entre sí.

—¿Qué te parece el ahorro?

—Una manera de pasarlo mal, para guardar en el banco un dinero con el que otros lo pasan muy requetebién

—Y tú, ¿que eres?

—Un poeta.

—¿Estás ya en la Historia?

—Por lo menos, estoy en el España. Aunque como decorador, que es lo que memos he hecho en la vida.

—Entonces, ¿piensas que ya has ganado la fama en la posteridad?

—Creo que sí. De momento, aún no tengo una calle con un nombre, pero ya tengo un teatro en Madrid. El Lara.

¿Qué no habrá hecho “Tono” en su vida? Dibujar, escribir, viajar, dar conferencias, hasta ser mantenedor de Juegos Florales. Hace bien poco se reveló, en “Semana”, como estupendo cronista y sus artículos sobre la Feria de Nueva York, sobre Londres, sobre París, fueron ejemplares. Ha vuelto a la caricatura con ímpetus juveniles y se asomó a la televisión, pero la pequeña pantalla suele preferir a los mediocres. Lo dejó pronto. La temporada que ya se acerca conocerá una traducción suya (adaptación, más bien dicho, porque el éxito de “Tono” en esta parcela de su actividad consiste en que no se limita a trasponer, sino que “le da la vuelta” a las comedias extranjeras, para traerlas a nuestra mentalidad y a nuestro lenguaje) y quizás, una comedia original. Pero por encima, de todo, estará “Tono” en su cordial y diaria actividad, en la tertulia de sus amigos, en la pequeña anécdota de cada día, en el afán constante de servir a los demás, de hacer amables las horas a los que con él conviven. Y eso que este invierno será triste para él porque por vez primera le faltará su entrañable compañero Neville, tan unido a su vida...

—Tono, que falten muchos años para entonces. Pero perdóname si te pregunto —ya sabes lo que es esto de los reportajes — que epitafio le pondrías a tu tumba.

Tocamos madera, como es natural. Y dice Tono:

—Pues éste: "Esperen un momento, que ahora vuelvo”.

Y ya está Cloti, la fiel Cloti, nos sirve otra copa. Aún charlamos de cosas más personales; de nuestro amigo José Vicente que anda escayolado por creerse joven y querer jugar al fútbol; de Berlanga, que anda por su Valencia comiendo arroces, nunca tan ricos como los que puede preparan Tono; de Mihura, de Mingote, de Conchita Montes, de Manolo Alejandre —astuto jugador de póker—, de Clavo, que le ha hecho un retrato colosal, de Pepe Caballero, que prepara exposición. Porque con “Tono” ocurre siempre esto: que acaba uno hablando de los amigos, porque él es, por encima de todo, amigo de los amigos. De ahí que todos le queramos tanto, de ahí que sea un hombre de quien nadie habla mal. Y cuidadito con que alguien se atreva...

F. VIZCAINO CASAS.

Exclusiva de CIFRA-GRAFICA.

El Eco de Canarias, 10 de septiembre de 1967, p. 8.

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