domingo, 9 de septiembre de 2018

Entrevista a Solszhnitsin (ABC Literario, 22 de julio de 1989)


Solyenitsin: «No volveré antes que mis libros»
La revista norteamericana Time publica esta semana una entrevista con el escritor ruso Alexander Solyenitsin, que es la primera que concede en los últimos diez años y que coincide con la aparición de la versión definitiva de su gran novela Agosto 1914. Estas declaraciones contienen claves fundamentales del pensamiento del novelista y son de particular interés en los momentos en que la URSS aborda ese proceso conflictivo y lleno de interrogantes que se ha dado en llamar perestroika . ABC Literario ofrece, junto a la reseña de la obra a cargo de Peter S. Prescott, uno de los críticos literarios más prestigiosos de Estados Unidos, algunos de los momentos de la conversación con Solyenitsin.
La novela Agosto 1914 se publicó por primera vez en mil novecientos setenta y uno en ruso, ahora acaba de aparecer la traducción al inglés de una versión enteramente nueva. ¿Por qué sintió la necesidad de añadir trescientas páginas a la versión original?
La primera novedad que introduzco es el capítulo sobre Lenin. Con el transcurso de los años he comprendido que la revolución y sus causas no podían entenderse simplemente en razón de la Primera Guerra Mundial. Mi idea inicial es compartida en la actualidad por la mayoría de los habitantes del Este y del Oeste, y proclamaba que el hecho decisivo por excelencia fue la llamada Revolución de Octubre y sus consecuencias. Pero poco a poco he ido comprendiendo que el hecho fundamental y decisivo no fue la Revolución de Octubre: en realidad no fue en absoluto una revolución. Por revolución entendemos un acontecimiento multitudinario espontáneo, y en octubre no ocurrió nada de eso. La verdadera revolución fue la de febrero; la de octubre ni siquiera merece el nombre de revolución. Fue un golpe de Estado, y durante los años veinte hasta los propios bolcheviques lo denominaron el «golpe de Octubre». [...]
En otro momento de la conversación, el escritor afirmaría:
(...] En nuestro país hemos estado destruyendo todo durante setenta años: la vida de la gente, su base biológica, ecológica, moral y cualquier punto de "apoyo, cualquier idea constructiva. Buscando aquí v allá han acabado descubriendo las reformas de Stolpin y su forma de tratar la población agraria.
Lenin era perverso
-¿Cómo integra a Lenin en el conjunto de la cultura rusa?
Lenin tenía poco en común con la cultura rusa. Desde luego cursó el Bachillerato en una escuela rusa, debió leer a los clásicos rusos. pero poseía un espíritu internacionalista. No pertenecía a una nación; era «inter»-nacional entre naciones. En mil novecientos diecisiete demostró pertenecer al ala de la extrema izquierda de la democracia revolucionaria. Los defensores de la democracia revolucionaria dirigieron cuanto ocurrió en mil novecientos diecisiete, pero todo se les escapó de las manos. No eran suficientemente consistentes. no lo bastante despiadados, mientras que el sí fue despiadado y consistente hasta el final, y en ese sentido su aparición en la historia de Rusia resultaba inevitable.
El filósofo británico Bertrand Russell. que se declara ateo, conoció a Lenin y dijo de él que era la persona más malvada que había conocido en su vida. ¿Cree usted que Lenin era malvado?
No tuve oportunidad de conocer a Lenin, pero puedo confirmarlo. Era de una maldad fuera de lo común.
Algunos críticos lo han acusado de antisemita a raíz, de su descripción del terrorista Bogrov en su libro Agosto 1914, e incluso un escritor ha definido su libro como «un nuevo Protocolo de los Sabios de Sión» ¿Qué responde a estas acusaciones?
Describí a Bogrov con el mayor realismo posible, resaltando cada detalle de su vida, de su familia. de su ideología y de su comportamiento (... En ningún momento resté importancia al impulso heroico que alentaba en él. Pero creo que calificar de antisemita a Agosto 1914 es recurrir a una táctica sin escrúpulos que hasta ahora sólo creía posible en la Unión Soviética. Cuando el libro no estaba aún a la venta, porque no había autorizado su publicación. la gente manifestaba estentóreamente que era un libro despreciable, imperialista, escandaloso, odioso, etcétera (...).
¿Ha declarado usted que sus obras deben volver a la Unión Soviética antes de tener intención de hacerlo usted mismo?
Si. He trabajado en La rueda roja durante cincuenta y tres años. Todo lo que he pensado, descubierto y madurado en mi mente ha pasado a formar parte de la obra. Si tuviera que volver a la Unión Soviética antes que La rueda ro-gestaría como mudo. Nadie sabría lo que he soportado. No habría conseguido expresar nada. Una vez que la gente lo haya leído podremos hablar. El libro debe ponerse a la venta en todas las librerías de la URSS.
—Se le ha comparado tanto con Tolstoi como con Dostoievski. en lo que se refiere al argumento como a su forma de tratar la psicología e ideas de sus personajes. ¿Cuál es su relación con cada uno de estos autores?
Soy un patriota
Ambos me inspiran un gran sentimiento de respeto y de afinidad, si bien cada uno en una forma distinta. Mi narrativa, mi forma de presentar la creación, la variedad de personajes y circunstancias me acercan más a Tolstoi. Pero mi comprensión de la interpretación espiritual de la historia me aproxima más a Dostoievski. Hay quienes distorsionan conscientemente las cosas; otras personas sencillamente no se molestan en comprobar sus fuentes. Es un hecho bastante evidente que me hace avergonzarme de las periodistas. Nadie cita jamás testimonios. Y lo mismo ocurre con la acusación de que soy un nacionalista. Soy un patriota. Amo a mi patria. Quiero que mi país, que está enfermo, que ha sido destruido a lo largo de setenta años y que está al borde de la muerte, reviva. Pero eso no me convierte en nacionalista. No quiero limitar los derechos de nadie: cada país tiene sus propios patriotas que se preocupan por el destino de éste.
Ha dicho usted que en los últimos trescientos años la vida moral de Occidente ha sufrido una decadencia. ¿Por qué opina eso?
Se ha registrado un progreso técnico, pero no es lo mismo que el progreso de la Humanidad como tal. Este proceso es muy complejo en cada civilización. En las civilizaciones occidentales -que solían llamarse cristianas occidentales. pero que ahora deberían llamarse mejor paganas occidentales- el desarrollo de la vida intelectual y de la ciencia ha ido parejo a la pérdida de los fundamentos morales serios de la sociedad. Durante estos trescientos años de civilización occidental, los deberes se han esfumado y los derechos se han ampliado Pero todos poseemos dos pulmones. No se puede respirar sólo con uno y con el otro no. Debemos asumir derechos y obligaciones en la misma proporción.
ABC Literario, 22 de julio de 1989, pp. VIII-IX.

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