martes, 9 de septiembre de 2008

Del "antifascismo".

Perdonadme si últimamente he hecho de este blog, una lista de recensiones (o, más bien, de pequeñas anotaciones), pero, no puedo dejar de pasar la aportunidad de comentar libros, que me parecen de gran valor. El último de esta lista, es el gran estudio que ha realizado Norman Davies sobre la Segunda Guerra Mundial. No exagero, al decir que este es un libro que debería figurar en la biblioteca de cualquiera que aspire a hacerse una mínima idea, no sólo sobre qué fue la segunda guerra mundial, sino, en su conjunto, el siglo XX.

Aquí os muestro unos parrafos para abrir boca:

"Entre 1936 y 1939, muchos intelectuales occidentales seguían los acontecimientos a distancia. Les disgustaba el fascismo y con el comunismo se sentían incómodos. Sin embargo, tenían la impresión que la guerra se avecinaba y de que no podrían permanecer al margen indefinidamente. Se quedaron consternados cuando, pese a su abundante retórica, sus gobiernos no impidieron que Mussolini invadiera Abisinia. Les afectó la caída de Checoslovaquia, pero lo que les llenó de pánico fue la evolución de los acontecimientos de España. Fue la guerra civil española la que finalmente les llevó a decidirse. Es difícil saber qué habría ocurrido si Franco hubiera salido derrotado. La opinión pública occidental podría haber despertado y haberse percatado de que los estalinistas habían ususrpado la causa republicana, dedicándose, por ejemplo, a asesinar en masa a sus camaradas de la izquierda en Barcelona. Pero, en la primavera de 1939, Franco venció, y lo hizo con el apoyo de tropas italianas y aviones alemanes. El fascismo triunfaba. A Franco podía echársele la culpa de todo. España estaba incómodamente cerca. Europa occidental debía combatir al fascismo para sobrevivir.

A los seis meses de la victoria de Franco, Hitler invadió Polonia y empezó la guerra. El movimiento antifascista habría recibido un aplauso universal de no ser por una singular sorpresa: Stalin se había unido a Hitler. Durante casi dos años, los antifascistas vivieron en la más completa confusión. En 1940, a raíz de la negativa de Stalin de retirarse de Finlandia, el Reino Unido y Francia estuvieron a un paso de verse en guerra no sólo con el Tercer Reich, sino también con la Unión Soviética. Y entonces el mundo recobró la razón. Hitler invadió la Unión Soviética y declaró la guerra a Estados Unidos. Se había formado «La Gran Coalición». «Los Tres Grandes», es decir, el país más capitalista del mundo, el país más elocuentemente imperialista y demócrata del mundo y el líder del mundo comunista unieron sus fuerzas. El antifascismo volvió a ponerse de moda gracias a la venganza. Resultaba particularmente adecuado desde la perspectiva de los estadounidenses, que necesitaban desesperadamente una cruzada moral contra el Mal, que reaccionaron a las denuncias de imperialismo de los soviéticos, y que acudieron a la pragmática llamada de que todos debían unir sus fuerzas. El séquito de Roosevelt se llenó de compañeros de viaje, incapaces de advertir la verdadera naturaleza del régimen de Stalin. Los agentes soviéticos se infiltraron en los ministerios de Churchill e impidieron que calara un punto de vista más realista. Por su parte, Stalin posó sin despeinarse en su papel de benevolente «tío Joe».

Ése fue el clima político reinante en el seno de la coalición durante toda la guerra. Éste fue el espíritu que imbuyó las primeras historias que se escribieron sobre la guerra y ése es el origen del malentendido que desde entonces ha entorpecido una comprensión cabal de lo que ocurrió."

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